Es una gran mentira que la biotecnología de los transgénicos se utiliza para disminuir el hambre en el planeta. Son más de 3 mil millones de dólares los que se espera exportar en productos derivados de la salmonicultura, gracias a que el país posee una estrategia internacional que permite que ello ocurra. En Chile no nos comemos los salmones, éstos son para exportarlos, para que el país crezca y exista empleo. El proyecto en debate no va en detrimento de ningún otro programa de carácter social emprendido por el Gobierno, porque está vinculado a una tasa específica -la tasa aeronáutica- que se cobra a los pasajeros que realizan vuelos internacionales. Se ha expresado en ayudas de carácter humanitario en casos de desastre, por ejemplo, las del año pasado frente a la tragedia del tsunami.
¡Los que intervenimos somos los que intentamos cuidar los recursos de la gente, porque entendemos que son siempre escasos y asumimos que las necesidades de los chilenos, como lo ha dicho un señor Senador, deben ser nuestra prioridad! Y ello no implica ser insensible ante los requerimientos del mundo o ante los llamados de los países grandes o de los poderosos, o prescindir de hallarse en la primera línea de las decisiones. Sí, es ser sensible, en cambio, respecto del deber que nos asiste de administrar el dinero proveniente de los impuestos que pagamos todos los chilenos. En tercer término, señor Presidente , considero clave tener presente la necesidad de fiscalizar, para el efecto de controlar cómo se gasta el dinero de todos los chilenos.
En este caso, me parece que temas relacionados con la salud y la pobreza globales son incentivos válidos para discutir dentro de los espacios que nos competen, así como en su momento lo fueron aquellos asuntos atinentes a la seguridad internacional que nos han llevado a participar en Haití, en Chipre y en otras partes del mundo. Porque la seguridad internacional afecta a nuestro comercio, a las líneas de comunicaciones y, sustantivamente, al interés nacional. Señor Presidente, la verdad de las cosas es que, habiendo escuchado este largo debate, de prácticamente dos días, he llegado a la conclusión de que no tenemos diferencias en el concepto de solidaridad. Creo que la discrepancia radica en la extensión del concepto «solidaridad»; vale decir, si ésta llega de aquí a cinco mil metros cerro arriba o si se extiende cinco mil millas al otro lado de la Tierra, para ir en ayuda de la gente que la necesite. A lo mejor, el problema estriba en el largo del brazo de la solidaridad que deseamos brindar. Ha habido gran discusión en Europa con respecto al Tobin tax (impuesto Tobin), destinado fundamentalmente a generar un gran fondo internacional para enfrentar la pobreza en África, América Latina y Asia.
Cuando en África hay personas que deben alimentarse con 1 dólar al día o menos; cuando 26 por ciento de la población de Kenya es portadora del sida; cuando existen realidades planetarias semejantes, los que somos creyentes pensamos que la caridad no es algo que reconozca límites o fronteras. La contribución es importante, y en este caso tiene que ver con la dignidad de un país que, cuando dice que está contra el hambre, empeña su palabra y no se queda en la retórica. Señor Presidente , creo que como país debiéramos sentirnos orgullosos de nuestra coherente política exterior, que no sólo ve los ámbitos económicos, sino también los políticos, los culturales y los de cooperación. Y que valores tan importantes, como el de la solidaridad, estén presentes tanto en nuestra política interna cuanto en nuestra política exterior. Al respecto, lo primero que debo señalar es que se está pidiendo un esfuerzo menor a las personas que realicen viajes internacionales, sobre la base de aumentarles en 2 dólares la tasa de embarque aeroportuaria.
Deseo dejar claro que el proyecto de ley no está asociado a ninguna fuente de financiamiento específico que diga relación con la tasa de embarque. Sí lo estuvo originalmente, pero vía indicación del Ejecutivo fue eliminada dicha posibilidad; por lo tanto, se financia con fondos del erario. Esta contribución de Chile se suscribe también en el ámbito de un cierto compromiso ethical hay pobreza. Recuerdo a los honorables diputados que la “Declaración del Milenio”, suscrita el año 2000, propone reducir a la mitad -hacia el año el porcentaje de habitantes del planeta cuyos ingresos sean inferiores a un dólar por día y el de las personas que padezcan de hambre. Algunas diputadas y algunos diputados han citado experiencias internacionales.
Así que, desde ese punto de vista, me parece que todos compartimos el orgullo de lo que hemos sido capaces de construir como chilenos, con nuestras dificultades, diferencias o similitudes de criterio. Pero para mí, Senador de la Quinta Región Costa , es una carga pesada el atender necesidades en forma solidaria -es clarísimo que ellas también existen en otras partes del mundo- sin tratar de satisfacer primero las de mi propia gente. Si Chile hubiera impulsado un acuerdo internacional para aplicar una mínima tasa a las transferencias financieras internacionales, seguramente no estaríamos discutiendo estos cinco millones de dólares, porque habríamos resuelto el asunto de una manera distinta. El interés nacional de un país abierto indica que tenemos que formar parte de la comunidad internacional.
