Claramente el ingreso del virus a Chile era inevitable, pero resulta anecdótico que quién tuvo más acceso al crédito y, por ende, mayores ingresos mensuales, sea quien introdujo un virus igual de letal que la misma desigualdad. El deterioro de la salud mental y del bienestar, así como también los problemas relacionados al sueño están relacionados a la fragilidad económica de las mujeres en Chile. Comparando mujeres y hombres que estaban empleados previo a la pandemia, encontramos que las mujeres han perdido más sus empleos y han experimentado más frecuentemente caídas en su ingreso. En otras palabras, y consistente con la experiencia en otros países, la crisis económica afectó en mayor manera el empleo y el ingreso de las mujeres. Esto se suma al aumento en la presión por las tareas del hogar, y el cuidado y educación de niños pequeños asociados al cierre de las escuelas.
P, ej, como hemos comentado, el Estado chino es el maximo conaminador mundial y probable generador de la crisis ambiental actual…ahi no se argumenta la desigualdad como los males. Entonces, en mi perspectiva, cualquier actividad humana produce alteraciones, las hagan privados, estados o cualquier tipo de organización. Por eso mismo digo que quisiera entender porque le atribuye a la desigualdad todos los males, amen de que lo diga una organización que es conocida por haber hecho orgías en Haití, pero que se busca erigir como un Catón moderno. Al mismo tiempo, los ingresos del 99% de la población mundial empeoraron por la misma causa, llevando a la pobreza a más de 160 millones de personas. El organismo prevé que esta crisis pueda revertir los avances de las últimas décadas relacionados a la reducción de la pobreza a nivel mundial. Específicamente, el número total de personas en situación de pobreza podría haber aumentado entre 200 y 500 millones durante 2020.
El principal problema es que cuando esa fuerza laboral se vuelva a incorporar, las tasas de desempleo aumentarán. Norma Silva Sá y Francisca Sofía Pérez Cortés en ‘Involucramiento paterno y cuidados durante la disaster sociosanitaria’ plantean que, si bien los hombres están cada vez más dispuestos desigualdad global a participar en los cuidados de sus hijas e hijos, son mayoritariamente las mujeres las principales responsables de éstos. La vivencia de la cuarentena, medida sanitaria de prevención del COVID-19, dejó a las familias confinadas en sus hogares y visibilizó el tema de los cuidados globalmente.
La profunda brecha entre ricos y pobres ha demostrado ser tan letal como el propio virus. Los modelos económicos fallidos concentran la riqueza en las manos de una élite rica que disfruta de una vida de lujo durante la pandemia mientras los trabajadores y trabajadoras esenciales tienen dificultades para comprar alimentos y cubrir sus gastos”, señaló la directora ejecutiva de Oxfam, Gabriela Bucher. Dejar en evidencia las desigualdades sociales es una de las consecuencias desigualdad en economia de esta pandemia por Covid-19, la cual ha golpeado a nuestro país y el mundo. Y es que, si bien ello conlleva a que compatriotas sufran injusticias y carencias, es también una oportunidad para que la estructura del sistema se fortalezca en favor de un mejor vivir para la sociedad en su conjunto. Para analizar la situación actual desde la visión del trabajo social y sus diversas teorías, se consultó a la directora de la Escuela de Trabajo Social sede Chillán, Dra.
Al mismo tiempo, las desigualdades sociales, políticas y económicas han amplificado los efectos de la pandemia. Si bien su trabajo está centrado en Estados Unidos, sus estudios también son pertinentes en América Latina, donde las mujeres viven en condiciones incluso más graves de vulne- rabilidad. A partir de la pandemia hubo una notable disminución de la participación de las mujeres en el mercado laboral, equivalente a un retroceso de más de diez años. Al observar las cifras de 2022, la tasa de participación laboral de las mujeres en la región fue de 52% y la de los hombres de 74%, es decir, una de cada dos mujeres en edad de trabajar no participó del mercado laboral. Esto se debe a que las mujeres asumen responsabilidades de cuidado doméstico, lo que actúa como una barrera estructural para su autonomía económica. Del mismo modo en nuestro país, la pandemia acentuó la desigualdad en la distribución de los trabajos domésticos y de cuidados entre géneros.
En el marco de la emergencia sanitaria, hemos observado cómo se ha enfrentado la pandemia en varios países, las diversas realidades y sistemas de salud, la disparidad en el comportamiento social y de los gobiernos. A nivel más interno, las cuarentenas han permitido visibilizar cómo vivimos y habitamos en Chile, nuestras casas, departamentos, espacios, nuestras familias y condiciones de vida. Los bancos centrales han inyectado billones de dólares en los mercados financieros para salvar la economía, pero una gran parte ha acabado en los bolsillos de los milmillonarios, que se han aprovechado del auge de los mercados bursátiles. Con las vacunas se pretendía poner fin a esta pandemia, pero los Gobiernos de los países ricos han permitido que los milmillonarios y los monopolios farmacéuticos corten el suministro a much de millones de personas. Esto podría traducirse en un incremento de todas las formas imaginables de desigualdad. La previsibilidad de esta situación es indignante, y sus consecuencias son letales«, añade Bucher.
“La pandemia ha evidenciado y exacerbado las grandes brechas estructurales de la región y, en la actualidad, se vive un momento de elevada incertidumbre en el que aún no están delineadas ni la forma ni la velocidad de la salida de la disaster. No cabe duda que los costos de la desigualdad se han vuelto insostenibles y que es necesario reconstruir con igualdad y sostenibilidad, apuntando a la creación de un verdadero Estado de bienestar, tarea largamente postergada en la región”, afirmó Alicia Bárcena. En un nuevo informe anual, la CEPAL estima que el total de personas pobres ascendió a 209 millones a finales de 2020, 22 millones de personas más que el año anterior. Así ha ocurrido en toda la región, donde los indicadores de vulnerabilidad son peores que en Chile y las transferencias fiscales entregadas a las familias fueron más bajas.
