Neofeudalismo: ¿el Fin Del Capitalismo?

Incluso los países más equitativos exhiben algún grado basal de desigualdad vinculado a la división del trabajo, la que requiere pagos diferenciados acorde a la complejidad de las ocupaciones o para el fomento de actividades que están sujetas a un appreciable nivel de riesgo, como la innovación y la labor empresarial. 22Es por esto que autores como Berlin (1986) y Cohen (1983, 2008) han sostenido que la falta de medios puede ser una forma de afectación de la libertad negativa, es decir, una forma de interferencia en la esfera de libertad de una persona que le impide hacer lo que quiere hacer. De acuerdo con Cohen, por ejemplo, es posible sostener que la pobreza es una forma de interferencia, porque el dinero no es una cosa materials, sino poder social, porque está diseñado y definido como una manera de superar las interferencias que puedan existir para acceder a bienes.

Pero la verdad es que no creía que, poniendo énfasis en la equidad, reduciríamos necesariamente la torta. Ese temor, decía, viene de la economía ortodoxa, según la cual, dado que el mercado distribuye en forma eficiente, intervenir desde el aparato público para mejorar la equidad, solo puede perjudicar el buen uso de los recursos. El alza en la desigualdad en naciones occidentales es evidente en el gráfico 2, que muestra a los países donde el índice Gini subió (lo que significa más desigualdad) entre 2007 y 2010. Y al Reino Unido, pero también a varios países europeos, como Italia, Francia y España. Los child boomers de la posguerra disfrutaron de mayor prosperidad que sus padres, con ingresos subiendo de forma constante, estados benefactores fuertes y pensiones definidas.

Pero no todo lo que interesa a la academia es útil para la política pública, menos de inmediato. La academia es, por definición, incompleta e incapaz de dar respuestas definitivas; y este trabajo no es una excepción. Y una mala reforma, lo sabemos, puede terminar siendo socialmente muy costosa. Otra dificultad mayor es que un modelo como el coreano implica que el Estado elige a los ganadores.

Independiente de que el país asiático se proponga exportar su “capitalismo político”, el modelo presenta un atractivo cierto para las élites políticas y los ciudadanos de a pie de otras naciones. Y los segundos, quizás prefieran perder libertades individuales en favor de mejores resultados económicos. Así como las relaciones feudales persistieron bajo el capitalismo, las relaciones capitalistas de producción y explotación continúan bajo el neofeudalismo.

Esta visión contractualista de la sociedad contó con importantes sostenedores intelectuales en particular Hobbes, Locke, y Rousseau. La visión contractualista del sistema político, implicaba que la autoridad provenía de los propios individuos quienes pactaban su constitución. La soberanía del Estado ya no provenía de un origen divino, sino que period un fruto de las decisiones individuales de los seres humanos. El hombre no se concebía como un ser intrínsecamente social, sino que construía él mismo su propio ordenamiento social.

Samsung fue financiada y apoyada por fondos fiscales coreanos así como Toyota fue respaldada durante 20 años con inversión pública japonesa. Esa discrecionalidad, que puede tener razones técnicas, genera inevitable recelo. Aplicando este razonamiento a los casos de colusión de precios que se han investigado en Chile, es válido preguntarse si esa es la razón de por qué los “grupos diversificados” chilenos son prósperos y se mantienen atados a las materias primas. En su libro, Schneider aborda ese punto preguntándose por qué la Papelera no aprovechó el increase pobreza en la pandemia de las materias primas para transformarse en Nokia. El Grupo Matte –escribe Schneider- es poco especializado, con una gama de inversiones poco innovadoras. Para ese tipo de grupos, explica, “las alzas en los precios de las materias primas se vuelven una tentación irresistible para invertir más en commodities y reforzar su estrategia de desarrollo”.

pobreza desigualdad y trabajo en el capitalismo global

Para retornar a ese ambiente se postulan principios como convivencialidad, comunidad y solidaridad. El poscapitalismo encuentra, por ejemplo, en algunas vertientes posmodernas, la concept de que las comunidades organizadas pueden generar formas de autogobierno, economías de solidaridad y culturas regionales fuera de los márgenes del capitalismo, aunque no necesariamente se desconecten por completo. Un punto muy relevante es que el management que tienen estas grandes compañías sobre los precios les permite acumular mucho efectivo, el que usan para expandirse a otras regiones o para saltar a otras actividades económicas. Schneider ejemplifica el impacto de esta práctica en la empresa mexicana Cemex (Cemento y Concreto), que controla alrededor de dos tercios del mercado de su país. La falta de competencia hace que los consumidores mexicanos paguen el doble por el cemento que los consumidores norteamericanos.

