Otros elementos que pueden motivar la desigualdad social son la cultura, la etnia, la raza, la religión, el origen y la nacionalidad, las costumbres y la ideología. El Banco Mundial determinó a partir del gasto básico necesario, la Paridad de Poder Adquisitivo (PPA) en 370 dólares anuales por cápita para los países en desarrollo más pobres. Siguiendo el mismo parámetro, todos aquellos que vivieran con menos de 275 dólares al año son “extremadamente pobres”.
La desigualdad social tiene consecuencias muy concretas y muy contrarias al desarrollo armónico de las naciones o de la humanidad. La perpetuación de la pobreza, el afianzamiento del resentimiento y la necesidad de las revoluciones o de los conflictos violentos son apenas algunas de ellas, ya que el malestar de hallarse estancado en estratos sociales inamovibles suele conducir a la depresión o a la rabia en las colectividades oprimidas. “No hay otra”, señala, ya que “si se quieren tener recursos públicos para invertir en educación y salud no hay que otra que tener ingresos públicos que se colectan a través de los impuestos”. La experta también propone invertir “en una seguridad social que pueda proteger a los individuos cuando haya una situación de desempleo, cuando se jubila o cuando hay una discapacidad”. La desigualdad entre países llevará inevitablemente a la migración pero, si está se gestiona de forma adecuada, no solo beneficiará a los migrantes sino que también ayudará a reducir la pobreza y las diferencias sociales y económicas.
Las ocupaciones que son clasificadas como trabajos comunes y que todas las personas pueden ejercer con poco entrenamiento o escasa capacidad tienden a pagar menos. Dentro de cada grupo ocupacional hay grandes diferencias en el poder adquisitivo, especialmente en los niveles profesionales y administrativos más altos. Lo que hace la desigualdad económica en sí es estratificar o crear clases o niveles en la sociedad, es decir, ricos/clase media/pobres.
El cuestionamiento es más enfático aún al plantear la sustitución del hogar por los individuos como unidad de análisis para los indicadores de pobreza. Tomar el hogar como unidad de análisis presupone que existe en los hogares una distribución equitativa de recursos entre sus integrantes, que sus necesidades son equivalentes y que las decisiones son democráticas y por consenso, sin conflictos y negociaciones. Pasar a los individuos como unidad de análisis permite identificar a las personas que carecen de ingresos propios y de autonomía económica, tanto en los hogares pobres como en los no pobres. Al respecto, recordemos que los últimos datos disponibles de la CEPAL para la región nos hablan de forty three por ciento (CEPAL, 2004a) de mujeres mayores de 15 años en el área urbana que carecían de ingresos propios en 2002, mientras que sólo 22 por ciento de los hombres se encontraba en esa situación. Esta información evidencia que la falta de autonomía económica coloca a las mujeres en una situación más vulnerable e incrementa la probabilidad de que importantes grupos de mujeres enfrenten situaciones de pobreza si se modifican sus situaciones familiares y conyugales.
La desigualdad económica refiere a la distribución diferenciada de la riqueza entre personas y/o entre grupos sociales. Dicha distribución diferenciada condiciona el acceso que los individuos o grupos pueden tener respecto a bienes y servicios. Uno de los problemas más importantes del mundo en la actualidad es la desigualdad social, una situación que divide a las personas y coloca obstáculos para su desarrollo. Y la organización desigual de la sociedad provoca desigualdad económica, lo que hace mucho más compleja esta problemática. Un análisis de las actividades cotidianas de los hogares desde el punto de vista del uso del tiempo muestra la distribución desigual del trabajo dentro de la familia.
El Banco Mundial ha estado buscando establecer una línea internacional de pobreza que aplique para cualquier país independientemente de su nivel de desarrollo, sin embargo, esto no ha funcionado. La relativa parte asumiendo que hay una relación entre pobreza y distribución de ingresos, los pobres están en un contexto de producción y distribución específico. Sin embargo, esto implica que la cantidad de pobres se mantiene por periodos largos de tiempo. Para evitar eso, se ha puesto en práctica la delimitación de la pobreza de acuerdo con las medidas de distribución de ingresos, por ejemplo, el promedio de estos.
La desigualdad sería menos problemática si el lugar que ocupan las personas en el orden social fuese pasajero, sujeto a cambios durante el ciclo de vida o, por último, si la posición social de los hijos no dependiera de la de los padres. Pero esta condición no se remite solo a diferencias en calidades de vida, ya que tiene asociado un conjunto de problemas que implican, especialmente, trabas a la justicia, a la convivencia y al desarrollo económico. En los últimos 15 años ha habido una reducción de la desigualdad de los ingresos, aunque el coeficiente de Gini de zero.48 en la última medición disponible para Chile (2017) está lejos aún del promedio de las economías desarrolladas (figura 2). Al igual que otras naciones de América Latina, su origen se remite a la Colonia, cuando se constituyeron las instituciones que la inician, como la concentración en la propiedad de la tierra y la relación jerárquica entre la clase alta y el bajo pueblo. Incluso los países más equitativos exhiben algún grado basal de desigualdad vinculado a la división del trabajo, la que requiere pagos diferenciados acorde a la complejidad de las ocupaciones o para el fomento de actividades que están sujetas a un appreciable nivel de riesgo, como la innovación y la labor empresarial.
