Los espacios domésticos también se han trazado históricamente en base a modelos de uso masculinos, teniendo en cuenta una perspectiva androcéntrica y productivista. Las viviendas convencionales eran las encargadas de sostener un modelo unívoco de familia nuclear. Sin embargo, en la actualidad, existen distintas fórmulas familiares y han de existir diferentes formas de habitar que alberguen esas fórmulas, atendiendo a la diversidad social. Muchas personas viven solas, voluntaria o forzosamente, otras establecen relaciones personales o familiares diversas y flexibles, y otras lo harían si el mercado de la vivienda no fuera tan rígido. En los últimos años, como indica el informe de 2020 elaborado por la Unión Europea, Promoting Women in Architecture and Civil Engineering, la igualdad de género en estas profesiones está mejorando, pero no lo suficiente.
Probablemente, la prosperidad del periodo prepandémico ancló nuestras proyecciones de forma positiva, lo que nos llevó a infravalorar la probabilidad actual de los escenarios adversos que sufrimos en el trienio inicial de esta década, retrasando nuestras respuestas a una pandemia global, la inflación o la invasión rusa. Por ello, el excesivo pesimismo actual aparecería como una corrección pure a estos errores, incluyendo consciente o inconscientemente un sesgo negativo sistemático en nuestras previsiones, que, generalmente, son después refutadas por datos que reflejan una realidad más boyante. De acuerdo con las previsiones contenidas en la edición más reciente del informe Perspectivas de los mercados de productos básicos, los precios de la energía serían, en promedio, 80 % más altos en 2021 en comparación con el año anterior.
Según ACNUR, la cifra de migrantes y refugiados venezolanos llega a los four millones de personas, y está en aumento. El acceso reducido al conocimiento es una causa cultural importante de la desigualdad social. La falta de los procesos de aprendizaje en la vida de un niño incidirá directamente en sus habilidades para enfrentar la realidad social y especialmente el mercado laboral, que goza de niveles de competitividad muy altos hoy en día, lo que puede llevarlo a escenarios de desempleo o subempleo. Estos sesgos, posiblemente, nos estén impidiendo disfrutar plenamente del momento de prosperidad actual, que guarda algunas similitudes con los añorados felices veinte.
No es fácil fijar un momento exacto en que unas comenzaron a ser más ricas y otras más pobres. Sin embargo, podemos encontrar el germen de la desigualdad económica en los inicios de la industrialización. Una definición rápida de la desigualdad económica sería decir que consiste en un reparto desequilibrado de riqueza y rentas económicas entre los miembros o grupos de una comunidad, según nos explica Wikipedia.
Para cada análisis, se deberían contemplar las manifestaciones –incluyendo un perfil horizontal que permitiera analizar la importancia de las desigualdades urbano-rurales, étnicas, religiosas, raciales, de género– un mapeo de la pobreza, un análisis de las causas de las desigualdades y, en base a ello, la batería de políticas a adoptar. Más allá de esto, utilizar unidades analíticas que no se limitan al espacio nacional o subnacional, nos permite demostrar cómo las desigualdades sociales en América Latina fueron creadas y adquirieron forma (y aún es así), de manera significativa, por interdependencias transnacionales y procesos globales. Nuestros resultados muestran al mismo tiempo que -pese a la aceleración de la globalización- las arenas políticas donde las negociaciones en torno a acceso a recursos, participación política y social, distribución de riqueza y recursos han permanecido, ha sido principalmente en los contextos nacional y subnacional. Por tanto, los procesos globales y las interdependencias transnacionales que crean y/o dan forma (parcialmente) a las estructuras de desigualdad, no tienen un espacio correspondiente en las arenas políticas en las que las negociaciones sobre políticas redistributivas y participativas toman lugar. Uno de los principales debates en torno a la globalización es su impacto en la desigualdad económica. Si bien la globalización ha permitido un mayor crecimiento económico a nivel mundial, también ha llevado a un aumento de la brecha entre los países ricos y los países pobres, así como dentro de los propios países.
