La acumulación de capital no es solo una necesidad económica, sino una imperativa del sistema para su supervivencia y expansión. El principal objetivo del informe es apoyar y difundir el argumento de que la desigualdad es creciente e importa, no es solo una cuestión de envidia porque cada vez los más ricos tienen más, es que el propio sistema capitalista está en disaster precisamente porque la desigualdad es creciente. Sin embargo, cuando se hace este tipo de análisis se critica solo el impacto negativo de la globalización en la producción de manufacturas y no se analizan las consecuencias positivas, empezando por el fuerte abaratamiento que ha habido en los precios de bienes duraderos. En las últimas tres décadas, el índice basic de precios en Estados Unidos ha aumentado en promedio 2% al año, pero el precio de los bienes duraderos ha caído 1.3% al año durante el mismo periodo.
Cabe destacar, entonces, que en Chile la burocracia del Estado es hoy enorme y es además ineficiente y anticuada (CEP, 2017). Por ejemplo, el Congreso Nacional empleaba a menos de 350 personas en 1990 y hoy a casi a 3 mil. Al 2018, según estadísticas del INE, alcanzamos un millón de empleados públicos, con un crecimiento del número de funcionarios de un 26,3% en solo cinco años. Podemos ver que el Estado ha crecido considerablemente y no parece extraño que este haya alcanzado hoy su mayor envergadura en 30 años. Ahora bien, una vez que nos hemos despojado de aquellos dos mitos superficiales en torno a la desigualdad, en esta segunda columna veremos más a fondo otros dos elementos clave respecto a la discusión de la desigualdad. Primero, su elemento persistente y condición histórica y, segundo, su relación con el tamaño del Estado y la política pública.
Estas suspensiones ocurrieron por la hegemónica implementación del neoliberalismo en occidente y la caza de brujas propia de la guerra fría. En Chile, donde todo demora más en llegar, recién estamos retomando esta discusión y vaya de qué forma, con el que ha sido el estallido social más enérgico en la historia de Chile27. Ese pensar hegemónico ha caído en su propia soberbia y corresponde iniciar su disección para reintegrar a esos pensadores a la crítica que se funda en la raíz epistemológica de las ciencias sociales. En un llamado a retomar el método científico, es hora de ver los paupérrimos resultados sociales del neoliberalismo, cambiar las hipótesis e intentar algo nuevo. Por otra parte, el capitalismo del siglo 21 en su variante neoliberal ha llevado a una alta concentración de riqueza e ingresos en pequeñas elites que distorsionan la representatividad y operación del sistema político y cuestionan la relación entre capitalismo y democracia. Joseph Stiglitz, ganador del premio Nobel de economía, escribió en 2012 sus argumentos sobre lo que a su juicio y en base a su extensa historia como economista y consultor, son las principales causas de lo que llama la auto-perpetuada desigualdad.
La expropiación de los productores directos, la enclosures en Inglaterra, la colonización y el comercio de esclavos son ejemplos de cómo se acumuló el capital inicial necesario para el surgimiento del capitalismo. Como vemos, cuando la desigualdad se agudiza, la economía de mercado choca con la democracia. Economista y analista de mercado, con una amplia experiencia en el sector financiero. Estas tendencias confirman una redistribución de ingresos del trabajo al capital y de los salarios inferiores a los superiores en la era neoliberal.
Por un lado, sus defensores a ultranza; por otro, los que sostienen que la única solución es su desaparición. ¿Qué tienen en común en estas dos etapas que pueda explicar esta colisión entre capitalismo y democracia? Es importante destacar que el capitalismo no es un sistema homogéneo, banco frances fundación sino que existen diferentes variantes del mismo. Algunos países tienen un capitalismo más liberal, donde el Estado tiene una intervención limitada en la economía, mientras que otros tienen un capitalismo más regulado, donde el Estado desempeña un papel más activo en la economía.
La desigualdad de ingresos en Chile se ha mantenido constante, con leves variaciones y las cuales no han sido sostenidas en el tiempo. Desde 1865, el coeficiente para medir la desigualdad promedia 0,54; lo cual es alto y si bien los últimos años se ha detectado una america latina desigualdad reducción de la desigualdad, el problema estructural no permite alimentar el optimismo. Menos aún tras los eventos recientes que decantan en el estallido social de octubre de 2019, cuando la ciudadanía ha gritado que ya no puede más con las injusticias a causa de este fenómeno.
