Las grandes brechas y desigualdades sociales son una parte integral de la cultura actual, pero no son imposibles de reducir y de desarticular. Respecto de las argumentaciones técnico pedagógicas, existe cada vez mayor consenso sobre la escasa diferencia en efectividad entre las escuelas specific subvencionadas y las escuelas públicas, una vez controlados los efectos del nivel socioeconómico de los estudiantes y sus hogares. Castillo et al. (2011), a partir del análisis de los resultados del sistema de evaluación de la educación SIMCE, concluyen que frente a estudiantes en igualdad de condiciones socioeconómicas las escuelas públicas se desempeñan académicamente igual o mejor que las escuelas subvencionadas, particularmente en los segmentos de menores recursos. Todo esto, inclusive, cuando es imposible controlar adecuadamente el efecto de las prácticas de selección y de los recursos adicionales con que cuentan las escuelas particulares. Desde esta perspectiva, cabe preguntarse cuál es el efecto de las reformas al modelo educativo chileno en la movilidad ocupacional de las personas. Es decir, este trabajo explora el potencial vínculo entre las políticas de educación pública y la reproducción de la desigualdad social entre las personas una vez que abandonan el sistema formal de enseñanza.
En São Paulo se implementó hace dos años el uso de cámaras de reconocimiento facial en el sistema de transporte público, con la justificación de que ayudarían a evitar el fraude en el uso de beneficios sociales asociados al transporte, como descuentos a adultos mayores, estudiantes y personas con discapacidad. En estos dos años el sistema ha bloqueado más de 300 mil tarjetas supuestamente usadas indebidamente, o sea, no por sus titulares. Por otra parte, la municipalidad ha anunciado la suspensión total las tarjetas anónimas y ha implementado medidas para obligar el registro de las tarjetas con datos de identificación únicos y residenciales.
Los buenos indicadores a nivel de crecimiento económico de las últimas décadas en Chile, no han podido mitigar la persistente desigualdad del ingreso. Anteriormente, Soto y Torche (2004) concluyen lo mismo, demostrando que, entre 1975 y 2000, el PIB per cápita chileno creció un 5% al año, sin embargo, las regiones no se beneficiaron de igual forma. La pobreza cayó significativamente en todas ellas, pero la desigualdad del ingreso se mantuvo constante. Por lo tanto, estudiar solo el comportamiento nacional no es un análisis completo, ya que oculta cambios significativos a nivel regional. Conocer la dinámica de desigualdad regional será un punto importante en el diseño de políticas públicas y estrategias de desarrollo diferenciadas, muy necesarias en un país con regiones tan heterogéneas como Chile. En segundo lugar, la modalidad de la escuela donde se estudia depende evidentemente de la posición social de origen de los individuos, y posee importantes efectos finales en el logro de las personas.
Solo cinco de las 15 regiones se encuentran por debajo del promedio nacional evaluando ambos tipos de pobreza (Magallanes, Aysén, la Región Metropolitana, Antofagasta y Tarapacá). Por su lado, La Araucanía sobrepasa los promedios nacionales en ambos casos, y se observa que la diferencia entre ambos tipos de pobreza no es tan amplio, por lo que se infiere que el ingreso es la mayor causa de pobreza en este territorio, lo que se avala con el resultado del PIB per cápita expuesto anteriormente. En segundo lugar, existió una corriente liberal y laica vinculada al Partido Radical y donde también se incluyeron intelectuales independientes de clase media.
