Factores Que Perjudican El Bienestar De Los Padres Y Las Consecuencias En Sus Hijos

Esto sería concordante con el actual Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría (MINSAL, 2017) que para el abordaje de los problemas de Salud Mental propone una red territorial donde participen distintos actores, entre ellos las instituciones de educación, pero cada uno desde su rol específico y en articulación con los dispositivos de salud especializados. El Hogar de Cristo lleva décadas trabajando por los más vulnerables y esta investigación que realizaron nos permite reconocer las principales características de las personas con discapacidad mental que viven en situación de pobreza y exclusión social”, sostuvo. Tal es la finalidad de la metodología de Estimación para Áreas Pequeñas (SAE, por su sigla en inglés), que el Ministerio de Desarrollo Social y Familia aplica para estimar la tasa de pobreza por ingresos (porcentaje de población en situación de pobreza por ingresos). Vivir en condiciones de pobreza incrementa significativamente el riesgo de enfrentar problemas de salud mental, como ansiedad, depresión y estrés crónico.

De hecho, en Chile se requieren en total 1.209 de estos dispositivos de atención, pero la oferta es de 377 para todo el país. Incluso cuando se consideran las camas de hospitalización psiquiátrica, se calcula la necesidad de 2.226 camas, cuando actualmente se cuenta sólo con 1.433 [7]. Resumiendo, podemos decir que, si la economía hasta ahora no ha sabido responder a las expectativas humanas de construir una sociedad más equilibrada y justa, es porque ha estado fundada en una razón egoísta que sólo se ha preocupado por saciar el hambre del yo. Una economía que surja, no de la razón, de los cálculos y de las estadísticas, sino de la pasión, de la compasión y más aún del amor por el otro (Nussbaum, 2014). Lo único que nos puede salvar private y colectivamente del egoísmo humano, que nos está llevando a construir sociedades sordas al clamor del otro, es la aceptación del otro/a en mi vida. Reconocer que no hemos venido para satisfacer nuestra propia hambre sino para poner nuestra vida misma al servicio del hambre del otro (Vaucher, Bourdin & Durrer, 2012).

Todos los tratamientos médicos actuales para las enfermedades mentales son paliativos, y ninguno de estos se ha propuesto como cura. Sin embargo, la disponibilidad de tratamientos efectivos no se condice con la alta morbilidad y mortalidad que encontramos para las enfermedades mentales. La respuesta tradicional es que fallamos en la prestación de los servicios, es decir, son pocos los pacientes que reciben las intervenciones basadas en la evidencia. Un reciente metaanálisis de estudios demuestra que la psicoeducación familiar puede reducir las recaídas en la esquizofrenia en un 50%, pero solo el 31% de los pacientes recibe esta intervención(19,20). En primer lugar, seguir el ejemplo de países como Inglaterra y Australia, que han posicionado la temática de salud mental como una prioridad en sus políticas públicas, con repercusiones positivas en todas las áreas de desarrollo.

Su logro depende de contar con un lenguaje común que permita la comunicación entre profesiones, ámbitos e interlocutores de diferentes disciplinas y los tiempos para co-diseñar los planes de diagnóstico e intervención. La “Psicología de la salud” permite establecer un puente de comunicación, al generar comprensiones de cómo los factores psicológicos, conductuales y culturales contribuyen a la salud física y la enfermedad. El Covid-19, el gran protagonista del año, no solo ha infectado y matado a much de personas (en Chile), sino que además ha sido el causante de una avalancha de problemas de salud mental, en prácticamente toda la población. La falta de acceso a servicios básicos o condiciones socioeconómicas, son factores que han sido investigados para ahondar en las problemáticas que aquejan a las personas que habitan campamentos en Chile. Sin embargo, la salud mental es otro elemento para entender la calidad de vida en este tipo de asentamientos.

Los hogares encuestados corresponden a una muestra seleccionada de manera aleatoria y la información recogida es completamente anónima y confidencial. Si bien sabemos que no hemos utilizado en forma completa los tratamientos disponibles, es importante reconocer que los tratamientos actuales en salud mental la pobreza y las desigualdades mundiales aún son insuficientes. Recordando la metáfora del río —utilizada tantas veces en salud pública—, al mismo tiempo que estamos haciendo más y mejores esfuerzos para rescatar a los niños del río, debiésemos también buscar cuál es la causa de que los niños se están cayendo al río, o trabajar río arriba.

En este misma línea, es fundamental atender las necesidades de quienes ya padecen trastornos de salud mental. Las estimaciones sobre las causas de muerte entre los adolescentes se basan en los datos de las Estimaciones Mundiales de la Salud 2019 de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Las estimaciones sobre la prevalencia de los trastornos mentales diagnosticados se basan en el Estudio de la carga mundial de enfermedades de 2019 del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME). En Chile, aproximadamente 1.900 personas se suicidaron en 2019, de las cuales 96 eran niños, niñas y adolescentes entre 5 y 19 años, lo cual representa un 5,1% de los casos.

