Deben eliminar las leyes, políticas y prácticas discriminatorias para garantizar la igualdad de oportunidades y reducir las desigualdades. La desigualdad está aumentando para más del 70% de la población mundial, lo que agrava el riesgo de división y obstaculiza el desarrollo económico y social. Incluso cuando se dispone de nuevas vacunas contra la COVID-19, existe una gran desigualdad en el acceso a las mismas. Estamos llamados para poner fin a las desigualdades de ingresos, sexo, edad, estado de salud, ocupación, discapacidad, orientación sexual, uso de drogas, identidad de género, raza, clase, etnia y religión que siguen existiendo en todo el mundo. La desigualdad socioeconómica supone mejores posibilidades y oportunidades para los sectores mejor posicionados respecto a quienes se encuentran desfavorecidos, que no pueden aspirar a un desarrollo en iguales condiciones. Es más difícil ascender de estrato social en el sur del país que en el norte, una zona económicamente más dinámica por su proximidad con Estados Unidos.
La falta de consenso mundial en salud fue patente, destaca la activista, durante la Asamblea Mundial de la OMS, celebrada a finales de mayo en Ginebra, donde los países miembros del organismo fueron incapaces de acordar un tratado de pandemias que llevaban negociando dos años y medio y tan solo pactaron prolongar un año más la negociación. “Me preocupa especialmente la desigualdad, porque los países del Norte tienen muchísimo más poder de negociación que los países del Sur, que es justamente donde más se deben fortalecer los sistemas sanitarios”, apunta la activista. Pero en Latinoamérica, son especialmente tangibles los ejemplos de cómo la casi “militarización de un país” deriva de forma inevitable en la violación de los derechos humanos.
La disaster sanitaria causada por la pandemia de covid-19 no hizo más que poner en primer plano la realidad antes descripta. A poco más de un año de que la oms declarase la pandemia, ya se han publicado varios trabajos que estiman sus impactos en los planos social, económico y sanitario. Saludiario.com es un sitio net desigualdad en general dirigido a profesionales médicos que ofrece artículos sobre avances médicos, gestión sanitaria y cuidado del paciente, además de cursos y seminarios en línea para la formación continua.
Otros programas de transferencia de ingresos se focalizan en grupos vulnerabilizados, como las pensiones alimentarias para adultos mayores, las asignaciones para madres solteras o solas, mujeres sujetas de violencia doméstica y personas con discapacidad. En México, la desigualdad no se limita a la distribución del ingreso, sino que se vincula a la discriminación de género, étnica y de lugar de residencia. Al igual que en muchos países, las mujeres perciben remuneraciones inferiores a las de los varones aun cuando desempeñen la misma ocupación con iguales requisitos educativos y horarios. También determina que el trabajo doméstico y de cuidado, históricamente asignado a las mujeres, no sea valorado económicamente; cuando se realiza por pago, con mucha frecuencia por mujeres jóvenes indígenas, se encuentra desprotegido por el Estado y sujeto a bajas retribuciones. Incluso aquellas ocupaciones que se consideran una extensión de las tareas de desarrollo y cuidado de los seres humanos, como las de educación y salud, en las que se registra una elevada participación femenina, reciben comparativamente retribuciones menores y se ubican en la parte más baja de la escala ocupacional. La educación es otro issue material ampliamente utilizado para el estudio de las desigualdades en salud.
El ingreso monetario promedio por hogar en 2000 del 10% más rico era 35 veces el correspondiente al del decil más pobre. Esta distancia se redujo a 30 veces en 2006, lo que de todos modos sigue siendo una diferencia notable. El segundo indicador es el Coeficiente de Gini, que pasó de 0,501 en 2000 a 0,473 en 2006, lo que muestra una mejora en la distribución del ingreso.Paralelamente, la pobreza también bajó. Las estimaciones de pobreza realizadas por el Consejo Nacional de Evaluación (Coneval) muestran una reducción entre 2000 y 2006.
Una pensionista recibe una media de 740,2 euros mensuales, mientras que su equivalente masculino cobra alrededor de 1.162,3 euros. La comunicación considera lo que el proveedor cube, cómo lo dice, cuánto tiempo habla con el usuario, cuan interesados están, si el profesional recuerda lo que el paciente dijo, y si hubo intento en ayudar al paciente y la familia (Shoultz et al., 2006). Por otro lado se describen diferentes formas con las cuales el paciente puede influir en el comportamiento del doctor (Ashton et al., 2003), pacientes que preguntan mas y demuestran más preocupación reciben mayor información por parte del profesional (Ashton et al., 2003).
