Socorro A Los Más Pobres De San Ramón

Tomó además a su cargo la construcción de la capilla del Asilo del Salvador inaugurada el Año Nuevo de 1851, este fue el primer edificio de estilo gótico que conoció el país. Además realizó la restauración de la iglesia de la Compañía destruida en el incendio de 1841 y que se abrió nuevamente en 1847. Participó de la Fundación de la Sociedad Cristiana para el Socorro de los Pobres Vergonzantes, publicó la Vida del Venerable Siervo de Dios fray Pedro Bandersi editada en 1848, escribió una obra related sobre el abate Ignacio Molina.

socorro de los pobres

Pero su marcha se consideró un desafío por el pueblo, que al día siguiente continuó con las revueltas, asaltando almacenes de comestibles, cárceles y cuarteles. El presidente del Consejo de Castilla, Diego de Rojas, fue tomado entonces como prisionero en su propia casa, y obligado a redactar una carta al rey en la que se le exponía la situación, y se le conminaba a ratificar su promesa de respetar las peticiones populares. El rey así lo hizo, aunque contestó que no regresaría a Madrid hasta que la ciudad estuviera completamente asegurada. En consecuencia, desde la entrega de vagos en las distintas Cajas de provincia, la jurisdicción militar era la que pasaba a hacerse cargo de los mismos, y para ello se formaba una cuenta o relación de los socorros suministrados a los detenidos hasta su puesta en destino que se pasaba a la Secretaría de Guerra.

Ese tiempo del descanso al que somos invitados como copartícipes de la creación que Dios nos ha regalado, es mucho más que la sola recuperación de las fuerzas del músculo o la mente. En efecto, es tiempo para mirar y dar sentido al conjunto de la tarea que realizamos como parte de un proyecto de vida private y comunitaria. Vives, Juan Luis, Tratado del socorro de los pobres (Brujas, 1526, trad. solid. de J. G. Nieto, Valencia, s.f.). Sempere y Guarinos, J., Policía de España acerca de los pobres, vagos y malentretenidos, en Biblioteca, cit. Historia de la educación social en la España moderna y contemporánea (Barcelona, 1997).

La relación actual entre la especie humana y la naturaleza es la de una sociedad industrial que hiere a la naturaleza, la explota sin límites, con arrogancia y soberbia y la de una naturaleza que responde con desórdenes que ya afectan a la salud misma de la especie (von Wright, 1996). A esta venganza, la sociedad ofrece una defensa débil y desconcertada que se explica, más que por deficiencias técnicas, por la fragilidad ethical que sigue a la ausencia de valores solidarios. Se prohíbe la difusión de las imágenes de esta colección en plataformas digitales que permitan la libre descarga en alta resolución. Los cristianos tenemos una poderosa fuente de inspiración para recuperar el tiempo de cultivo de la propia persona en el descanso de Dios en el día séptimo, luego de la creación de todo cuanto existe, tras haber comprobado que era bueno (Gn 2, 1-2). Proponemos buscar una espiritualidad que vincule ocio y trabajo como un binomio cuyos términos se convocan uno al otro tanto en la cotidianeidad de cada día, como en el trayecto very important más extendido en el tiempo.

El género humano ha dejado de ser una concept abstracta  para convertirse en una sociedad concreta, unida, para mal o para bien, por un destino común (Torreti, 1971). Este puede consistir en la aniquilación general por conflagración atómica o por el envenenamiento del ambiente o bien, en nuevas y mejores condiciones materiales de vida para todos. No parece verosímil que la especie humana, por esquivar la primera alternativa, renuncien a toda la civilización industrial que, a su vez, nos tienta con la segunda. Sujeto político es cualquier individuo de la especie humana que decida actuar de inmediato contra el daño (Marx-Engels). La inmediatez distingue a este sujeto político del “ciudadano” que debe esperar la mediación del Estado para actuar, lo que supone demora. Su utilidad y la de sus representantes se manifiestan cuando operan como portavoces del sujeto político en lucha.

Estas «policlínicas», por la creciente demanda del servicio, debieron instalarse no solo en el centro de la ciudad sino también en los barrios periféricos de Santiago. La presencia de las Hermanas de la Caridad fue definitiva para impulsar este tipo de atención, que inauguró el primer dispensario para distribuir pan en el barrio de Belén en 1876. Posteriormente, médicos y religiosas impulsaron la atención de los niños y los adultos en puntos estratégicos de la geografía urbana de la pobreza. El trabajo está dividido en cinco capítulos, cada uno de los cuales ofrece una reflexión rigurosa que considera el análisis cualitativo y cuantitativo y permite profusamente apreciar la destreza de la autora para desentrañar los ejes medulares en la transformación del concepto de pobreza y de la «cuestión social».