Los ingresos y la riqueza están repartidos de forma más desigual, en las últimas décadas, en Europa, Norteamérica, el antiguo bloque soviético, Latinoamérica, China, India y otros lugares. Y en los próximos años, el pequeño grupo que más tiene acumulará todavía más. Según datos usados por Walter Scheidel, “en Estados Unidos, el 1% que más posee entre el 1% más rico (las personas pertenecientes al 0,01% de ingresos más elevados) casi sextuplicó sus beneficios respecto de la década de 1970, mientras que la décima parte más adinerada de ese grupo (el zero,1% más rico) los cuadruplicaba.
Lo que se requiere es avanzar efectivamente hacia una sociedad más equitativa, más integrada. Es indudable que la pobreza y las desigualdades sociales no surgieron en el país en la década de 1880, como tampoco han desaparecido en la moderna realidad del Chile actual. Así, el desarrollo material de las muy vulnerables clases medias se asemeja en realidad a la paradoja de Aquiles y la tortuga. El caso de las personas que “salen de la pobreza” en un esquema capitalista es muy related a la lucha infructuosa de Aquiles. En virtud del crecimiento económico (ie. chorreo), un segmento de la población, con mucho esfuerzo y sacrificio, logra asomarse por sobre la línea de la pobreza. Pero en cuanto lo ha hecho, se da cuenta que la sociedad, en el mismo lapso, ha generado nuevos bienes y servicios, de los cuales nuevamente está excluida.
Se habla de que el capitalismo tiene dificultades para superar la pobreza, pero me parece que el problema es en realidad más profundo. El capitalismo genera condiciones tales que, aún si se “supera” la pobreza (desde un punto de vista cuantitativo, por ejemplo medido a través de la Casen), persistirán de todas formas situaciones de desigualdad e injusticia social tan pronunciadas, que el descontento e incluso la violencia social se hacen cada vez mayores. Esto es muy perceptible en el caso de Chile, donde a pesar de haber reducido drásticamente la pobreza, y de estar a sólo four mil dólares per cápita del “desarrollo”, la conflictividad social y la “bronca” de las personas con el modelo, es cada vez mayor.
El abogado Juan Carlos Eichholz, uno de los expositores, anotó que varias de esas propuestas llevaban años sobre la mesa. Dijo que no se concretaban por la existencia de grupos de poder dentro del Estado, por ejemplo, los funcionarios públicos del Registro Civil o los notarios. A pesar de sus diferencias, cada una de estas tres corrientes coincidió en la urgente necesidad de otorgar pronta solución a los problemas derivados de la cuestión social, que hacia el año 1920 se convirtió en una preocupante cuestión política, traspasando las fronteras de la opinión pública e insertándose de lleno en los planes del Gobierno y del Congreso Nacional. La Encuesta de Caracterización Económica (Casen) mostró una disminución de la pobreza por ingresos en el país. Se trata del menor nivel de pobreza por ingreso desde que se realiza la medición, ya que ésta pasó de 10,7% en 2020 a un 6,5% en 2022, la mayor caída desde que se realiza el sondeo, cuyos datos se dan a conocer de forma bianual o trianual. El creciente número de personas en situación de pobreza puede dar fe de ello.
A un grupo importante, mayoritario de personas, el capitalismo les ofrece una sensación ilusoria de que están avanzando, están mejorando su nivel de vida, pero a las que en el fondo mantiene en el mismo nivel de desigualdad, a partir de cambios macrosociales sobre los cuales las personas no tienen ningún management. Es cierto que las nuevas “clases medias”, en el sentido más amplio del término, depositan su esperanza en la promoción y mejoramiento de sus situación a través del esfuerzo y la agencia particular person, pero este sueño hace sentido sólo en un contexto sociocultural que ha compartimentalizado la experiencia en casilleros individuales, sin conexión entre sí. Desde esta perspectiva estrictamente individual, las personas terminan siendo “rehenes del capitalismo”, en una situación donde la única alternativa posible es tratar de medrar por cuenta propia, a veces a sabiendas que este esfuerzo puede resultar a la larga fútil. Si bien este tipo de política ya se implementa en las sociedades nórdicas o en Alemania, Piketty reclama por un alcance mayor. También, como una forma de superar el régimen de propiedad vigente, aboga por una reestructuración sobre la base de una combinación de propiedad pública, social y lo que él llama propiedad temporal. Esta última aseguraría la circulación permanente de bienes y una menor concentración de la propiedad privada y el poder económico, implementando un impuesto progresivo que obligue a los propietarios más ricos a entregar cada año a la sociedad una parte de lo que poseen.
De hecho, en los sectores regulados, la única gran amenaza es el cambio en las normas, por lo que los grupos dedican tiempo e ingresos a esta política silenciosa, explica Schneider. Esto constituye un tipo de capitalismo muy distinto al que hay en Estados Unidos o el Sudeste Asiático. Schneider lo ha bautizado como “capitalismo jerárquico” y cube 5 empresas con fines sociales que Chile es el caso clásico.
