Generar mayor interrelación de economías, respetando y salvaguardando los intereses de cada Estado en la dimensión que a cada uno le corresponda, nos permitiría hablar efectivamente de globalización económica como virtud y bienestar, más que de globalización económica como imposición de las economías desarrolladas sobre las menos adelantadas. La globalización económica representa el triunfo del modelo liberal-capitalista a escala mundial, y consecuentemente, la victoria definitiva del mercado sobre otros modelos o formas político-económicas y, por tanto, sus ventajas, virtudes y defectos, no serían del modelo económico, sino que son parte de la globalización como concepto. Ello ha venido a blindar, de alguna manera, las deficiencias del modelo económico, asociando la responsabilidad, de lo bueno y lo malo, a un concepto y no a una forma. Así, las relaciones internacionales, que desde Westfalia13 hasta nuestros días han cubierto un amplio espectro de áreas de desenvolvimiento humano, social, político, cultural, diplomático y, ciertamente, económico, con el paso de los siglos se han transformado en la manera de asociación internacional concordada, voluntaria y reglada de mayor trascendencia en la historia de la humanidad. Esta constatación resulta relevante ya que nos muestra una primera gran diferencia respecto de la globalización económica, toda vez que entendemos que las relaciones internacionales son parte de un acuerdo previo, el establecimiento de alianzas que se plasman a través de las fuentes del Derecho Internacional y que, por tanto, gozan de un antece dente normativo que la globalización no siempre dispone. Así las cosas, para comprender el proceso-fenómeno de la globalización económica y -lo que más adelante veremos-, su relación con la mundialización de la economía, se requiere revisar su historia, su dimensión y efectos, a través de los cuales se obtenga un marco referencial para el análisis del impacto futuro de la globalización en el contexto de las REI, y consecuentemente en la vida de las personas.
Desarrollos muy importantes de ésta se están produciendo en Europa, Norteamérica, América Latina y hasta en varios países de Asia y África. No es casual que el liberalismo del nuevo siglo esté realizando no sólo análisis comparativos de la crisis pobreza extrema mundial global contemporánea con la Larga
Coneval (bienes durables y teléfono), y el de energía en el hogar (sí cubierto por el MMMOP), presentan niveles de carencia considerablemente más bajos (Cuadro 6). Podemos concluir que el modelo económico y social aplicado durante casi forty años -desde debe ser replanteado.
AVANCES E INSEGURIDADES Al iniciar el siglo XXI, la sociedad chilena se percibe con avances, pues en las últimas décadas se ha reducido objetivamente la pobreza y existe mayor acceso a la educación superior, pero nuestros compatriotas se perciben así mismos con creciente bienestar material pero sustentado a partir de “historias de esfuerzo personal que habrían permitido dejar atrás un Chile más precario”. A lo que debemos agregar un alto índice de percepción de inseguridad, de mantener lo conseguido. El sistema educativo peruano debe propiciar que los estudiantes tengan la
En esta misma esfera entran las tarjetas de crédito y los préstamos estudiantiles que son ofrecidos a todo el mundo. Para aquellos que se atrasan o dejan de pagar estas deudas implican altas tasas de interés compuesto y en muchas pobreza en la vejez ocasiones la pérdida del dinero que han invertido en la compra. Parte de asumir que el monopolio de los capitales de retaguardia sobre la sobreexplotación laboral ya está derrotado, en tanto, en el nuevo siglo, ésta se
Además que los alumnos serán más autónomos con respecto al docente porque por ellos mismos podrán resolver los problemas que se les presenten en el camino a lograr su aprendizaje.
Los tradicionales factores de la producción como la tierra (es decir, los recursos naturales), el trabajo y el capital- no han desaparecido, pero han pasado
Vista desde ese mirador, la brecha digital, uno de los «nuevos rostros» de la desigualdad en el siglo XXI, no se aprecia como una condición ineluctable y que habrá de prolongarse para los tiempos por venir, sino una construcción histórica mediada por relaciones de poder, un complejo problema generado y sostenido por estructuras económicas, políticas y sociales de largo alcance sobre las cuales es preciso actuar. Entre éstos se encontraban, en el plano económico, el agotamiento del patrón fordista de acumulación, problema que exigía la reconfiguración de los mecanismos del orden capitalista. Justamente las TIC se revelarían entonces como una de las vías más útiles para ello, por sus aplicaciones a la automatización flexible de los procesos productivos que fueron sustituyendo las condiciones anteriores de automatización rígida. Esa fue la etapa, como ha señalado Manuel Castells, en donde el capital comenzó a requerir de una extremada movilidad, fenómeno que exigía incrementar espectacularmente las capacidades de comunicación. «La desregulación de los mercados y las nuevas tecnologías de la información, en estrecha relación, proporcionan esas condiciones», afirmaba el estudioso español.
monopolios canalizan sus inversiones hacia el rendimiento especulativo. Desde diversos países de Europa y Norteamérica, América Latina, Asia y hasta África, la radicalidad de los alcances negativos de la disaster epocal ha propiciado la producción de destacadas contribuciones para la crítica de la economía política del siglo XXI.
Ahora, ante la crisis epocal, más perspectivas no marxistas se vienen sumando al relanzamiento del debate internacional en torno a la tendencia al derrumbe. Desde New Left Review sobresale la intervención de Streeck, donde originalmente publicó la mitad de su libro.
bolsa, la tierra, las obligaciones y los bienes raíces, son identificados como fuentes de la tasa media de rendimiento. El capital circularmente es visto como fuente del capital, pero a partir de una redefinición del término “capital” que no sólo incluye medios tecnológicos de producción o capital-dinero en mercados
Por consiguiente, los dardos apuntaron al Estado y a la necesidad de common el sistema de libre mercado que rigió en el país, a través de una adecuada legislación social que promoviera y asegurara el progreso y adelanto materials de todos los sectores. Un segundo mérito del libro es que el autor propone una evolución de la distribución del ingreso en Chile para un periodo de más de un siglo, cubriendo desde 1850 y hasta 2009. Para ello emplea la construcción meticulosa de “tablas sociales” y produce indicadores de largo plazo para el coeficiente de Gini (véase su gráfico N° 5) y otras medidas distributivas (por ejemplo, el porcentaje de ingreso captado por el percentil más rico). Solo este resultado ya amerita un reconocimiento, pues se trata –hasta donde sabemos– del primer aporte de este tipo no solo para Chile sino para cualquier economía no desarrollada15.
la tasa de ganancia. Sin que se diera directamente entre sí, una polémica muy relevante sobre la tendencia descendente de la tasa de ganancia como ley rectora del desarrollo del capitalismo