La presencia de un alto grado de integración económica y social con otras comunas, de acuerdo al intercambio de empleos, puede ser medida a través de los viajes diarios con motivos de trabajo, un criterio definido internacionalmente que también aplicamos en este trabajo. Sin embargo, este método es objeto de discusión, pues diversos estudios han destacado que la intensidad de las interacciones de personas y actividades entre diversos lugares, puede ser medida considerando otras dimensiones. Algunas mediciones procuran reflejar las formas más naturales en que las personas interactúan en el espacio, incorporando múltiples dimensiones socioeconómicas asociadas a los viajes diarios de las personas (Royuela et al 2009), modos de vida y consumo en centros comerciales(Nielsen y Hovgesen 2004) e incluso en base a las comunicaciones telefónicas (Ratti et al 2010). Hace cinco años, la medición del Banco Mundial catalogó a este país como uno de aquellos con ingresos más dispares del mundo. Hoy, entre las naciones de la OCDE, Chile presenta la mayor desigualdad económica (medida por el coeficiente Gini) y la cuarta con mayor pobreza relativa. El 1% de su población concentra aproximadamente el 30% de los ingresos nacionales, y el 0 desigualdad social y la pobreza,01% posea más de la décima parte de estos ingresos (López, Figueroa y Gutiérrez 2013).
En el Gran Santiago, hoy, el mecanismo de valoración urbana más eficiente para el desarrollo de nuevo capital espacial es Metro[13]. El acceso al Metro desde comunas de menores ingresos cambia el entorno inmediato en cuanto al valor del suelo (aumenta considerablemente) y con ello se activa la inversión inmobiliaria en sectores de la ciudad que, sin mediar la importante inversión en infraestructura, no habrían sido interesantes para la inversión de capital. Sin mayores regulaciones, la incidencia de Metro en el mercado inmobiliario es un issue que propende a reproducir la desigualdad socio-espacial, inyectando rentabilidad de la inversión en sectores de la ciudad donde, de otra manera, los desarrolladores no se habrían interesado. La reproducción de la desigualdad en la ciudad ocurre a diversas escalas y es necesario frenar esta tendencia para avanzar verdaderamente hacia una sociedad más igualitaria, partiendo por su espacio social colectivo. Una vez hecho el diagnóstico inicial, es imperativo generar herramientas más precisas y profundas que nos permitan complejizar los cuestionamientos que nos hacemos cuando nos referimos a la desigualdad. ¿Es esta una discusión que concierne principalmente a quienes viven en la Región Metropolitana, pero que omite la presencia de otros fenómenos y problemáticas más urgentes a resolver en otras partes del territorio nacional?
El resto de las comunas se desarrolló en base a inversiones más exploratorias, tanteando sectores de potencial interés y revisando qué tan rentable resultaba cada barrio para el capital inmobiliario. Con los años, estas tendieron a caracterizarse según nivel socioeconómico, marcadas en gran parte por acción directa del Estado, que continuó desplazando pobladores hacia el sur hasta 1989. Como se puede ver en el cuadro 2, las comunas más ricas recibieron zero pobladores, mientras 28 mil hogares desplazados se repartieron en el resto del gran Santiago, configurando la existencia de comunas para hogares pobres. Su destino fueron terrenos periféricos, generalmente ubicados en el sector sur de Santiago, donde el desarrollo de sus nuevas viviendas no ocurrió como se esperaba. CIPER/Académico es un espacio abierto a toda aquella investigación académica nacional e internacional que busca enriquecer la discusión sobre la realidad social y económica. A modo de ejemplo, el Gini de la Región Metropolitana para el año 2017 es de 0,50, levemente por sobre el de Chile (0,49), pero muy por sobre el de otras regiones, tales como la de O’Higgins (0,40), Arica y Parinacota (0,41), Tarapacá (0,42) y Antofagasta (0,43).
