La Encuesta de Caracterización Socioeconómica (Casen) del año 2017 reflejó un estancamiento en la pobreza multidimensional de los hogares chilenos, registrando un 20,7%, mientras que en 2015 se cifró en 20,9%. Sobre estos datos se refirió el Secretario Regional Ministerial (SEREMI) de Desarrollo Social, Roberto Giubergia, quien comentó que “en la incidencia de la pobreza tenemos una tasa en el año 2020 del 12 por ciento y el año 2017 era del 11,eight por ciento, por lo tanto, la disminución observada es significativa en la región”. Claramente, la pobreza multidimensional no muestra el mismo patrón de la pobreza de ingresos. En este contexto, y sin quedar fuera del análisis de las contingencias sobre los resultados que arrojó esta encuesta, los investigadores del IPP UCN, Mg. Paulina Ponce-Philimon desarrollaron un análisis, regionalización e interpretación de los resultados arrojados recientemente por este instrumento.
0 como el grado en que las personas son simultáneamente carentes en ambos indicadores (carente en indicador de salud y condición de pobreza monetaria/multidimensional). La metodología AF expande los indicadores unidimensionales de pobreza propuestos por Foster, Greer and Thorbecke (1984). Incorporando dimensiones extras y estableciendo un segundo corte para identificar pobreza. En términos simples, se definen una serie de dimensiones relevantes dado el contexto analizado. En cada uno de estas, se determina una línea de corte que identifica si un individuo u hogar esta privado en dicha dimensión de manera similar a la medición de pobreza unidimensional.
Para medir pobreza monetaria, se establece una “línea” mínima de ingresos, a partir de la cual todo ingreso inferior ese “umbral” se considera insuficiente para satisfacer necesidades básicas. Una persona puede encontrarse por encima del umbral de la pobreza monetaria, y aun así presentar carencias significativas en ámbitos como salud, educación o vivienda, por mencionar algunos. De ahí la importancia de medir ambas pobrezas, ya que la multidimensional evalúa directamente la satisfacción de necesidades agrupadas en distintas esferas del bienestar. En la versión 2022 de CASEN, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) se encargó del marco muestral, la selección de la muestra de viviendas y la elaboración de los factores de expansión, mientras que el Centro de Microdatos de la Universidad de Chile realizó el levantamiento de la encuesta y el procesamiento de los datos. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en tanto, revisó los datos de ingresos y estimó medidas de pobreza y pobreza extrema por ingresos, mientras que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) estimó el índice de pobreza multidimensional.
La misma dinámica ocurre con la asociación entre la pobreza multidimensional y los indicadores de carencia de seguro y acceso a salud. En 1992 el R 0 fue de 80,7% y 71% en carencia de seguro y acceso a salud respectivamente. La redundancia entre los indicadores de malnutrición y la pobreza multidimensional también es decreciente. Mientras el R 0 alcanzó casi 84% en 1992, en 2017 su valor fue de 62,2% que es mucho mayor al valor obtenido para la redundancia contra la pobreza monetaria que en 2017 llegaba a 18,2%.
La pobreza extrema, en tanto, aumentó de un 2,3% en el 2017 al 4,3% el 2020 y disminuyó a 2,0% el 2022 (entre 2017 y 2022 no hay diferencias estadísticamente significativas para pobreza extrema). Pese a que la pobreza por ingresos está en una cota bajísima, la multidimensional entre las personas mayores de 60 años, llega a 19%. En la pobreza en la república dominicana Chile el principal instrumento para medir ambas pobrezas es la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN). Tiene cobertura nacional y su realización está a cargo del Ministerio de Desarrollo Social y Familia. No es censal; esto significa que sus datos corresponden a una muestra representativa del país y sus habitantes.
Olavarría utilizando la encuesta CASEN entre 1987 y 2000 encuentra que los pobres monetarios tienen serias dificultades para acceder a la atención de salud cuando la necesitan, y cuando la obtienen, acceden a ella de manera tardía14 . Bedregal et al. encuentra que las personas en condición de extrema pobreza desconfían del sistema de salud y perciben obstáculos para acceder a el15 . Vega et al. muestra que, durante los 90s, las mujeres tenían serias desventajas de acceso a salud en comparación con los hombres, ya que a pesar de que los salarios de ellas eran en promedio 30% inferiores al de los hombres, las mujeres usan los servicios de salud con mayor intensidad (1,5 veces más)16 . Tras la entrega de datos, la subsecretaria de Evaluación Social, Paula Poblete destacó las cifras, puntualizando que “estamos contentos porque Chile logró una reducción histórica de la pobreza y recuperó la senda previa a la pandemia. Ha sido un periodo difícil para el país y como Gobierno hemos respondido a los desafíos que nos impuso la recuperación post pandemia y el alza de la inflación. No somos complacientes y tenemos un compromiso con el bienestar de las familias y el desarrollo del país, por lo que seguiremos trabajando con fuerza, implementando medidas y acciones, tal como lo hemos hecho hasta ahora, que permitan avanzar en derechos y garantías sociales, mejorando la calidad de vida de las personas”.