La esperanza de vida es mayor; hay más personas que se escapan de la línea de la pobreza y la pobreza extrema; menos personas afectadas por la malnutrition, entre otros. Si bien es claro que estos avances han mejorado la calidad de vida de las personas, se debe asumir que no en la misma proporción e incluso ha dejado mucha gente marginada de este gran avance (PNUD, 2016). Es por lo anterior que el último informe del PNUD está dedicado a este tema “desarrollo humano para todos”, considerando, igualmente, que en 2015 los dirigentes nacionales se comprometieron a “no dejar a nadie atrás”, compromiso que dejaron plasmado en la Agenda 2030. En los informes del Ministerio de Desarrollo Social se suele calcular este ratio utilizando el promedio del ingreso autónomo total del hogar; otros estudios utilizan el ingreso autónomo de las personas, con el objeto de medir la desigualdad proveniente del mercado. Sin embargo, en este estudio se ha optado por utilizar el ingreso autónomo de los hogares, por ser la metodología que seguirá utilizando la CASEN, al considerarse más realista respecto de la situación social de las familias chilenas y por ser de gran utilidad para la aplicación de la política pública.
La Convención sobre los derechos del niño/a ha sido ratificada por 196 Estados Parte de la Convención. Ha sido uno de los tratados sobre derechos humanos que más rápidamente ha sido ratificado y a la que más países se han adherido. Uno de los Estados que aún no ha ratificado la Convención, pero que ha expresado su intención de hacerlo, es Estados Unidos. Esto sigue la teoría de que la educación proporciona más capital humano en la que, cuanto más educadas están las personas en una sociedad, mejor compiten por empleos e ingresos y viceversa.
Estas capacidades serían económicas (pagar el acceso), de redes sociales, para poder incorporarse a la comunidad educativa, y geográficas, para poder ubicarse en sectores privilegiados. Además los países más desiguales son los que más han sufrido en letalidad y número de muertos, porque hay peores sistemas de salud y políticas públicas de salud. María Luisa Méndez, académica de la Universidad Católica e investigadora principal de Centro de estudios de Conflicto y Cohesión Social (Coes), señala que el trabajo de PNUD muestra las bases históricas de la desigualdad. Un fenómeno que parte en las haciendas, se dio en el desarrollo de la minería y posteriormente se profundiza con la instalación del modelo neoliberal. «Va mostrando que hay una configuración histórica estructural que involucra distribución de recursos, una institucionalidad, un marco normativo y uno legal que le da forma a esta distribución altamente desigual de ingresos y de representación política». Dicho lo anterior, es posible que las políticas redistributivas aún no sean desarrolladas con la eficacia que el país necesita para reducir más rápido las brechas económicas que le aquejan.
Históricamente se ha asociado la existencia de una clase media amplia con cierta salud económica y política y con un nivel de desarrollo más avanzado que el de países dominados por grandes sectores pobres con una elite en la punta de la pirámide, como ha sido históricamente el caso de América Latina. Aunque gran parte de la clase política se piensa al borde del desarrollo por el promedio de los ingresos de los hogares, una mirada a fondo de la clase media revela algunas trampas en esa expectativa. De hecho, muchos políticos, empresarios, publicistas e incluso sindicalistas se refieren a una clase media que bien puede no existir más allá de los legítimos deseos de todos de vivir una vida estable y sin mayores sobresaltos.
Pero esta condición no se remite solo a diferencias en calidades de vida, ya que tiene asociado un conjunto de problemas que implican, especialmente, trabas a la justicia, a la convivencia y al desarrollo económico. Al igual que otras naciones de América Latina, su origen se remite a la Colonia, cuando se constituyeron las instituciones que la inician, como la concentración en la propiedad de la tierra y la relación jerárquica entre la clase alta y el bajo pueblo. Es preciso advertir que incluso los países más igualitarios exhiben algún grado basal de desigualdad vinculado a la división del trabajo, la que requiere pagos diferenciados acorde a la complejidad de las ocupaciones o para el fomento de actividades que están sujetas a un considerable nivel de riesgo, como la innovación y la labor empresarial. Asimismo, la búsqueda de la igualdad no supone eliminar la diversidad de valores, preferencias y capacidades que nos distinguen como personas.
