Hasta el COVID 19, se estaba reduciendo la desigualdad, pero el empobrecimiento de grandes sectores de la población hizo que la desigualdad creciera, porque los que eran ricos no dejaron de serlo, mientras que las clases medias y bajas se empobrecieron con la pandemia. Las empresas que debieron cerrar fueron las pequeñas y medianas, las llamadas “pymes”, mientras que las grandes empresas se mantuvieron o recuperaron rápido. Generalmente, la ideología que promueve la desigualdad hace que incluso las personas en condiciones más perjudiciales justifiquen la desigualdad. Dicen que las personas en condición de pobreza son vagas o no han aprovechado las oportunidades y por eso no luchan por tener un mejor país. De niño, le enseñaron que Santa Claus (también llamado, “Papá Noel”) regalaba juguetes a los niños que se portaban bien. Sin embargo, ese pequeño no entendía cómo había niños que aun portándose mal recibían tan grandes regalos.
El impuesto óptimo balancea estos dos efectos y, para sorpresa de muchos, aun considerando sus potenciales efectos distorsionadores, la literatura ha concluido que debe ser bastante altos. Otro elemento de rotunda importancia es que los impuestos y las transferencias no constituyen la única forma de luchar contra la desigualdad. En estudios anteriores, Lustig y sus colegas muestran desigualdad ejemplos en la vida cotidiana que una prima salarial en declive – es decir, una disminución en la brecha salarial entre trabajadores con mayor o menor preparación – explica parte del descenso en el coeficiente de Gini en los países latinoamericanos. No es fácil desentrañar el papel que desempeñan la oferta y la demanda en la reducción de la prima salarial, pero al parecer ambos factores han incidido.
Como forma de facilitar la interpretación de los resultados, se procedió a efectuar una transformación logarítmica de las variables, las cuales fueron sometidas a los test de raíz unitaria de Dickey-Fuller y de estacionalidad a través de un análisis de gráficos lineales. 10.2 De aquí a 2030, potenciar y promover la inclusión social, económica y política de todas las personas, independientemente de su edad, sexo, discapacidad, raza, etnia, origen, religión o situación económica u otra condición. “En el corto plazo, si bien la situación es horrible y ha introducido una desigualdad brutal, vemos que por lo menos estas medidas de contención y transferencia de ingresos pueden estar siendo mitigadoras”, apuntó Lustig. La desigualdad absoluta ha seguido creciendo, y si crece en un contexto de desigualdad relativa y pobreza que cae, y la población en general siente que el bienestar está aumentando, es probable que no importe. Pero si sigue creciendo cuando hay gente de la parte baja o media que está perdiendo, probablemente se crea gran resentimiento”, aseveró.
Al contrario, en épocas de estabilidad, las desigualdades no han hecho más que aumentar hasta niveles que acaban siendo insostenibles, al punto de desembocar en asaltos igualitaristas abruptos. De este modo, directa o indirectamente, se aplanaban las desigualdades que solían incrementarse en tiempos de paz. De ahí que, para el autor, comprender esas “fuerzas niveladoras” que han surgido en la historia pasada parece essential para adoptar políticas y medidas concretas que nos permitan combatir pacíficamente la desigualdad en el presente y futuro. Se concluye que la desigualdad tiende a empeorar en aquellas regiones con mayor concentración de población indígena, respecto al complete nacional, lo que enfatiza la desventaja económica de este grupo de la población. Igualmente, la esperanza de vida al nacer refleja que en Chile, las diferencias en acceso a salud de calidad, tienen consecuencias en las desigualdades del ingreso. La variable años de escolaridad promedio, está muy correlacionada con el PIB per cápita, se observa su significancia en la Tabla 3 (utilizando como variable dependiente el ratio 20/20), demostrando que regiones más escolarizadas tienden a reducir las desigualdades.
En este sentido, guarda especial importancia la oferta de educación superior, demostrándose en cada caso que las regiones con mayor oferta educativa por habitante, tienden a tener menos desigualdad del ingreso. Se puede inferir, que los esfuerzos de los últimos thirteen años para mejorar el acceso a la educación superior, en este caso por medio de la oferta, han contribuido en parte a mejorar los indicadores de desigualdad. En la misma línea de establecer la relación positiva de las variables, Robinson (1976) utilizó la hipótesis de Kuznets y la planteó como teoría de la movilidad de las personas entre el sector rural-agricultor y el urbano-industrial, sosteniendo que cada sector se caracteriza según amplitud, ingreso per cápita y desigualdad. Así, el sector rural es el más amplio, con un ingreso per cápita bajo y una desigualdad baja. El sector industrial, por su parte, es menos amplio, con un ingreso per cápita alto y una alta desigualdad.