En contrapartida, y tal como es esperado, la pobreza multidimensional HMPI empleada en este estudio se asocia en mucho mayor grado con las carencias en salud de la población aproximada por los indicadores de salud disponibles. Hoy en día, más de la mitad de los individuos identificados con carencias en salud son pobres multidimensionales. No obstante, preocupante es el hecho de que el nivel de asociación también ha decrecido significativamente durante las últimas décadas. En la Encuesta Casen se recoge y procesa la información en conjunto con otras instituciones.
La siguiente figura muestra los resultados de incidencia de cada uno de los subgrupos en la ilustración. Estos no son casos aislados, y las discusiones en torno al desarrollo humano lideradas por las Naciones Unidas hacia fines de los años eighty introdujeron la noción de la multidimensionalidad para entender las condiciones que permiten tener una vida digna desde una perspectiva que integra mayor complejidad. Ahí se añadieron las variables de salud y educación como componentes del desarrollo humano, y desde entonces esto ha permeado también las definiciones de la pobreza. Los resultados dan cuenta del abanico de posibilidades comprendido entre lo que se conoce como el método de la unión (la persona es pobre si sufre privaciones en al menos una dimensión) y el método de la intersección (la persona sufre de todas las privaciones al mismo tiempo). Así pues, considerando el exigente criterio de LICSA/OES (método de la unión), llegamos a un seventy three,2% de pobreza multidimensional en Chile.
En Rimisp, a fines del año 2022, hicimos dos encuestas sobre seguridad alimentaria representativas a nivel regional en La Araucanía y Los Lagos. Los datos arrojan que en La Araucanía un 18,7% de la población presenta inseguridad alimentaria moderada y grave, mientras que en Los Lagos representa un 15,1%. Esto quiere decir que más de un 15% de la población de estas regiones experimenta dificultades para alimentarse. De acuerdo con las definiciones que entrega la FAO, esto significa, por ejemplo, saltarse alguna de las tres principales comidas del día, comer una cantidad menor a la necesaria, conseguir alimentos poco variados o de bajo valor nutricional. Para el LICSA/OES, el criterio es más exigente, y se fija en 1 carencia o más (por lo tanto, los miembros de un hogar son pobres si presentan carencias en un eight,33% de los indicadores o más).
Las encuestas Casen que han medido la pobreza multidimensional han encontrado que la pobreza multidimensional es significativamente mayor que la pobreza por ingresos. Por ejemplo, la Casen 2017 encontró que la tasa de pobreza por ingresos era de un 8,7% mientras que la pobreza multidimensional llegó a un 20,7%. La pobreza multidimensional se puede considerar un indicador más exigente de bienestar. La pobreza por ingresos clasifica a los hogares como pobres cuando tienen un ingreso por debajo de un nivel mínimo que permite satisfacer sólo las necesidades básicas. En este curso examinaremos los métodos más utilizados para medir la desigualdad de ingresos y riqueza. En la primera parte analizaremos los principios redistributivos y enfoques de justicia social detrás de las mediciones y, en la segunda, los estudiantes aprenderán a utilizar los indicadores de desigualdad, sus propiedades, limitaciones y la utilidad que brindan para el análisis de la desigualdad de ingresos y políticas públicas asociadas.
Klasen muestra que las carencias en salud no están estrechamente vinculadas con la pobreza en Sudáfrica13 . En el caso de los hogares rurales en China, Wang et al. muestra que la correlación existente entre la falta de acceso a un seguro de salud es prácticamente indistinguible entre hogares que sufren pobreza monetaria de aquellos que no la sufren5 . Bourguignon y Chakravarty muestran que mejoras en indicadores de bienestar no monetario (como salud y educación) requieren de una mejora en la provisión de bienes y servicios públicos6 . Así, desde el punto de vista de la oferta de salud, carencias o limitaciones de los servicios de salud (que predominantemente afectan con mayor intensidad a los sectores rurales) disminuyen los niveles de salud de la población, aun cuando esta tenga los recursos monetarios suficientes para demandar los servicios de salud que requiere13 . la pobreza rural corresponde al nuevo enfoque que contempla la Encuesta, y permite identificar la situación de pobreza en que se encuentran los hogares y personas que sufren carencias en los ámbitos de educación, salud, trabajo, seguridad social y vivienda; aspectos que afectan su bienestar y calidad de vida. En relación con la medición del nivel de asociación en la identificación de los pobres/carentes, la Tabla 2 muestra la distribución conjunta existente entre dos carencias en dos dimensiones de bienestar j y j ’.
A pesar de los esfuerzos en la materia, esos son los datos de Casen 2015, que siguen presentando un desafío. En el caso de Biobío, la disminución ha sido sostenida, dado que en 2015 la incidencia de la pobreza multidimensional era de 19%, mientras que en 2017 era de 17,2%. El instrumento de caracterización socioeconómica nacional incorporó una serie de innovaciones metodológicas respecto de sus versiones anteriores, dentro de las que destacan el incremento de la muestra a 335 comunas, la actualización del módulo de identidad de género y orientación sexual, y la actualización de los factores de expansión de la encuesta. En la dimensión del acceso al trabajo, existe una brecha profunda de género debido a múltiples factores que dejan a las mujeres en posición de desigualdad. En Chile, ellas siguen siendo las principales responsables de las tareas domésticas y de cuidado.