La distribución del ingreso en particular, parece haber mejorado en los últimos 10 años, aunque existen importantes heterogeneidades de acuerdo al ciclo de vida del hogar. En explicit, sin considerar los subsidios monetarios, la inequidad del ingreso es alta en hogares con jefes mayores de 60 años, aunque ciertamente el actual esquema de protección social compensa en la dirección correcta. Este efecto es particularmente fuerte, como era de esperarse en el segmento de hogares con jefes no calificados. En los hogares con jefes calificados, es claro el efecto del sistema de pensiones, por cuanto la inequidad de salarios crece justamente para el segmento de hogares con jefes en edad de pensionarse.
A través de las “Recomendaciones desde la ciencia para políticas públicas” o “Policy Briefs”, INCAR pretende informar a la sociedad y promover cambios e innovación en las políticas públicas, basados en la mejor ciencia, para abordar problemas estratégicos del sector bajo el marco del enfoque ecosistémico a la acuicultura. Así, el índice Gini provee de una mirada útil, pero insuficiente, de lo que sucede en los mercados. Los avances que hemos observado son importantes, pero las comparaciones favorables con otros países no pueden llevarnos a acomodarnos en una situación que no se percibe ni como legítima ni como equitativa. Por cierto, esta alta concentración es preocupante para la democracia, no solo por cómo se produce la riqueza, sino que también por cómo se gasta.
Por medio del Coeficiente de Gini se puede determinar la desigualdad en el ingreso, tomando entre 0 y 1, donde 0 corresponde a la máxima igualdad de la distribución del ingreso y 1 corresponde a la máxima desigualdad; es decir, una persona tiene el control whole de los ingresos. Por un lado se encuentran los autores que, basándose en los planteamientos teóricos desarrollados por Kuznets (1955), sostienen que ambas variables tienen una relación positiva. Mientras que en la otra vereda se encuentran quienes han encontrado que esta relación es de carácter negativo, argumentos que se derivan del comportamiento evidenciado en la literatura empírica al momento de estudiar el comportamiento de estas variables tanto en el continente asiático como en Latinoamérica2. Detrás de este indicador, y de todos los demás que se utilizan para medir desigualdad, hay una concepción de bienestar social que se desea capturar. En specific desigualdad ejemplos en la vida cotidiana, está la thought de que, dado un nivel de ingresos totales, a la sociedad no le da lo mismo cómo se distribuyen esos recursos. El indicador que se usa habitualmente para realizar comparaciones internacionales es el índice de Gini, un indicador que fluctúa entre 0 y 1.
Complementa Otero, quien integra el Stone Center de UC Berkeley sobre desigualdad de riqueza e ingresos, para quien es clave hacer realidad el imperativo de que quienes tienen más recursos contribuyan en mayor medida que quienes tienen menos, lo que hoy no se cumple, asevera. Esto, “para equiparar la cancha democrática, tanto al recaudar como al financiar gasto público“. De estos datos es tentador concluir también que la desigualdad que produce el mercado en Chile no es preocupante porque se parece, o es incluso mejor, que la de varios países más desarrollados. Un “área pequeña” es una subpoblación para la cual las estimaciones realizadas en base a métodos estándar (como es el caso de estimaciones directas realizadas a través de una Encuesta) son inadecuadas, debido a que si la muestra de la subpoblación es pequeña, entonces el estimador directo tendrá una alta variabilidad, lo que hace que éste sea muy impreciso. Uno de sus integrantes de 15 años o más que se encuentra ocupado no cotiza en el sistema previsional y no es trabajador independiente con educación superior completa.
Es muy probable que la causalidad opere en ambas direcciones, puesto que una alta desigualdad de ingresos dificulta la igualación de oportunidades en ámbitos como el desarrollo infantil temprano y el sistema educacional, por las grandes divergencias que existen en el capital económico, social y cultural de los hogares de origen. Sin embargo, los hallazgos evidencian que aquello no se presenta como tal en intervalos temporales acotados y con múltiples transiciones políticas, tal como se evidenció en el modelo n.° 10. Estos lapsos crean una inestabilidad de la serie que no permite la correcta estimación de la relación entre desigualdad y tasa de crecimiento del PIB, lo que obliga a tener una base de datos más representativa, situación que no se da en la historia política abarcada en la muestra. Esto plantea la reflexión sobre cómo puede la desigualdad en la distribución de la renta llegar a afectar al desempeño de las economías de los países.
