Se infiere que en estas regiones, las riquezas provenientes de la minería, son repartidas más inclusivamente entre la población trabajadora. De acuerdo con Macías (2014, pp. 119) “un crecimiento equilibrado de la productividad entre la agricultura y la industria genera menos desigualdad que un crecimiento de la productividad sesgado hacia la industria”, haciendo referencia a las diferencias campo-ciudad que puede provocar una mayor acumulación de capital físico en la industria12. En el trabajo anterior de Mieres (2019), se develó la gran heterogeneidad presente entre las regiones chilenas, y la gran desigualdad económica y social2.
La proyección del Banco Mundial es que haya 29,7 millones de personas en la extrema pobreza este año, equivalente al 5,6% de su población. Hace tres años afectaba al 6,2% de los habitantes del subcontinente americano, ó 37,1 millones de personas que tenía que vivir con menos de 1,90 dólares diarios. El Grupo Banco Mundial, una de las principales fuentes de financiamiento y conocimientos para los países en desarrollo, está adoptando medidas rápidas y de amplio alcance a fin de ayudar a los países en desarrollo a fortalecer su respuesta frente a la pandemia. Con tal objetivo, respalda intervenciones de salud pública, trabaja para garantizar el suministro de insumos y equipos esenciales, y ayuda al sector privado a continuar sus operaciones y mantener el empleo.
Una de las posibles respuestas es que la minería tiene una alta demanda de mano de obra no calificada, por tanto, los salarios de estos trabajadores son relativamente altos, comparados con los del sector industrial13. Por otro lado, de acuerdo con el estudio de Betancour y Maldonado (2013), la minería estaba entre los tres sectores económicos con mayor variación de la tasa de empleo. “En las cuatro regiones mineras se producen los mayores crecimientos de personas ocupadas en el país entre 1986 y 2012, con un incremento que fluctúa entre 150% y 117%, con un promedio de 139%. Esto determina que la participación de estas regiones en el whole del empleo del país crece desde 10% a 12%” (Betancour y Maldonado, 2013, pp. 115). El desempleo por sector económico también es relevante, de acuerdo al INE, en el último semestre 2015 el sector secundario tenía las mayores tasas de cesantía, sobre todo en el sector construcción. Se excluyen los ingresos del primer y último quintil e incorpora la variable variación del desempleo.
Recordando a Merchand (2017), este señala que las desigualdades entre regiones pueden mantenerse en el tiempo e incluso crecer junto con la economía de un país, ya que existe un centro que aprovecha los mayores beneficios del crecimiento, mientras que las regiones de la periferia pierden esa oportunidad. Al utilizar dos medidas distintas de la distribución del ingreso, podemos comprobar la robustez de los resultados, sobretodo de los factores aporte de sector secundario/minero; concentración de población indígena; esperanza de vida al nacer y educación, como determinantes de la desigualdad del ingreso en Chile. Asimismo, se observa que el ratio 20/20 es más smart origen de la desigualdad social a cambios en las distintas variables analizadas, ya que los modelos tienen un mayor ajuste y los coeficientes de los estimadores, son más altos que los obtenidos utilizando el índice de Gini como variable dependiente. El modelo VI incorpora, al igual que el estudio de Solimano y Torche (2008), el ingreso autónomo del hogar. Se utilizan los quintiles del ingreso autónomo en lugar del Gini como controles de la desigualdad inicial y se mantiene el PIB per cápita.
“En Chile estamos viendo un fenómeno de reducción de las brechas que ya tiene algunos años… La dirección emprendida es la correcta, pero el nivel sigue siendo inaceptable desde el punto de vista de nuestras ambiciones respecto de una sociedad más igualitaria” (Extracto de El Mercurio del día 24 de octubre de 2013 sobre el Discurso de Angel Gurría, en la 32“ reunión anual de la Red de Altos Funcionarios de Centros de Gobierno). Otras variables, como los años de escolaridad, no se han mostrado significativas, a pesar de tener una correlación alta y negativa con la variable dependiente. Igualmente se utilizó la variable becas de postgrado (no se presenta en la tabla) con base en la información entregada por CONICYT respecto a becas nacionales de magíster y doctorado. Si bien la relación entre esta variable y el Gini era también negativa, no period significativa al incorporarse en los distintos modelos. Finalmente, la variable oferta de educación superior ha resultado significativa y robusta como medida de capital humano calificado.
Dado que las cifras iniciales de desigualdad en Chile son muy altas, los avances son lentos y se necesitaría de un mayor esfuerzo por parte del gobierno y mayor inversión en capital humano, en el sentido amplio. Esta inversión en capital humano, a su vez, implicaría un mayor nivel de PIB futuro, lo que repercutiría indirectamente también en la reducción de la desigualdad. La (Tabla 1) presenta los mejores resultados obtenidos para distintas combinaciones de las variables regresoras (ver Anexo A con la estadística descriptiva de las principales variables utilizadas, el Anexo B con el detalle de los índices de Gini por región y año, y el Anexo E con las definiciones de las variables).
