En mi obra The Life You Can Save, así como en la página internet correspondiente, , sugerí una escala progresiva, como si se tratara de un baremo impositivo. Por lo tanto, se trata de una cantidad perfectamente realista, que una persona puede donar sin que ello le suponga ningún sacrificio. De hecho, a menudo le supondrá una ganancia de carácter personal, ya que numerosos estudios psicológicos demuestran que las personas que dan son más felices que las que no lo hacen. No sé si la escala que propongo, en caso de obtener respaldo generalizado, podría recaudar el mayor importe posible. La desigualdad no se trata solo de la riqueza, el patrimonio neto, o de los ingresos, el sueldo bruto.
Ello se debe, en parte, a que en las interpretaciones reseñadas prima el interés de la institución que lo propone y no el contexto ni sujetos específicos de la intervención. Con esa amplitud y flexibilidad conveniente, el EDE se convierte en un conjunto vago de principios en el que se dice mucho, pero se actúa poco. Este paso se refiere a la adecuación y mejoramiento interno constante respecto de las actuaciones. Consiste en realizar evaluaciones intermedias y finales de las intervenciones; implica también el monitoreo de la intervención. Al hacerlo, estaremos contribuyendo a la construcción de una globalización justa y equitativa, en la que se respeten los derechos humanos, se combata la desigualdad y se proteja el medio ambiente. La globalización es un proceso que implica la creciente interconexión e interdependencia de los países y las sociedades a nivel mundial.
Por consiguiente, una ventana adicional a la dinámica de la discriminación implica el uso de los registros legales de las demandas formales de discriminación (véase más detalles). Aunque los métodos experimentales son atractivos por su capacidad para aislar los efectos causales, no dejan de tener algunas limitaciones importantes. Sin embargo, debemos tener en cuenta que las actitudes raciales no siempre predicen el comportamiento correspondiente.
Además, según la Organización Internacional del Trabajo OIT (2018), el eight.8% de los empleados vive en pobreza. Entre sus metas nacionales e internacionales se cuentan eliminar las leyes y políticas discriminatorias, mejorar la reglamentación de los mercados financieros mundiales, facilitar la migración regular segura y ordenada y promover la inclusión en la toma de decisiones. Entre 2010 y 2016, los ingresos del 40 % más pobre de la población crecieron con más rapidez que los de la población total en 60 de los 94 países sobre los que se dispone de datos, lo que demuestra que las desigualdades no son ni inevitables ni irreversibles.
Y un mercado que ha convertido la libre competencia en monopolios contaminados por abusos, como la colusión para aumentar el precio de productos de primera necesidad en desmedro de los consumidores, uso de información privilegiada para obtener ganancias ilegales, financiamiento ilegal de la política y sobornos a autoridades del Estado. Esta es la doble trampa que genera la desigualdad, por un lado no se puede cobrar impuestos directos excesivamente pues se scale back el ahorro y la inversión, pero tampoco se puede incrementar los impuestos indirectos pues aumenta la pobreza. Sólo un altísimo crecimiento de todos los sectores –más del 7% al año- podría romper esta trampa. Cuando esto no sucede el estado puede aspirar a mantener la desigualdad prevalente y quizás a una lenta reducción en el tiempo, para lo cual se requeriría varios gobiernos que mantengan políticas redistributivas. Es aquí donde aparece la política y la ética como factores que podrían hacer que ocurra un proceso de crecimiento con redistribución. Creo que el problema proviene de la fragilidad de la característica grupal de la formación de las sociedades.
En la tercera, se presentan de manera amplia la construcción de los datos y los métodos utilizados para el análisis. Finalmente, en las conclusiones se discuten las implicaciones analíticas de los hallazgos. La ruptura de la integralidad, parcialmente incumplida por el funcionamiento, todavía incipiente desde el punto de vista tecnológico, de sistemas de referencia y de contrarreferencia que seleccionan socialmente a los pacientes para los diferentes niveles de atención.
