Dicha pobreza estructural, con el paso del tiempo, acaba teniendo una serie de consecuencias que, pese a no ser tan llamativas, tienen efectos perjudiciales en la sociedad. Lo que sostiene este prejuicio, de acuerdo a Bard Wigdor, es la noción de que las personas gais tendrían una sexualidad irrefrenable que las lleva a desear tener relaciones con cualquier hombre que esté cerca suyo. “Como si las personas gays, maricas o lesbianas no tuvieran una elección sexual y afectiva sobre las demás, como si fueran cuerpos que están a disposición, esperando ser conquistados o conquistar”, comenta la investigadora y docente universitaria. Según los datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), 5,6 millones de niños mueren de hambre cada año debido a la mala calidad o la falta de higiene de estas. Además, el aumento de embarazos precoces en niñas y adolescentes aumenta el riesgo de niños sin sustentos suficientes para una vida sana. Comas Nazario explicó que la Asociación creó en 2020 un Comité Ad Hoc de Salud Mental y Coloniaje, con el propósito de educar sobre el impacto del colonialismo y su afrenta a los derechos humanos de la isla.
Estos criterios compartidos por los diferentes tríos se declinan de distinta manera de acuerdo con la procedencia socio-ocupacional y de género de los participantes. Sin embargo, la adhesión a ellos suele ser contradictoria con la propia experiencia de los participantes. En este sentido, un hallazgo importante son los momentos de cuestionamiento o ruptura del consenso en torno al mérito y esfuerzo que se produce durante la interacción de los participantes en los distintos tríos.
Así también, todos los Estados partes tienen la obligación de presentar informes periódicos al Comité CERD sobre cómo se están aplicando los derechos cada dos años. Posteriormente, el Comité CERD examina cada informe y comunica al Estado parte sus preocupaciones y recomendaciones en forma de observaciones finales. En el segundo de los casos, la prohibición de la discriminación actúa como una norma más autónoma. Todas las personas son iguales ante la ley y tienen derecho sin discriminación a igual protección de la ley.
Para un equipo de captura de perros de dos personas, un financiamiento adicional de $ 50,000 es un gran problema, mientras que para un departamento de policía de cuarenta personas, es relativamente menor. Para poner eso en términos del mundo real, el funcionalismo estructural asumió que todos los grupos de la sociedad son siempre iguales, lo que simplemente no es el caso. Simplemente encienda las noticias o mire cualquier debate político y verá que muchos grupos de la sociedad son todo menos iguales. En el mismo marco de derechos, si se habla de la educación, se tiene que el mismo Comité exalta las diferencias significativas de acceso a la educación que afectan principalmente a los niños y niñas indígenas y afroparaguayos. Le preocupa al Comité, además, las altas tasas de analfabetismo entre la población indígena y afroparaguaya (Comité CERD, 2016).
El desempleo y las brechas salariales son dos causas de desigualdad económica que involucran también desigualdad social. Mientras que el desempleo impide que una persona reúna el dinero suficiente para adquirir bienes y servicios, la brecha salarial limita las posibilidades de desarrollo de la persona que no recibe el mismo pago que otra que ejecuta su misma labor debido a factores extra laborales. La desigualdad social puede fomentar la exclusión de una persona o de todo un sector social en la dinámica de un país, lo que tiene implicaciones económicas, políticas y culturales para el sujeto excluido, que encontrará dificultades para integrarse y reconocerse como miembro pleno de la sociedad. Podemos definir la desigualdad social como la disparidad entre personas y sectores sociales con relación a un aspecto donde uno o varios de estos sectores salen desfavorecidos.
El análisis se centra en algunos de los principales ejes que estructuran la desigualdad social (el género, la pertenencia étnico-racial, la edad o etapa del ciclo de vida y el territorio), con el fin de ilustrar su peso en la magnitud de las brechas de desigualdad, en su permanencia y en su reproducción. Con frecuencia, las múltiples dimensiones de la desigualdad se encadenan, entrecruzan y potencian entre sí, afectando particularmente a determinados grupos de población. Para seguir avanzando en el desarrollo sostenible de los países, es necesario reconocer y mejorar el diagnóstico de las múltiples dimensiones. Además, se señala la urgencia de transitar de una cultura del privilegio a una cultura de la igualdad, lo que requiere orientar las políticas hacia un universalismo wise a las diferencias. En este texto pretendo articular la problemática teórica de las desigualdades económicas y sociales con la determinación social de la salud.
