Muestra el avance insuficiente de los marcos jurídicos y legales, que se expresan en insuficiencias en la intervención con personas con discapacidad mental. El involucramiento de los miembros de la comunidad en el desarrollo y la entrega de servicios de salud mental tiene también el potencial de empoderarlos, mediante una mayor conciencia y capacidad para actuar sobre los determinantes sociales de la salud mental, generando así una mayor management de la comunidad sobre su salud. La delegación de funciones requiere, sin embargo, el desarrollo de materiales de apoyo técnico, así como la diversificación de los roles profesionales para asegurar un apoyo continuo y supervisión. Esto plantea un desafío tanto en países de ingresos altos como medios y bajos, dado que pocos programas de formación en las disciplinas relevantes en salud mental incluyen contenidos de promoción de la salud mental y prevención de las enfermedades mentales(56). Muchas de las enfermedades crónicas de principios del siglo XX, como la lepra, la sífilis y hasta hace poco la tuberculosis y la poliomielitis, han llegado a ser tan raras como desconocidas para las nuevas generaciones de médicos.
Considerando el aumento en consultas por ansiedad, trastornos del sueño y cuadros depresivos durante los últimos meses, no habría de extrañarse en que unos de los problemas que se prevén publish Covid-19 sea la salud mental de las personas. Teniendo eso en cuenta es que las OMS entregó diferentes medidas para cuidar este aspecto de la vida de las personas, dentro de las que se encuentran mantener la actividad física, seguir conectados a través del teléfono o Internet con familiares y amigos y mantener una alimentación saludable. El año 2006 recibimos el Sello Bicentenario otorgado por el Gobierno de Chile al “Modelo de Intervención Psicosocial” aplicado a la asistencia terapéutica de familias en situación de pobreza. La perspectiva del modelo considera a las familias de los sectores excluidos y vulnerados de la sociedad, desde un énfasis puesto en su dignidad y en sus recursos, los que, por falta de oportunidades, no han podido desplegarse en toda su potencialidad. Proponemos cambiar el foco del daño al del desafío, construyendo acontecimientos protagonizados en conjunto.
El énfasis de estos movimientos en la familia tradicional y en el valor espiritual del trabajo transformó la mirada moralizadora hacia el pobre. El ideal ethical de la elite comenzó a girar en torno a la figura del ‘empresario con familia’, lo que luego fue proyectado hacia los sectores populares, sobre todo mediante acciones privadas (Thumala 2007, Aguilar 2011). Paralelamente, en el periodo de la dictadura cívico-militar y la instauración del sistema neoliberal, a través de programas sociales, se inculcó en los sectores populares un énfasis en el emprendimiento y la competencia como formas de acceder al bienestar social (Han 2012). “Es una mal llamada Ley de Salud Mental, porque lo que se está discutiendo es un proyecto de Ley de Protección de la Salud Mental y está muy orientada a personas que presentan afecciones de salud mental o abiertamente alguna discapacidad psíquica o intelectual. Lo que propone esta ley es hacer definiciones y declaraciones para el respeto de los derechos fundamentales de estas personas, muy orientada a evitar a que se generen más situaciones de vulnerabilidad, estigmatización, discriminación y marginación hacia este grupo”, dice María Isabel Robles, trabajadora social y experta en temas de salud mental. Debe continuar asimismo el aumento del número de patologías cubiertas por el plan AUGE/GES, priorizando las patologías mentales y las atenciones en salud mental infanto-juvenil.
Y hasta que no exista un cuestionamiento a la ideología moralizadora de la pobreza, y un reconocimiento de cómo esta visión se ha expandido en la sociedad chilena, será muy difícil lograr cambios estructurales profundos que permitan avanzar hacia mayores niveles de equidad, derechos universales y bienestar colectivo. El análisis aquí propuesto se basa en mi propia trayectoria de investigación acerca de distinciones de tipo morales entre grupos sociales, y su rol en los conflictos y fricciones políticas actuales. Mas específicamente, me baso en una investigación que realicé hace casi diez años para mi memoria de pregrado en antropología social en la Universidad de Chile acerca de los discursos de la pobreza por parte de la elite económica (ver Bowen 2013, 2015). Sorprendentemente, los hallazgos de dicho estudio siguen vigentes para comprender el actual y difundido discurso de la flojera en la sociedad y en el debate público chileno. Hace unas semanas, en medio de la pandemia por el Covid-19 y una de las mayores disaster sociales y económicas del país en décadas, distintos representantes de asociaciones de empresarios chilenos se opusieron al tercer retiro de fondos de las AFP. Los representes gremiales sugirieron que, si la población disponía de dinero o recibían un bono comparable a su sueldo, entonces estos ya no iban a querer ir a trabajar.