Igualmente, Cañón (2016, p. 70) revela «que una distribución más igualitaria podría ralentizar el crecimiento, debido a los desincentivos creados por el sistema de impuestos y transferencias». No obstante, Ostry, Andrew y Charalambos (2014), y McKnight, Duque y Rucci (2017) evidencian que bajos niveles de desigualdad favorecen tasas de crecimiento económico sostenidas, lo que desmitifica que la redistribución es perjudicial para el crecimiento. El panorama de la desigualdad mundial ha entrado en el terreno de la normalización y, hasta en algunas partes del mundo, de la invisibilización. De hecho, es conocido que las cifras revelan que año tras año la desigualdad de ingresos, en vez de disminuir, se incrementa. Lo más grave, a pesar de la creciente desigualdad (no solo de ingresos sino de oportunidades, de género, de clase, raza, entre otras), es la pasmosa actitud de los dolientes de la misma, quienes al parecer se resignaron a vivir con esta. Es importante destacar que la discriminación no solo afecta a aquellos que la experimentan directamente, sino también a toda la sociedad.
Irónicamente, algunos estudiosos encuentran apoyo para esta visión de deficiencia cultural en la experiencia de muchos asiático-americanos, cuyo éxito a menudo se atribuye al énfasis de su cultura en el trabajo duro, el logro educativo y los fuertes lazos familiares (Min, 2005). Si eso es cierto, dicen estos estudiosos, entonces la falta de éxito de otras personas de color deriva del fracaso de sus propias culturas para valorar estos atributos. La desigualdad social se manifiesta en un trato diferente o discriminatorio hacia las personas por tener alguna de las características antes mencionadas.
Se concluye que este tipo de intervención debe incidir en la transformación de las injusticias socioeconómicas, raciales y culturales que sufren las y los afrodescendientes en Colombia. Por otro, lado, en situaciones de pobreza y exclusión social no es fácil hacer valer los derechos y de hacer agencia para ser escuchado y menos cuando el estado acusa serios niveles de corrupción. En esta perspectiva, se puede entender la serie de movimientos puntuales de protesta en minas, toma de carreteras, huelgas de hambre, como un intento de hacer agencia frente al estado que acabamos de describir, movimientos que tampoco están exentos de prácticas inmorales e ilegales. Cuando la desigualdad de ingresos es alta, digamos con un índice Gini[1] de desigualdad mayor 0.55, y está acompañada por altos niveles de pobreza, la solución política pasa por las políticas redistributivas, es decir cobrando más impuestos a los ricos y entregándoles bienes y servicios gratuitos a los pobres.
Finalmente, el tercer pilar es el modelo de persona ethical que propone Amartya Sen como fundamento del modelo de desarrollo humano. Un modelo basado en “agencia” y “bienestar”, pero que desigualdad infantil también puede y debe ser mejor fundamentado de manera coherente con una ética del desarrollo humano. Para nosotros, debe estar basado en un modelo de autonomía (que supere la mera “agencia”).
pero sí más marcados en estos grupos. La escasez de la oferta educativa en las localidades predominantemente indígenas hace más costosa la decisión de continuar estudiando, lo que podría intensificar las desigualdad en los derechos humanos representaciones de género sobre la utilidad instrumental de la educación, particularmente perjudiciales para las niñas. Esta escasez también podría contribuir para perpetuar las representaciones sobre la
Otros hablan de igualdad de oportunidades y tienen en mente tanto a los individuos como a las comunidades. Los menos reclama, en nombre de una igualdad compensatoria, medidas que privilegien a indígenas hasta que éstos lleguen a equipararse con los criollos y los ladinos, los grupos étnico-raciales tradicionalmente privilegiados. Incluso quien no la diferencia o le resta importancia, la relaciona como la contraparte del principio de igualdad. La diferencia radica en que unos lo esgrimen a fin de evitar reconocer derechos especiales, mientras otros ven en él una ocasión más para denunciar al Estado como el gran discriminador. Algunos reconocen que el racismo provoca exclusión o acceso diferenciado de poblaciones indígenas a servicios públicos básicos, tales como salud, educación o justicia y otros consideran que es una causa pure por cusa divina de nacimiento o de educación.
Uno de los principales desafíos éticos que plantea la globalización es la desigualdad económica. Si bien la globalización ha permitido el acceso a nuevas oportunidades económicas para muchos, también ha exacerbado las diferencias entre los países ricos y los países pobres. Esto plantea preguntas éticas sobre la distribución justa de la riqueza y la responsabilidad de los países más desarrollados hacia los países en desarrollo.