La desigualdad es un desafío ético porque implica una injusticia, ya que todos tenemos una dignidad por ser personas y el derecho a participar de los bienes y servicios que se producen en la sociedad; y es injusta porque esta realidad podría ser distinta mediante políticas públicas. Desde la tradición del pensamiento social cristiano, san Alberto Hurtado outline la justicia social como “aquella virtud por la que la sociedad, por sí o por sus miembros, satisface el derecho de todo hombre a lo que le es debido por su dignidad de persona humana”. Por tanto, la sociedad tiene responsabilidad en que todos tengan una vida digna. Más allá de las diferencias de ingresos, la desigualdad socioeconómica se manifiesta en otras dimensiones de la vida de las personas. La que más rechazo provoca en la población es la disparidad en el trato y dignidad que, por ejemplo, se materializa en la atención de salud.

La existencia de mercaderes desde los inicios de la civilización (y hay documentación relevante de los comerciantes asirios en Anatolia, como de los comerciantes del sur de Mesopotamia comerciando a lo largo del golfo pérsico) nos indica que no toda acumulación de recursos fue por medios políticos, pero claramente fue una manera dominante. Los señores, los dueños de la tierra y de los recursos, no estaban separados del poder político. Si bien antes del Estado es posible que quienes actuaran de líderes no tuvieran una acumulación de recursos mayor, eso deja de ocurrir. Los gobernantes acumulan recursos a escalas inimaginables previamente, y incluso con posterioridad.

Los principios éticos occidentales pre modernos de raíz grecolatina se habían construido con base en las nociones de bien y de mal, de virtud y de vicio, de deberes y dignidades, de justicia y de bien común. En particular las motivaciones personales altruistas eran consideradas buenas y las egoístas y hedonistas malas. Sin embargo, el advenimiento del liberalismo económico se basó en el reconocimiento pobreza en el capitalismo pragmático de que la mayoría de los seres humanos actúan, en la esfera de los mercados de una manera egoísta, y están más preocupados por la máxima satisfacción posible de sus deseos, que por el carácter virtuoso de sus comportamientos. Después de la caída de Wall Street en 1929 no hubo ninguna burbuja especulativa importante durante 50 años, pero desde 1990 ha habido una en promedio cada seis años.

El objeto de dicho análisis no es negar la relevancia de otras razones para sostener una versión cosmopolita del institucionalismo ni proponer la abolición del capitalismo, sino poner de relieve una característica del orden económico internacional que fortalece la tesis de que el alcance de los deberes de la justicia distributiva igualitaria debe ser global. En primer lugar, se presentará el marco conceptual, en el que se inserta el debate precise sobre la justicia económica global. Luego, se estipulará una concepción sobre explotación económica y se defenderá la thought de que la existencia de un sistema institucional —que asegura y reproduce relaciones de explotación— debe dar lugar a demandas de justicia distributiva igualitaria. Finalmente, se afirma que la explotación es parte estructural de las relaciones económicas internacionales, lo que implica la necesidad de reconocer al orden internacional como una estructura social adecuada para el surgimiento de demandas de justicia distributiva. Otro factor de este tipo que está profundizando las brechas se encuentra al analizar la procedencia de las grandes fortunas. Durante el siglo XIX, la parte alta de la sociedad (financieros, rentistas y propietarios de grandes explotaciones industriales) debía su riqueza fundamentalmente a la propiedad del capital.

Tal es el alcance del enorme abismo entre ricos y pobres, que el director ejecutivo de Oxfam declaró en su discurso de presentación del informe que “todo el sistema capitalista está bajo amenaza”. En el mundo son cerca de 178 millones de jóvenes trabajadores y trabajadoras formales, de los cuales four de cada 10 trabajaban en los sectores más afectados al surgir la disaster sanitaria, a saber el comercio, fabricación, inmobiliario, hotelería y alimentación. Por otro lado, sixty eight millones de jóvenes se encuentran sin trabajo, además 267 millones (incluidos los anteriores) no estudian ni trabajan, los llamados NINI. A esto se suma que las y los jóvenes menores de 30 años son cerca del 70% del flujo de población migrante, situación que las y los expone a condiciones de desprotección y precariedad adicionales a las conocidas.