No podrían sostenerse ni perdurar en el tiempo si no fuera por el papel que desempeñan a la hora de defender el actual e indefendible crecimiento de la desigualdad social y de la brecha entre la élite y el resto de la sociedad. El sacerdote y académico comenzó explicando que «la pobreza es una relación humana y no es simplemente la ausencia de un bien». Agregando que «hay que preguntarse qué es necesario realmente en nuestra vida, qué es lo esencial, por qué estamos necesitamos cada vez más cosas que consideramos como imprescindibles. Ese es el problema al que nos enfrentamos hoy en día». Esta es la nueva forma de esclavitud que se manifiesta de manera tan silenciosa como efectiva, rebasando grupos raciales y sociales.
De esta manera, cabría hacer la pregunta respecto de si las atribuciones internas de riqueza y pobreza se encuentran relacionadas, así como también las externas. Concretamente, una persona que atribuye internamente (o externamente) la pobreza ¿piensa lo mismo sobre la riqueza? la pobreza y el medio ambiente La respuesta a esta pregunta permitiría ahondar en patrones más generales de atribución y en sus potenciales consecuencias tanto metodológicas como conceptuales. El segundo desafío en la investigación en atribuciones, y que se conecta con el primero, es el de la medición.
Aquí también hay grupos que velan por los derechos de los ciudadanos por la experiencia que tuvieron durante la dictadura de Pinochet. En el ensayo “Posibilidades económicas de nuestros nietos” (1928), Keynes, en la misma línea que Aristóteles “distingue entre el ‘amor al dinero como una posesión’ y ‘el amor al dinero como un medio de disfrutar los placeres de la vida” (Keynes, 2008, pp. 23–24), explican los autores. Aristóteles, según los autores, plantea que “para que una familia florezca, el dueño de hogar debe dejar en claro que hacer dinero es un medio para un fin. De acuerdo a Aristóteles, el negocio de acumular riqueza por el solo hecho de hacerlo puede tener un efecto corrosivo en otras actividades”. En marzo de este año Matthias Kramm e Ingrid Robeyns, investigadores del proyecto Límites Justos (The Fair Limits project), publicaron un artículo en el que revisan que han dicho pensadores clave de la historia de la economía y la filosofía occidental, sobre limitar la extrema riqueza. Su revisión incluyó a Platón, Aristóteles, Tomás de Aquino, John Locke, Adam Smith, John Stuart Mill, Karl Marx y Friedrich Engels, y John Maynard Keynes.
La investigación también muestra que desde 2010 hasta 2014 la desigualdad ha vuelto a crecer en Chile, lo que contradice lo afirmado a partir de la encuesta Casen 2015, donde los datos sugirieron que la desigualdad estaba bajando levemente. La reciente propuesta de Piñera de dar un bono de $40 mil si sale elegido es una excelente oportunidad para discutir la protección social que necesitamos. Más allá de que sea un ofertón populista que se suma a la irreal propuesta de crear un millón de empleos en cuatro años, exige definir claramente qué es una verdadera protección social. Investigación del Programa de Estudios Antárticos de la Facultad de Derecho logra influir en políticas internacionales para la prevención de la gripe aviar en la Antártica.
Adam Smith y John Stuart Mill proponen la generación de impuestos como una medida adecuada de redistribución. Desiguales destaca el rol que le cabe a la política pública en igualar el acceso a los servicios sociales, reducir la concentración del ingreso en el 1% más alto y romper el vínculo entre el dinero y la influencia en las decisiones públicas. OECD (2012) postula la necesidad de reformas tributarias que combinen ajustes en impuestos (algunos hacia la baja, otros al alza) con políticas de subsidios al trabajo de los sectores de menores ingresos. Datos de Banco Mundial (2016) muestran que los países que presentan una mayor diferencia en los ingresos tienden a presentar un menor grado de movilidad intergeneracional. Esto significa que hay una correlación clara entre la disparidad de los resultados y la de oportunidades –que determina la movilidad social–.
Como lo hemos mencionado anteriormente, el problema basic de la economía es que se ha ligado a la política y no a la ética, a la razón abstracta del yo y no a la escucha humilde del otro. A la pretensión de querer hablar en nombre de todos, de la colectividad, de la masa de seres humanos, pero olvidando relacionarse con el individuo concreto. El rico no debe cansarse de crear trabajo, actuar con equidad, pagar los impuestos, and so forth. Y si sus riquezas crecen, que no sea a costa de la justicia, de la ética, de la expoliación del medio ambiente o de la competencia desleal. Bauman enumera y examina los supuestos tácitos y las convicciones irreflexivas en las cuales se fundamentan estas opiniones, y nos muestra que todas y cada una de ellas son falsas, fraudulentas y engañosas.
