El Impacto De La Desigualdad De Ingresos Y De Patrimonio: ¿quién Crece Cuando Chile Crece?

Ante esto, El Dínamo conversa con distintos expertos considerando el coeficiente Gini, una herramienta analítica que suele emplearse para medir la concentración de ingresos entre los habitantes de una región, en un periodo determinado. Impide que puedan ejercer sus derechos, alcanzar su potencial y participar de forma plena y en igualdad de la sociedad”. Es indudable que estos factores han impactado en Chile, con su economía pequeña y abierta. Desde ese punto de vista, considerando que la desigualdad no ha aumentado, podríamos hasta felicitarnos, si no fuera porque la nuestra es –y ha sido siempre– una de las más altas del mundo, un consuelo muy poco edificante.

A nivel de desarrollo económico, la Región Metropolitana logra los mejores resultados, mientras las regiones del sur del país, los peores, destacando nuevamente La Araucanía, única región catalogada con un bajo nivel de desarrollo, de acuerdo al IDERE. En el período 1990 y 2013, la desigualdad del ingreso en Chile12, medida a través del índice de Gini, evolucionó de una forma similar a una U invertida (ver Gráfico 6), crece a partir de 1992 para luego descender desde 2003 y de manera constante desde 2009. Bajo la metodología tradicional Chile pasó de un índice de Gini de 0,fifty seven en 1990 a 0,fifty three en 2013. La nueva metodología13 da como resultado un índice menor, posiblemente porque las familias más vulnerables suelen ser más numerosas, luego al evaluar la distribución del ingreso whole de los hogares, es esperable que sea más igualitario que al medirlo a nivel per cápita. En los últimos años la reducción de la desigualdad ha sido mínima, llegando a ser el índice de 0,495 en 2015.

Adicionalmente, características como el género y el nivel educativo de las personas también pueden ser fuentes relevantes de heterogeneidad que exacerban el efecto del ciclo de vida. Dado lo anterior, en este artículo tratamos de realizar un ejercicio que nos permita separar los efectos del ciclo de vida sobre las medidas de desigualdad, de tal manera de medir la desigualdad de ingreso al inside de distintos grupos etarios (2). En el análisis nos concentramos en los hogares y definimos la edad del hogar como la del jefe del mismo. Así, por ejemplo, con las medidas presentadas más adelante podemos analizar cómo ha cambiado la desigualdad de ingresos, en los últimos 10 años, entre los hogares jóvenes cuyo jefe de hogar es una mujer educada.

desigualdad en los ingresos

Edwards recordó también que, cuando él mismo estudió en Chicago, jamás le hablaron de la desigualdad. Y le preguntó a Cerda si el no haberse preocupado de ella alimentó un problema que desembocó en el estallido. Una reciente investigación de Ignacio Flores, physician en economía por la Universidad París 1, aporta nuevos datos a este debate. Si la desigualdad de ingresos por lo alto fuese producto de las decisiones o responsabilidades individuales o familiares, la tolerancia sería mayor. El problema aquí es cuando se quiere concretizar eso de las “oportunidades” se termina usualmente hablando de “mínimos de ingresos/educación/trabajo”.A lo más, se rescata la noción de la no-discriminación como sinónimo de esa igualdad de oportunidades. Poco importa si hay distintos tipos de educación, trabajo y riquezas varias en el inicio que marcan el resultado ultimate de la distribución.

A su vez, se registró una mayor proporción de mujeres (64,8%) que de hombres (51,5%)  que acceden a programas de educación, entre quienes cumplen condenas con privación de libertad 24 horas. Reducir las desigualdades y garantizar que nadie se queda atrás forma parte integral de la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Se observa también que los programas de ayuda desplegados están beneficiando más a la parte baja de la distribución, pero quienes están por encima de la línea de la pobreza están perdiendo mucho. El segundo issue desigualdad etica determinante fueron las transferencias gubernamentales, que explican el 17% de la caída, coincidiendo con una serie de programas muy grandes. Una de las características en Chile es que “gran cantidad de trabajadores gana un salario bajo”, entendido como aquel insuficiente para superar la línea de la pobreza. El académico relevó que 71% de las mujeres con enseñanza media completa no alcanza este umbral.

Además, es un término asociado a otros fenómenos negativos, como la desigualdad y la falta de oportunidades, afectando el bienestar de la población (Ministerio de Desarrollo Social, 2011). En la literatura económica, desde hace décadas, existe consenso en que un país o territorio no debe ser evaluado únicamente por sus indicadores económicos de productividad, sino que también por su capacidad para reducir la pobreza y la desigualdad, ambos conceptos entendidos como males para una sociedad (Gasparini et al., 2014). Al ser la pobreza reconocida como mal social, no es de extrañar que sea un concepto ampliamente estudiado y que sea propósito de cada Gobierno reducirla al máximo. Asimismo, el hecho de obtener un ingreso insuficiente es consecuencia de las desigualdades estructurales de un sistema económico (Macías, 2014). En marzo del año 2010, bajo el segundo mandato de la presidente Michelle Bachellet, Chile se convirtió en el miembro número 31 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el primero a nivel Sudamericano. En su discurso, Angel Gurría (Secretario General de la OCDE), declara que la experiencia chilena enriquecerá el acervo de la OCDE en cuestiones clave, siendo un ejemplo al combinar crecimiento económico y mayor bienestar social.