Con el avance cada vez más rápido de la tecnología y la salud, en 2012, la esperanza de vida media alcanzó 72 años con diferencias abruptas dependiendo de la región del mundo. En algunos países del África subsahariana, tenemos una esperanza de vida media de alrededor de 50 años, ya en Japón, Australia y España, supera los 80 años. Hay muchas personas que creen que la salud mental se limita a la ausencia de trastornos psicológico, lo cual no es así. Este estado va más allá, es una experiencia compleja y diversa que cada persona vive y siente de manera única. De acuerdo a ello, es cierto que existen riesgos que pueden surgir en cualquier momento de la vida, sin embargo, los que se dan en etapas decisivas, como la infancia temprana, tienen un impacto particularmente dañino.

la pobreza es un estado mental

A diferencia de otras causas importantes de morbilidad y mortalidad, como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y los accidentes cerebrovasculares, las enfermedades mentales son crónicas y comienzan a temprana edad. Un 70% de las enfermedades mentales comienzan antes de los 18 años de edad y suelen mantenerse por décadas(7,8). De lo anterior se desprende que la salud de las personas y de las poblaciones no depende sólo de la medicina y demás profesiones de la salud, pero que sí depende de ellas de manera fundamental. Por lo tanto, para asumir estas profesiones de manera integral es necesario relacionarlas con otras disciplinas y con las realidades o situaciones no biológicas que más afectan la salud. El estado de salud de las personas y de las poblaciones depende directamente de factores no médicos como son el ingreso económico, educación, vivienda, alimentación, agua potable, alcantarillado, transporte, condiciones laborales, and so la pobreza mental on. Estos elementos de desarrollo socio-económico se suman a la disponibilidad y acceso a prestaciones de salud, medicamentos, tecnología, inmunizaciones y otras medidas preventivas y de fomento en salud.

Por tratarse de una imputación, este dato no está asociado a un intervalo de confianza y su error muestral no es conocido. Declara no conocer a alguna persona fuera del hogar que pueda prestar apoyo en distintas situaciones relevantes. Además, ningún miembro de 14 ó más años ha participado, en los últimos 12 meses, en alguna organización social o grupo organizado y ningún miembro de 18 ó más años que se encuentre ocupado pertenece a alguna organización relacionada con su trabajo. El valor de la CBA fue determinado a partir del gasto de aquel grupo de hogares (estrato de referencia) correspondiente al quintil de menores ingresos per cápita que, dado su patrón de gastos en alimentos, satisface en promedio los requerimientos calóricos recomendados por persona al día. La Canasta Básica de Alimentos (CBA) refiere a un conjunto de bienes alimentarios que se utiliza como base para definir el valor de la línea de pobreza y línea de pobreza extrema por ingresos.

A comienzos del siglo XIX, por ejemplo, la expectativa de vida media del mundo era de aproximadamente 30 años. Una expectativa tan baja fue el resultado de enfermedades endémicas capaces de eliminar un gran porcentaje de toda la población de un país o continente. Un ejemplo fue lo que ocurrió en Europa y Asia en períodos de la Peste Negra, que mataron entre 75 y 200 millones de personas y un tercio de la población europea. La pandemia del Coronavirus ha resaltado y visibilizado los problemas de salud mental que hay en el mundo, causando un alza en nuevos casos y agravando condiciones ya existentes.

Al respecto, la psicología social plantea que no sería suficiente focalizar las acciones en el manejo de las propias emociones o en discursos de felicidad y de éxito, para contrarrestar causas (sociales, políticas, económicas y culturales) que desbordan las posibilidades individuales (Nobile, 2017). Este desorden es caracterizado por los episodios repetidos (o por lo menos dos) en los cuales el humor y los niveles de la actividad paciente se perturba perceptiblemente. Este consiste en algunas ocasiones de la elevación del humor y de la energía y de la actividad crecientes (manía o hypomania) y de otro humor bajo y de la energía y de la actividad disminuidas (depresión).

En mujeres la prevalencia es mayor que en hombres, con una representatividad de 25,8% y 19,3%, respectivamente. A medida que la COVID-19 se acerca a su tercer año, las consecuencias para la salud mental y el bienestar de los niños y los jóvenes siguen siendo enormes. Según los últimos datos disponibles de UNICEF, al menos 1 de cada 7 niños se ha visto directamente afectado por los confinamientos en todo el mundo, mientras que más de 1.600 millones de niños han sufrido alguna pérdida en su educación.

Sin embargo, como acabamos de revisar, los medicamentos disponibles en la psiquiatría son insuficientes para el manejo de los trastornos, y el foco exclusivo en este tratamiento no logrará disminuir la prevalencia de la enfermedad mental. Este incremento del malestar psicológico es impulsado principalmente por el deterioro en mujeres, aumentando la brecha de género en problemas de salud mental. Esto si bien no es nuevo, ya que esa diferencia entre mujeres y hombres es algo que éste y otros estudios siempre han mostrado, esta vez se rompió una tendencia que se venía viendo desde 2021, donde tanto hombres y mujeres mostraban niveles distintos de malestar, pero iban a la baja o se mantenían igual. Es grave la brecha existente en nuestro país entre las altas prevalencias de trastornos mentales entre la población —al alza durante la pandemia de COVID-19— y el escaso presupuesto público destinado a su tratamiento y prevención.