Se reconoció que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) tenían que ser más universales e inclusivos que los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) para abordar un espectro más amplio de diferencias socioeconómicas en torno a las cuales habían surgido y aumentado las desigualdades. El problema de compartir esta sugerente hipótesis, de que pudiéramos estar inmersos en una anaciclosis o ciclo social repetido, es que la siguiente etapa no es nada atractiva, ya que, en el siglo pasado, tras el desplome de los mercados financieros, llegó la Gran Recesión. Aunque ningún fundamento económico indicaría hoy tan funesto desenlace, no tranquiliza que la prensa financiera empiece a señalar inquietantes coincidencias, como que, en Estados Unidos, el valor actual en Bolsa del 10% de las mayores empresas, como porcentaje del total del mercado, nunca ha sido tan grande como justo antes del crac del 29. Mayor empleo y efecto riqueza que llevan a una ciudadanía más hedonista, que rápido olvida su supuesto pesimismo para celebrar la vida y el triunfo sobre tanta calamidad. En los entonces pujantes cines, durante los primeros veinte, y, ahora, en ocio digital y turismo, pero, en ambos veintes, incrementando la demanda de los espectáculos en vivo, especialmente de música y baile.
«Se combina el fin de la fiesta para todos con una situación donde empieza a empeorar otra vez la distribución». Stiglitz, que ha escrito distintos libros sobre desigualdad, observa «un círculo vicioso» en la región. «El punto de inflexión fue una reforma fiscal muy comprensiva. Pero además hubo un cambio salarial, producto de negociaciones entre sindicatos y empleadores». Luego sigue Bolivia, que pasó de fifty eight,1 a 44 y en tercer lugar Guatemala, que redujo su desigualdad desde un 59,6 a 48,3. Uno de los reclamos de los manifestantes que protagonizan el estallido social que comenzó en Chile a mediados de octubre y que aún se mantienen es que su país es muy desigual. El permiso de construcción para Las Américas se otorgó durante el gobierno de Arturo Montiel bajo la condición de que la constructora limpiara el terreno.
Nuestro primer ejemplo parte de una investigación sobre las desigualdades sociales en la población afrolatinoamericana. Estimada en alrededor de one hundred sixty millones de personas, representa una tercera parte del total poblacional de América Latina y el Caribe. Desde los puntos de vista socioeconómico, cultural, y político, los afroamericanos en la actualidad son tan heterogéneos como el total de la población del subcontinente (Costa, 2011a). Por tanto, esta configuración transregional de la desigualdad no está constituida por un grupo demográfico homogéneo difuso a la largo de distintos contextos nacionales, sino por sus interdependencias, que son las que ligan a esta población entre sí.
Pese a los esfuerzos por incrementar la inclusión financiera, todavía hay desigualdades importantes en el uso de servicios como cuentas de ahorro, créditos, seguros o afores. La sobrecarga laboral de las mujeres genera otras vulnerabilidades como la falta de tiempo libre, el estancamiento profesional o educativo, lo ocupación precaria y menores niveles de ingresos. Pero si se analizan los ingresos de las familias sin transferencias de terceros, la situación se pone todavía más desigual.
La demanda de trabajadores esporádicos en línea está aumentando más rápido en los países en desarrollo que en los países industrializados. La flexibilidad y el potencial de generar ingresos adicionales son dos principales motivaciones desigualdad capitalismo que impulsan el crecimiento de este tipo de trabajo. Esto supone un gran obstáculo para el crecimiento económico y el empoderamiento de las mujeres en un momento en que la economía mundial ya está sufriendo retrocesos.
Nos esforzamos por lograrlo al discutir los conceptos clave de manera sistemática, estableciendo con claridad los puntos específicos de las perspectivas disciplinaria y teórica, y al crear un lenguaje y términos en común. Estos incluyen los conceptos de configuración y regímenes planteados en este artículo, así como los conceptos de ciudadanía, entre otros. Además, la globalización ha facilitado el acceso a una amplia variedad de productos y servicios a precios más competitivos. Los consumidores se han beneficiado de una mayor oferta y variedad de productos, así como de precios más bajos debido a la competencia global. La globalización no es un fenómeno reciente, sino que tiene sus raíces en la historia antigua. Desde la Ruta de la Seda en la antigüedad hasta la expansión del comercio marítimo durante la era desigualdad de ingresos ejemplos de los descubrimientos, el intercambio económico y cultural entre diferentes regiones siempre ha existido.
El Índice de Oportunidades Humanas, elaborado inicialmente para América Latina y el Caribe, se utiliza en la actualidad para medir las brechas de acceso a servicios básicos en África y otras regiones. Las disparidades actuales son un obstáculo para los derechos y el bienestar de las personas, es decir, dificultan la justicia social. Impiden la movilidad social o el acceso a educación o sanidad en igualdad de condiciones. La desigualdad no se trata solo de la riqueza, el patrimonio neto, o de los ingresos, el sueldo bruto.