Para las variables desigualdad y tasa de política monetaria, el signo evidenciado en el coeficiente se condice con la teoría económica (Persson y Tabellini 1994; Perotti 1996; Verdier 1993; Alesina y Rodrik 1994; Berg y Ostry 2011; Easterly, 2007), siendo en ambos casos negativo en relación con la tasa de crecimiento del PIB. Con esto se cumple con las hipótesis de relación inversa planteadas al inicio de la investigación. Asimismo, la encuesta Casen 2020 reveló que, producto de la pandemia, la desigualdad de ingresos presentó un aumento extremo. El decil más rico de la población obtuvo ingresos del trabajo 416 veces mayores que el decil más pobre (39 veces en 2017), siendo los grupos de los deciles más pobres los más afectados en la pérdida de ingresos laborales y un importante foco en mujeres. Entonces, para las capas medias esto fue muy difícil, y para las capas más pobres lo que ocurre es que fueron saliendo de la extrema pobreza, del 40% de pobres en el año 1990 se pasó a un 8% en el año 2017.

Esto significa que nuestro mercado distribuye tan bien o tan mal como los mercados de países Ocde. Lo anterior es importante porque en el debate en Chile se suele achacar nuestra mala distribución del ingreso a nuestro mercado (¿“neoliberal”?). Durante las últimas dos décadas, el PNUD instaló la desigualdad como un tema central de las políticas públicas en Chile, argumentando que es un determinante clave del malestar ciudadano. El trabajo empírico de Thomas Piketty y Emmanuel Sáez facilitó esta labor, al concentrar nuestra atención en el 1% más rico. La reforma tributaria, vulnerable de simplificaciones y mejoras, apuntó a reducir las brechas de ingreso y riqueza y fue inspirada por estos trabajos. De estas incertidumbres sólo se salva un grupo que –dependiendo de la dimensión que se considere– oscila entre el 20% y el 5% de más altos ingresos.

La relevancia viene dada porque son precisamente estas personas que concentran altos niveles de ingresos, quienes adicionalmente ejercen una influencia importante en las decisiones y en el diseño de políticas que finalmente los terminan favoreciendo a ellos mismos. En su trabajo Barro (2000) encuentra una regularidad empírica clara de la teoría de Kuznets. Sin embargo, concluye que esta relación (el PIB per cápita) no explica la mayor parte de las variaciones en la desigualdad entre países o a lo largo del tiempo.

De acuerdo con la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) de 2015, el país tiene una población de más de 17,5 millones de personas3, de las cuales un 87% vive en zonas urbanas. En Chile, la ley reconoce la existencia de nueve pueblos originarios4 y de acuerdo con la CASEN (2015) solo el 9% de la población chilena declara pertenecer a una etnia, siendo mayormente Mapuches (84% del total). Las regiones con mayor porcentaje de población indígena son la Región Metropolitana y La Araucanía, siendo en esta última donde la mayoría de ellos vive en zonas rurales (59%).

El modelo V incorpora la variable oferta de educación superior como medida de capital humano calificado, mejorando el modelo. Regiones con mayor oferta educativa por habitante, tienden a tener menor desigualdad del ingreso. Esta variable es robusta, ya que se mantiene significativa y conserva el signo en los distintos modelos donde se utiliza.

Los que menos ganaron, es decir el 50% de abajo, se apropiaron de un 6-8% del ingreso whole. De esa manera, una de las manifestaciones de la desigualdad socioeconómica es que muchas veces las personas se sienten menoscabadas, “miradas en menos” o “pasadas a llevar” debido a ese factor. En efecto, la investigación del Pnud, revela que el 41% de los chilenos experimentó “malos tratos” en el último año, lo que afecta mucho más a las personas de clase baja. “Las personas entienden que no tenemos todos que ganar lo mismo, y eso no genera un problema, pero una demanda mucho más potente de parte de la sociedad es el buen trato” en el comentario de una de las investigadoras. A largo plazo, no hay crecimiento económico sostenible si no hay paz social, si no hay confianza en los demás. Por lo mismo, no hay necesariamente un balance desigualdad en la alimentación que hacer entre crecimiento versus igualdad.Al menos a los niveles que estamos hablando y por las causas ya dichas.