La que más rechazo provoca en la población es la disparidad en el trato y dignidad que, por ejemplo, se materializa en la atención de salud. La sociedad se fragmenta en grupos sociales que viven como si habitaran en naciones de nivel de desarrollo opuesto. Así, hay personas que son denigradas y discriminadas, en tanto otras desarrollan una actitud de superioridad fundada en la posesión de cargos o tenencia de dinero.
El más exhaustivo de estos impuestos es el impuesto a la riqueza, el cual se paga sobre el complete del valor del patrimonio de un individuo. El foco del impuesto a la riqueza son solo los mayores patrimonios, por lo que en basic su diseño exime a la mayor parte de la población de este impuesto. Por cierto, estos cálculos se basan en premisas normativas que exigen definir cuánto se pondera el bienestar de cada individuo de acuerdo a su nivel de ingresos.
Estos indicadores se basan exclusivamente en datos provenientes de encuestas de hogares (en el caso chileno, la encuesta CASEN), que no son representativas para los percentiles de más altos ingresos (es decir, muy rara vez una persona de altos ingresos aparece encuestada en la CASEN). Además, las personas de altos ingresos que sí son encuestadas, subreportan sus ingresos, ya sea porque no los conocen con exactitud o porque no desean hacerlos públicos. Sin embargo, no son suficientes para entender el problema en su globalidad y pueden inducir a conclusiones erróneas.
Pero esto no significa que debamos dejar de pensar en la propiedad y en su superación. Como aporte a este llamado a imaginar alternativas, propone un “socialismo participativo”, no centralizado, donde los trabajadores tomen parte en la gestión de sus empresas y compartan el poder con los accionistas privados. Hoy, las posibilidades parecen escasas, en parte porque las políticas populistas que los «olvidados» quieren tienden a empeorar su situación actual, en una espiral viciosa de ira, malas decisiones políticas (como Brexit o Trump), una economía peor y luego más ira. Uno de los hechos positivos que aprendió la humanidad en la última década, es precisamente el ejercicio de la diversidad. Los seres humanos no son idénticos el uno al otro, pero eso no puede significar el que se genere una sociedad en que finalmente no hay ningún tipo de base común para la existencia humana.
Un segundo problema es que hay versiones del feminismo que toman nota de la diversidad de experiencias de las mujeres para luego renunciar a una crítica estructural al capitalismo. Desde esta perspectiva, se reconoce que las dinámicas opresoras del patriarcado no funcionan para todas las mujeres por igual (dependen de la clase, edad, raza, sexualidad, estatus migratorio, etc.). El problema es que algunos feminismos, en vez de usar esta mirada compleja de la realidad social para entender cómo funcionan las relaciones de explotación, terminan armando un ránking de opresiones entre mujeres. La ideología del neocapitalismo se ha hecho camino y espacio en el estudio de la economía y se le ha ido dando el carácter de teoría inamovible y única a un modelo que vende su lógica como si fuera conocimiento científico inobjetable o su relato tuviera el máximo rigor técnico. Las reglas que establece este modelo han ido reduciendo las variables explicativas, de modo que como consecuencia lo que necesita explicar lo hace con una deficiente capacidad predictiva al dejar fuera variables que no se consideran relevantes, por considerarlas variables no técnicas, o sea, aquellas del ámbito de lo social y lo político.
Muchas personas están pidiendo un cambio en el sistema existente, con el que se de cuenta las necesidades existentes en lugar de solo enriquecer los intereses privados. Es decir, reconsiderar el contrato social para el capitalismo, de modo que se vuelva más inclusivo. El Estado de Chile tuvo en educación y salud organizaciones estatales de primer lugar en el mundo. Una cuestión insoslayable y de lo cual hay que estar atentos es a qué civilización quiere llegar esta nueva oligarquía y sus empleados motivados por clonar al ser humano. Con qué valores, ética y moral desigualdad social en la economia se podrán justificar las nuevas formas de comportamiento y estructuras sociales que se logre configurar con esta nueva forma de dominación.
Observamos un país en crisis, con un nivel de desigualdad que se ha estancado en niveles altísimos. Transitar hacia una sociedad distinta es posible; es, a fin de cuentas, una decisión política. El primer efecto consiste en que un incremento de los impuestos al ingreso puede inducir a las personas a trabajar menos, lo que sería económicamente ineficiente y además reduciría la recaudación. Sin embargo, la evidencia empírica concluye que estos desincentivos son bajos.[12] El segundo efecto se refiere al incremento en el bienestar complete que proviene de transferir recursos de una familia rica a una pobre.
No obstante, esta desigualdad crónica e histórica difícilmente puede explicarse por la mera presencia de algunas modernizaciones lideradas por el capitalismo y por el libre mercado en Latinoamérica. De hecho, son pocos los países de la región que han abrazado seriamente el libre mercado y las reformas impulsadas por la libertad económica y el libre comercio. Sin embargo, tanto los países capitalistas como los no desigualdad social por la tecnologia tan capitalistas de América Latina obtienen resultados muy similares en las clasificaciones de desigualdad. ¿Por qué el desarrollo capitalista y más intensamente el neoliberal ha predominado? Mientras la clase trabajadora experimentó todo este dolor, el 1% más rico, antes y durante la pandemia, ha seguido aumentando su riqueza a partir de la apropiación de salarios y pensiones, y el endeudamiento de la mayoría.