Voy a votar en contra del proyecto más bien como una forma de dar una señal en el sentido de que si en Chile hay todavía problemas serios de pobreza, malamente puede estar donando fondos a un organismo internacional, los cuales, finalmente, se diluyen y no se sabe dónde van a parar. Señor Presidente, me habría gustado mucho más que esos cinco millones de dólares hubieran sido destinados, por ejemplo, a un fondo de microcréditos. Días atrás recibió Mohamed Yunus el Premio Nobel de la Paz por haber incentivado en el mundo entero el microcrédito para los más pobres, permitiéndoles sobrevivir y, sobre todo, ser sustentables en el tiempo a través del emprendimiento propio.
Según dijo el asesor a la cadena televisiva ABC, el futuro económico dependerá de la respuesta que se de a la disaster y expresó preocupación por la ‘escalada’ de la deuda nacional debido a la reacción federal a la pandemia. Señor Presidente, después de la intervención del diputado Bobadilla , quiero hacer algunas precisiones. Señor Presidente, creo que es preocupante que parlamentarios hayan dicho que Chile no debe dar ese dinero, cuyo monto es mínimo y tal vez una migaja de lo que necesitamos entregar para que haya solidaridad y los niños puedan obtener una atención digna. Se debe entregar ese monto de dinero para que la solidaridad se demuestre y que quien tenga que fiscalizar su uso sean otros, como Naciones Unidas. No pensemos que la Cruz Roja Internacional no debería existir si no cumpliera con su deber, como lo está haciendo.
Acordado en sesión de fecha 18 de octubre de 2006, con asistencia de los Honorables Senadores señores Carlos Ominami Pascual (Presidente), Camilo Escalona Medina, José García Ruminot, Jovino Novoa Vásquez y Hosain Sabag Castillo (Adolfo Zaldívar Larraín). Los representantes del Ejecutivo hicieron presente que, en lo relativo al financiamiento de la iniciativa, no hay variaciones respecto de lo señalado en el primer informe de esta Comisión. Los representantes del Ejecutivo señalaron, además, ante una consulta en tal sentido del Honorable Senador señor Novoa, que no se ha suscrito un convenio internacional propiamente dicho, sino una serie de documentos dentro del marco de un organismo internacional. El Honorable Senador señor Ominami dejó constancia de que, de conformidad con las explicaciones recibidas por los integrantes de la Comisión, no hay una obligación permanente de efectuar la contribución, sino que se trata de una autorización que habrá que evaluar año a año.
Y en esa resolución participaron, o el Senador señor Escalona , o el Senador señor Ominami , quienes concurrieron a la unanimidad. Donde no la hubo fue respecto de las indicaciones presentadas por la Oposición, que fueron rechazadas y que nosotros no hemos renovado. Sus Señorías tienen a la vista en sus computadores un boletín comparado dividido en tres columnas que consignan la iniciativa aprobada en common, la modificación efectuada en el segundo informe y el texto final que resultaría de ser aprobada dicha enmienda. La indicación número 4, del mismo señor Senador, suprime el inciso segundo.
La Cumbre del Milenio, entonces, es el primer objetivo que debemos tener presente dentro de nuestra política exterior. A propósito de las intervenciones que he escuchado, deseo agregar dos elementos, que representan el sustento de una política internacional coherente que lleva adelante nuestro país. Por eso me pareció indispensable solicitar que la normativa se remitiera a la Comisión de Relaciones Exteriores, a fin de tomar decisiones bien fundamentadas y con sentido de país y de política internacional. Sin perjuicio de lo anterior, aprovecho de señalar, para la historia de la ley, que al last la iniciativa no se va a financiar con los 2 dólares por pasaje.
Por un lado, vemos que parlamentarios de la Alianza hacen gargarismos con la solidaridad internacional y con la de nuestro país. Tal vez van a misa todos los domingos y a lo mejor comulgan, pero cuando hacen eso, ¿pensarán en el hambre en el mundo o en cómo mueren de sida los niños en África, o en qué está pasando en las guerras que están teniendo lugar en otros países? Y cuando llegan aquí con demagogia y populismo, dicen que están preocupados de esos cinco hay pobreza millones de dólares, que no son nada si los comparamos con las casas de La Dehesa que cuestan un millón de dólares cada una o 22 mil UF. Un nuevo giro en la representación de los asentamientos informales toma forma durante el régimen autoritario. La vivienda ya no es entendida como “derecho social” que puede ser demandado políticamente, y las autoridades redefinen los asentamientos informales a partir del concepto de pobreza y “marginalidad habitacional”.