Estas son las micro distinciones dentro de la propia élite, es decir, el cierre social lateral, intraclase y no interclase. El quiebre de la élite con la educación pública en Chile se comienza a producir con los procesos de masificación del sistema escolar, particularmente durante el gobierno de Frei Montalva a mediados de la década de 1960. La extensión y popularización de la educación escolar gatilló, por una parte, la migración de la élite liberal desde los liceos emblemáticos hacia colegios privados con proyectos liberales (laico o católicos progresistas). Zimmerman (2019), por su parte, muestra que 50% de los cargos más altos en las empresas chilenas lo ocupan exalumnos de un subsegmento que proviene de solamente nueve colegios de élite (los que están incluidos en los 14 colegios identificados en el estudio del PNUD).
la riqueza se concentra de manera extrema en pocas manos, la mayoría queda imposibilitada de acceder a nuevas oportunidades para mejorar su calidad de vida. Diversos estudios concluyen que la desigualdad educativa está directamente relacionada con la clase socioeconómica y el nivel de acceso a oportunidades (ante condiciones socioeconómicas deprimidas, menores oportunidades y viceversa). Así, la educación perpetúa las desigualdades que surgen con la clase social, el género y el origen étnico. «El nacionalismo de las vacunas priva a las personas del derecho inalienable al desarrollo, aumenta la pobreza e intensifica la brecha entre países ricos y pobres», declaró Bachelet.
Para las variables desigualdad y tasa de política monetaria, el signo evidenciado en el coeficiente se condice con la teoría económica (Persson y Tabellini 1994; Perotti 1996; Verdier 1993; Alesina y Rodrik 1994; Berg y Ostry 2011; Easterly, 2007), siendo en ambos casos negativo en relación con la tasa de crecimiento del PIB. Con esto se cumple con las hipótesis de relación inversa planteadas al inicio de la investigación. Los ingresos y la riqueza están repartidos de forma más desigual, en las últimas décadas, en Europa, Norteamérica, el antiguo bloque soviético, Latinoamérica, China, India y otros lugares.
Otras causas son el estancamiento del salario mínimo, el debilitamiento de los sindicatos, la falta de competencia, y la falta de regulación financiera, entre otros. Cualquiera sea la explicación, lo relevante es ver que la consecuencia fue una decisión política, no una tendencia inevitable. Sin embargo, éste indicador se basa exclusivamente en datos de la CASEN, que, como discutimos más arriba, no capturan los ingresos de los tramos de altos ingresos. desigualdad en economia La única serie de tiempo basada en datos tributarios (y que es una estimación conservadora porque no corrige por elusión ni evasión) muestra que la concentración del ingreso del 1% y del 10% más rico no ha caído.[5] Tanto en 1990 como en 2015, el 1% recibía cerca de un cuarto de los ingresos del país. Por su parte, el 10% más rico concentraba el 54% de los ingresos tanto en 2004 (primera fecha para la que se tiene registro) como en 2015.
El autor plantea que la pobreza provoca una salud deficiente por distintas carencias sufridas por las personas más pobres y, a su vez, existe pérdida de ingresos cuando se cuenta con mala salud. En el ámbito sanitario Chile ha presentado gran progreso en las últimas décadas, con cifras comparables con países desarrollados en cuanto a mortalidad infantil y general. Sin embargo, al igual que con el crecimiento, estos logros no son inclusivos, es decir, no benefician a toda la población de la misma manera, existiendo diferencias a nivel regional. El alto nivel de desigualdad de ingresos ha sido la bandera de lucha de quienes quieren cambiar radicalmente el modelo de desarrollo que Chile ha seguido por más de treinta años.
Además se menciona “la reducción de las emisiones globales de dióxido de carbono en un 45% para 2030 en relación con el nivel de 2010 y a cero neto a mediados de siglo, así como reducciones profundas de otros gases de efecto invernadero”. Respecto al contrato social en América Latina, este estaría fracturado porque los ciudadanos de ingresos medios y altos optaron por dejar los servicios públicos en seguridad y educación y se refugiaron en soluciones privadas, lo que ha generado un alto nivel de segregación en diferentes dimensiones. “Si el 1% más rico pagase un 0,5% más de impuestos sobre la riqueza, se recaudaría más dinero del necesario para escolarizar a los 262 millones de niñas y niños que actualmente no tienen acceso una educación». La tarea urgente, por tanto, de aquellos que se reclaman estar por un mundo
Una de las recomendaciones de la confederación Oxfam para reducir la desigualdad es que cada gobierno se establezca metas y planes de acción concretos. En gran parte, vinculados al acceso de servicios públicos básicos, fundamental para disminuir esta brecha. “El actual modelo económico neoliberal ha agravado esta situación, a través de los recortes a los servicios públicos, la reducción de la tributación de las personas y empresas más ricas y la baja en los salarios, que ha perjudicado en mayor medida a las mujeres. En resumen, la desigualdad del ingreso resulta ser políticamente controvertida cuando empeora, como también cuando tiende a declinar.