Luego, cada integrante del hogar puede expresarse como una proporción del adulto de referencia, en función de los requerimientos kilocalóricos y proteicos imprescindibles según su género y edad. Los mayores aumentos porcentuales se darán para hogares de ingresos altos y para usuarios no residenciales, de al menos un 300%, según los primeros cálculos. Luego, apuntó contra la metodología utilizada por el Indec para definir el índice oficial de la pobreza. “Hay algo que no me cierra, y como la pobreza finalmente se mide a través de la Encuesta Permanente de Hogares, es una encuesta.
En el (Gráfico 1) se presentan las estimaciones de las tasas de pobreza en las tres sequence de ingresos ajustados a lo largo del período analizado7 (ver Tabla A.1 del Anexo). Naturalmente, los niveles de pobreza son sensibles a la escala empleada, mientras que la trayectoria en el tiempo resulta robusta a la elección de la escala8. En primer lugar, se contribuye a la evidencia internacional respecto de la sensibilidad de las mediciones de pobreza monetaria al tipo de globalización y desigualdad escalas que se emplean en ellas y sus posibles implicancias en el perfil demográfico de la pobreza. Al ser esta literatura específica a cada país, resulta relevante indagar el caso de un país con evidencia reciente de nuevas escalas empíricas. Al mismo tiempo, el trabajo contribuye a la escasa evidencia para países de América Latina (Medina, 2002). En segundo lugar, se analiza transversalmente el rol de los umbrales cuando se modifica la escala empleada en la medición de la pobreza.
Para ello se utilizan líneas relativas correspondientes al 50% de la mediana de cada distribución de IAE. Naturalmente, al emplear umbrales relativos, cada distribución generada con escalas diferentes tendrá su propia línea de pobreza asociada. Este criterio es el más frecuente en la literatura que analiza la sensibilidad de las mediciones al ajuste demográfico. Una discusión transversal a estos análisis, y que es lo suficientemente relevante como para modificar la magnitud de los resultados, se asocia a la forma en que deberían ser definidos los umbrales cuando se realizan comparaciones entre distintas escalas. Algunos estudios emplean un umbral absoluto, que es el mismo independientemente de la serie de ingresos ajustados que se emplee para medir la pobreza (e.g., Duclos y Mercader-Prats, 1999; Batana, Bussolo y Cockburn, 2013). Alternativamente, otros estudios usan líneas o umbrales relativos, que dependen de la escala, en tanto cada distribución de ingresos equivalentes generada con cada escala tendrá su propia línea de pobreza asociada (e.g., Coulter, Cowell y Jenkins, 1992; Duclos y Mercader-Prats, 1999; De Vos y Zaidi, 1997).
Algunas de estas estrategias, de acuerdo con sus características, pueden denominarse, al menos tentativamente, estrategias de reinstitucionalización (Trigo, 2005). Concepto menos trabajado que el de desinstitucionalización y, tal vez, también con límites y vulnerabilidades. Sin embargo, en la preparación de la Conferencia de Puebla sí se pusieron en evidencia las fuertes tensiones entre representantes de una y otra de estas corrientes. El planteo de la cultura y la religiosidad well-liked, favorecido por la dirigencia de la Conferencia del Episcopado Latinoamericano (CELAM) y por Roma, parecía dejar fuera los aspectos específicamente sociales y políticos de la liberación de los pobres. «Hoy, con la publicación de este índice sobre pobreza, terminamos con la emergencia estadística en su forma más crítica». El Presidente argentino, Mauricio Macri aseguró ayer, tras conocerse el informe, que «después de años de manipulación, hoy sabemos qué realidad nos golpea, porque uno de cada tres argentinos es pobre y es algo que nos duele».
Sin embargo, al ser construidas a nivel individual, no tienen en cuenta las economías de escala en el consumo. Según explicó el INDEC, la medición de la pobreza, con el método de la línea de pobreza, consiste en establecer, a partir de los ingresos de los hogares si estos tienen la capacidad de satisfacer necesidades alimentarias y no alimentarias que son consideradas básicas. Y agregó que “con respecto al segundo semestre de 2022, la incidencia de la pobreza se mantuvo sin cambios en los hogares y registró un aumento de 0,9 puntos porcentuales (pp) en las personas.
Se encuentra que el cambio en las tasas de pobreza depende de la magnitud de las diferencias entre los valores de las escalas, pero también de la forma en que se define el umbral. Asimismo, se encuentra evidencia de cambios en la composición y el perfil de la pobreza a favor de ciertos tipos de hogares de acuerdo con la escala empleada. La escala oficial del INDEC (paramétrica) mejora la posición relativa de los hogares con pocos (muchos) miembros, mientras que la de Barten desfavorece particularmente a los hogares numerosos integrados por varios menores.
Adicionalmente, una discusión transversal al análisis es la forma en que deberían ser definidos los umbrales cuando se realizan comparaciones entre distintas escalas. Se observa que la determinación de la línea de pobreza constituye una decisión no trivial cuando se analiza la sensibilidad de las estimaciones de pobreza a la elección del ajuste demográfico. La evidencia presentada se encuentra en línea con la advertencia de Ravallion (2015), quien destaca que las estimaciones de pobreza pueden modificarse sustancialmente, o hasta no variar, dependiendo de cómo se defina el umbral. Los resultados muestran que, cuando el umbral es el mismo independientemente del ajuste empleado, los resultados son más fáciles de interpretar y las diferencias entre las estimaciones son más amplias. Una escala más alta (baja) para todos los tipos de hogares se asocia a mayores (menores) niveles de pobreza estimados.