En cambio, la pobreza suele acarrear el padecimiento de más enfermedades y una muerte más prematura. La esperanza de vida en las comunidades pobres es entre 10 y 20 años inferior que en las zonas prósperas. En los países en desarrollo, una niña o niño de una familia pobre tiene el doble de probabilidades de morir antes de los 5 años que una niña o niño de una familia rica.
Una factura médica o una mala cosecha bastarían para que muchas otras se vieran sumidas en la miseria. Más allá de las diferencias de ingresos, la desigualdad socioeconómica se manifiesta en otras dimensiones de la vida de las personas. La que más rechazo provoca en la población es la disparidad en el trato y dignidad que, por ejemplo, se materializa en la atención de salud. La sociedad se fragmenta en grupos sociales que viven como si habitaran en naciones de nivel de desarrollo opuesto. Así, hay personas que son denigradas y discriminadas, en tanto otras desarrollan una actitud de superioridad fundada en la posesión de cargos o tenencia de dinero.
“En resumen -concluyen los autores- podemos decir que Platón, Aristóteles y Keynes sitúan su argumentación en el aspecto intrínseco del limitarianismo. Transformar los medios en fines puede hacer que actuemos mal (Platón), limitemos el florecimiento de las personas (Aristóteles) o pongamos límites al disfrute individual de las cosas” (Keynes). En tanto, en el trabajo de Karl Marx, “el problema de la insaciabilidad se reinterpreta como el resultado de las estructuras sociales propias del capitalismo. Marx describe la disposición a luchar por la riqueza como un fin en sí mismo, pero explica que esta disposición es una consecuencia del modo capitalista de producción”, escriben Robeyns y Kramm. Según los investigadores, Adam Smith constata que “cuando se trata de admirar, la disposición de las personas tiende a dirigirse hacia la riqueza más que hacia la sabiduría y la virtud.
El protestantismo exacerba la angustia soteriológica que siempre fue atenuada por la caridad y los sacramentos y mantiene en vilo al creyente en el temor de Dios que el catolicismo (a diferencia de todo lo que se cree) ha sabido calmar mucho mejor. Aunque rechaza la pobreza voluntaria, el protestantismo no bendice cualquier riqueza. La riqueza que tiene valor religioso es aquella que proviene de una forma de vida que contiene el trabajo arduo y sistemático en el marco de una existencia sobria (en el sentido literal también, sin alcohol) y austera. Esta combinación produce casi siempre éxito económico, de manera que una cierta teodicea de la prosperidad está contenida en todas las variantes ascéticas del protestantismo. El protestantismo moderno atenuó como ninguna otra variante del cristianismo la condena de la riqueza que, por el contrario, continuó su marcha en el catolicismo, que ha oscilado entre la caridad y la pobreza voluntaria como la marca de una vida evangélicamente conducida.
Primero, porque en el año 1981 fue el primer país en privatizar y financierizar la seguridad social, inaugurando una ola de privatizaciones alrededor del mundo. Segundo, porque ha mantenido la capitalización individual intacta por décadas, acumulando una amplia evidencia empírica sobre los impactos negativos que ha tenido dicho sistema. Hasta ahora, esta evidencia se ha centrado en consignar los bajos montos de pensión que entrega el sistema previsional.
Porque en el intercambio erótico y amoroso hay reciprocidad, yo me “alimento” de ella y ella se alimenta de mí. Intento fallido de una fusión que no llega, pero que invita a los enamorados a querer morir en el intento de comerse, de devorarse mutuamente. Para Levinas, la experiencia de alteridad por excelencia me viene del encuentro con aquel (o aquella) que yo no puedo devorar, que yo no puedo morder, para apropiarme algo de él o de ella, es el encuentro con la fruta prohibida del rostro del otro. Economía del don y de la gratuidad distinta a la economía la pobreza es provocada por la sobrepoblación del beneficio (Benedicto XVI, 2009; Bruni, 2010). Al respecto, no deja de sorprender la impunidad comunicacional con la que Oxfam se permite publicitar un estudio que, tanto por sus debilidades como por el dudoso perfil de la ONG que lo emite, es una clara expresión de la instrumentalización ideológica de la pobreza y de la lucha por superarla. Diversos medios de prensa en Chile y el extranjero divulgaron estos resultados, sin cuestionar la validez de su metodología, ni la racionalidad de las conclusiones que a par-tir de ellos se efectúa.