Etiqueta: katia

Katia Valenzuela La Ciudad Desigual Y La Esperanza De La Comunidad En Tiempos De Pandemia

Sin entrar en la discusión respecto a qué significan estas medidas desde el punto de vista de la neutralidad de la purple, hasta acá hay dos cuestiones que parece importante señalar. A principios de marzo, cuando en América Latina comenzábamos recién a comprender lo que se nos venía encima, decíamos que la crisis amenazaba con volver nítida una imagen de segregación social que los gobiernos intentan disfrazar con cifras sumamente frágiles, que malamente intentan disfrazar realidades precarias como alguna clase de éxito. En Chile, un país que se ha esforzado por imponer una imagen internacional de prosperidad económica, el hambre ha vuelto a posicionarse como el motor de la protesta en las calles, tal como en los oscuros años de la dictadura.

Ya en las últimas semanas hemos visto los primeros casos confirmados de Covid-19 en algunos de los barrios marginales más grandes y hacinados del mundo. Un estudio en Brasil, por ejemplo, ha estimado que el número real de casos de coronavirus en el país podría ser 12 veces la cifra oficial. Todo ello podría producir un enorme caos social, cientos de miles de personas desesperadas y un incremento en la ingente cantidad de migrantes que en el mundo buscan un modo de supervivencia. Cuando dentro de un tiempo tengamos datos y análisis fiables podremos valorar los efectos reales desigualdad jurídica ejemplos de la pandemia en cuanto a mortalidad y morbilidad, y será posible comparar sus efectos entre países y entre grupos sociales, pero hoy podemos decir que las desigualdades en salud son la enfermedad de nuestra época, nuestra principal pandemia. Varios países utilizaron transferencias directas, congelamiento del pago de servicios básicos, créditos blandos, entre otras medidas, para paliar los efectos de la pandemia sobre los ingresos de los hogares. Lo anterior ha producido que se realicen esfuerzos por medir el efecto de dichas transferencias en el ingreso de los hogares.

desigualdad social en tiempos de pandemia

El desempleo alcanza un alarmante 11% en el último período medido, según las estadísticas oficiales. Si bien el actual escenario de crisis sanitaria límita y disminuye drásticamente la movilidad cotidiana en las ciudades chilenas, dejar de moverse no es una opción para todos sus habitantes. Al contrario, la pandemia remarca las condiciones de desigualdad social, dando cuenta de que la movilidad es un capital social diferenciado con el que cuentan las personas para acceder a la ciudad.

En el transcurso de la década de 1990, el término exclusión social ha llegado a ser muy utilizado por los políticos, los profesionales y los académicos. Aunque ya en los años sesenta y setenta se desarrollaron diversas concepciones de la exclusión social, a finales del milenio se ha producido un aumento en la publicación de una amplia gama de libros y artículos sobre el tema. La mayoría de ellos se han centrado en diversos aspectos de la exclusión económica, o más precisamente, en los efectos excluyentes de la reestructuración económica y en los análisis de la pobreza (Littlewood, 2017). “La gente mapuche es la población más empobrecida de la región de la Araucanía y eso lo dicen los datos.

“En la raíz de las debilidades de las sociedades latinoamericanas están las varias dimensiones de las desigualdades sociales y los aún altos niveles de pobreza”, reza la declaración. “La pandemia las desnudó e intensificó, aumentando el riesgo de que la región sufra otra década perdida en términos económicos y un fuerte retroceso en lo social”. América Latina es una de las regiones del mundo más afectadas por la pandemia, con algunas de las tasas de mortalidad más altas por la COVID-19 y con cuarentenas generalizadas que han contribuido a una de las peores recesiones económicas en décadas.

Esa inequidad mata igual que la corrupción que se fue instalando y cooptando el sistema político, con leyes que no le han quitado ni una muesca al poder que desde hace décadas ostentan los grandes grupos económicos locales y multinacionales. Asimismo, sostuvo que hoy por hoy, con el proceso constituyente y los efectos de la pandemia los desafíos para trabajadores y trabajadoras sociales van a requerir de un importante compromiso en distintos ámbitos de la vida social. “Probablemente viviremos años complejos, de gran empobrecimiento de nuestra población (lo afirman instituciones como Cepal y lo explicaban las invitadas en el coloquio), en especial en América Latina”, señaló Myriam. De acuerdo al documento, se espera que la desigualdad del ingreso complete por persona aumente en 2020, dando lugar a un índice de Gini promedio un 2,9% más alto que el registrado en 2019.

Es decir, la mayoría de los habitantes de Valparaíso no disponen de los medios económicos para sobrellevar la disaster socio económica provocada por la disaster sanitaria y, mucho menos, para atenderse en el sistema privado de salud. La pandemia Covid-19 trajo consigo un aumento de la desigualdad social entre las juventudes a partir de una aceleración de las tendencias sesgadas en la participación laboral, expansión de la desocupación y el incremento de las ocupaciones de baja calidad. El efecto de desaliento y reproducción de inserción ocupacional por nivel de ingreso y género dejó como consecuencia que las estrategias de generación de ingresos se han complejizado a lo largo del 2020. El recrudecimiento de las condiciones de vida de la población se materializó en un aumento de la vulnerabilidad social de las juventudes por medio de la retirada de la actividad laboral y escasa posibilidad de acceso a empleos de calidad.

