Los colegios de élite, que representan el 8% de la matrícula (MINEDUC, 2018 en Barrera et al., 2021) tienen acceso a la mayor cantidad de recursos, y serían los más selectivos y exclusivos. Esto opera como un cierre social lateral o intraclase, y no interclase (Carrasco et al., 2016, en Barrera et al., 2021). Su preparación es para desarrollarse de manera integral y moverse cómodamente en espacios de poder y privilegio (socializando en una ética del trabajo, con un currículum gerencial), y a su vez que sostener configuraciones de género tradicionales. El rol activo del sistema educativo en la mantención de la desigualdad social y económica se viene discutiendo desde hace décadas por la sociología de la reproducción (Bernstein, 1989; Bourdieu & Passeron, 2018).
Sin embargo, como es de público conocimiento, los beneficiarios principales de los recursos de los fondos concursables son personas naturales o jurídicas que habitan las comunas más ricas del país. “Plataformas digitales como Netflix, Spotify y Zoom, además de las ampliamente usadas redes sociales, están promoviendo un tipo de individuo caracterizado por la ‘domicialización’ de sus prácticas culturales. Esto genera efectos en las políticas culturales tradicionales porque les exige pensar bajo otros paradigmas sus planes y programas y, sobre todo, el lugar que ocupan los espacios culturales como los museos, centros culturales y teatros en la sociedad actual”, dice. “La desigualdad en el acceso a la cultura y las artes se ha evidenciado desde los primeros estudios desarrollados en Chile en la década de 1990. Desde entonces, la brecha no sólo ha aumentado entre ricos y pobres, sino que se ha vuelto cada vez más compleja gracias a las nuevas tecnologías y las prácticas culturales emergentes desarrolladas por los distintos grupos sociales”, explica. Las raíces de la desigualdad urbana también se asientan en una cultura de segregación social en muchos ámbitos de la vida cotidiana, que ha tendido a normalizar la separación espacial de grupos sociales y la existencia de diferencias entre comunas, barrios, arquitecturas y espacios públicos.
Desde la perspectiva de justicia social y el aporte del reconocimiento (Honneth, 1997), es necesario entender la desigualdad dentro de un marco unificador de asuntos materiales y culturales, que incluye formas de menosprecio y exclusión en un amplio sentido. Estos planteamientos renuevan los estudios críticos de la sociedad, sumado a la necesidad de develar y enfrentar las desigualdades de clase social, discutiendo otros factores de exclusión como raza, etnia, identidad cultural, nacionalidad, género, discapacidades individuales, diversidad sexual, entre otros. El desarrollo de la teoría de justicia social ha ampliado el concepto de desigualdad, entregando categorías útiles de análisis para discutirla en el campo educativo.
Hoy, en las áreas urbanas y, especialmente, en los sectores metropolitanos, esto no se cumple, porque el estado se ve arrastrado por lógicas de mercado en sus decisiones de política pública. Respecto a las medidas impulsadas por su Gobierno para mejorar la protección a la infancia, destacó la creación del programa “Chile Crece Contigo”, que se preocupa tanto de la madre como del recién nacido, mediante iniciativas de apoyo al rezago y estimulación temprana, y acceso preferente a diferentes programas del Estado. Es importante mencionar que, al analizar los programas por zona geográfica, la institución de la zona sur, que no tiene sede en la zona central, con mayor presencia de población indígena, identifica y menciona estas identidades en sus programas.
En otras formas de desigualdad educativa y no reconocimiento, las prácticas de enseñanza refuerzan el sexismo basado en creencias tradicionales de género. Sobre ello, algunos estudios evidencian cómo en asignaturas como Matemática, los docentes ejercen una enseñanza con sesgo sexista contra las niñas, interactuando con más frecuencia con los varones (Ortega et al., 2020) y concibiendo menores expectativas de rendimiento de las niñas (Mizala et al., 2014). Por otra parte, las prácticas pedagógicas en sectores rurales e indígenas normalizan en base al privilegio por la blancura, lo que lleva a estudiantes indígenas a la no identificación con su origen étnico (Webb & Radcliffe, 2015).
“El abismo que existe en nuestro país entre los que más ganan y menos ganan, no permite al trabajador pagar un colegio particular, ni consumir lo que el sistema le impone, y mirar que los de arriba cuando roban no reciben mayor castigo es la causa de por qué en Chile se delinque tanto. Según sugiere el autor, en el periodo de estudio de esta publicación que va desde 1870 a 1920 se configuró una cierta “cultura del robo”, socialmente transversal, en el marco de la cual bandidos y magnates se aprovechaban de los vacíos legales para enriquecerse sin pudor alguno. La gran cantidad de delitos contra la propiedad trajo como consecuencia más presos en relación a la población total que los que existen hoy.
Asimismo, señaló que tras estos logros “Chile Crece Contigo” está en proceso de expansión y pasará de atender a la población infantil desde la gestación a los 4 años, hasta los 9 años, de manera que cubra hasta el primer ciclo de la educación básica. Junto a ello, indicó que se envió al Congreso el proyecto de ley que crea el Sistema de Garantías para la niñez, otro que crea la Subsecretaria de la Infancia y el que crea el Defensor del niño. La Mandataria abordó las cifras epidemiológicas de nuestro país, señalando que si bien ha habido una reducción sistemática de la mortalidad infantil, actualmente se enfrentan nuevos problemas para la desigualdad tipos población infantil, por ejemplo, la prevalencia de sobrepeso y obesidad en menores de 6 años a nivel nacional, que el año 2015 alcanzó un 23% y 11%, respectivamente. Una tercera tendencia, fue la corriente socialista, impulsada por sectores pertenecientes a la clase trabajadora. Para este sector, los problemas sociales fueron consecuencia de la propia existencia del Estado liberal y del sistema capitalista; y declararon que su solución no pasó por la acción caritativa de la clase dirigente ni por las medidas de corte proteccionista que reclamaron algunos liberales, sino que radicó en la acción y el poder autónomo de los propios trabajadores.
