Repositorio Bibliotecas Udec: Efecto De La Cohesión Social Sobre La Relación Entre Desigualdad Económica-social, La Violencia Interpersonal Y La Calidad De Vida, En Población Urbana De Las Comunas De La Ex Región Del Biobío

A nivel de territorio chileno18, resulta interesante evaluar el IDH por regiones, lamentablemente, estos datos solo se encuentran disponibles para el año 2003 gracias al PNUD y Mideplan (2005). En la (Tabla 6) se puede apreciar que para el año 2003 los IDH más bajos correspondían a las regiones del Maule y La Araucanía, con un valor de 0,675 y 0,679 respectivamente. Resultados que actualmente podríamos comparar con los obtenidos por Bolivia y el Salvador, países con un nivel de desarrollo humano medio. Por su parte, las regiones con mayor desarrollo humano, como era de esperar, fueron la Región Metropolitana y la región de Magallanes, con resultados comparables actualmente con México y Santa Lucía respectivamente, países con alto nivel de desarrollo humano. Respecto del año 1994 las regiones que mejoran son Magallanes, Aysén, Coquimbo y Antofagasta. Por su lado, mantienen su posición relativa, las regiones Metropolitana, de Los Lagos, de La Araucanía, del Biobío y del Maule.

Abordar el desafío de reducir las desigualdades y la exclusión requiere, en primer lugar, entender sus causas, sus raíces históricas, sus formas de reproducción y sus consecuencias sobre la vida de las personas. Chile ha presentado gran progreso en las últimas décadas en lo referente a indicadores de salud, con cifras comparables con países desarrollados en cuanto a mortalidad infantil y basic. Sin embargo, igual como pasa con el crecimiento, estos logros no benefician a toda la población de la misma manera, existiendo diferencias a nivel regional. Este tipo de desigualdad suele crear malestar por parte de la ciudadanía y descontento hacia las autoridades públicas, a quienes se exige salud de calidad y para todos.

Es por esta repetición infinita de hechos, que los chilenos y chilenas nos damos cuenta que la precariedad de unos está vinculada al privilegio de otros. La matrícula en educación superior ha crecido rápidamente, y hoy muchos estudiantes son los primeros en su familia en graduarse de cuarto medio y acceder a la educación superior. Este proceso es positivo, porque aumenta el capital humano necesario para el crecimiento económico y provee oportunidades que antes no existían para sectores pobres.

La relevancia viene dada porque son precisamente estas personas que concentran altos niveles de ingresos, quienes adicionalmente ejercen una influencia importante en las decisiones y en el diseño de políticas que finalmente los terminan favoreciendo a ellos mismos. ¿Por qué ha habido tal cantidad de manifestaciones y protestas durante los últimos años en Chile? ¿Cómo es que temas tan diversos como el transporte, la educación, la salud, el sistema previsional, los derechos sexuales y reproductivos, la vivienda, la asamblea constituyente, el medio ambiente, and so on. han ido suscitado tanta adhesión en la ciudadanía? ¿De qué modo las desigualdades han erosionado los lazos sociales y han cuestionado la legitimidad de las instituciones en el país?

Uno de los factores decisivos a la hora de comprender la desigualdad en Chile es la permanente justificación cultural de la importancia de conservar ciertas concentraciones de poder (político o económico) en ciertos grupos específicos, siempre pensando en el bien del país. Desde el poder militar para conservar el orden, el poder eclesial para conservar la moral, hasta el poder de la clase política para preservar la estabilidad; Chile ha estado atravesado por hipótesis que justifican la acumulación de recursos como condición para la civilización. La ciudadanía ha sido vista como fuente de caos, animalidad, instintos, frente a la sabia razón que inspiraría a los grupos dominantes. Por su parte, el sociólogo afirmó que la gente antes del estallido social estaba menos tolerante o eran menos capaces de justificar una desigualdad de ingreso. Pero cuando hay mucha desigualdad la mayor parte de las personas que gana menos que el promedio, se moviliza. Más estratégicamente, se ha utilizado activamente la tecnología de la información y las comunicaciones (TICs) para desarrollar contenidos y aplicaciones, ampliando la oferta educativa a través de los medios de comunicación, apoyando a niñas y niños para que sean capaces de continuar y disfrutar su proceso de aprendizaje.

Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile», el que dio a conocer las enormes brechas que existen en nuestro país. No es coincidencia, entonces, que en nuestra encuesta solo una de cada tres personas del primer quintil de ingresos pensara que contaría con ingresos suficientes en la vejez para cubrir sus necesidades básicas. En el mediano plazo, probablemente habrá que discutir elementos más estructurales del sistema de seguridad social, discusión que le corresponde a las instituciones políticas”.