Distribución de ingresos en el paísEn materia de la desigualdad económica, la Casen 2022 destaca que el 20% de los hogares con mayores ingresos monetarios obtiene ingresos eight,2 veces superiores a los del 20% de hogares con menores ingresos. Ambos indicadores muestran mejoras en comparación con mediciones anteriores y son los mejores resultados de su serie. También tenemos que cerrar la brecha digital, porque hay una gran tendencia a la automatización y a la digitalización. Nuestra región tiene que prepararse, poner en marcha políticas industriales que fortalezcan capacidades productivas en nuevos sectores, en sectores estratégicos, habrá que pensar, las ciudades y la ruralidad, lograr una complementariedad regional a partir de mayor integración productiva, comercial y tecnológica.
La Corporación Financiera Internacional (IFC) ha apoyado activamente al sector privado de Chile para aumentar la productividad, promover la inclusión y lograr avances en materia de sostenibilidad. En el país se están llevando a cabo algunos de los proyectos más innovadores de IFC, que incluyen autobuses eléctricos, productos especiales diseñados para promover la inclusión financiera, e hidrógeno verde. En el ejercicio de 2023, los nuevos compromisos de IFC alcanzaron un monto récord de USD 1700 millones, un aumento de casi el 200 % en comparación con el ejercicio anterior. Estamos hablando del caso de México, el presidente Andrés Lopez Obrador ha dicho que no quiere que pase lo que pasó en 2008. No puede ser que el gobierno central pasó del forty two,5% del PIB en términos de deuda en 2009, a 68,8% en 2018. Es el tema de fondo, el coeficiente de Gini creció 2,5 entre 2010 y 2016, tenemos que vigilar que todas estas medidas de estímulo fiscal tengan también un efecto redistributivo.
Se necesitan reformas específicas para abordar determinados cuellos de botella y poder impulsar el crecimiento de la productividad, que ha disminuido durante décadas. Lo anterior incluye la reducción de las barreras normativas, el fomento de la adopción de tecnologías, la promoción de la competencia, la mejora de las capacidades de gestión, y el aumento de la participación femenina en la fuerza laboral y de la calidad de los empleos. El país debe también impulsar la transición verde a nivel mundial, tanto con la energía renovable como con el plan paises con mas desigualdad de genero para expandir la producción de litio a través de alianzas público-privadas, que podrían contribuir a un mayor crecimiento en el futuro. Pobreza multidimensional a nivel nacionalLa Encuesta Casen permitió contar con una nueva medición de la pobreza multidimensional, que no había sido calculada desde 2017, debido a las restricciones sanitarias que no permitieron aplicar la versión completa del cuestionario en 2020. Los resultados de la encuesta muestran también una importante reducción en la pobreza multidimensional a lo largo de los años.
Y si los Estados con ingreso bajo “solo” perdieron el equivalente a 19 millones de empleos (-9%) durante el mismo período, esta cifra traduce mal el impacto socioeconómico de la crisis que atraviesan. En efecto, en estos países, así como en los de ingreso medio inferior, la gran mayoría de los empleos y actividades independientes se encuentran en el sector informal, que absorbe el 60% del trabajo mundial y está, por definición, desprovisto de toda protección social. Contreras (1999) plantea que la educación es la variable más importante para explicar la desigualdad del ingreso salarial, en segundo lugar están los años de experiencia, ambas, en conjunto, forman el capital humano. Asimismo, la educación es considerada una de las principales herramientas para el desarrollo, al mejorar la productividad y la innovación, reduciendo así, las brechas socioeconómicas de una sociedad. Chile es un país en vías de desarrollo con importantes resultados en materia de crecimiento económico, sobre todo en las últimas dos décadas.
Se demuestra que la variable tiene un efecto positivo y significativo sobre la desigualdad del ingreso. Deininger y Squire (1998), en una investigación que buscaba confirmar o refutar la hipótesis de Kuznets, realizaron un análisis con datos longitudinales de forty nine países del mundo. En la mayoría de los casos no encontraron una relación significativa entre ingreso per cápita y desigualdad. En cinco de los países encontraron una relación que confirma la hipótesis de la U invertida (Brasil, México, Hungría, Trinidad y Filipinas), mientras que en cuatro de ellos (Estados Unidos, Reino Unido, Costa Rica e India), encontraron evidencia que la contradice. Los autores interpretan sus resultados como una indicación de que no hay una ley universal inamovible, sino que más bien, los cambios en los ingresos y la desigualdad, son afectados por las condiciones iniciales de los países y posiblemente por las políticas (Deininger y Squire, 1998, pp. 261).
Cabe destacar que por diferencias metodológicas ambos datos son superiores a los consignados por la encuesta Casen, que el año pasada indicó que la pobreza subió eight,6% a 10,8%, mientras que la pobreza extrema lo hizo de 2,3% a 4,3%. El aumento de 3,5 puntos porcentuales es similar al experimentado en pobreza extrema, la que llega a four,5%. En tanto, la desigualdad medida en coeficiente Gini aumentó 4,6%, según el organismo multilateral. Las simulaciones muestran que mientras se reduce la miseria en todas las regiones, la mitad de las personas más necesitadas se concentrarán en los países más vulnerables o en conflicto. Eso obliga a una acción world mayor para evitar que esas bolsas de pobreza profundicen aún más en la miseria. El Banco Mundial hace la proyección tras actualizar el método para calcular lo que un individuo necesita consumir para poder sobrevivir en un país pobre.