Un desafío central para los gobiernos en el siglo XXI será encontrar la manera de equilibrar estos beneficios a largo plazo del comercio mundial con los daños a corto plazo que la globalización puede traer a las comunidades locales afectadas por los bajos salarios o el desempleo. «Si bien puede traer algunos beneficios temporales, a largo plazo pone en peligro la economía international en su conjunto y amenaza con deshacer décadas de progreso económico. Es crucial mantener mercados abiertos favorables a la inversión», dice Thoms. Incluso si la economía está creciendo, la desigualdad de ingresos y el estancamiento de los salarios pueden hacer que las personas se sientan menos seguras a medida que disminuye su posición relativa en la economía. Este impulso por un mayor enfoque en el individuo favoreció al capitalismo como sistema económico debido a la flexibilidad que permitía para los derechos de propiedad privada, la elección personal, el espíritu empresarial y la innovación. Dar prioridad a las ganancias a corto plazo para las personas significó en ocasiones que el bienestar a largo plazo de la sociedad y del medio ambiente se haya perdido, especialmente en momentos cuando el mundo se enfrenta a la pandemia de la covid-19 y al cambio climático.
En cambio, a los pobres, carentes de imán, les resulta difícil atraer algo hacia ellos. Las fuerzas unidireccionales de la concentración de riqueza continúan modificando el gráfico de la riqueza, convirtiéndolo en un muro que se eleva hacia el cielo en el porcentaje más alto de la escala de la riqueza, en tanto que las columnas que representan al resto de la población apenas se elevan sobre el suelo. Tanto social como políticamente es una bomba de relojería, que en su momento destruirá todo cuanto hemos creado a lo largo de los años. Sin embargo, se trata de una realidad aterradora que ha cobrado forma en nuestro entorno, mientras estábamos atareados con nuestras vidas cotidianas, ignorando las señales de advertencia. La desigualdad y la pobreza deben ser analizadas en el marco del orden mundial que las produce. La globalización neoliberal, consolidada desde la posguerra y transformada en una ola avasalladora a partir del colapso del bloque soviético y la expansión de las tecnologías de la información, se ha transformado en el régimen económico hegemónico.
En los años siguientes, George W. Bush le dio un nuevo contenido al capitalismo. Se trata de la combinación, un tanto exótica, de un protestantismo fundamentalista y un militarismo al estilo «sureño», con un abordaje económico que favorece a los commodities básicos, como el algodón y el petróleo, junto a manufacturas high-tech. Uno de los resultados de esas medidas y de los procesos de reducción y optimización del private (downsizing) desarrollados en los últimos años es la baja ethical de los empleados y la creciente desigualdad en la distribución de la renta. El capitalismo ha sido criticado por generar desigualdades en la distribución de la riqueza. La competencia y la búsqueda del beneficio individual pueden llevar a la concentración del poder económico en manos de unas pocas personas o empresas, lo que resulta en una mayor desigualdad económica. Sin embargo, también se argumenta que el capitalismo ha permitido la movilidad social y la mejora de las condiciones de vida para muchas personas.
Además, la acumulación de capital ha permitido la inversión en infraestructuras y la creación de empleo, lo que ha contribuido al crecimiento económico. Este artículo analiza la dinámica del desarrollo de la educación y su impacto, de acuerdo con los autores Callinicos y Cohen (2014). El capitalismo ha sido identificado como uno de los principales impulsores de la degradación del medio ambiente.
En una segunda exploración, se revisan directamente los períodos en los que la reducción de la desigualdad se desarrolló de forma más sostenida en el tiempo, en que se aplica un estudio estadístico descriptivo de las variaciones del coeficiente de Gini, en relación al gasto fiscal y el crecimiento económico de cada período. Hemos evidenciado en este mismo medio ciertos aspectos de nuestra desigualdad económica que resultan fundamentales para tener un debate razonable dentro de la futura Convención Constitucional que se nos avecina. Sin duda la desigualdad en nuestro país es uno de los temas más mencionados en el debate nacional, por lo que debemos tomárnosla muy en serio y con altura de miras, para así avanzar con acuerdos en vez de con polarización.
Estas soluciones requieren de un compromiso tanto de los gobiernos como de las empresas y la sociedad en basic. En base a los resultados de los coeficientes arrojados por la regresión, se puede revisar que el conjunto de variables identificada como factores de mercado no han tenido cabida en la evaluación de influencia sobre la desigualdad, siendo incluidos principalmente los factores de Empleo y del Mercado Financiero (Tabla 10). Lo que la tabla indica en la columna de coeficientes no estandarizados por B, es que, mientras los factores de empleo reducen la desigualdad medida por Gini, los factores del Mercado Financiero tienden a aumentar la desigualdad.