Por ejemplo, respalda fuertemente un rol en salud y educación, pero no así en el caso de las telecomunicaciones. Esta comparación contrasta con el discurso de la –poco pluralista– prensa chilena, que suele poner las demandas de la ciudadanía como un ejemplo de irracionalidad, mientras que sitúa el pensamiento empresarial como ejemplo de cordura y pragmatismo. Primero, existe una distancia abismal entre las ideas políticas de la ciudadanía y de la elite económica. La ciudadanía quiere clases de organizaciones mayoritariamente que el Estado se haga cargo de un conjunto de temas claves para la sociedad, mientras que la elite económica, por el contrario, prefiere un Estado que no asuma tal responsabilidad. 3Para que un análisis basado en encuestas de hogares con diseño muestral probabilístico tenga validez sobre la población objetivo, se debe usar un ponderador para la estimación de cualquier variable de interés, lo que da cuenta del número de personas de la población que representa un individuo encuestado.

de la desigualdad social

Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile, publicado por el PNUD en junio de 2017. La variante chilena de la matriz republicana se fundamentó en un “pecado original” del republicanismo chileno. La república es instaurada por una oligarquía que, entre otros factores, gozaba de una fortaleza cultural enorme en medio de un país donde el siglo de las luces había pasado entre sombras. El siglo XIX chileno está marcado por sociedades literarias, por la Universidad de Chile, el Instituto Nacional, las escuelas normalistas, la redacción de las leyes, el diseño desde el positivismo de un país racionalista. Pero esta fuerza enorme en dirección de la razón, la ciencia, las artes y la religión al servicio de la república, tuvo (como decíamos) un vicio de origen. Se asumió que la ausencia de racionalidad y madurez de la sociedad chilena era tan brutal que, en tanto no fuera educada, la política no podía hacerse con la ciudadanía.

Esto no se traduce en una situación generalizada de precariedad, porque hay más fuentes de ingresos. También hay un agravante de género a considerar, por cuanto más de un 70% de las mujeres asalariadas con educación media completa y que trabajan más de 30 horas semanales, obtiene una remuneración por debajo del umbral citado. Incluso los países más equitativos exhiben algún grado basal de desigualdad vinculado a la división del trabajo, la que requiere pagos diferenciados acorde a la complejidad de las ocupaciones o para el fomento de actividades que están sujetas a un considerable nivel de riesgo, como la innovación y la labor empresarial. Por su parte, Romero puso el énfasis en cómo se ha abordado, desde el Estado, la dualidad de desigualdad y pobreza.

En la literatura económica, desde hace décadas, existe consenso en que un país o territorio no debe ser evaluado únicamente por sus indicadores económicos de productividad, sino que también por su capacidad para reducir la pobreza y la desigualdad, ambos conceptos entendidos como males para una sociedad (Gasparini et al., 2014). Al ser la pobreza reconocida como mal social, no es de extrañar que sea un concepto ampliamente estudiado y que sea propósito de cada Gobierno reducirla al máximo. Asimismo, el hecho de obtener un ingreso insuficiente es consecuencia de las desigualdades estructurales de un sistema económico (Macías, 2014).

En efecto, la investigación del Pnud, revela que el 41% de los chilenos experimentó “malos tratos” en el último año, lo que afecta mucho más a las personas de clase baja. “Las personas entienden que no tenemos todos que ganar lo mismo, y eso no genera un problema, pero una demanda mucho más potente de parte de la sociedad es el buen trato” en el comentario de una de las investigadoras. Así, pareciera existir un rol persistente y significativo de las instituciones históricas y el impacto de la historia colonial y formas culturales arraigadas de un país en su desempeño y desigualdad económica hoy (Acemoglu y Robinson, 2012). «Llevamos décadas diciendo que Chile en términos de distribución de ingresos, tenemos una alta desigualdad y no mejora incluso después de algunas medidas redistributivas. Del punto de vista de la desigualdad materials, está claro que no la hemos logrado podido revertir eso», detalla Méndez.

En vez de alimentar y construir instituciones cada día, debemos asumir que ellas son eternas e inmutables, siempre perfectas y por tanto los ciudadanos pueden prescindir de su libre albedrío gracias a un marco institucional que les trasciende y que guarda una sabiduría esencial. El ciudadano imperfecto retrocede (es decir, debe retroceder) ante la evidencia de un orden superior. En Chile, los ingresos públicos y el gasto público son relativamente reducidos si se les compara con países de la OCDE. Los fondos del Estado para financiar estas políticas son limitados, y si queremos expandirlas, probablemente tendremos que depender de un gasto público que sea no sólo más eficiente, sino que mayor.

Según el informe anual sobre desigualdad de Oxfam Internacional, las mil personas más ricas del mundo solo tardaron nueve meses en recuperar sus fortunas durante la pandemia, mientras que podría pasar más de una década antes de que los menos afortunados se recuperen. La desigualdad, dicen académicos, tiene que resolverse multidimensionalmente, lo que incluye no solo equiparar ingresos, sino privilegios territoriales, las diferencias de género, étnicas y culturales. Pensando desde una perspectiva histórica del malestar, la disaster de 2011 es una crisis muy relevante, pues la promesa neoliberal era superar las determinaciones históricas del modelo cultural hacendal. El nuevo modelo concentró nuevamente los recursos en pocas manos, pero con un fundamento y operación diferentes. La crisis de organización planteada por los movimientos sociales en contra de diversas formas de injusticia marca una herida con todo un continuo histórico de concentración de poder que parece estar en una condición de cuestionamiento severo. En este contexto los discursos del esfuerzo, las oportunidades y la meritocracia han quedado completamente deslegitimados.

Es decir, se postergó el ejercicio del poder deliberativo de los ciudadanos hasta nuevo aviso y, mientras tanto, se asumió que el management y diseño del país debía residir en las instituciones. “Dejar que las instituciones funcionen”, frase que transformó en emblema Ricardo Lagos, es un resabio claro de la forma autoritaria que adquirió en Chile el republicanismo. Los ciudadanos deben “dejar” su poder en otro sitio, es decir, prescindir de pronunciarse y ceder su acción a las instituciones y su funcionamiento.