A finales del 2019, se postuló un proyecto con estas orientaciones a CORFO, que finalmente logra ser adjudicado a través del Fondo VIRALIZA 2020 de la misma institución. Por otro lado, en el estudio, la CEPAL recalca que sin management de la crisis sanitaria la recuperación económica no será sostenible, y advierte que América Latina y el Caribe es la región más weak del mundo ante el COVID-19. Los países con peores cifras fueron Argentina, Perú y Colombia en donde ambos índices (pobreza extrema y pobreza) crecieron siete puntos porcentuales o más, mientras que en Brasil fue el único país donde mejoraron los números, con una caída del 1,8% en la pobreza y 0,7% en la pobreza extrema. En esa misma línea, el reporte agrega que el incremento de la pobreza extrema es «consecuencia de una reducción de las transferencias de ingresos de emergencia que no se compensan con el incremento de los ingresos por trabajo». El informe «Panorama Social de América Latina» realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), estimó que la tasa de la pobreza extrema creció del thirteen,1% al thirteen,8% en 2021, mientras que la pobreza disminuyó del 33% al 32,1%, alcanzando a 201 millones de latinoamericanos. Pocos países realizaron una actualización oficial de sus números de pobreza en lo que va del año.
De hecho, ha existido una appreciable recuperación de la inversión efectuada por las empresas en Chile durante 2021. Pero lo relevante es entender que diversas estructuras de gasto y producción dan origen a distintas estructuras de empleo. Los países con mayores tasas de desigualdad fueron Perú, Chile, El Salvador, Bolivia y Colombia. Mientras que, República Dominicana, Brasil, Paraguay, México y Costa Rica mejoraron en la distribución de la riqueza. En un nuevo informe anual, la CEPAL estima que el total desigualdad en el mundo ejemplos de personas pobres ascendió a 209 millones a finales de 2020, 22 millones de personas más que el año anterior.
El teletrabajo ha sido un elemento diferencial y muy importante para poder mantener la producción y la actividad laboral. Las pequeñas empresas y los trabajadores poco cualificados tienen mayores dificultades y, por lo tanto, también se han visto más perjudicados por las restricciones de la pandemia. La pandemia habrá ocasionado el cierre del 2,7 millones de empresas latinoamericanas, es decir el 19% del total de las empresas. Pero las medidas de distanciamiento social y las limitaciones a la movilidad han afectado de forma desigual a las actividades económicas. El ejemplo de la región Caribe ilumina el hecho que la región como espacio no es una tabula rasa donde se expresan racismos, sexismos y discriminaciones en función del número de minorías.
Improvisar medidas masivas sobre la marcha retrasa la ayuda y empeora las condiciones de vida de los trabajadores y sus familias. Independientemente de quién esté en el gobierno, la calidad de vida de la población no puede estar en manos del grupo de técnicos de turno. La oportunidad para América Latina es la de salir de esta disaster con un Estado más sólido y moderno, con mayores grados de transparencia, y con un enfoque más estratégico cuando se trata de proveer los servicios sociales a la población, especialmente a los más vulnerables.
En cuanto al resto de la región, en Honduras, Nicaragua y Guatemala más de la mitad de la población se encontraría en situación de pobreza a fines de este año. Sin embargo, países como México, Argentina, Ecuador y Brasil sufrirían mayores aumentos porcentuales como consecuencia del Covid-19, alcanzando niveles medios de forty seven,8%, 33,6%, 30,8% y 24,3%, respectivamente. La comisión económica para la región prevé para este año un rebote tras la disaster de 2020, pero advierte que el crecimiento no se sostendrá. En cambio, proyecta un aumento de la desigualdad, la pobreza y la informalidad en los próximos años a menos que se lleven a cabo cambios estructurales. De manera que no basta poner todos los servicios empresariales de manera digital; se requiere también la capacitación de las mujeres para el uso de las tecnologías y la infraestructura de telecomunicaciones para llevar estos servicios hasta los territorios rurales más remotos.
“La recuperación económica de 2021 no ha sido suficiente para mitigar los profundos efectos sociales y laborales de la disaster sanitaria”, dio la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, en la presentación digital del documento. En su informe anual titulado «Panorama Social de América Latina», la CEPAL estima que entre 2020 y 2021 la situación de pobreza extrema asciende a los 86 millones de personas. “Pese a la recuperación económica experimentada en 2021, los niveles relativos y absolutos estimados de pobreza y de pobreza extrema se han mantenido por encima de los registrados en 2019, lo que refleja la continuación de la disaster social”, se lee en el reporte. Ese índice es el cuarto más alto a nivel regional, después de Uruguay, República Dominicana y Ecuador.
Esta investigación pretende contribuir a profundizar la comprensión de la naturaleza de las brechas regionales o subnacionales y motivar futuras investigaciones en este campo. Hacerlo permitirá identificar políticas públicas contextualmente acertadas e intervenciones que visibilicen la experiencia de grupos sociales en la intersección de varios atributos tradicionalmente marginados. El avance hacia una mayor igualdad de oportunidades requiere estas lecturas que trasciendan la tiranía de los promedios.
