Ante esto, es cuestionable la falta de ética social, la falta de solidaridad, misma que debiese ser la base para generar cambios, ya que “la comunidad es el mecanismo adaptativo esencial” (Hawley, 1966, pág. 44). En términos de sustentabilidad ambiental, las desigualdades también son evidentes a nivel internacional. “Las externalidades están mal distribuidas, las positivas benefician a los contaminadores y las negativas a los habitantes pasivos y segregados” (Crespo, 1999, pág. 194). Existe una “problemática de dominación y exclusión alrededor del modelo capitalista, y la explotación que ejerce sobre los países llamados tercermundistas” (López & Calpa, 2011, pág. 2). Se reproduce así un sistema que sirve a una clase social que según Merrifield (2014) y usando un término socio-biológico, es “parásita”.
Se estima que, a fecha de 2017, los humanos han causado aproximadamente un calentamiento global de 1 °C por encima de los niveles preindustriales. Si todas las personas utilizaran bombillas de bajo consumo, el mundo ahorraría USD one hundred twenty mil millones anuales. Las mujeres tienen el mismo acceso a los servicios financieros que los hombres en solo el 60 % de los países evaluados y a la propiedad de la tierra en solo el forty two % de los países. Para frenar este aumento de las disparidades, es necesario adoptar políticas sólidas que empoderen a las personas de bajos ingresos y promuevan la inclusión económica de todos y todas, independientemente de su género, raza o etnia.
El programa VNU reconoce que la pobreza es tanto causa como consecuencia de los problemas medioambientales, y ha dado su apoyo a la Iniciativa de Pobreza y Medio Ambiente, la cual tiene en cuenta a las mujeres en la gestión de los residuos y presta asistencia técnica a los gobiernos locales y a los recicladores informales. Los Voluntarios de las Naciones Unidas nacionales que trabajan en este proyecto han fortalecido la capacidad de adaptación de la comunidad y reforzado a la sociedad civil a través de actividades dirigidas a cambiar la actitud y las prácticas relacionadas con la reducción y la gestión de los residuos. Como consecuencia, el hábitat de los pobres en general se conforma en lugares que la ciudad desprecia, que nadie pobreza capitalismo quiere, lugares poco saludables, próximos a depósitos de desechos industriales y residuos tóxicos, terrenos en zonas de riesgo y alejadas (UN-Habitat, 2003). Ciertamente “la adaptación es un fenómeno colectivo que implica a todos los organismos que ocupan un área concreta” (Hawley, 1966, pág. 43). Sin embargo, en el caso de la pobreza no existe adaptación, existe depredación acompañada de una constante degradación. De hecho “algunos autores han cuestionado por qué la relación entre la pobreza y la degradación ambiental ha sido enfatizada en el discurso dominante sobre el desarrollo sustentable, especialmente cuando se puede argumentar que la riqueza causa más degradación ambiental a través del sobreconsumo” (Tetreault, 2008, pág. 58).
Tales lógicas denotan la degradación social latente y confirmarían que “la lucha por la existencia es inexorable e inevitable; donde existe vida, existe también resistencia a la vida” (Hawley, 1966, pág. 29). La sociedad estaría actuando según el principio de lucha por la existencia planteado en la teoría de la selección pure de Charles Darwin, igual –o incluso peor- que los demás organismos de la naturaleza. Por otro lado, el hábitat de los pobres trasciende más allá de sus propios lugares de asentamiento, con consecuencias también negativas. En su vida cotidiana, el tiempo que emplea la persona pobre para trabajar y trasladarse ha aumentado debido a las largas jornadas de trabajo y grandes distancias que debe recorrer, ya sea en transporte público en el mejor de los casos o a pie cuando el transporte público le resulta impagable. Se agota y cansa, restándole solo un tiempo mínimo para su provecho personal, para su vida en familia, para su esparcimiento –si este fuere posible- y descanso. Una agonía eterna para los pobres que “se hace más y más profunda y prolongada, más y más permanente, y se está convirtiendo en desesperación, en evasión, en acumulación de rabia, en que la creencia de que la necesidad de vivir en forma más humana no tendrá nunca satisfacción” (Elizalde, 1999, pág. 471).
La corrupción, el soborno, el robo y la evasión impositiva les cuestan a los países en desarrollo USD 1,26 billones al año. En todo el mundo, 2.600 millones de personas dependen directamente de la agricultura para ganarse la vida. A nivel international, el valor de mercado de los recursos e industrias marinas y costeras se estima en USD 3 billones por año, alrededor del 5 % del PIB mundial. Cada año se desperdician 1.300 millones de toneladas de alimentos, mientras casi 2.000 millones de personas padecen hambre o desnutrición.
