En informe de PNUD, establece Dante Contreras, Director COES y profesor titular de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, detallaba además la falta de dignidad social y maltrato, como parte de la desigualdad. «Otro elemento que es bien relevante y que nosotros en COES también hemos recogido en las encuestas, es que la gente se queja de un maltrato sistemático, maltrato en el trabajo, maltrato por la gente de mayores ingresos, maltrato en la vía pública, que también tiene que ver en cómo nos organizamos como sociedad». El profesor de la Escuela de Gobierno UC e investigador de MLIV, Eduardo Undurraga, recordó que la Convención sobre los Derechos del Niño, ratificada por Chile hace más de 30 años, estableció el derecho de toda niña, niño y adolescente a un adecuado desarrollo físico, psychological, espiritual, ethical y social. Las niñas, niños, y adolescentes tienen mayor probabilidad de vivir en condiciones de pobreza y deprivación severa, lo que puede tener consecuencias dañinas y duraderas para su desarrollo y el de la sociedad”, explicó. La primera declaración sobre los derechos del niño data de 1920 aprobada por la Liga de las Naciones, la cual se disolvió en 1946. Ese mismo año, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue creada, organismo que hoy vela por el cumplimiento del derecho internacional, el mantenimiento de la paz internacional, la promoción y protección de los derechos humanos, entre otros.
La profesora de Economía Latinoamericana de Tulane University y directora del Commitment to Equity initiative (CEQ), Nora Lustig, fue la expositora del seminario “América Latina y la persistencia de la desigualdad”, organizado por la FEN y el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Aun cuando caracterizar y cuantificar la desigualdad de poder es una tarea más compleja, tal desigualdad puede tener expresiones muy concretas en el funcionamiento de las democracias. La actual pandemia es diferente, porque incluso en el peor de los escenarios, la pandemia de coronavirus matará a una proporción mucho menor de la población respecto de las grandes epidemias del pasado.
Como resultado, no habrá escasez de mano de obra y los salarios de los trabajadores comunes no aumentarán. E incluso si la mortalidad fuera mucho mayor, como podría ser en una futura epidemia, la inteligencia synthetic y la automatización podrían absorber parte de la escasez de mano de obra resultante y mantener bajo el valor del trabajo humano. Actualmente, los movimientos populistas sacan provecho a ese sentido de pertenencia que sobrevive en los sectores empobrecidos, articulando un discurso de odio contra otros que viven en el mismo país.
Se han analizado, por otro lado, las demandas de diversos grupos subalternos y la experiencia de exclusión de amplios sectores sociales. Este foco ha hecho necesario adoptar análisis y metodologías que involucran dimensiones urbanas, territoriales, culturales, de género y ambientales en las sociedades chilena y latinoamericana. También están las diferencias en el acceso a una salud oportuna y a una educación de calidad, y la vivencia de malos tratos y discriminación debido a causas que están fuera del control desigualdad sanitaria de las personas (el aspecto físico, el origen socioeconómico, el género y el lugar de residencia, entre otros).
En São Paulo, el gobierno municipal llegó a anunciar la venta de las bases de datos de las tarjetas utilizadas en el transporte pero, bajo presión pública y después de la aprobación de una ley de protección de datos en Brasil, cambió su posición. Por su parte, Chile inició en 2019 la implantación piloto de una herramienta que busca detectar a niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo. Según el Ministerio de Desarrollo Social y Familia, Alerta Niñez es un instrumento preventivo que “identifica el conjunto de condiciones individuales, familiares, del entorno y de los pares de los niños y niñas y adolescentes, que tienden a presentarse cuando existe un riesgo de vulneración de derechos de niños, niñas y adolescentes”. El sistema se basa en el procesamiento estadístico de grandes cantidades de datos provenientes de organismos públicos para calificar a la población menor de 18 años, ordenando a las personas según su probabilidad de sufrir vulneraciones.
En cambio, podemos señalar brevemente que, en el contexto latinoamericano, de modo sinodal y colegiado, la Iglesia de la región puso gran atención en las “desigualdades”, en explicit, en aquellas que calificaba de “injustas” o “excesivas”. Más aún, podemos decir que hace más de cincuenta años dichas desigualdades fueron consideradas como el factor que más atentaba contra la paz y el desarrollo integral de América Latina. Para un desarrollo más pormenorizado este delicado asunto, me permito remitir a mi investigación teológico-cultural publicada recientemente, con ocasión del 50° aniversario de la Conferencia de Medellín (Verdugo & Arellano, 2019).
