A partir de este encuadre, se torna factible revitalizar el aporte de la socialdemocracia a los debates latinoamericanos. En su análisis, el documento afirma que, en 2022, un 29% de los habitantes de la región vivía en condiciones de pobreza y un 11,2% en situación de pobreza extrema. Si bien las cifras muestran una reducción con relación al 2021, los niveles actuales son similares a 2019, año previo al inicio de la pandemia. En tanto “más de 180 millones de personas no contaron con ingresos suficientes para cubrir sus necesidades básicas y, entre ellas, 70 millones de personas no tuvieron ingresos para adquirir una canasta básica de alimentos”.
Bolivia, México y República Dominicana, registran un crecimiento de menos dos puntos porcentuales, y El Salvador donde casi no varió. El reporte estimó que la tasa de pobreza extrema creció del 13,1% al 13,8% en 2021, mientras que la pobreza disminuyó del 33% al 32,1%, alcanzando a 201 millones de latinoamericanos. (2015) “El enfoque del desarrollo económico territorial”, en Costamagna, P. y Pérez Rozzi, S. Enfoque, estrategias e información para el Desarrollo Territorial. En la medianía del registro se ubican Chile, Costa Rica, Ecuador y Paraguay, con aumentos de pobreza de entre tres y cinco puntos; Bolivia, México y República Dominicana, registran un crecimiento de menos dos puntos porcentuales, y El Salvador, donde casi no varió. A día de hoy, el sixty two,3% de la población de América Latina (408 millones de personas) cuenta con dos dosis, pero la distribución es todavía muy desigual dentro de la región.
El Cuadro 1 demuestra la interdependencia tanto entre niveles como estabilidad de ingresos de los pobres urbanos, y sus situaciones de carencias y su capacidad de superar dichas circunstancias. Esta situación, combinada con la heterogeneidad del territorio urbano y sus procesos y actividades económicas, hace difícil y complejo anticiparse a los efectos de los shocks externos en los distintos sectores sociales. La pobreza es un fenómeno complejo y multidimensional, que abarca privaciones en muchos aspectos del bienestar particular cepal pobreza 2021 person y colectivo.
Para muchas de las condiciones que caracterizan la pobreza urbana en nuestra región, la magnitud y estabilidad de los ingresos influyen tanto en forma directa como indirecta sobre las posibilidades de superar o mitigar la condición. Asimismo, el acceso seguro a la infraestructura colectiva (de agua potable, saneamiento, drenaje, calles, espacio público) también tiene relación con la capacidad de pago, y la falta de educación influye sobre ingresos a futuro. A mediados de 2001 había en la región aproximadamente 128 millones de personas que vivían en tugurios, es decir, el 32% de la población urbana. Se prevé que el número de habitantes en asentamientos precarios continuará en aumento si no se toman medidas preventivas y de regularización de la situación precise, complementadas con políticas que den acceso ordenado a la tierra urbana.
Esto quiere decir que la inserción en el trabajo remunerado es elementary, pero no suficiente para alcanzar la inclusión laboral. Se requiere acceso a trabajos productivos, bien remunerados y con acceso a la protección social, en explicit para las mujeres y las personas jóvenes, remarca la CEPAL. Más de a hundred and eighty millones de personas en nuestra región no cuentan con ingresos suficientes para cubrir sus necesidades básicas y, entre ellas, 70 millones no tienen ingresos para adquirir una canasta básica de alimentos”, puntualizó el secretario basic de la CEPAL. El aumento de la pobreza extrema es “consecuencia de una reducción de las transferencias de ingresos de emergencia que no se compensan con el incremento de los ingresos por trabajo”, explica el documento. «La pandemia es una oportunidad histórica para construir un nuevo pacto social. Ahora vienen años de menor crecimiento económico y, si no se mantienen los esfuerzos, serán mayores los aumentos en pobreza y desigualdad», concluyó. «La recuperación económica de 2021 no ha sido suficiente para mitigar los profundos efectos sociales y laborales de la crisis sanitaria», lamentó Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, durante la presentación virtual del informe desde Santiago de Chile.
Latinoamérica aún enfrenta una situación de debilidad económica que será una prueba para los gobiernos el próximo año. Según un informe presentado este jueves por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la región continuará su “senda de bajo crecimiento” para 2024. Mientras la tasa de participación laboral de los hombres fue de 74,5% en 2022, la de las mujeres alcanzó solo a 51,9% (una brecha de 22,6 puntos porcentuales). La cifra entregada por la comisión es un poco mayor que los datos de la encuesta “Casen Pandemia 2020”, que indicó que la pobreza extrema lo hizo de 2,3% a 4,3%. El coronavirus ha agravado los problemas estructurales de la región, provocando la mayor crisis económica en los últimos a hundred and twenty años en Latinoamérica, con una contracción en 2020 del 7,7 % y una tasa de desocupación regional del 10,7 %, lo que representa un incremento del 2,6 % respecto a 2019, según la Cepal.
El problema más generalizado que se observa entre los hogares pobres es la falta de acceso al saneamiento, seguido por la incapacidad de asegurar la tenencia de la vivienda y acceder a redes de agua potable. El desafío principal de los sectores urbanos de pobreza, respecto al tema de los servicios urbanos (agua y saneamiento) es la calidad y el acceso efectivo. En general, existen grandes variaciones entre pobres urbanos en el acceso a los servicios (de buena o deficiente calidad), siendo en gran medida la edad del asentamiento el factor determinante (por ejemplo, los nuevos asentamientos irregulares peri-urbanos habitualmente carecen de servicios) (Banco Mundial, 2004). Aunque los jóvenes son los más expuestos a la pobreza, América Latina completa aún no logra retroceder a los niveles registrados antes de la pandemia.