Una prueba de que la desigualdad territorial afecta todos los ámbitos de la vida está en los resultados educacionales, medidos por el puntaje en pruebas estandarizadas. Un ejercicio ilustrativo para entender las barreras residenciales a la inclusión social es construir mapas, clasificando en ellos las distintas zonas según los resultados que tienen sus colegios en las pruebas estandarizadas de educación. En Chile, en casi todas las grandes concentraciones de vivienda social existen institutos escolares con bajos puntajes educativos.
Las escalas de verdes varían a grises dependiendo la comuna, lo que evidencia también el distinto panorama estético y las implicancias que podría tener esto según la psicología del shade. No cabe duda que la ciudad de Santiago se encuentra totalmente fragmentada, donde existen barreras físicas para la inclusión y la distribución equitativa de oportunidades, como también una inequitativa distribución de espacios públicos, parques y plazas. “Desde 1950, cerca del 40% de las viviendas sociales fueron construidas sistemáticamente en la periferia de las grandes ciudades. Esta situación fue potenciada desde 1980, fundamentalmente por la ausencia de regulación authorized desigualdad y exclusion social y de incentivos políticos para la integración urbana” (CIS 2014). Es un problema histórico, pero su exacerbación es resultado de un modo de hacer ciudad impuesto en dictadura, que llevó al Estado a dejar de coordinar el desarrollo urbano y entregó esa responsabilidad de forma exclusiva a la empresa privada.
La segregación urbana está vinculada al bajo rendimiento escolar, y eso agrava las pocas posibilidades que tienen estos niños de salir del círculo que reproduce su situación desfavorable. La figura de abajo muestra las viviendas sociales (puntos negros) y las zonas con menores puntajes en una prueba estandarizada (Prueba SIMCE de lenguaje, Cuarto Básico, con niños de 9 años). Las zonas rojas son las de menor puntaje, las amarillas cercanas al promedio, y las verdes de puntajes más alto.
Los desplazamientos desde el lugar de residencia al lugar de trabajo, sea a la misma comuna o a otra, es decir, la movilidad territorial o conmutación por razones de trabajo, constituyen una respuesta a las necesidades de funcionamiento de una economía urbana que actúa como polo gravitacional sobre las áreas aledañas. Estos flujos pueden ser medidos y considerados un indicador del grado en que hay una interrelación económico-social entre áreas territoriales, específicamente como indicador de la presencia de un mercado de trabajo relativamente compartido en un territorio delimitado. La movilidad o conmutación por razones de trabajo ha sido medida en Chile por el Censo del año 2002, cuyos datos utilizaremos, así como por otras encuestas. Con el objetivo de dar cuenta de la distribución espacial de la desigualdad, asumimos que la escala territorial donde se generan las principales diferencias corresponde al mercado laboral común a un territorio. La conformación de los mercados laborales locales puede constituir una de las mejores formas de representar el modo como la urbanización configura socialmente el territorio nacional y de qué manera sus habitantes se insertan en ese proceso.
Algunas corrientes filosóficas –marxismo– se interpreta a la marginalidad como una intención política del Estado y como un instrumento de dominación de clase. Por lo tanto, la entrega de subsidios habitacionales en la periferia, sería la forma en que el Estado fragmenta a la población y posibilita que las clases dominantes prefieran estar sobre la cota mil, es decir, cada vez más en las zonas altas de la ciudad. A juicio de la expositora, el que uno de cada cuatro personas perciba ese estigma social es preocupante, ya que “No solo está solo en el territorio, sino que está en los individuos, o sea, la historia que siempre se cuenta sobre gente que no cuenta dónde vive para tener una posibilidad de entrevista laboral”, expuso. La reproducción de un paisaje desigual en la ciudad de Santiago continúa, dado que el modelo de planificación urbana sigue siendo neoliberal, es decir, persigue el lucro y no el bien común.
