Lo anterior, debido a que las regiones de un mismo país suelen tener acceso a similares tecnologías, una cultura related, gustos y preferencias parecidos y además, destacan los autores, tienen un mismo Gobierno Central, compartiendo leyes e instituciones. A pesar que es claro que las regiones tienen sus diferencias entre sí, estas son menores a las que se encontrarían al comparar distintos países. “Esta relativa homogeneidad significa que es más possible que exista convergencia absoluta entre regiones de un mismo país que entre países” (Barro y Sala-i-Martin, 2009, pp. 468). De acuerdo con los datos para 2015 del Banco Mundial, en Chile la esperanza de vida al nacer es de 79 años en promedio, siendo de 77 para los hombres y 81 en el caso de las mujeres, encontrándose sobre el promedio mundial (72 años, 70 para hombres y seventy four para mujeres).
Pese a esta generalizada incidencia a la baja, la nueva dimensión no generó grandes cambios en las posiciones regionales del IDERE global. La dimensión sustentabilidad y medio ambiente es de gran relevancia para el crecimiento económico sostenible. Es lamentable que no se tengan datos históricos respecto a la inversión pública en el área medioambiental, sin embargo, contamos con los datos de los últimos años, los cuales develan que en 2015 la inversión ascendió a más de 27 mil millones de pesos. A nivel regional las regiones con mayor presupuesto medioambiental ejecutado fueron La Araucanía, Biobío y Aysén, tres regiones del sur del país.
Considerando que los ingresos totales provienen de distintas fuentes con distintas particularidades (trabajo, empresas, mercado financiero, etc.), su diseño es complejo y varía mucho entre países. Autoridades dieron a conocer los resultados de esta importante encuesta que entre otros datos arrojó que la pobreza por ingreso llegó a 6,5%, su menor nivel histórico. El texto destaca que el ingreso muestra una relación más directa que la riqueza con el endeudamiento de los hogares. Además, el quintil de mayor riqueza del país alcanza el forty one,3% del ingreso nacional, con una mediana de 839 mil pesos. Por su parte, el primer quintil, que tiene riqueza negativa, acumula el 14% del ingreso nacional, con una mediana de 348 mil pesos.
El país está conformado por sixteen regiones5, siendo la capital nacional la ciudad de Santiago en la Región Metropolitana. El territorio chileno es abundante en recursos naturales, es el mayor productor de cobre a nivel mundial y tiene un importante rol dentro de los países exportadores de productos agrícolas, forestales y ganaderos (OCDE y CEPAL, 2016). Las principales conclusiones de este trabajo, revelan la gran heterogeneidad que existe entre las regiones de Chile, siendo consistente con los trabajos de Agostini y Brown (2007; 2010), Ramírez et al. (2009) y Mac Clure y Calvo (2013), quienes avalan la importancia de trabajar a distintas escalas territoriales2. Se observa que las regiones más desiguales a nivel social y económico, son igualmente aquellas con menor PIB y desarrollo económico.
Esto significa que hay una correlación clara entre la disparidad de los resultados y la de oportunidades –que determina la movilidad social–. Es muy probable que la causalidad opere en ambas direcciones, puesto que una alta desigualdad de ingresos dificulta la igualación de oportunidades en ámbitos como el desarrollo infantil temprano y el sistema educacional, por las grandes divergencias que existen en el capital económico, social y cultural de los hogares de origen. En distintos estudios, la tasa global de fertilidad cobra relevancia al evaluar su efecto sobre la desigualdad de los ingresos. En 1996, Perotti concluye que las sociedades más igualitarias tienen bajas tasas de fertilidad.
El ratio fue de 27,6; 29,eight; 29,1 y 27,2 para 2009, 2011, 2013 y 2015 respectivamente (calculado por Ministerio de Desarrollo Social [2016b], bajo la nueva metodología). Chile es un país largo y angosto, ubicado al sudoeste de América Latina, limita al norte con Perú, al noreste con Bolivia y al este con Argentina. De acuerdo con la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) de 2015, el país tiene una población de más de 17,5 millones de personas3, de las cuales un 87% vive en zonas urbanas.
La medición de la desigualdad en el ingreso se ha realizado por un indicador económico que es el Gini. Se basa en la distribución del ingreso según la distribución de la población en grupos. Estima la diferencia que hay entre una distribución actual del ingreso según grupo y la distribución que se daría si todos los grupos recibieran un ingreso proporcional a su proporción en la población (todos los individuos recibieran igual ingreso). Si la distribución actual es equitativa, el Gini sería 0,0, sino el Gini aumentaría hasta teóricamente llegar a 1,0 (equivale a que un individuo recibe todo el ingreso y el resto nada). En 2007 los impuestos y las transferencias rebajaron la desigualdad de los ingresos de mercado en four,6%, lo que seis años después ascendió a 5,1%.