Pero esta disaster es diferente, los más favorecidos se han enriquecido aún más, y la lucha contra la pobreza retrocedió 15 años en Latinoamérica. Bajo este panorama, es elementary desarrollar intervenciones y políticas con enfoque de género que mitiguen el efecto de la pandemia en la situación económica y el bienestar psicológico, y asimismo aumentar el acceso a servicios de salud psychological. Pablo Rivera-Vargas, Raquel Miño-Puigcercós, Ezequiel Passerón y Gustavo Herrera Urizar en su artículo ‘¿Hacia dónde va la escuela? Resignificar su sentido en la era del COVID-19’ sostienen que a raíz del pasaje obligatorio a la educación a distancia provocado por la pandemia del COVID-19, el sentido y rol de la escuela han sido activamente debatidos y cuando no tensados. La nostalgia de la presencia física y la digitalización masiva de los procesos de enseñanza y aprendizaje han generado un conjunto de retos inciertos a los que habrá que enfrentar una vez que se supere la crisis. A partir de un enfoque hermenéutico y una propuesta metodológica cualitativa basado en el codiseño, se da a conocer los resultados de los análisis de entrevistas realizadas a 21 voces expertas provenientes de España, Francia, Inglaterra, Argentina, Chile y Venezuela.

Para evitar el colapso de las redes asistenciales, países tanto de altos como de bajos ingresos establecieron medidas de aislamiento, de manera de detener la propagación del virus y así reducir la carga hospitalaria. Las cuarentenas impuestas por los distintos gobiernos implicaron una ralentización de la economía pocas veces vista en la historia reciente, lo que inevitablemente terminó mermando el empleo y la capacidad de generar ingresos de los hogares. Lo anterior se evidencia en la tasa de desempleo reportada por la Encuesta Nacional de Empleo (ENE) en julio del año 2020, la cual alcanzó un 13,1%, muy por encima del 7,5% de julio del año 2019. Quienes tienen una mayor fragilidad financiera y han sido más fuertemente afectados económicamente -jóvenes, mujeres y hogares de menores ingresos- son quienes, en mayor medida están experimentando un deterioro de su salud psychological. Los efectos de la pandemia sobre la economía del mundo han sido profundos y se espera sean de largo alcance. Entre los más adversos se encuentra la profundización de la desigualdad del ingreso entre la población.

Otra causa importante se relaciona con un aumento en el tiempo dedicado a tareas domésticas y de cuidado, asociadas a las cuarentenas y al cierre de escuelas, que recayeron en mayor medida en las mujeres. Un segundo escenario de complejización se observa en los tránsitos truncados que los y las jóvenes con mayoría de edad y sin obligación de asistencia al sistema educativo atraviesan de cara a la actividad laboral. El grupo de 19 a 24 años muestra un marcado deterioro de su situación laboral producto de su reducción dentro de la masa laboral, caída del empleo y el mayor aumento proporcional de la desocupación. Un ejemplo de ello es la situación que plasman las jóvenes de bajos ingresos, quienes se han incorporado en una mayor proporción en empleos de escasa productividad -como es el caso de los servicios domésticos-, en donde a su vez la retirada de estas de los puestos laborales en microempresas es proporcional al aumento de la figura cuentapropista. Para el caso, cabe señalar cómo es en este tramo etario donde las brechas de acceso y permanencia en el empleo comienzan a marcar trayectorias sociales que se asentarán pasados los años.

Por otro lado, se encontró una correlación significativa entre la necesidad de apoyo social y la ansiedad fóbica. Además, las dos dimensiones del apoyo social percibido obtuvieron mayor cantidad de asociaciones significativas con los síntomas que el apoyo social realmente recibido. Asimismo, debe tenerse en que cuenta que, en la conceptualización del término exclusión social, Bayram et al. (2012) definen la falta de integración social por una escasa cantidad de redes sociales y disminuidos niveles de apoyo social. En este sentido, es importante señalar que, según Cohen y Syme (1985), el término apoyo social define desigualdad social tipos un recurso proporcionado por otra persona, pudiendo tratarse de cualquier bien tangible o intangible. Rook (1985) agrega que las relaciones sociales no sólo pueden ayudar a la hora de resolver ciertos conflictos, sino también durante la fase de adaptación después de haber experimentado una situación estresante. “La pandemia ha sucedido en un momento en que América Latina ya enfrentaba una situación social turbulenta y una gobernabilidad compleja”, dice el Dr. Daniel Zovatto, director regional de América Latina y el Caribe de IDEA Internacional.

El artículo se basa en la investigación The unequal influence of the COVID-19 pandemic on life expectancy throughout Chile por Gonzalo Mena y José Manuel Aburto, actualmente bajo revisión y con una versión preliminar disponible públicamente en Medarxiv. Eso indica que el efecto neto de aumento de desigualdad en la esperanza de vida whole se explica principalmente por cambios de mortalidad en el grupo de edad joven. En el tema de la desigualdad social que golpea a Latinoamérica, Pizarro expresó que el pleno de la Asamblea General del Parlatino en diciembre del año pasado adoptó disposiciones para luchar contra este flagelo.