Consistente con lo reportado por la OCDE, encuentran que en su conjunto la acción del gobierno es levemente progresiva.[8] El estudio muestra, además, que el sistema tributario es levemente regresivo y el sistema de transferencias es progresivo, especialmente debido a las transferencias en salud y educación. Así, el diseño mismo del sistema tributario explicaría por qué la desigualdad antes y después de impuestos y transferencias es particularmente acotada en el caso chileno. Para complementar el análisis basado en el Gini, una forma menos abstracta y más intuitiva de medir la desigualdad consiste en calcular la porción del ingreso whole del país que concentran diferentes grupos de la población. Por ejemplo, la porción del ingreso nacional que se apropian el 1% y el 10% más ricos dan cuenta de qué tan concentrados están los ingresos. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicó su índice de desarrollo humano (IDH) con cifras de 2018, donde si bien constató que la gran mayoría de los países latinoamericanos mejoraron sus indicadores, la región continúa siendo la segunda zona del mundo de mayor desigualdad, detrás de África Subsahariana.
Las desigualdades también están aumentando para las poblaciones vulnerables en países con sistemas sanitarios más deficientes y en países que se enfrentan a disaster humanitarias existentes. Los refugiados y los migrantes, así como los pueblos indígenas, los ancianos, las personas con discapacidad y los niños se encuentran especialmente en riesgo de ser excluidos. La COVID-19 ha intensificado las desigualdades existentes y ha afectado más que nadie a los pobres y las comunidades más vulnerables.
Frente a este escenario, los expertos plantean la urgente necesidad de legitimar las instituciones del Estado y canalizar la participación ciudadana en la política para lograr la inclusión, cooperación y conexión entre todos los actores sociales. Esto, además de acabar con las brechas que reproducen la desigualdad y hacer frente a las transformaciones culturales para avanzar hacia un país con las mismas oportunidades para hombres y mujeres. La matrícula en educación superior ha crecido rápidamente, y hoy muchos estudiantes son los primeros en su familia en graduarse de cuarto medio y acceder a la educación superior.
En el frente económico, la pandemia de la COVID-19 ha aumentado significativamente el desempleo mundial y ha recortado drásticamente los ingresos de los trabajadores. «En Chile parte de lo que ha sucedido, creo yo, de porqué hubo estallido social que fue parte de lo que motivó mi presentación hoy día, guarda relación con que la política no le está respondiendo a la ciudadanía en sus demandas. La muestra acá en los chilenos, ya que esto no es en todas partes del mundo, da cuenta de que los chilenos tendemos a pensar que la gente que está experimentando la pobreza se debe a falta de esfuerzo o que no está buscando empleo o que es flojo -que es la palabra que más se utiliza- o que hay vicios como alcoholismo. «La idea de la charla es hablar sobre la desigualdad en Chile, poner el problema en contexto, medirlo, ver cómo hemos evolucionado en el tiempo y también que es lo que puede hacer el estado para repararla o disminuirla. Al finalizar sus palabras, remarcó que “solo si actuamos unidos, hombres y mujeres de todas las etnias, culturas y procedencias, lograremos alcanzar el desarrollo integral de nuestros pueblos, y construir un mundo justo, libre, igualitario y fraterno”. En el frente económico, la pandemia de la COVID-19 ha aumentado significativamente el desempleo mundial y ha recortado drásticamente los ingresos de los trabajadores.
En explicit, en la mayoría de los países donde la desigualdad complete descendió durante la década del 2000, los retornos a la educación primaria, secundaria y terciaria, respecto de ninguna escolaridad o escolaridad primaria incompleta, también descendieron. “En los últimos treinta años, la desigualdad en América Latina se redujo, cuando la medimos con el instrumento que más se utiliza para esto, que son las encuestas de hogares”, dijo la académica para iniciar. A pesar de esta evidencia, los datos sobre desigualdad social en la actualidad desigualdad comúnmente se relativizan frente a las percibidas bondades del modelo económico. Quinto, la elite social (dirigentes sindicales, estudiantiles, etcétera) es la que, por lejos, mejor representa políticamente los intereses de la ciudadanía. Aquello contrasta con la visión política, repetida por la derecha, sus medios, y cada cierto tiempo coreada por sectores de la centroizquierda, de que la irrupción de los movimientos sociales puede hacer peligrar la capacidad de nuestra democracia de representar los intereses de la mayoría.
Hay una generalización que deberíamos poder explicar más allá de características típicas del período”, destacó. Reducir la desigualdad de 0,forty nine a 0,43 para Chile o de 0,50 a 0,forty three para la Región Metropolitana, implica una reducción de cerca de 18% en los conflictos a nivel nacional y de 21% en la RM. Utilizando datos de la CASEN para los años 2009 a 2017, los resultados de este ejercicio indican que alrededor del 11% de la desigualdad (medida a través del coeficiente de Gini) es exclusivamente atribuible al 1% más rico (ver Tabla 1). La desigualdad sería menos problemática si el lugar que ocupan las personas en el orden social fuese pasajero, sujeto a cambios durante el ciclo de vida o, por último, si la posición social de los hijos no dependiera de la de los padres.