Conocida también como desigualdad de derechos, la desigualdad legal supone el trato diferenciado que recibe una persona pure o jurídica frente a los tribunales, sea para favorecerla o perjudicarla respecto a otras personas. A lo largo de la historia, la desigualdad política ha estado muy vinculada con la desigualdad de clases sociales en tanto las menos favorecidas carecían de los mismos derechos políticos que las más privilegiadas. La Revolución Francesa sería un punto de inflexión, sentando las bases de lo que es la Democracia Moderna. Vale indicar también que la desigualdad social es un fenómeno histórico, y que es fácil encontrar antecedentes de la desigualdad social en tiempos remotos. Por ejemplo, puede hablarse de desigualdad social en la época colonial con solo mencionar la posesión y comercio de esclavos, que eran tratados más como mercancía que como seres humanos.
Muchas personas y familias españolas no son capaces de repartir sus escasos recursos y poder vivir en condiciones dignas. Otra forma de desigualdad social, aunque quizá más sutil que las anteriores, se aprecia cuando las instituciones, entidades y organismos públicos se revelan bajo el dominio de unos pocos grupos. Cuando esto pasa, la intención de dichos grupos es excluir al resto de las personas para que no puedan acceder al Estado como tal y, por tanto, no participen activamente de las decisiones que a todos les incumben.
En este contexto, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) analiza las desigualdades presentes y emergentes, con el fin develar el futuro y proporcionar las herramientas que permitan anticiparse a los desafíos mientras se esbozan las soluciones. Es que, al ultimate, las redes sociales no son más que otras herramientas para la comunicación y no una comunicación en sí mismas y lo que hoy se exige es transparencia y participación. Una ciudadanía empoderada ansía poder influir sobre decisiones y conductas, pero para ello hay que plantear ideas, opinar, participar del debate sobre temas relevantes y contingentes. Un claro ejemplo es el uso de Facebook por movimientos sociales como Black Lives Matter, que han utilizado la plataforma para organizar protestas y difundir información relevante sobre la injusticia racial.
Siguiendo al texto Desiguales y a la OECD (2012), se necesita reducir las brechas que existen en la estructura productiva de la economía chilena, que se expresan en circuitos diferenciados de productividad, competencias laborales, salarios y estabilidad en los empleos. Entre las políticas a considerar destacan las que mejoran la productividad vía capacitación, aumentan la participación laboral femenina y reducen las prácticas discriminatorias en el mercado del trabajo; así como un fortalecimiento de todos los niveles del sistema educativo. Colabora con Oxfam a través de nuestra net para hacer frente a la desigualdad, defender los derechos sobre la tierra, luchar contra el cambio climático y decir basta a la violencia contra mujeres y niñas.
Aún hoy, las mujeres son más afectadas por muchos de los problemas que generan las desigualdades sociales. Aunque las redes sociales han democratizado el acceso a la información y permitido que voces antes marginadas se escuchen, no todos tienen igual acceso a estas plataformas. Las personas mayores, aquellas que viven en áreas rurales o quienes carecen de recursos tecnológicos adecuados, a menudo quedan fuera de la conversación digital. Esto crea una desigualdad en la participación política que debe ser abordada si realmente queremos una democracia inclusiva. En todos los países, las mujeres, los grupos étnicos minoritarios, las comunidades desfavorecidas y las personas con discapacidades o enfermedades crónicas tienen más probabilidades de permanecer inactivas. La agencia de la ONU para la salud pide a los líderes encargados de la sanidad que la promoción del ejercicio sea más universal.
“La desigualdad y la discriminación son algunos de los desafíos que definen al mundo actual. No solo representan un obstáculo para la realización del derecho al desarrollo, sino que también se encuentran entre las principales amenazas para la paz, la seguridad y los derechos humanos en todo el mundo. La Organización de las Naciones Unidas incluyó la lucha contra la desigualdad social como uno de los objetivos prioritarios de gobernanza mundial en los próximos 30 años, especialmente en países en vías de desarrollo o en contextos marcados por la pobreza, la exclusión y la marginalidad. La inequidad asociada a los roles de acuerdo con el género está presente en diversos aspectos de la desigualdad social.
Por su parte, la filósofa Nancy Fraser habla de la paridad participativa y postula que la justicia exige unos acuerdos que permitan que todos los miembros de la sociedad interactúen en pie de igualdad, tanto a nivel de redistribución como de reconocimiento. Y afirma la necesidad de una distribución que garantice la independencia y la voz de todos. Un mundo en el que las mujeres y las niñas puedan decidir sobre su futuro y las personas vivan libres del yugo de la pobreza.