Una de las consecuencias de la desigualdad social de la nueva España es la baja participación política de los sectores pobres. De acuerdo con el VIII Informe FOESSA, en los barrios menos favorecidos pueden encontrarse tasas de abstención de hasta 75%, lo que da cuenta de una falta de integración de estos sectores a las vías regulares de representación política. La homogeneización cultural representa otra causa de desigualdad socioeconómica ejemplos la desigualdad debido a que los patrones y grupos que se resistan a dicha homogeneización pueden y tienden a quedar excluidos de las dinámicas modernizadoras de las sociedades actuales. La discriminación que efectúan personas o grupos sobre otros se basa en muchos aspectos dependiendo del contexto, siendo los más comunes la posición socioeconómica, lugar de residencia, género, raza y las creencias religiosas.
El bienestar físico y psicológico de las personas puede verse afectado cuando se dificulta el acceso a los servicios de sanidad por falta de recursos económicos. Estudios del Journal of Gerontology han indicado que las personas más acaudalas viven con buena salud por un tiempo más prolongado que los pobres. Las desigualdades sociales han estado presentes en todas las civilizaciones a lo largo de la historia. Desde la aparición de núcleos sedentarios y ciudades, la división del trabajo y la organización jerárquica de desigualdad social y medio ambiente los grupos humanos dio lugar al nacimiento de distintos estratos o clases sociales. En el presente estudio se asume el pensamiento de la medicina social y la salud colectiva de América Latina junto con el marco conceptual de determinantes sociales de la salud. Ambos enfoques no son contradictorios, sino que se encuentran estrechamente vinculados para la búsqueda de un desarrollo propio garante de la soberanía de los pueblos y que de acuerdo con las coyunturas geopolíticas y sociales deben ser aprovechados al máximo.
Las condiciones de desigualdad social impulsan el movimiento migratorio forzado de las víctimas de la desigualdad, que buscarían mejores condiciones de vida en otro territorio del país o del continente. Esta desigualdad se vuelve un problema cuando la distribución de la riqueza condiciona en exceso el desarrollo de los menos beneficiados, que se ven envueltos en una desigualdad de oportunidades respecto a las personas que acumulan la mayor proporción de riqueza en una sociedad. Uno de sus agravantes es la disminución del poder adquisitivo, que es propio de los contextos de inflación o hiperinflación. La desigualdad social es un obstáculo para el desarrollo particular person de los más desfavorecidos y también de la sociedad como conjunto. La comprensión de este complejo fenómeno, que se manifiesta de diferentes maneras, constituye un primer paso para poner solución esta lacra que padecemos a nivel global.
El conjunto de estos últimos no tiene, de hecho, sólo un efecto disgregador, sino que también puede ser utilizado con el fin de una tendencia unificadora. Cuando un sujeto pasa de una experiencia consolidada a otra profundamente diferente, él experimenta una presión que puede ser endurecida en sus anteriores convicciones y marcos de referencia, pero también puede llevarlo hacia un cambio, una adaptación de la representación del Self a las exigencias del nuevo. Precisamente en virtud de este proceso, realizado por los medios de comunicación de masas, estamos lejos de sostener que dan una visión completa del mundo; al contrario, se sirven de representaciones incompletas, idealizadas y, ante todo, utilizables en el mercado. La movilidad social ascendente que existía en los años 1940 ha disminuido en la actualidad, lo que significa que tanto el privilegio como la pobreza tienen más probabilidades de persistir a lo largo de las generaciones, afirma un experto en derechos humanos, que señala que la pobreza se convierte así en una trampa. El documento advierte que si no se toman medidas de inmediato, millones de personas pueden acabar en la pobreza tan pronto como en diez años. El informe revela que el extraordinario crecimiento económico registrado en las últimas décadas ha fracasado en cerrar las divisiones entre los países y dentro de ellos.
Lo lógico sería pensar que los que tienen capitales más grandes sean los que más aportes realicen a los sistemas tributarios o de tipo fiscal. Pues no siempre es así, lo cual permite que las clases más favorecidas aumenten sus beneficios y los grupos sociales marginados lo tengan más difícil para ascender en la escala social. La Organización de las Naciones Unidas incluyó la lucha contra la desigualdad social como uno de los objetivos prioritarios de gobernanza mundial en los próximos 30 años, especialmente en países en vías de desarrollo o en contextos marcados por la pobreza, la exclusión y la marginalidad. Las nociones de igualdad y desigualdad se refieren a la manera en que se distribuye un bien entre una población. Para concretar esta idea se necesita precisar de qué bien y de qué población se trata.[6] La acción de dar un trato diferente a personas entre las que existen desigualdades sociales, se llama discriminación. Esta discriminación puede ser positiva o negativa, según vaya en beneficio o perjuicio de un determinado grupo.
Desde la tradición liberal, John Rawls afirma que “la justicia es la primera virtud de las instituciones sociales, como la verdad lo es de los sistemas de pensamiento”. Por su parte, la filósofa Nancy Fraser habla de la paridad participativa y postula que la justicia exige unos acuerdos que permitan que todos los miembros de la sociedad interactúen en pie de igualdad, tanto a nivel de redistribución como de reconocimiento. La desigualdad social en nuestro país está presente en muchos aspectos del día a día, como por ejemplo en el nivel de renta de las personas. En muchos países del mundo, la privatización de servicios públicos ha pasado de ser una opción de gestión a convertirse en un obstáculo para el cumplimiento de derechos fundamentales de la población. En los casos más extremos, la privatización es un sinónimo de exclusión y marginación de ciertos colectivos. La desigualdad social es una situación socioeconómica que se presenta cuando una comunidad, grupo social o colectivo recibe un trato desfavorable con respecto al resto de miembros del entorno al que pertenecen.