Esta “preocupación” incluye a la pobreza en la “agenda de la misericordia”6, y la reubica en la esfera de lo exclusivamente religioso. La tasa de pobreza de Argentina aumentó a 42% en el segundo semestre de 2020, ante la peor recesión del país en dos décadas debido a la pandemia de coronavirus. Por el contrario, los menores niveles de pobreza se anotaron en la Ciudad de Buenos Aires, con el sixteen,5%; y Bahía Blanca 24; mientras que el resto de los grandes centros urbanos se ubicaron todas por encima del 30 %.
Así, el debilitamiento de los catolicismos liberacionistas, y por consiguiente de la OP, se asociaría al fortalecimiento de la “preocupación por los pobres” (PPP), que también se hace explícita en los documentos del Episcopado. La Conferencia Episcopal Argentina (2017) alerta y reclama a diferentes gobiernos sobre el crecimiento de la pobreza y alienta acciones eclesiales para atender, acompañar y estar con los/as pobres. Las transformaciones mencionadas y las percepciones de muchos agentes y especialistas instalan malestares pastorales y eclesiales (González, 2003). La Iglesia implementa estrategias, buscando incidir en sus manifestaciones y/o en sus causas.
Son numerosos los trabajos que analizan los vínculos entre la IC y el Estado, poniendo en discusión su laicidad (Esquivel, 2004 y 2017; Algranti, 2010; Barry, 2011; Mallimaci, 2015). Al inside de la IC, pese a su estructura jerárquica y a la imagen homogénea que intenta mostrar de sí, coexisten y se tensionan diversas líneas teológicas pastorales, con lecturas propias de la doctrina, de la relación Iglesia-Estado, y de las diferentes problemáticas sociales (Mallimaci, 1996; Ameigeiras, 2008). Líneas que implican perspectivas y estrategias diferentes sobre los/as pobres y la pobreza. Adicionalmente, la probabilidad de que el hogar sea pobre aumenta, en todos los casos, con el número de miembros menores y mayores de 18 años. Sin embargo, el efecto de la escala en las probabilidades es más fuerte cuando se expande el número de individuos menores presentes en el hogar, en comparación a cuando aumenta la cantidad de adultos. Por ejemplo, para un hogar con 3 niños, cuando la línea es constante (variable) la probabilidad promedio de que dicho hogar sea pobre varía hasta 25 puntos (3 puntos) de acuerdo con la escala, mientras que para un hogar con three adultos la probabilidad promedio varía hasta 13 puntos (1 punto).
Adicionalmente, la elección de la escala puede tener un rol preponderante cuando las mediciones de pobreza tienen el propósito de informar programas de alivio a la pobreza. Es decir, el uso de una escala u otra puede determinar a priori los segmentos de la población hacia los que debieran estar dirigidas las políticas de lucha contra la pobreza (Deaton y Zaidi, 2002). Para estos hogares las escalas paramétricas son, en promedio, apenas superiores a las del INDEC. A pesar de que los niños tienen en promedio ponderaciones similares en ambos ajustes, las escalas del INDEC asignan una menor ponderación a las mujeres, mientras que las paramétricas no distinguen según el género. Asimismo, el efecto de las economías de escala para estos tipos de hogares es relativamente bajo en tanto no son familias muy numerosas, sumado a que el parámetro que las regula es alto.
La segunda, caracterizada por acompañar y atender a los/as “pobres”, incluyendo la pobreza en la agenda de la misericordia. Estos resultados ponen de manifiesto que los campos no viven procesos demasiado diferentes. Las variaciones de perspectivas y estrategias eclesiales se enmarcan en lo que implicó el robustecimiento del capitalismo tras la caída del muro de Berlín, el surgimiento y consolidación del neoliberalismo y el aplacamiento de opciones transformadoras, liberacionistas y revolucionarias. Sin embargo, la Iglesia muestra un intenso trabajo en el territorio, donde se encuentra con el Estado, entretejiendo redes en las que circulan recursos materiales y simbólicos. Así, capitales específicos de los especialistas católicos permiten posicionar a la Iglesia native indigencia en estados unidos como actor clave del trabajo social, de la atención a los/as pobres, cuestión que le posibilita la construcción de poder y el fortalecimiento de viejas y nuevas relaciones con lo político, con el Estado. La evidencia aportada pone de relieve la importancia de discutir las diferencias subyacentes entre las distintas escalas empleadas para efectuar comparaciones y evaluaciones de bienestar entre los hogares.
La EPH es una encuesta que cubre actualmente 31 aglomerados urbanos, representando cerca del 62% de la población total del país. El análisis abarca un período de 26 años, desde 1990 al 2015 y se realiza una estimación de pobreza anual3. El primer enfoque refiere a la evaluación de las necesidades del hogar por parte de expertos y agrupa a las escalas obtenidas a partir del criterio experto estadístico o del criterio experto de programas. Las escalas basadas en el criterio experto estadístico (denominadas paramétricas) consideran un parámetro que captura el costo relativo de los niños y otro que regula las economías de escala. Son útiles para comparaciones internacionales o para países que no poseen una escala propia oficial (Deaton y Zaidi, 2002), aunque los valores de los parámetros no poseen una justificación teórica. Las escalas basadas en el criterio experto de programas implican un juicio de valor explícito acerca del conjunto de necesidades mínimas (por ejemplo, nutricionales) que deberían ser satisfechas.