La desigualdad social es un obstáculo para el desarrollo particular person de los más desfavorecidos y también de la sociedad como conjunto. La comprensión de este complejo fenómeno, que se manifiesta de diferentes maneras, constituye la desigualdad global un primer paso para poner solución esta lacra que padecemos a nivel global. Desde la tradición liberal, John Rawls afirma que “la justicia es la primera virtud de las instituciones sociales, como la verdad lo es de los sistemas de pensamiento”.
Un ejemplo es el uso de Facebook por el equipo de campaña de Bolsonaro en Brasil, donde los contenidos más extremos y provocativos recibieron mayor difusión. Además, la pobreza afecta tanto a las perspectivas de salud a largo plazo de las personas como a sus perspectivas económicas, debido a sus repercusiones en el desarrollo del niño. Es más difícil ascender de estrato social en el sur del país que en el norte, una zona económicamente más dinámica por su proximidad con Estados Unidos. En concreto, el 23% de las personas que nacen pobres en el norte de México se mantienen así toda su vida, una cifra que asciende al 67% para los mexicanos nacidos en el sur. Es importante indicar también que una de las condicionantes de la crisis de 2008 es la distribución desigual de la renta en España. Según un informe de Oxfam de 2017, las personas con mayores ingresos en España acumulaban el 25% de la renta nacional, mientras que el 50% de la población más pobre tenía únicamente el 26,3%.
Hasta el 30 % de la desigualdad de los ingresos tiene su origen en la desigualdad existente en los hogares. Si bien las desigualdades de género han ido disminuyendo —por ejemplo, se ha reducido la disparidad salarial por razón de género en los últimos veinte años—, las mujeres aún padecen disparidades económicas, jurídicas, políticas y sociales importantes. Otra causa social es el crecimiento demográfico, específicamente cuando la tasa de fecundidad en los sectores pobres supera el número de nacimientos de los sectores más acaudalados. Como se ve, este fenómeno incrementa el número de personas en situación de pobreza, y complejiza aún más la situación de los padres. Esta relación entre desigualdad social y distribución de la población ha llegado a convertirse en un patrón histórico complejo de resolver. Muchos de estos países, que ya se encuentran en situación de sobreendeudamiento, deben enfrentar una escasez de recursos aún mayor.
Según el Credit Suisse, el 82 % de toda la riqueza creada en 2018 fue a parar al 1 % más rico, mientras que la mitad más pobre de la humanidad no recibió nada. En este informe se analiza la forma en que la estructura social imperante en Chile se vincula con las brechas sociales y los consensos con respecto a la justicia social. Se ofrece un panorama basic sobre la estratificación y la desigualdad y el impacto de ambas en la política pública. Esta coyuntura ha tenido un efecto en el alineamiento político de la población chilena y en sus preferencias respecto del tipo de pacto social que necesita el país. Todo esto en un contexto económico difícil y menos posibilidades de movilidad social a través de la educación. Y es que la desigualdad social en Colombia es un tema que ha persistido a lo largo de los años.
Ubicada en el este de la capital guatemalteca, Cayalá se ha convertido en poco tiempo en el destino favorito de los más ricos del país. La risa alegre es una clara manifestación de un estado emocional positivo, mejora la función endotelial por la producción de endorfinas (hormonas de la felicidad) que aumentan la producción de óxido nítrico (hormona vasodilatadora) y tiene efecto antiinflamatorio, transmitiendo modos de solidaridad social positiva. Observaciones realizadas en países con desastres naturales o guerras, la frecuencia de eventos cardio-neuro-metabólicos está aumentada por una activación exagerada del simpático, del cortisol (la hormona del estrés) y de sustancias (citocinas) inflamatorias. Y sobre la educación, el experto afirma que los adultos que viven en la pobreza a menudo no pueden asegurar los medios para que sus hijos crezcan con mejores oportunidades que las que ellos tuvieron, a pesar de sus esfuerzos por hacerlo.
Tendencias similares detecta Piketty en otras naciones como China, la India, Brasil, Rusia y el Medio Oriente, donde el 10% más rico de la población capta entre el 40% y el 65% del ingreso. Así, los grupos (deciles o centiles) más ricos de las sociedades humanas detentan un porcentaje cada vez mayor del ingreso y de la riqueza. Si bien, el coeficiente de Gini (que mide la distribución del ingreso) mejoró de zero.fifty la desigualdad en la salud four a 0.48 entre 1989 y 2016, el 1% de la población más rica concentra el 43% de la riqueza nacional (Oxfam México). La desigualdad no se trata solo de la riqueza, el patrimonio neto, o de los ingresos, el sueldo bruto. También puede abarcar la expectativa de vida, la facilidad que tienen las personas para acceder a los servicios de salud, la educación de calidad o los servicios públicos.