Al mismo tiempo, es recomendable el diseño de políticas y estrategias para abordar las distintas dimensiones de la desigualdad con el fin de disminuir la distancia entre sectores. La desigualdad socioeconómica supone mejores posibilidades y oportunidades para los sectores mejor posicionados respecto a quienes se encuentran desfavorecidos, que no pueden aspirar a un desarrollo en iguales condiciones. Uno desigualdad en américa latina de los indicadores más usados para comparar la desigualdad social es el Coeficiente de Gini, creado por el estadístico italiano Corrado Gini a principios del siglo XX. Originalmente, el Coeficiente de Gini se usa para medir la desigualdad de ingresos de una población en un periodo de tiempo previsto, pero sus implicaciones pueden usarse para aproximarse a la situación social de la población estudiada.
Esto implica no solo garantizar el acceso a una educación de calidad, sino también abordar las barreras socioeconómicas y culturales que puedan limitar el desarrollo académico de ciertos grupos. Una de las áreas donde se evidencia con claridad el impacto de la desigualdad es en el sistema educativo. Las comunidades vulnerables suelen enfrentar barreras significativas para acceder a una educación de calidad, lo que repercute directamente en sus perspectivas futuras. Combatir esta desigualdad requiere no solo políticas públicas efectivas, sino también un cambio cultural que valore la diversidad y promueva la equidad.
Esto implica transitar de una thought de la justicia ambiental, que se fundamenta en los derechos humanos a un ambiente sano y a una mejor calidad de vida, a una ecológica que comprenda los derechos que le corresponden a la naturaleza como organismo complejo. Por último, metodológicamente, es basic para el proyecto plantear un índice de justicia social que capture la interseccionalidad, el diseño del índice de oportunidades humanas (IOH) acude a técnicas de medición de la desigualdad que permiten relacionar resultados y circunstancias. El IOH, construido desde el Banco Mundial, sintetiza en un solo indicador las mediciones del nivel absoluto de las oportunidades básicas en una sociedad y qué tan equitativamente están distribuidas esas oportunidades (Banco Mundial, 2016). En términos simples, el índice de oportunidades humanas estima el acceso a una oportunidad básica, la tasa de cobertura, y le descuenta una penalidad si esas oportunidades están asignadas de forma desigual. El IOH incorpora en un solo indicador tanto la tasa de acceso general como la medida del índice D de distribución de la oportunidad.
El derecho a la salud es uno de los que se reparten de manera más desigual en el país y uno de los que más impacta otros aspectos socioeconómicos de las personas. Los hogares rurales tienen desventajas importantes respecto de los urbanos en términos de uso de tecnologías de la información y esto impacta gravemente en sus oportunidades académicas, laborales y de desarrollo humano. La sobrecarga laboral de las mujeres desigualdad en la pobreza genera otras vulnerabilidades como la falta de tiempo libre, el estancamiento profesional o educativo, lo ocupación precaria y menores niveles de ingresos. En los últimos años el mercado laboral ha registrado avances importantes, como el incremento en la creación de empleos formales, la incorporación de políticas y legislaciones para la justicia y dignidad laboral y un avance inédito en el valor del salario mínimo.
Esa lista incluye, entre otras, las tareas que se realizan en el hogar, la educación, cuidado y socialización de niñas y niños, la salud sexual y reproductiva, el equilibrio entre el trabajo fuera de la casa y las responsabilidades familiares, y la violencia de género. En esos talleres, se advierte una permanente oscilación y vaivén entre modelos masculinos tradicionales, y otros que comienzan a cuestionar algunos supuestos naturalizados sobre qué es ser varón y cuáles son sus implicancias. “Cada vez comienzan a haber más varones que intentan posicionarse en otros lugares, sobre todo en relación a cómo ejercer una paternidad más presente para sus hijas e hijos. Pero eso no impacta -por eso decimos que va en un permanente vaivén- en relación a asumir tareas domésticas y de cuidado en los hogares. Ese sigue siendo un trabajo que los propios varones reconocen que prácticamente no hacen, en comparación a sus compañeras”, explica Gabriela Bard Wigdor, investigadora del Conicet especializada en estudios sobre masculinidad hegemónica y su relación con las violencias de género, y también directora del proyecto de extensión de la UNC en el marco del cual se desarrollan estos talleres. La especialista agrega en ese sentido que las tareas domésticas y de cuidado siguen siendo “un privilegio que se reproduce en las generaciones nuevas”, incluso en aquellos varones que se muestran más dispuestos a repensarse a sí mismos.
Una de las más comunes es la desigualdad en los ingresos, incluso cuando desempeña el mismo cargo que un hombre. Finalmente, la desigualdad en la sociedad tiene un efecto negativo en la cohesión social, aumentando la polarización y la exclusión de los grupos más marginados. La falta de equidad y justicia en la sociedad puede llevar a la desconfianza y la disgregación social, lo que constituye una amenaza para la democracia y el bienestar de todos. Además, la desigualdad tiene un impacto negativo en el sistema de justicia, aumentando la discriminación y la criminalización de los grupos más marginados.