El vínculo socio-territorial entre la pobreza multidimensional y la ubicación de los depósitos de relaves en Chile, que explora el estudio, da cuenta de la desigualdad en la ubicación de estas infraestructuras. Los depósitos de relaves representan un peligro que no afecta equitativamente a las 346 comunas del país, sino que están ubicados solo en sixty eight, donde la mayoría de ellas se posicionan por arriba del promedio nacional de pobreza multidimensional. Este crecimiento exponencial de la ciudad ha sucedido en conjunto a un acelerado desarrollo capitalista, el cual trae múltiples contradicciones; como lo es el aumento de derechos y la falta de participación o derecho a la ciudad. Es decir, aun cuando la creciente urbanización ha permitido que las personas puedan acceder a más beneficios y servicios que en la ruralidad, existen múltiples deudas o problemáticas urbanas. Una de estas, es la serie de situaciones que van desde problemas particulares hasta problemas más generales, como la segregación espacial o la desigualdad urbana… problemas de conectividad, de congestión, de pérdida de identidad, de contaminación, de degradación ambiental, (Gobierno de Chile, 2016) de centralización, entre otros.
A pesar de que estas cifras pueden ser informativas, siguen escondiendo una heterogeneidad territorial de la que pocas veces se habla. La reflexión respecto a las especificidades de los territorios es basic para comprender la profundidad de la centralización en Chile, y asimismo para explorar la relación existente entre conflicto social y concentración de la riqueza. En estos párrafos, se busca hacer una descomposición un poco más profunda de evidencia nacional sobre desigualdad para entregar perspectivas acerca de la concentración de ingresos, su dimensión territorial y su eventual rol en el conflicto social. En efecto, la llegada de autoridades regionales electas y las prioridades que marca la Convención Constitucional anticipan que muchas inequidades territoriales debieran enfrentarse.
Las políticas que dan forma a la ciudad promueven la proliferación de espacios que pueden otorgar beneficios sociales, económicos y ambientales, a diferencia de lo que actualmente sucede (Reyes y Figueroa, 2010). A pesar de esto, la Política Nacional de Parques Urbanos es una esperanza para estas temáticas, pues buscan mejorar la distribución y déficit a nivel nacional de las áreas verdes. Es elementary partir por entender que la ciudad, y en explicit la vivienda, es un derecho humano por lo que no debiera estar sujeto a procesos de comercialización sin regulaciones de ningún tipo. Con esto, revivir el rol social de la propiedad y la función social del suelo son prioritarios de cara al nuevo Chile. La ciudad es de todos, es base para el desarrollo humano y por lo mismo no puede ser que sea el lucro el principal objetivo del urbanismo, menos aun considerando los altísimos costos para los hogares que ello implica.
Aplicando esto, al controlar homogéneamente ciertas dimensiones o variables dentro de los territorios, como el sexo o la edad, sería posible comprender mejor las particularidades de las desigualdades sociales al inside de un territorio específico. Por otro lado, un análisis comparativo entre territorios puede enriquecer la comprensión de las desigualdades sociales. Sin embargo, en términos espaciales las regiones jurídicamente establecidas parecen ser de una escala excesivamente amplia para reflejar la diversidad de situaciones en su inside. Más aún, las definiciones administrativas de las regiones, basadas en factores históricos, geográficos, jurídicos, políticos y de eficacia en las políticas públicas, pueden ocultar las líneas divisorias del territorio respecto de las desigualdades sociales. Estas desigualdades nos enseñan que la lucha no es solo contra la discriminación, por una mejor repartición de los ingresos provenientes de la actividad minera o por subsidios que mitiguen los costos reales de vivir en zonas aisladas.
Esto se hizo antes, entre 1964 y 1973, en un Chile mucho más pobre y desigual, con muy buenos resultados a pesar del corto período. La académica UC fue la encargada de abrir la conversación señalando que “las desigualdades territoriales han jugado un rol claro en esta disaster socio sanitaria, pero son una suma de desigualdades de distinto tipo. Lo primero es que hay enormes diferencias en los estándares de vivienda, en términos de metros cuadrados y hacinamiento, pero también hay temas de calidad, de confort térmico, de condiciones de ventilación, entre otros. Además se vive un confinamiento más problemático, porque hay competencias respecto de los espacios de la vivienda”.