En el libro de March (2013) se cita a Sunkel & Paz (1986), quienes definen desarrollo como un proceso de cambio social, cuyo objetivo es igualar las oportunidades sociales, económicas y políticas, refiriéndose a un nivel nacional y a las sociedades que alcanzan mayores niveles de bienestar. Todaro y Smith (2012) por su lado, adopta la definición desarrollada por Amartya Sen15, donde se relacionan el proceso de desarrollo con la calidad de vida y con la capacidad de las personas de elevar su estatus, adicionando los conceptos de autoestima y libertad. En este último sentido, el Programa para las Naciones Unidas y el Desarrollo (PNUD) en 2016, hace referencia a las libertades humanas como “la libertad de desarrollar todo el potencial de cada vida humana -no solo el de unas pocas ni tampoco el de la mayoría, sino el de todas las vidas de cada rincón del planeta- ahora y en el futuro” (pp. 30). En primer lugar, la modalidad de la escuela donde se estudia no posee efectos directos sobre el logro ocupacional de los individuos. Esto es concordante con la investigación existente sobre la efectividad escolar de las instituciones públicas y explicit subvencionadas en Chile (Castillo et al. 2011) en el sentido de que, dada una posición inicial pareja, las escuelas públicas entregarían una formación y capacitación de calidad comparable que sus contrapartes.
Acorde al estudio sobre el Índice de Calidad de Vida Urbana, de la Universidad Católica y la Cámara Chilena de la Construcción, del total de 93 comunas en el país, sólo 17 están en el rango superior. Esto significa, entre otras cosas, que la expectativa de vida de los chilenos puede diferir hasta en eleven años según su domicilio, o que los santiaguinos demoren en promedio una hora y media más en transportarse durante horario peak en comparación a sus pares de regiones. Sin embargo, la luz al last del tunel sí existe, ya que San Miguel y Talca han demostrado que el presupuesto no lo es todo a la hora de focalizar y gestionar de manera correcta los recursos, cumpliendo no sólo con las expectativas de sus habitantes, sino también con la posibilidad de proyectarlos en el tiempo. Una de las pistas seguidas es el surgimiento de una “sociedad de conquista”, implantada por los españoles en el siglo XVI, acompañada de una mentalidad impregnada por el racismo. Esta situación se ha proyectado en el desigual acceso al control desigualdad socioeconómica en el mundo del poder político, dando lugar durante la mayor parte del tiempo a gobiernos estables, pero no democráticos.
Diversos estudios concluyen que la desigualdad educativa está directamente relacionada con la clase socioeconómica y el nivel de acceso a oportunidades (ante condiciones socioeconómicas deprimidas, menores oportunidades y viceversa). Así, la educación perpetúa las desigualdades que surgen con la clase social, el género y el origen étnico. Con los datos regionales obtenidos, se realiza un análisis de convergencia para comparar si los territorios más pobres, crecen más rápido que los más ricos. De acuerdo con Barro y Sala-i-Martin (2009), una de las formas de encontrar la velocidad de convergencia Β, es trabajar con un conjunto de datos de territorios que converjan hacia un estado estacionario comparable desigualdades e inequidades en salud, lo cual es posible encontrar en datos regionales.
Al realizar el mismo ejercicio pero considerando el 20% de los hogares con mayores y menores ingresos, el ratio es claramente menor. Sin embargo, el escenario no cambia demasiado al jerarquizar el territorio, al menos no para las regiones mejor y peor catalogadas anteriormente. El (Gráfico 7) demuestra nuevamente que La Araucanía y Los Ríos son los territorios más desiguales, seguida del Biobío y la Región Metropolitana, la cual sube al puesto número cuatro. Por su lado, con menor desigualdad destacan las regiones de Arica y Parinacota, Atacama y Antofagasta (las misma regiones destacadas en el ratio 10/10, pero en un orden diferente). El ausentismo y deserción escolar implican pérdidas de oportunidades duraderas y prolongadas, que afectan el desarrollo y el aprovechamiento de las oportunidades educativas, otro factor contribuyente a la desigualdad. [newline]Distancia, falta de transporte, enfermedades frecuentes, vestimenta inadecuada, falta de útiles escolares, inadecuadas en las poblaciones vulnerables.