Como se ha destacado anteriormente, una de las características principales de esta crisis es que la destrucción masiva de empleos se tradujo en una fuerte contracción de la fuerza de trabajo. Si en el primer trimestre de 2020 las personas inactivas fueron 5,9 millones, en el siguiente trimestre de 2020 este número se elevó a 7,5 millones de personas. Si bien ha existido una recuperación en la incorporación de personas inactivas hacia la fuerza de trabajo a finales de 2020, aún restan casi un millón de trabajadores para ser reintegrados y alcanzar los niveles pre pandémicos. Aunque la idea de meritocracia tiene gran presencia en la investigación social, pocos estudios analizan y discuten este concepto.
Algunos ejemplos son el Ingreso Familiar de Emergencia en Argentina, el Bono COVID-19 de Chile, el Ingreso Solidario de Colombia, el Bono Proteger en Costa Rica o el Bono de Emergencia en Brasil. El concepto de interseccionalidad fue acuñado inicialmente por Crenshaw (1991) para evidenciar que la experiencia de las mujeres afrodescendientes era fundamentalmente distinta a la de las mujeres por un lado y de los afrodescendientes por otro. La intersección alude así a una noción multiplicativa y no aditiva de la desigualdad, pues, en otras palabras, las mujeres negras –para continuar el ejemplo– sufren una opresión mayor a la de la suma de ser mujeres y negras por separado. Se observa también que los programas de ayuda desplegados están beneficiando más a la parte baja de la distribución, pero quienes están por encima de la línea de la pobreza están perdiendo mucho. El segundo issue determinante fueron las transferencias gubernamentales, que explican el 17% de la caída, coincidiendo con una serie de programas muy grandes.
En otras literaturas se le conoce a esto como “efectos heterogéneos”, “retornos”, o “susceptibilidades” (Jackson y VanderWeele 2019). Mi propuesta es llamar a estas dos porciones de desigualdad subnacional como la composicional y la interseccional. La descomposición realizada en la sección anterior nos permite entender la desigualdad subnacional –o la brecha entre regiones– como la conjunción de dos tipos de fenómenos.
Esto se traduce en una explosión del desempleo, que llegaría a forty four,1 millones de personas en la región, lo que representa un aumento cercano a 18 millones con respecto al año 2019. Pero también en un aumento de la mendicidad o extrema pobreza la cual se incrementara en 28,5 millones personas en solo un año, pasando de 67,7 millones de personas en 2019 a ninety six,2 millones de personas en 2020. En esa misma línea, el texto explica que el incremento de la pobreza extrema es consecuencia de “una reducción de las transferencias de ingresos de emergencia que no se compensan con el aumento de los ingresos por trabajo”.
Las consecuencias económicas y sociales de la pandemia en América Latina también han sido de las más graves del mundo. Se espera que las economías de la región se contraigan en un promedio de más de ocho por ciento este año, peor que cualquier otra región importante del mundo, con excepción de la eurozona. Casi todo el progreso logrado en reducir la pobreza en los últimos 20 años podría perderse. Tanto inversionistas como ciudadanos comunes y corrientes temen que América Latina esté al borde de una «década perdida» como la de los años 80 desigualdad en la actualidad, marcados por episodios de alta inflación, crisis de deuda externa, olas de crimen y una paralizante caída del ingreso per cápita.
Los países con las peores cifras son Argentina, Colombia y Perú, en donde ambos índices crecieron 7 puntos porcentuales o más, mientras que Brasil fue el único que mejoró, con una caída del 1,eight % en la pobreza y 0,7 % en la pobreza extrema. El reporte «Panorama Social de América Latina» estimó que la tasa de pobreza extrema creció del thirteen,1 % al thirteen,eight % en 2021, mientras que la pobreza disminuyó del 33 % al 32,1 %, alcanzando a 201 millones de latinoamericanos. Creo que reducir las desigualdades podría ser una primera etapa para crear una sociedad menos segregada, no sólo en el ámbito económico, sino en otros aspectos de la vida cotidiana.
Por ejemplo, en el departamento de Guatemala, que es el que tiene mayor cobertura, el 80% de hombres respondió que usa celular, el 47%, computadora y el 57% Internet, mientras que el 78% de mujeres usa celular, el 42%, computadora y 52% Internet. Mientras tanto, Alta Verapaz, un departamento altamente rural, es el que cuenta con menor cobertura. Lo anterior demuestra cómo las brechas de género son más grandes en los territorios rurales, y se exacerban aún más para los pueblos indígenas, cuyo uso del celular es del 21% entre los pueblos mayas, versus un 39% entre la población no indígena. Un puente al desarrollo sostenible en tiempos de pandemia”, se encuentra que la población rural de Latinoamérica y el Caribe enfrenta una profunda brecha digital. El estudio señala que Guatemala se encuentra entre los nueve países con con menor conectividad rural y el Censo Nacional de Población y VII de Vivienda 2018, no muestran una mejoría. La menor conectividad de la mujer rural tiene un fuerte impacto en la realidad económica, social, sanitaria y comunitaria de los territorios rurales, porque el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación es una de las herramientas centrales para potenciar el desarrollo personal, colectivo y productivo.