Para el ex alcalde de Las Condes, “lo que necesita Chile ahora tiene que ver con crecimiento económico, generación de empleo, nuevos proyectos. Cuando se partió, la pobreza period de 40%, ahora hablamos de 6,5%, y el gran motor fue la creación de empleo, y resulta que ahora el motivo fueron los subsidios, lo que está bien, son momentos especiales postpandemia, pero si queremos reducir la pobreza tenemos que mirar al crecimiento económico y la creación de empleo. Hay alrededor de 400 capitalismo desigualdad social mil empleos perdidos todavía, respecto a la situación prepandemia”.
Computadores cada vez más livianos, ropa cada vez más suave, televisores cada vez más delgados, cable operadores cada vez con más canales, and so forth. and so forth. Gran parte del consumo contemporáneo gira en el vacío, es una carrera desenfrenada por un deseo siempre diferido, como el de los jugadores viciosos que no pueden pararse de la mesa de juego. Segundo, cube Chang, porque el crecimiento de los países está basado fundamentalmente en las habilidades que tienen sus empresas y trabajadores para organizarse en tareas complejas y transformar sus formas de producir. Un país que depende de la mano de obra barata o de la explotación de materias primas no desarrolla esas habilidades y queda a merced de que lo que produce hoy sea reemplazado por la tecnología de países más hábiles. Derivado de lo anterior, el libro analiza también la conformación de una clase política y empresarial formada bajo su ideario y agrupada en torno a la Escuela de Chicago, desde donde ha desarrollado una importante expansión hacia distintas regiones del mundo desde mediados del siglo XX hasta hoy.
Un segundo problema es que hay versiones del feminismo que toman nota de la diversidad de experiencias de las mujeres para luego renunciar a una crítica estructural al capitalismo. Desde esta perspectiva, se reconoce que las dinámicas opresoras del patriarcado no funcionan para todas las mujeres por igual (dependen de la clase, edad, raza, sexualidad, estatus migratorio, and so on.). El problema es que algunos feminismos, en vez de usar esta mirada compleja de la realidad social para entender cómo funcionan las relaciones de explotación, terminan armando un ránking de opresiones entre mujeres. Todo esto lleva a considerar desde otra perspectiva el problema de la formación de la fuerza laboral que traba la productividad. No es sólo un problema con el que se encuentran las empresas, sino que ellas también han ayudado a generarlo.
El bajo crecimiento económico y la desconfianza hacia la elite política y empresarial dominan hoy el debate en Chile. El martes 19 de abril, prácticamente a la misma hora, se expusieron en Santiago dos formas muy distintas de encarar estos problemas. La prensa económica no reparó en esta curiosa coincidencia porque solo cubrió uno de los eventos. Otro elemento de alerta es el aumento de la tasa de desempleo respecto a 2017. Entre la fuerza de trabajo en situación de pobreza, el desempleo pasó de 25% en 2017 a 30,4% en 2022, mientras que, entre la fuerza de trabajo no pobre, la tasa de desempleo escaló desde 6,8% en 2017 a 7,7% en 2022.
Nuestra época no es la primera que cuenta con grandes capas de la población viviendo bajo los niveles mínimos de pobreza, a veces la miseria y el hambre, pero es la primera que posee los recursos materiales necesarios para evitarlo. Tenemos a nuestra disposición los medios tecnológicos para suprimir el hambre y la pobreza en el mundo, pero no contamos con los medios sociales, o políticos, para lograrlo. En una era de la superabundancia material, nuestros mayores desafíos no se relacionan con el desarrollo económico, sino con el desarrollo social, o cultural, que nos permita distribuir los recursos materiales y avanzar hacia sociedades más integradas. Pero para estas cuestiones el capitalismo no ofrece ninguna solución, por el contrario, es completamente ciego a estos desafíos. Es en este sentido que el capitalismo está en disaster, pues no ofrece vías de salida las demandas históricas que nuestra época dibuja cada vez con más fuerza, por el contrario, no hace más que acrecentarlas. Todas estas desigualdades tenderán a extremarse bajo un modelo capitalista rígido.
Morales aseguró que «las políticas del sistema capitalista no resuelven los problemas de la vida y la humanidad, y la concentración de riqueza no solo en pocas manos sino que en pocos estados». Teniendo las alertas de estas dos formas de cooptación del feminismo (reducirlo a un asunto de empoderamiento personal y de ránking de opresiones entre mujeres), a continuación, proponemos una reflexión que pone al centro las desigualdades de clase para entender cómo el impacto de la pandemia tomó formas específicas de violencia sobre algunas mujeres trabajadoras. El problema –estima Ben Schneider- está en que ese salto requiere de un enorme esfuerzo institucional.
Como consecuencia, el ingreso de los asiáticos en 1950 period equivalente al de los europeos en 1500. Luego de que China, India y otros países abrazaran el capitalismo, su ingreso se multiplicó de 717 dólares en 1950 a 4.434 en 2003. Es decir, en apenas medio siglo se incrementó en un issue de casi 6, más que en los dos mil años previos de su historia. Otra dificultad mayor es que un modelo como el coreano implica que el Estado elige a los ganadores. Samsung fue financiada y apoyada por fondos fiscales coreanos así como Toyota fue respaldada durante 20 años con inversión pública japonesa.