En los años ochenta se comenzaron a construir modelos que relacionaban la pobreza con la degradación ambiental. En el Informe Brundtland se estableció la relación recíproca entre pobreza y degradación ambiental, indicando que la pobreza degrada el medio ambiente pero a su vez la pobreza también puede ser efecto de y estar afecta por la degradación ambiental (Tetreault, 2008). A esta relación recíproca entre pobreza y medio ambiente se debe sumar el ritmo de crecimiento poblacional, en especial en las áreas urbanas de los países en desarrollo, sin una adecuada planificación, ciertamente un problema social grave (Davis, 2004) que acentúa aún más las desigualdades e injusticias sociales.
Según otro estudio de Berkeley Earth, la contaminación del aire en China es responsable de 1,6 millones de muertes al año, aproximadamente el 17% de todas las muertes en el país. En este contexto, debemos entender que la pobreza y el cambio climático tienen una relación bidireccional. La pobreza ambiental puede entenderse como la “falta de un medio ambiente sano necesario para la supervivencia y el desarrollo de la sociedad”. Además, la degradación de los ecosistemas, como la deforestación y la contaminación, afecta la capacidad de los ecosistemas para proporcionar servicios ambientales clave, como la regulación del clima y el suministro de agua limpia.
Otra causa importante de la degradación ambiental es la explotación de recursos naturales sin considerar su capacidad de regeneración. La industria extractiva, por ejemplo, a menudo lleva a cabo actividades de minería y extracción de petróleo de manera indiscriminada y sin medidas de mitigación adecuadas. Esto resulta en la destrucción de ecosistemas, la pérdida de biodiversidad y la contaminación del aire y el agua. La falta de acceso a servicios básicos también contribuye a la pobreza y la degradación ambiental. La falta de saneamiento adecuado, por ejemplo, puede conducir a la contaminación del agua y la propagación de enfermedades, lo que a su vez afecta la salud de las personas y el medio ambiente. La pobreza extrema y la falta de acceso a recursos básicos son factores que contribuyen a la degradación ambiental, mientras que esta última también perpetúa la pobreza al afectar la salud y el bienestar de las comunidades.
El PNUD está implementando enfoques transformadores para abordar las desigualdades de género en América Latina y el Caribe a través del trabajo de sus Laborator… Descubra cómo el Plan de Acción sobre el Cambio Climático del Grupo Banco Mundial brindará apoyo a los países para identificar soluciones de transporte ecológico, formular planes de agricultura inteligente con respecto al clima, aumentar la resiliencia pobreza absoluta y relativa urbana y costera, y otras medidas. Principios elaborados por el Pacto Mundial de Naciones Unidas junto con UNICEF y Save the Children, que establecen las acciones empresariales para respetar y promover los derechos del niño, con incidencia en temas educativos. Ejemplos de impactos económicos indirectos significativos identificados de la organización, incluidos los impactos positivos y negativos.
Durante la COP26 se busca que los líderes de cada país tomen los compromisos necesarios para reducir las emisiones, movilizar fondos e impulsar la adaptación y la resiliencia, especialmente para proteger el medio ambiente y las poblaciones humanas. Según los informes publicados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), «un aumento de 2 °C tendría un gran impacto en la seguridad, los alimentos y la salud humana». Sin embargo, esta es una situación que ya estamos viviendo y que está empujando a muchas personas a experimentar pobreza ambiental, un concepto clave para entender las consecuencias del cambio climático. La proporción de la población mundial que vive en la pobreza extrema ha disminuido en los últimos años pasando al 8,6% en 2018, en comparación con el 36% en 1990. Si bien se han conseguido avances, aún queda mucho por hacer, principalmente porque el ritmo del cambio está disminuyendo.
Si las cosas siguen «como de costumbre», el 1 % de los más ricos del mundo alcanzará el 39 % para 2050. La desigualdad de ingresos ha aumentado en casi todas partes en las últimas décadas, pero a diferentes velocidades. Como resultado de la expansión de la fuerza laboral, se proyecta que la cantidad de desempleados aumente en 1 millón cada año y alcance los 174 millones para 2020. Aproximadamente la mitad de todos los niños no escolarizados en edad de asistir a la escuela primaria viven en zonas afectadas por conflictos.
Entre los más de 70 representantes de organizaciones civiles y políticas de Puerto Rico estuvo el physician Oscar Ocasio Colón, que lleva 20 años trabajando como psicólogo en la ciudad de Nueva York, estudiando especialmente el impacto de la pobreza en la población. Ocasio Colón explicó que el colonialismo es un crimen de lesa humanidad y “todo crimen trae secuelas emocionales”. En la CEMAC, 1 de cada 4 jóvenes no trabaja ni estudia ni está recibiendo capacitación, un issue que puede ser fuente de inestabilidad y tensión social. Para revertir las tendencias de crecimiento y creación de empleo insuficientes, sería esencial adoptar políticas que promuevan la inclusión y la participación económica, en particular invirtiendo en el capital humano, para lograr una mejor educación y mejores habilidades laborales. La obra comienza con un capítulo dedicado a la lucha contra la pobreza desde el Derecho del desarrollo y la más amplia cooperación al desarrollo.