La Complejidad De La Pobreza Más Allá Del Ingreso

En líneas generales, Chile se posiciona de buena forma en el panorama international de la medición de la multidimensionalidad de la pobreza. La principal herramienta de medición de la pobreza, la encuesta CASEN como un ‘instrumento de alta confiabilidad’, así lo indica. De esta manera, se plantea relevante que los esfuerzos por superar la pobreza no dejen de lado el fortalecimiento de la resiliencia de las personas para evitar recaídas en ella, lo que se relaciona principalmente con asuntos de protección social.

la pobreza en el siglo xxi

América Latina. Ha firmado más de a hundred artículos de opinión, es columnista en diversos medios de comunicación y autora del libro La dictadura intelectual populista (Unión Editorial, 2015). El crecimiento moderno y la difusión de los conocimientos permitieron evitar el apocalipsis marxista, mas no modificaron las estructuras profundas del capital y de las desigualdades, o por lo menos no tanto como se imaginó en las décadas optimistas posteriores a la segunda Guerra Mundial. Sin embargo, existen medios para que la democracia y el interés common logren retomar el management del capitalismo y de los intereses privados, al mismo tiempo que mantienen la apertura económica y evitan reacciones proteccionistas y nacionalistas.

La baja en la tasa de fecundidad y el sostenido descenso de la mortalidad atenuaron el ritmo de crecimiento de la población y transformaron la estructura etaria de la población. En la primera mitad del siglo XX el ritmo de incremento de la población chilena fue lento, pero siempre en ascenso. A pesar de que las tasas de natalidad se mantenían en niveles relativamente altos, las tasas de mortalidad continuaron siendo elevadas, particularmente en los niños menores de 5 años. Estas carencias y grietas son diversas y graves, se han mantenido durante mucho tiempo y algunas incluso se han agravado. Por ello urge redefinir las prioridades y situar la cuestión social del siglo XXI en el primer lugar de las preocupaciones y las políticas públicas, así como de la acción del sector privado y la sociedad civil.

Este es el momento de implementar una política social, económica y política del futuro. Luchar por combatir la pobreza económica es el mayor reto de las sociedades desarrolladas, subdesarroladas (y maldesarrolladas). Y este combate no se logra creando guetos ni construyendo murallas, sino rompiendo el gueto y la muralla principal que es el egoísmo.

Desde la tradición liberal, John Rawls afirma que “la justicia es la primera virtud de las instituciones sociales, como la verdad lo es de los sistemas de pensamiento”. Por su parte, la filósofa Nancy Fraser habla de la paridad participativa y postula que la justicia exige unos acuerdos que permitan que todos los miembros de la sociedad interactúen en pie de igualdad, tanto a nivel de redistribución como de reconocimiento. Y afirma la necesidad de una distribución que garantice la independencia y la voz de todos. Entre 1930 y 1970, hubo una moderación del fenómeno en el contexto de una creciente democratización del país, revertida durante la dictadura militar, cuando grandes transformaciones domésticas y de la economía mundial generaron innovaciones tecnológicas y de otro tipo que impactaron sobre la desigualdad de ingresos. Como se indica más arriba, detrás de este aumento de subsidios a los hogares más vulnerables se esconde la dificultad que han tenido para recuperar sus ingresos, lo cual debe ser motivo de preocupación para la política pública.

En el mundo que viene las sociedades ya no sólo harán frente a las externalidades negativas de la pobreza, sino también a las de la riqueza mal generada y peor repartida. Reducir las desigualdades ya no se justificará solamente porque son indeseables por sí mismas, sino por los desastres que generan. Basta asumir que la sombra de los estallidos sociales y crisis de gobernabilidad world ya no son hipótesis, sino riesgos concretos y verificables. Para la empresa del siglo XX el trabajo reproductivo o de los cuidados, que siempre han desarrollado las mujeres, era un factor no productivo, difícil de medir y por ello abstracto, no asumible ni calculable.

Una condición necesaria para que se produzcan efectos duraderos en el tiempo es el tránsito a una cultura de respeto por la persona, por la igualdad de dignidad y respeto, y por los valores de justicia y solidaridad social.

A la pretensión de querer hablar en nombre de todos, de la colectividad, de la masa de seres humanos, pero olvidando relacionarse con el individuo concreto. Pero esta condición no se remite solo a diferencias en calidades de vida, ya que tiene asociado un conjunto de problemas que implican, especialmente, trabas a la justicia, a la convivencia y al desarrollo económico. La contrapartida de la concentración en el tope son los bajos sueldos que obtiene la mitad de los asalariados, cuya remuneración es inferior al ingreso que necesita un hogar promedio para cubrir sus necesidades básicas (línea de pobreza). Esto no se traduce en una situación generalizada de precariedad, porque hay más fuentes de ingresos. También hay un agravante de género a considerar, por cuanto más de un 70% de las mujeres asalariadas con educación media completa y que trabajan más de 30 horas semanales, obtiene una remuneración por debajo del umbral citado.

diversidad de valores, preferencias y capacidades que nos distinguen como personas. Las diversas formas en que se manifiesta la pobreza dan cuenta de las limitaciones de las mediciones por ingreso. La pobreza extrema, por ejemplo, sigue considerándose la pobreza de las naciones “vivir con menos de 2,15 dólares por persona por día” según organismos internacionales como el Banco Mundial y Naciones Unidas. Sin desmerecer el avance que ha habido, hoy debemos velar por que sea sustentable en el tiempo.

Sin embargo, la mágica teoría de la “curva de Kuznets” fue formulada en gran medida por malas razones, y su fundamento empírico es muy frágil. Estos datos optimistas del Banco Mundial, de que se ha logrado reducir a la mitad la pobreza extrema la pobreza extrema en el mundo en el mundo en los últimos años, parecen contradecir lo que nosotros vemos y constatamos en la realidad. Cada vez es más presente y cruda la presencia de los pobres en nuestras sociedades, en nuestros países de América Latina, en el mundo.

Hoy en día, sin embargo, las familias pobres se ven obligadas a invertir más de la mitad de sus ingresos en el alquiler de sus viviendas, y el desahucio se ha convertido en algo cotidiano, especialmente en el caso de las madres solteras. De los barrios marginales a los refugios, de los juzgados a los guetos, Matthew Desmond pasó años registrando las historias de aquellos que luchan por sobrevivir y no se dan por vencidos. En el último Informe Nacional Voluntario de Chile para la Agenda 2030 se materializa la medición multidimensional de la pobreza en el ODS 1, en línea con este enfoque a nivel international. Las cifras de pobreza desde 2000 en adelante medidas por la CASEN son positivas y de disminución de la pobreza por ingresos, y desde 2013, en pobreza multidimensional.

Probablemente, frente a los embates de la pandemia, las personas que han visto mermados sus ingresos o han perdido sus empleos, seguirían recibiendo el cheque desde el Servicio de Impuestos Internos, lo que hace del impuesto negativo una especie de seguro permanente. Eso permitiría tener un “colchón” mientras se busca empleo o la situación sanitaria mejora. Más importante aún, como la gente estaría recibiendo un aporte importante, no habría tanto incentivo para aumentar el gasto público con promesas extravagantes, ni para promover políticas irresponsables, cortoplacistas o abiertamente populistas. Quizás nuestros políticos estarían mirando al siglo XXI y no promoviendo políticas del siglo XIX.