La ausencia de la perspectiva de género no dialoga con las diversas investigaciones que muestran que la educación sexista perjudica a las mujeres, afectando su desempeño escolar (Mizala et al., 2014; Ortega et al., 2020) con prejuicios y estereotipos de las prácticas docentes en las escuelas (Hormazábal & Hormazábal, 2016) que afectan las trayectorias de vida (PNUD, 2017). Tampoco se reconocen las luchas y demandas históricas de las mujeres, las brechas existentes y las historias de ausencias (Criado, 2020). Las investigaciones, las demandas históricas y los movimientos sociales no logran, aún, permear las propuestas pedagógicas formativas de los futuros docentes. En la mayoría de los casos, la palabra diversidad se utiliza de manera genérica, sin explicitar a quienes incluye.
Se menciona predominantemente el concepto de “atención a la diversidad” reducida al espacio del aula, sin considerar el contexto, acción que suele ser asociada a la inclusión (In ). Gracias al carácter internacional y multidisciplinario del estudio, se podrá trazar una comparabilidad de carácter longitudinal sobre las significaciones y respuestas de las familias —respecto a las medidas de sociosanitarias— en diversos contextos nacionales, y una sensibilidad tanto para las comunidades globales como para las variaciones locales. Se espera, además, que las ponencias contengan una reflexión crítica en torno a cuestiones éticas en investigación o bien, respecto a la posicionalidad de los/as investigadores/as al momento de recoger y/o analizar la información. Pero la disaster vino a “estresar” el sistema hasta evidenciar para todo el mundo que el problema es estructural. Para hacer seen este problema, desde Good Neighbors Chile hemos preparado una recopilación de datos alarmantes sobre la desigualdad educativa y la pobreza en Chile. Educarchile, el portal de la educación chilena, es producto de un convenio de colaboración mutua entre Fundación Chile y el Ministerio de Educación de Chile.
Todos compartían un mismo estilo de vida, aunque ubicados en distintos estadios de una escala de desarrollo en permanente ascenso. Respecto al predominio que mantiene el ascenso social mediante la educación y el emprendimiento, también se han producido variaciones importantes, provocando cierto resquebrajamiento de la fórmula que opera como “bálsamo ideológico” de la desigualdad. El gobierno que habló de perseguir sin descanso y hasta el fin de sus días a quienes hayan cometido hechos de violencia como saqueos e incendios, no hace lo mismo respecto de carabineros –agentes del propio Estado– que habiendo cometido hechos de violencia, se limita a decir que se debe dejar que la justicia actúe.
Unidad Social y su bloque cultural, compuesto por colectivos de creadores, organizaciones culturales de base, sindicatos públicos y privados de cultura, dan en el clavo con esta demanda, incluida en su histórico pliego de demandas de culturas, artes y patrimonio. Los objetivos de esta política fueron la reivindicación de una identidad nacional única heredera de la conquista española, la cultura como “alta cultura” donde las bellas artes juegan un papel elementary y la necesidad de comunicar al extranjero una visión positiva del régimen. Para tales efectos, la dictadura cívico militar tomó como soporte el sistema educativo, el management desigualdad social y politica de los medios de comunicación de masas, radio y televisión y la gestión de iniciativas culturales selectivas a través del Departamento Cultural de la Secretaría General de Gobierno. Hasta el golpe de militar del año 73’, el Estado de Chile canalizó las necesidades culturales, de manera progresiva, a través del Ministerio de Educación Pública. Sin embargo, con el proyecto político de la Unidad Popular, surgieron instituciones como Chile Films, Editorial Quimantú y el sello discográfico IRT, que aumentaron la cobertura de bienes y servicios culturales en la sociedad, con énfasis en los sectores populares.
No se considera la realidad actual que muestra que los pueblos indígenas y afrodescendientes, presentan los peores indicadores económicos y sociales (Castillo et al., 2020) y que existe poca pertinencia pedagógica respecto a sus realidades, predominando la cultura occidental e instrumental, ajena a sus culturas (Beltrán & Osses, 2018; Ibáñez et al., 2018; Paillalef, 2019). En la In4 se describe a las “culturas originarias” no solo en el presente, sino también situadas en el contexto geográfico en el que se ubica la institución. Este nombramiento no solo reconoce la presencia viva de estas culturas, sino también la pertinencia de considerar la territorialidad y la comunidad en la que se estudia la carrera, incorporando sus “saberes multiculturales”. Finalmente, en dos instituciones se amplía esta categoría a la de capacidades físicas-cognitivas (In6) y a las bases psiconeurológicas, socioemocionales y socioculturales de las NEE (In5). A diferencia de los otros programas que sitúan la diversidad dentro del aula, en la In4 se enfatiza la importancia de responder a ella en el contexto sociocultural en el que está la escuela. La diversidad es enseñada de manera conceptual y/o teórica, identificando que tiene distintas definiciones, enfoques teóricos y epistémicos.
Esta generalidad de la palabra diversidad no permite el compromiso con ciertos grupos de la sociedad que requieren ser nombrados, visibilizados y reconocidos. “Con este proyecto esperamos ser un aporte para comprender cómo familias de distintos contextos locales y nacionales experimentan y significan la pandemia de Covid-19 en su diario vivir. Con ello, buscamos entregar antecedentes que permitan generar respuestas, políticas públicas o intervenciones sociales frente a la pandemia y sus consecuencias, que sean atingentes a las realidades familiares de las distintas ciudades donde se realizará el estudio”, indicó la docente UdeC.