Proponen Mayor Compromiso Para Erradicar La Pobreza E Indigencia República De Chile

Nos referimos sobre todo a los riesgos que vienen de los desastres naturales, a los efectos del cambio climático, los brotes de enfermedades, los conflictos o crisis políticas y económicas. Tanto el Preámbulo, como la Declaración como la mayoría de los Objetivos (al menos eight de los 17 son de claro contenido social) ponen al ser humano en el centro. Reafirmado por un compromiso ético de primer orden en esta nueva agenda, el desarrollo sostenible debe llegar a todos los seres humanos, sin exclusión ninguna, esta agenda no debe dejar a nadie atrás. Durante la construcción de la nueva agenda, uno de los debates que pasó más desapercibido era, sin embargo, sobre un tema basic, fue la discusión de si debería ser una agenda “people-centred” o debía equilibrar personas, planeta y prosperidad en el mismo nivel.

pobreza moral

«Todos tenemos que buscar soluciones para la pobreza y no llegar y decir que se van a eliminar todos los programas sociales». Hace casi tres décadas los chilenos comenzamos a creernos el cuento de una supuesta superioridad económica, política y social -e incluso moral- frente a los países vecinos. El “jaguar de Latinoamérica” se convirtió en un dicho que se repetía continuamente y ni siquiera nos daba vergüenza. «El malestar psicosocial de la pobreza causa una serie de síntomas de deterioro de la salud como concepto amplio, en lo físico y en la salud psychological. Implica una serie de trastornos y lleva a las personas a un estado de malestar que encuentran en la droga y el alcohol una manera de autocuidado». En tanto, el Representante Adjunto de UNICEF, sostuvo que “la pobreza mata sueños, mata posibilidades.

Es indudable que la pobreza y las desigualdades sociales no surgieron en el país en la década de 1880, como tampoco han desaparecido en la moderna realidad del Chile actual. La pobreza como problema implica un desafío para las sociedades contemporáneas. Luchar por combatir la pobreza económica es el mayor reto de las sociedades desarrolladas, subdesarroladas (y maldesarrolladas).

Estos grupos pueden ser definidos por la cultura, el género, el origen étnico, la religión, la raza, la ubicación geográfica, o edad, entre otras características. Las desigualdades horizontales son el resultado de la discriminación y la exclusión sistémica que normalmente se derivan de los estereotipos y los prejuicios. Estas desigualdades se relacionan con la desigualdad de oportunidades, y tienen experiencia en relación con los derechos y el acceso a los servicios sociales, educación, salud, nutrición, vivienda, bienes, justicia, empleo y recursos económicos. Es decir, vuelve a ser necesario un enfoque multidimensional con el que abordar la desigualdad.

Por consiguiente, los dardos apuntaron al Estado y a la necesidad de common el sistema de libre mercado que rigió en el país, a través de una adecuada legislación social que promoviera y asegurara el progreso y adelanto material de todos los sectores. La primera corriente se originó al interior del mundo conservador-católico que, a partir de la Encíclica Rerum Novarum, adhirió a la línea social cristiana impulsada por la iglesia católica. A grandes rasgos, vio la cuestión social como resultante de una crisis moral que desvirtuó el rol dirigente y protector de la elite criolla. El énfasis estuvo puesto en la responsabilidad que le correspondió a los ricos en el cuidado y bienestar tanto material como espiritual de los más pobres, a través de la educación, la beneficencia, el socorro y la justicia.

Como causas estructurales de la última milla, encontramos la combinación de pobreza extrema reforzada por la desigualdad y la exclusión social. Por tanto, no sirven solo políticas de crecimiento económico inclusivo, o de infraestructuras y transferencias de recursos para cubrir esta última milla. Haciendo lo mismo que hasta ahora, se seguirá reduciendo la pobreza extrema, pero no se erradicará, porque nunca se cubrirá esa última milla. Es preciso abordar las causas profundas de las desigualdades (horizontales) y la exclusión social desde un enfoque de derechos humanos.

Como parte de la vida política y de un modelo de desarrollo, el concepto de autonomía es fundamental, basado en la dignidad humana y en los derechos humanos (Pedrajas, 2005; 2007). Pero las medias y los logros no pueden ocultar a los que se han quedado fuera del progreso. Hoy día, según el Banco Mundial todavía hay casi mil millones de personas (766 millones, de los que 385 millones son niños), que se siguen quedando atrás, excluidas del progreso y de los frutos del desarrollo (Banco Mundial, 2017; UNICEF & World Bank Group, 2016). Es el Bottom Billion de Paul Collier (2007), the Last Mile del desarrollo, la pobreza extrema persistente, reforzada por la desigualdad y la exclusión social (Pedrajas & Choritz, 2016; Chandy, Kato & Kharas, 2015).

Camilo Escalona  también lamentó que «se esté simplificando el análisis de un hecho tan doloroso, como es el aumento porcentual de la pobreza en nuestro país». Añadió que «este es un tema serio que debiésemos analizar con mirada de país, porque obedece a causas de fondo». Una opinión

Y lo que es aun más complejo y perjudicial, el énfasis en lo moral genera distinciones y jerarquías sociales sutiles, ancladas en el orden de lo simbólico, que son muy efectivas para deslegitimar las demandas sociales de los más desaventajados. El discurso de la flojera, entonces, limita el necesario diálogo social, horizontal y libre de estereotipos que se requiere para solucionar las desventajas sociales que afectan a muchos chilenos. Y hasta que no exista un cuestionamiento a la ideología moralizadora de la pobreza, y un reconocimiento de cómo esta visión se ha expandido en la sociedad chilena, será muy difícil lograr cambios estructurales profundos que permitan avanzar hacia mayores niveles de equidad, derechos universales y bienestar colectivo.