Mientras los objetivos de la investigación biomédica para la enfermedad cardiovascular, la diabetes y el cáncer en basic son la cura y la prevención, comparativamente existe poca investigación acerca de estos aspectos para la enfermedad mental. A pesar de lo anterior, la investigación en enfermedad mental ha tenido avances exponenciales durante las últimas décadas. Para avanzar hacia una sociedad más inclusiva y superar la exclusión social provocada por la pobreza, se requieren políticas y prácticas efectivas que aborden tanto las causas fundamentales como los síntomas de la pobreza. Esto incluye la implementación de programas de apoyo económico que aseguren un mínimo important para todos, inversiones en educación y salud accesibles para comunidades marginadas, y la creación de oportunidades de empleo digno. Además, es esencial abordar la estigmatización de la pobreza mediante campañas de sensibilización que promuevan la empatía y el entendimiento.
Mantener una buena comunicación y relaciones interpersonales resulta ser un muy buen factor protector. Cultivar diálogos positivos y amigables, practicar el respeto, escucha activa, empatía, un saludo cordial son ejemplos de contribuciones concretas y particulares que no dependen de otros para realizarlas diariamente y que de seguro pueden contribuir a hacernos cargo de la Salud Mental. Otro elemento de ayuda es el autocuidado, por ejemplo; no abandonar los tratamientos médicos y psicológicos. Es muy frecuente que, ante una mejoría, los usuarios tienden a interrumpir (por esa aparente mejoría) sus tratamientos. la pobreza es un estado mental El pasado martes 03 de octubre, el académico de la carrera de Trabajo Social UVM, Mario Catalán Catalán, participó en el Seminario “Del Dicho al Derecho de Discapacidad Metal y Pobreza” organizado por el Hogar de Cristo, para el lanzamiento de la investigación Trayectorias de Inclusión Social de Personas con Discapacidad Mental en contextos de Pobreza y Vulnerabilidad. “Creo que la oportunidad de avanzar como sociedad es generar espacios de discusión, es una tarea de todos y todas, de la academia, de la sociedad civil, del mundo público y político, donde se debe ir encaminando una sociedad más justa y equitativa.
Durante la infancia y la adolescencia, la capacitación para los padres y los programas de aprendizaje socioemocional, especialmente los programas de habilidades para la vida —implementado en Chile desde hace casi 20 años—, han demostrado producir buenos retornos para la inversión en el largo plazo(55,58). El estrés asociado con la incertidumbre económica y la exclusión social contribuye a un estado de constante alerta psicológica, que erosiona el bienestar mental. Reconocer el impacto que la pobreza tiene en la salud mental es un paso important hacia el desarrollo de intervenciones y apoyos específicos que puedan aliviar tanto la carga económica como psicológica la pobreza diapositivas que enfrentan las personas en situación de pobreza. Concretamente en Chile, existen más de 240 mil personas con discapacidad mental, psíquica y/o intelectual, de las cuales el 40% se encuentra en situación de pobreza monetaria y/o multidimensional. Lo anterior, se traduce en mayores dificultades de acceso a los servicios de asistencia sanitaria, de apoyo social y redes, generando en ellos una importante situación de aislamiento. Existiendo una correlación entre la problemática de salud mental y los aspectos sociales que determinan producen y reproducen en muchos casos la patología misma y el escenario social «condiciones de pobreza, factores materiales y de origen de clase”.
Existen enormes necesidades en salud mental de los niños y niñas en residencias debido a sus historias de vida, que no han sido abordadas de forma integral por la purple de protección y salud. En tanto, el decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, Patricio Oliva, valoró la instancia donde se habló de discapacidad mental y pobreza. 1) Derecho a la igualdad y no discriminación, así como al igual reconocimiento como persona ante la ley.2) Derecho a la salud e integridad de la persona.3) Derecho a la educación.4) Derecho a la habilitación y rehabilitación.5) Derecho al empleo6) Derecho a vivir de forma independiente y a ser incluido en la comunidad. En la esquizofrenia, por ejemplo, el primer estudio publicado sobre la utilización de estos criterios para la identificación de individuos de alto riesgo encontró una tasa de transición a psicosis completa de un 40% dentro de un año(27). En el caso de la bipolaridad, 20% de los adolescentes que presentan síntomas subsindromáticos (trastorno afectivo bipolar no especificado) desarrolla trastorno bipolar tipo I después de 4 años de seguimiento(33). Las personas que viven con un presupuesto ajustado tienen su capacidad cerebral efectiva, o lo que los investigadores llaman ‘ancho de banda mental’, drásticamente limitada por el estrés de fin de mes, lo que no significa que sean menos inteligentes.