A la vez, se generó una reactivación económica importante y comenzó a hablarse de un regreso paulatino a una ‘nueva normalidad’ en nuestras vidas. También se han intensificado las movilizaciones y acciones colectivas que reconfiguran las calles, los territorios y las ciudades en diferentes países de América Latina. Sin embargo, la sociedad que emerge de la pandemia parece ser más desigual, más conflictiva y más contrastante que la que experimentamos antes de la irrupción del virus. Por ello, más que hablar de una nueva normalidad -pues la sociedad anterior tampoco era ‘normal’- es necesario identificar los desafíos que abre la nueva situación desde las políticas públicas, la investigación, el trabajo intelectual y la organización social. Por otro lado, recientemente hemos sufrido la mayor crisis del siglo XXI, acaecida a raíz del COVID-19.
Pero medir el verdadero panorama de la desigualdad en la segunda economía más grande del mundo no es fácil. La brecha urbano-rural también es profunda, ya que los habitantes de las ciudades ganan 2,5 veces más que sus contrapartes en el campo. Al principio, parecía obvio que el costo económico —la pérdida de empleos, la erosión de la riqueza, incluso la pérdida de vidas— recaería desproporcionadamente sobre los pobres y los dejaría en una situación peor.
El cambio de desigualdad es mucho menor respecto a la esperanza de vida a los sixty five años. Cuantificamos la desigualdad de la esperanza de vida, considerando la distribución de probabilidad que se genera si cada observación es la esperanza de vida en una comuna. Si medimos la evolución temporal del coeficiente de Gini de estas distribuciones, observamos un aumento abrupto, en el rango 30-40% en 2020, en las áreas urbanas (pero no en las rurales). Sin embargo, como la esperanza de vida promedia las mortalidades en todas las edades, puede no ser la mejor medida si se quiere observar efectos dependientes de la edad. Estados Unidos invirtió billones de dólares en su economía, más que cualquier otro país, y la ayuda llegó a un amplio sector de la sociedad. Eso incluyó rescates generosos para empresas, así como cheques de estímulo, beneficios de desempleo mejorados y créditos fiscales para la clase media y los pobres.
Los trabajadores que se quedaron en el extranjero se beneficiaron de las medidas de estímulo fiscal de los gobiernos. El ADB estimó que las remesas globales crecieron US$34.000 millones en 2021, compensando con creces la pérdida del año anterior. Según un estudio del año pasado, la desigualdad en el país, sin la intervención del gobierno, habría aumentado casi un 30% en un solo mes de pandemia. 10.7 Facilitar la migración y la movilidad ordenadas, seguras, regulares y responsables de las personas, incluso mediante la aplicación de políticas migratorias planificadas y bien gestionadas.
El turismo, la cultura, el comercio, el transporte y la moda han sido los sectores más afectados. Por el contrario, las actividades que se han visto menos afectadas han sido la agricultura, la ganadería y la pesca, la producción de alimentos, los productos médicos y las telecomunicaciones. Un dato, publicado en enero pasado por la misma organización permite comprender la dimensión del problema. “En 2017 por cada dólar de ingreso fiscal colectado en el mundo, solo 4 centavos procedían de la fiscalidad sobre la fortuna”.
A la hora de abordar estas cuestiones es necesario considerar la relación que se da entre estos aspectos, puesto que la autoría del producto y la sección en la que se publica condicionan la función periodística del producto. Por un lado, a mayor diversidad de espacios mediáticos hay una mayor diversidad de las funciones periodísticas en el conjunto de los productos del medio; por el otro, el uso de unos autores específicos (periodistas, agencias o colaboradores) condicionará la prevalencia de una u otra función periodística. Estos productos periodísticos se encuentran mayoritariamente en las secciones generales y tradicionales de los medios de comunicación (77,3%), destacando en esta dinámica abc.es (92,6%), elmundo.es (85,7%) y lavanguardia.com (95,3%). El peso de la información de agencias es inferior a los productos generados por los propios periodistas del medio (43,7%) y algo superior a la elaborada por colaboradores no periodistas (23,1%). En el caso del uso de productos exclusivos provenientes de periodistas, presentan valores superiores a la media abc.es (50%), elconfidencial.com (69,8%), elpais.com (57,9%) y elmundo.es (67,3%). En el caso de los relatos desarrollados por otros colaboradores externos del medio destacan eldiario.es (33,3%) y elpais.com (34,4%).
Solo en América Latina y el Caribe, 18 millones más de mujeres podrían perder el acceso a anticonceptivos modernos por la pandemia, según cálculos de ONU Mujeres. Y esto se debe a que muchos servicios de salud sexual y reproductiva, incluida la atención en maternidad y de violencia de género, se reasignaron para atender la crisis. Lo que, advirtió el organismo, generará un incremento en la mortalidad materna, en las tasas de embarazos adolescentes y de enfermedades de transmisión sexual. Y el panorama solo se puede complicar si tenemos en cuenta que la pérdida abrupta de ingresos en los hogares generará presión para que los niños y adolescentes dejen la escuela y entren al mercado laboral por la necesidad de generar ingresos, advirtió la Unicef. Antes de la pandemia, ya eran millones de niñas las que no iban a lograr niveles mínimos de competencias, conocimientos y oportunidades para llevar una vida productiva plena. Según la ONU, el COVID-19 “afectará desproporcionadamente” a las mujeres porque “ganan menos, ahorran menos y tienen puestos de trabajo más vulnerables” que los hombres.