En Chile, si consideramos las contribuciones para la seguridad social como parte de los impuestos al ingreso, este grupo de impuestos representa un 36,9% de la recaudación whole del año 2016. El promedio de la OCDE para el mismo periodo fue de un 59%.[13] Por lo tanto, el sistema tributario chileno no solo recauda poco en términos comparados, sino que además le da mucha importancia a los impuestos al consumo y una menor importancia relativa a los impuestos al ingreso. Además, existen razones para pensar que la progresividad nominal del impuesto al ingreso está mermada por una masiva práctica de elusión tributaria por parte de los grupos más ricos (ver aquí y aquí). El motivo es que el Gini reportado periódicamente por los organismos internacionales no captura correctamente los ingresos de los individuos de más altos ingresos.
Respecto del período de concertación, el primer modelo evidencia que las variables CP y TRANS son no significativas, teniendo además signo contrario al esperado en sus coeficientes; por lo cual, se procedió a eliminar la variable TRANS para estimar un segundo modelo. En este se puede observar que la serie CP continúa siendo no significativa; sin embargo, posee la relación negativa esperada con la tasa de crecimiento del PIB. Ahora bien, el tercer modelo nace a partir de la concept de evidenciar si las políticas de gobierno respecto de las remuneraciones y transferencias afectan a la tasa de crecimiento del PIB de manera tardía. Para ello se aplicaron rezagos a las sequence CP y TRANS, buscando con esto validar este fenómeno8. Las variables CP y TRANS son significativas al 5%, mientras que el PIBpc y la TPM son significativas al 1%, mientras que los signos obtenidos para cada variable fueron los esperados, además tener normalidad de los residuos y homocedasticidad e independencia de los errores. En el modelo n.° 4 se lleva a cabo una nueva estimación que busca ver la incidencia directa de la serie CP en la variable dependiente, en donde la variable independiente es significativa al 5% y con signo esperado, con un r ajustado es cercano al 10%, por lo que explica en gran medida a la variable TcPIB.
De la primera columna se extrae que el PIB per cápita es significativo al 90%, manteniendo el signo negativo de los modelos anteriores. Asimismo, se observa que el ingreso del 20% más pobre es significativo (al 95% de confianza) para explicar las diferencias entre el quintil más rico y el más pobre. A partir del modelo XV, al agregar nuevas variables, tanto el PIB per cápita como los ingresos por quintil dejan de ser significativos. Se observa en la (Tabla 2), que la variable tiempo mejora el ajuste del modelo en todos los casos, destacan los modelos X, XI y XII. De la segunda columna se extrae que el efecto del año 2000 sobre la desigualdad del ingreso fue 0,038 puntos superior, en promedio, al del período base (1994). En los últimos dos períodos, el efecto sobre el Gini fue significativamente menor que el del período base.
No obstante, la forma de clasificación de los trabajadores se encuentra basada en las funciones que se realizan bajo la Clasificación Internacional Uniforme de Ocupaciones en su versión 88, utilizando solo 9 categorías. Como forma de unificar las clasificaciones a deciles poblacionales, se utilizó como información complementaria la Encuesta Suplementaria de Ingresos, también del INE, la cual tiene la cantidad de hogares, según decil, clasificados por grupo ocupacional. Con ese dato en específico se puede establecer el porcentaje de participación de los grupos ocupacionales en los deciles. Con la nueva corriente que relaciona negativamente a las variables surgen estudios como el de Persson y Tabellini (1994), quienes realizan dos modelos de regresión con muestras históricas y actuales, evidenciando un signo negativo de la desigualdad sobre el crecimiento. Dado lo anterior, estos investigadores concluyen que la desigualdad es dañina para el crecimiento, puesto que conduce a políticas que no protegen los derechos de propiedad y no permiten la apropiación privada total de los rendimientos de la inversión.