Los sujetos que se consideran como de alto riesgo clínico tienen una probabilidad elevada de desarrollar un trastorno psiquiátrico. Estos individuos a menudo se identifican mediante el uso de tres criterios diferentes, aunque frecuentemente algunos cumplen con más de uno. En primer lugar, las personas con síntomas subumbrales están en alto riesgo clínico de una enfermedad mental. Es lo que ocurre con las alucinaciones o delirios en la esquizofrenia o los síntomas del ánimo en la bipolaridad.
Se trata de cosas que para una persona que tiene sus necesidades básicas cubiertas y, en cierta medida aseguradas, parecen sencillas de realizar, pero según un informe del Ministerio de Desarrollo Social entregado en 2018 en Chile un 4,5% de la población no cuenta con servicios higiénicos y un 9,8% vive hacinado. Y según la Cepal, en un reporte que da cuenta del impacto de la disaster por Covid-19, se anticipa que el porcentaje de personas en situación de pobreza en Chile llegará al 13,7%. El profesor argumentó que este tipo de investigación muestra que “el tecnoestrés, en relación a las clases remotas, es un problema cuya causa es compleja y requiere la coordinación de políticas nacionales de educación, vivienda y salud, entre otras”. Cada 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental y el lema para este año es “La Salud Mental es un Derecho Humano Universal”, un llamado a crear compromiso y conciencia sobre lo que es salud mental, los espacios de nuestra vida que toca y así poder defenderla como un derecho humano common (OMS/OPS, 2023). En la línea de acción social, podrán presentar postulaciones las fundaciones y corporaciones que tengan proyectos de entre 6 a 12 meses y que tengan propuestas en todas las dimensiones de la pobreza multidimensional, con especial atención a las demandas sociales destinadas a salud mental, migrantes, desigualdades de género y participación ciudadana. Distintas instituciones de educación superior buscan, por medio de protocolos, unidades de atención psicológica, convenios, seminarios, congresos, etc. promover y prevenir la salud mental de nuestra población.
Por ejemplo, es muy común utilizar como categoría diagnóstica la crisis de pánico o ansiedad, sin embargo, no todo resulta ser estrictamente una crisis como tal. En los distintos problemas de salud mental existen niveles bajos, medios y severos y no siempre se hace esta distinción. En el nivel de salud mental world, la incorporación de estos lineamientos en políticas públicas internacionales(24,fifty seven,58) debiese guiar los objetivos propuestos localmente para las nuevas generaciones, en aras de reducir la prevalencia, morbimortalidad y discapacidad, hoy y a futuro, generada por las enfermedades mentales. El objetivo es el empoderamiento de los sujetos más vulnerables en el abordaje sobre los determinantes sociales de su salud mental.
Para estos cambios resulta elementary contar con los fondos necesarios, por lo que se requiere destinar un mayor porcentaje del presupuesto público a salud mental, logrando así alcanzar al menos el 5% propuesto hace más de una década para el 2010 y que se acerca al 5,1% destinado por los países de altos ingresos. En este escenario, se podría plantear una meta del 10% al 2030, la cual estaría más ajustada al gasto económico que significan las enfermedades mentales para el país. Contar con presupuesto, infraestructura y private necesarios para tratamientos eficaces es un imperativo de protección social. Las enfermedades mentales empeoran la calidad de vida, aumentan el riesgo de enfermedades físicas y significan un costo económico y social tanto para las personas como para el país.
Cifra que aumenta año a año, debido al envejecimiento de la población y al aumento de las enfermedades crónicas (66,5% de todos los años vividos con discapacidad en los países de ingresos bajos y medianos)(14). Se afirma que las personas con discapacidad tienen menos acceso a los servicios de asistencia sanitaria y, por lo tanto, necesidades insatisfechas en relación con ello(15). En relación a la salud mental, se calcula que existen 450 millones de personas en el mundo que sufren actualmente de trastornos mentales, y que el gasto generado por estos puede equivaler al 3–4% del producto nacional bruto de los países desarrollados(16). Si entendemos por discapacidad la limitación producida por una deficiencia física o mental al interactuar con las barreras del entorno(17), nuestro desafío es levantar las barreras que tienen los pacientes para acceder y conseguir tratamiento, así como todas aquellas barreras (educacionales, laborales, de vivienda y alojamiento, entre otras) que generen discapacidad mental. Además, diversos estudios a nivel mundial demuestran la relación directa que existe entre la condición de vida de las personas y los trastornos mentales y, por consiguiente, la asociación poco virtuosa entre una mala o inadecuada salud mental y las personas que viven en situación de pobreza. Tal vez esta es la expresión más cruda de la desigualdad en nuestra sociedad, la que hasta ahora ha sido tímidamente abordada por las políticas públicas en Chile.