El ministro de Desarrollo Social y Familia, Giorgio Jackson, dio a conocer los resultados de la Casen 2022, el principal instrumento de medición socioeconómica y la encuesta más grande que se realiza en el país. Para sus cálculos usan la estimación del banco Credit Suisse, según el cual el 1% más rico tiene el 38% del patrimonio privado. Otra característica es que, a medida que crece el patrimonio, crece también la influencia política que puede proveer el dinero. Esto ocurre, por una parte, porque las desigualdad entre clases sociales grandes fortunas pueden pagar lo que Jeffrey Winters llama una “industria de la defensa de la riqueza”, cuya tarea es crear argumentos jurídicos y políticos que los defiendan de la amenaza redistributiva del Estado. Pero también, porque moviendo su patrimonio de una actividad a otra, o sacándolo del país, las grandes fortunas dan a conocer su opinión sobre lo que consideran bueno y malo en la política. De acuerdo con sus cálculos, entre 2000 y 2019 el 1% más rico se quedó con más del 30% del ingreso.
Integrando datos de cuentas nacionales, declaraciones de impuestos y encuestas de hogares para corregir estos problemas de medición, el equipo del World Inequality Database estima que el 1% de mayores ingresos en Chile se lleva aproximadamente un 27% de los recursos, fracción que ha permanecido bastante estable desde 1990. Lo mismo ocurre en educación, donde la distancia de ingresos se ha transformado en insalvables brechas de conocimiento, desarrollo de habilidades y posibilidades futuras. Al last del ranking aparecen países como México, Uruguay, Estados Unidos, Chile y Argentina, donde la riqueza del hogar al que se pertenece tiene una alta relación con los resultados académico de los estudiantes. El análisis en base a distribuciones condicionales del ingreso por tramo de edad, permite observar que los indicadores de distribución del ingreso convencionales esconden una alta heterogeneidad en la posición relativa de los hogares de acuerdo al ciclo de vida. En specific desigualdad en américa latina 2022 la inequidad de ingresos es mayor para hogares con jefes hombres de avanzada edad y para hogares de mujeres jóvenes. En la última década, la distribución de ingresos antes de subsidios ha mejorado levemente para los hogares con cabeza mujer (independientemente de su edad), y para los hombres jóvenes, pero no así para hogares con jefes hombres mayores de 60 años.
De acuerdo con el reporte, la mejora de Chile se explica en buena medida por el crecimiento de los ingresos. Así, entre 2007 y 2010, los ingresos laborales brutos del 10% más pobre subieron en promedio 10% anual, mientras que los del 10% más rico aumentaron 6%. De estas incertidumbres sólo se salva un grupo que –dependiendo de la dimensión que se considere– oscila entre el 20% y el 5% de más altos ingresos. Países como Finlandia, Irlanda o Francia logran incluso bajar su Gini en más de 23 puntos. La evidencia Ocde muestra que un 78% de la disminución de la desigualdad, es decir el gran grueso, proviene de transferencias monetarias directas (12,5 puntos), mientras que un 22% se explica por la progresividad tributaria (3,5 puntos).
Y si bien la ciudadanía está en su gran mayoría de acuerdo con la idea de que las personas que trabajan duro merecen ganar más, prácticamente todos están de acuerdo, 0 muy de acuerdo, con que las diferencias de ingresos en el país son muy grandes (un 90%, según reporta el PNUD en su libro Desiguales, del 2017). La desigualdad y la distribución regresiva del ingreso se instauraron a sangre y fuego durante la dictadura, que fue por sobre todo una restauración patrimonial capitalista, y no en democracia. Los lentos avances posteriores, y algunos retrocesos como el aumento del peso del IVA y la rebaja de las tasas a los ingresos más altos en el impuesto a la renta, no son su causa de origen, ni reflejan un agravamiento inexistente.
Primero, existe una distancia abismal entre las ideas políticas de la ciudadanía y de la elite económica. La ciudadanía quiere mayoritariamente que el Estado se haga cargo de un conjunto de temas claves para la sociedad, mientras que la elite económica, por el contrario, prefiere un Estado que no asuma tal responsabilidad. En síntesis, en Chile tenemos una desigualdad alarmante en cuanto a la seguridad con que ciertos grupos sociales pueden enfrentar los riesgos propios de la vida y del mercado laboral.
A nivel de desarrollo económico, la Región Metropolitana logra los mejores resultados, mientras las regiones del sur del país, los peores, destacando nuevamente La Araucanía, única región catalogada con un bajo nivel de desarrollo, de acuerdo al IDERE. En el período 1990 y 2013, la desigualdad del ingreso en Chile12, medida a través del índice de Gini, evolucionó de una forma related a una U invertida (ver Gráfico 6), crece a partir de 1992 para luego descender desde 2003 y de manera constante desde 2009. Bajo la metodología tradicional Chile pasó de un índice de Gini de 0,fifty seven en 1990 a 0,53 en 2013. La nueva metodología13 da como resultado un índice menor, posiblemente porque las familias más vulnerables suelen ser más numerosas, luego al evaluar la distribución del ingreso total de los hogares, es esperable que sea más igualitario que al medirlo a nivel per cápita. En los últimos años la reducción de la desigualdad ha sido mínima, llegando a ser el índice de 0,495 en 2015. Lo anterior queda a la vista, si consideramos que según una publicación de CIPER la población chilena de más altos ingresos, es decir el primer decil (10% de la población) y la de más bajos ingresos (el restante ninety %) tienen de por sí un nivel de desigualdad related al de EE.UU.