La experiencia de algunos países parece indicar que la pobreza formal es especialmente weak a los ciclos económicos, tanto por los costos de vivir en viviendas convencionales como por la mayor rigidez que enfrentan los hogares a la hora de ajustar sus patrones de vida cuando lo requieren las fluctuaciones en el ingreso. Estos enfoques tradicionales no consideran factores psicosociales y formas culturales que tienen las personas para enfrentar y asumir sus propios procesos de desarrollo. Un enfoque centrado en el capital humano reconoce explícitamente que los pobres tienen un capital humano inicial que proporciona posibilidades de superar su condición socioeconómica desmejorada. No obstante, desde la perspectiva de desarrollo humano se les critica la falta de una perspectiva integral del desarrollo.
En tanto, la desocupación proyectada para 2022 representa un retroceso de 22 años, afectando especialmente a las mujeres, para las que la desocupación sube de 9,5% en 2019 a eleven,6% en 2022. Al respecto, Rolando Campos, directos de la División de Estadísticas CEPAL, dijo que “tenemos la encuesta Casen 2020 cuyos datos reflejaron una estimación de pobreza de 14,2% y pobreza extrema de four,5%. Sin embargo, si bien esta caída podría valorarse como algo positivo, el informe plantea que los datos de 2022 son similares a las de principios y fines de la década pasada, “lo que revela un avance insuficiente a nivel regional para alcanzar el objetivo de su erradicación”. El gasto social del gobierno central alcanzó un 13% del PIB en 2021 en América Latina, nivel inferior a 2020 pero muy superior al registrado en las últimas dos décadas. De no actuar ahora, la CEPAL advierte sobre el “riesgo de cicatriz permanente en las trayectorias educativas y laborales de las generaciones más jóvenes” de la región.
La perspectiva de necesidades habitacionales insatisfechas materialidad de la vivienda, acceso a agua potable y saneamiento, tenencia, actualmente orienta la política habitacional en América Latina y el Caribe, donde proporciona objetivos agregados sobre los déficits cuantitativos y cualitativos, al marco de desarrollo de la política. En años recientes, en América Latina, de manera desigual y diversa, se han acumulado experiencias de transición desde la focalización hacia la universalidad en materia de programas y políticas sociales. Un intento de articulación de ambas modalidades es la experiencia de la PTMC denominada Bolsa Familia y el Sistema Único de Asistencia Social (SUAS) en Brasil bajo el gobierno del ex Presidente Lula.
La política social solidaria y la renta básica common, en tanto que propuestas de política pública, puede ser enriquecida en América Latina mediante una reconceptualización que la relacione con los retos del Estado de Bienestar Habilitante, el cultivo de las capacidades humanas, el desarrollo humano y los contextos sociales asociados. Por consiguiente, la eventual adopción y consolidación de políticas sociales solidarias y formas de RBU puede enriquecerse mediante un mejor conocimiento de cómo se abordan los problemas y retos sociales por parte de las “comunidades” y “campos” que caracterizan los servicios públicos del Estado de Bienestar Habilitante Nórdico. Vale la pena recalcar la importancia de que tales transferencias y medidas redistributivas del ingreso vayan de la mano de programas y políticas que propician el desarrollo de las capacidades humanas. En su informe anual Panorama Social de América Latina, la Cepal estima que entre 2020 y 2021 las personas en situación de pobreza extrema se incrementaron en cerca de 5 millones. Organismo de las Naciones Unidas llama a avanzar hacia sistemas de protección social universales, integrales, sostenibles y resilientes. La crisis sanitaria permanece vigente y América Latina y el Caribe es la región más susceptible del mundo en esta pandemia.
Por lo mismo, las derivaciones a partir del enfoque de capacidades corren el riesgo de no estar en sintonía con formas y expresiones socioculturales no comerciales, comprendiendo tradiciones locales, educación pública, entre otras, además del carácter público y culturalmente compartido de la ciencia y el conocimiento profesional (Miettinen, 2013, p.159). Dado el escenario descrito, la pandemia del Covid 19 ha dejado al descubierto de forma tajante la realidad latinoamericana de un Estado de Bienestar débil, lo que redunda en la fragmentación y debilidad del sistema de protección social. A este respecto, es frecuente observar un “déficit de sistemas verdaderamente universales e integrales, que aseguren un nivel básico de consumo y de bienestar a lo largo del ciclo de vida” (NU. CEPAL, 2021, pág. 119). El estudio da cuenta del gran revés que sufrió la actividad del sector privado en su conjunto, constatándose en basic de la pobreza la falta de liquidez de las empresas para el pago de empleados, proveedores e impuestos.
Tal vez la característica más significativa de la dimensión económica en la vida de los pobres urbanos es que éstos se enfrentan fuertemente con la economía del mercado, más que los pobres rurales (Banco Mundial, 2004). Vivir en la ciudad significa tener que generar ingresos para sobrevivir, exigiéndoles a los pobres urbanos integrarse, de una u otra forma, a los mercados laborales. En áreas rurales, aún existen modalidades de generar sustento (muchas veces de subsistencia) donde se transan especies y la fuerza de trabajo (en forma individual y colectiva), además de la producción agrícola directa.