En 1996, Perotti concluye que las sociedades más igualitarias tienen bajas tasas de fertilidad. Chile presenta un bajo índice de fertilidad, siendo de 1,eight nacimientos por mujer, cayendo por debajo de la tasa de reemplazo (Mieres, 2019). Las familias con más hijos, que habitualmente son las más pobres, deben distribuir sus ingresos entre un mayor número de personas, incrementando los niveles de desigualdad. Por tanto, la convergencia señalada por Larrañaga y Herrera (2008) debiera contribuir a una reducción de la brecha entre ricos y pobres. Chile tiene uno de los niveles de desigualdad de ingreso más altos del mundo, sin importar la forma en que se mida o la información que se utilice.
Las tres regiones del norte, Tarapacá, Antofagasta y Atacama, efectivamente fueron las regiones que iniciaron con los índices de Gini más bajos, logrando menores reducciones de desigualdad en el tiempo. Los años de escolaridad promedio en Chile han tenido una favorable evolución en el tiempo. Se observa en el (Gráfico 8) que en 1955, en promedio, los chilenos no alcanzaban a completar la enseñanza primaria (8 años), llegando a este nivel solo a partir de 1990. En 2014 el promedio fue de 9,eight años, por debajo de la educación obligatoria en el país (12 años) y de los años de escolaridad esperada de acuerdo con el PNUD (15,2 años para 2014). El país busca facilitar cada vez más el acceso a estudios superiores, de hecho la política pública pretende que a través de becas y créditos la educación esté al alcance de la población económicamente más vulnerable.
De acuerdo a la información del COES (2018), la mayor cantidad de conflictos sociales por habitante se producen en las regiones de Aysén, Atacama, Los Ríos, Arica y Parinacota, y Magallanes, todas regiones donde los índices de desigualdad son iguales o superiores al promedio nacional. 12De acuerdo con Macías (2014), el crecimiento que surge por la acumulación de capital físico puede aumentar los niveles de desigualdad, sobretodo en países pobres o de ingresos medios, al aumentar las disparidades entre el campo y la ciudad. 8Forbes (2000) estudia el efecto de la desigualdad del ingreso sobre el crecimiento, se sigue su metodología de análisis de datos de panel, adaptada a este estudio. [3] Los datos tributarios, si bien representan una mejora sustantiva en relación a las encuestas de hogares, tampoco son perfectos. En contextos en donde existe mucha evasión y elusión, éstos también subestiman los ingresos de las personas de más altos ingresos.
Uno podría argumentar, en cambio, que las transferencias son progresivas, pero la manera de recaudar es regresiva, haciendo, por lo tanto, neutro el sistema en su conjunto. Considerando lo anterior, es posible afirmar que el trabajo de investigación se alinea a estudios anteriores respecto del área económica analizada. Respecto de los modelos n.° 9 y n.° 10, se puede observar que no hay significancia en la variable CP.
El análisis en base a distribuciones condicionales del ingreso por tramo de edad, permite observar que los indicadores de distribución del ingreso convencionales esconden una alta heterogeneidad en la posición relativa de los hogares de acuerdo al ciclo de vida. En explicit la inequidad de ingresos es mayor para hogares con jefes hombres de avanzada edad y para hogares de mujeres jóvenes. En la última década, la distribución de ingresos antes de subsidios ha mejorado levemente para los hogares con cabeza mujer (independientemente de su edad), y para los hombres jóvenes, pero no así para hogares con jefes hombres mayores de 60 años. Ahora bien, cuando desigualdad entre ricos y pobres consideramos subsidios, claramente la política pública (sin considerar un criterio de costo-beneficio) ha mejorado de manera importante la distribución del ingreso para todo tipo de hogar. Pareciera que la mejora es mayor para hogares con jefaturas femeninas más jóvenes y para hogares con jefaturas masculinas de mayor edad (ver Gráfico 2). Las encuestas de hogares, como la Casen, sobre las que se basan las estimaciones habituales del Gini, no son capaces de capturar la concentración en la parte alta de la distribución, porque no suelen representar al pequeño grupo de personas más ricas y porque a la vez tienen dificultades para capturar los ingresos del capital.