En este punto destacó las normas impuestas bajo la dictadura de Pinochet, donde se “institucionalizaron la dominación económica y política del gobierno de facto y consagraron un marco neoliberal que borró el papel del Estado en las áreas sociales y económicas. Restringió la participación política, dio a la derecha (política) un poder desproporcionado e instaló un papel tutelar para las fuerzas armadas”. El feminismo es muy sensible a comportamientos sexistas, y legítimamente, por lo que contraataca. Pero algunas veces más bien de forma no constructiva, en el tono moralizante del feminismo radical, encontrando las causas de todos los males de este mundo en los hombres.
Por otra parte, el capitalismo del siglo 21 en su variante neoliberal ha llevado a una alta concentración de riqueza e ingresos en pequeñas elites que distorsionan la representatividad y operación del sistema político y cuestionan la relación entre capitalismo y democracia. Para nuestro propósito, cabe destacar que esta exhaustiva investigación multidisciplinar fue publicada un par de años antes del estallido social en Chile; es decir, las diversas formas de desigualdad que afectan a nuestro país, como a otros países de la región, estaban siendo objeto de atención desde hace un buen tiempo. El experimento neoliberal debilitó estructuralmente el sector trabajo y fortaleció el gran capital, generando una profunda desigualdad en la sociedad chilena. Un componente elementary de esta transformación capitalista extrema fue la formación del Estado Neoliberal, que restringe substancialmente el rol del Estado como productor, regulador, agente redistributivo, manteniendo su rol de estabilización macroeconómica favoreciendo políticas de shock para corregir desequilibrios. Otra faceta sobre-saliente del capitalismo del siglo 21 es la enorme concentración del ingreso y la riqueza en elites económicas con amplio poder económico e influencia política.[2] Un indicador de lo anterior es el aumento en la proporción del ingreso nacional que se apropia el uno por ciento más rico de la población.
Hasta hace poco se había instalado la convicción de había aumentado fuertemente en Estados Unidos desde 1960, este hecho generó no sólo acciones de política pública, sino que también cuestionamientos respecto de la sostenibilidad de largo plazo del sistema capitalista. Se puntualizó que un sistema que conduce a una concentración cada vez mayor de los recursos no sería viable socialmente de manera indefinida. Habría que salvar al capitalismo de los capitalistas para evitar que el malestar social con el sistema echara todo por la borda. El malestar frente a las desigualdades, sobre todo aquellas que hieren la convivencia humana, han dado curso últimamente a diversas formas de manifestación social en el mundo entero, incluyendo algunas marcadas por la violencia.
Así, lo que hoy se observa en los datos sería una consecuencia inevitable de los tiempos modernos. Muchos trabajos de investigación han tratado de identificar cuán importante es la relación entre desigualdad y desarrollo, y los mecanismos para explicar dicha relación. Una de las conclusiones es que ella opera vía mecanismos más indirectos de lo que se creía. Así, Daron Acemoglu y James Robinson argumentan que las brechas socioeconómicas afectan negativamente el desarrollo de los países cuando se traduce en un acceso, también desigual, al poder político; este mecanismo se relaciona con la potencial captura de rentas por parte de la élite y el bloqueo de oportunidades de desarrollo para el resto de la población. El economista británico Paul Collier, en El futuro del capitalismo, señala que el deterioro de las identidades nacionales también contribuyó al crecimiento de la desigualdad. Para el autor, el éxito de la socialdemocracia de posguerra —que estima como un modelo ideal de Estado ético e igualitarista— se debió a un extraordinario alcance en las obligaciones mutuas asumidas por los ciudadanos.
Las propias categorías dentro de las cuales se enmarca el argumento se proponen como “tipos ideales” weberianos. De hecho, el “capitalismo meritocrático liberal”, tal como se trata en este libro, es una abstracción que refleja exactamente las condiciones actuales en los Estados Unidos, mientras que el “capitalismo político” dirigido por el Estado está enteramente modelado sobre la base de China. El autor no está demasiado preocupado por la validez de estas abstracciones, y un crítico bien podría preguntarse cuánto tiene en común la sociedad capitalista del Estado de China con Brasil o Indonesia o incluso Vietnam, o si Estados Unidos es realmente el “tipo ideal” del capitalismo occidental. La producción whole de la Unión Europea es mayor que la de los Estados Unidos, después de todo, y las “variedades del capitalismo” que contribuyen a la producción de Europa han sido muy estudiadas desde el trabajo pionero de Peter Hall, David Soskice y sus colaboradores, publicado hace unas dos décadas, pero no mencionado aquí.