En este sentido, la comisión multidisciplinaria nombrada por el gobierno sueco garantizaba que las propuestas fueran científicamente relevantes y que hubiera una negociación y una discusión con los responsables de las decisiones políticas. Los sistemas de salud se deben basar en principios de equidad, proporcionando atención a la población, independientemente de su capacidad económica34. Las intervenciones poblacionales desigualdad en américa latina para mejorar la salud también deben centrarse en la disminución de las desigualdades entre los distintos grupos sociales. A menudo, las intervenciones no tienen en cuenta las desigualdades y ello hace que los grupos socioeconómicos más privilegiados se beneficien más de ellas. El salario medio anual de una mujer es un 22,17% más bajo que el de un hombre, un buen ejemplo de la desigualdad de género.
Las mujeres en situaciones de vulnerabilidad pueden tener dificultades para acceder a sistemas de justicia. Adicionalmente, se espera que esta medición sea lo más sensible posible, para permitir al investigador y/o al tomador de decisiones evaluar el impacto en la inequidad o en la desigualdad, luego de hacer las intervenciones específicas para mejorarlas. Aquí se incluyen el índice de ine-quidad en salud (inequity in health index, IHI) y el índice de inequidad de la mortalidad evitable, basados en una metodología de construcción bidimensional, en la cual es posible visualizar el comportamiento de cada una de las variables que componen el índice, así como el comportamiento global del modelo. La diferencia con el índice de concentración se da en que éste ordena la población que originalmente se utilizó para construir la curva de Lorenz y estimar el coeficiente de Gini, y lo hace según alguna variable socioeconómica, para estimar el índice.
Las desigualdades vinculadas al impacto de la contaminación atmosférica en la salud infantil son sorprendentes. La tasa de mortalidad relacionada con la contaminación atmosférica en niños menores de cinco años en África oriental, occidental, central y meridional es one hundred veces superior a la de sus homólogos en países de renta alta. En este mismo sentido se ha pronunciado la exministra María Luisa Carcedo, que ha hecho hincapié en la importancia de trasladar los datos al diseño de políticas públicas, sobre todo en prevención. «En sanidad estamos acostumbrados a pensar en el mundo asistencial y, muy a mi pesar, en los hospitales. No se menciona a la Atención Primaria (AP). Hablando de los determinantes sociales y del género, la AP es el eje, la clave del funcionamiento de sistema», ha lamentado Carcedo.
Las desigualdades sociales en salud son las diferencias injustas que se observan entre las personas en función de su clase social, género, o etnia, lo que se traduce en una peor salud en los colectivos socialmente menos favorecidos. El artículo publicado en PLOS ONE pone en evidencia que en EEUU existen desigualdades de mortalidad entre las personas según su nivel socieconómico, siendo las personas con menor nivel de estudios las que mueren antes. Estudios realizados en varios países -incluido el nuestro-, señalan también la existencia de este tipo de desigualdades.
Procesos burocráticos, como largas esperas por atención, han sido citados como barreras en el acceso a la salud (Betancourt et al., 2003). El análisis de la raza como constructo biológico, y por lo tanto la causa de la disparidad en salud, ha sido una explicación utilizada hasta nuestros días, sobre todo con el tema del genoma humano (Kawachi et al., 2005). Respuestas clínicas diferentes a la fármaco-terapia utilizada han sido descritas también como posibles causas para justificar la raza como determinante en DS (Gibbons, 2006).
Los establecimientos de salud para la mayor parte de los pobres extremos son clínicas rurales en condiciones extremadamente precarias, con problemas de ausentismo y abastecimiento de medicamentos. El ordenamiento de los deciles por nivel de desarrollo se confirma cuando se visualiza el nivel de escolaridad, de nuevo, según lo reportan los certificados de defunción de las personas que fallecieron. Más o menos todos los deciles del país tienen el mismo número de muertes reportadas de personas con primaria incompleta. Esto se debe a que conforme avanzaron los esfuerzos de incrementar la escolaridad en las últimas décadas, se fueron quedando los más viejos como el grupo de población sin primaria. Pero en el lado izquierdo de la gráfica, hay también un gran número de fallecimientos de personas que no tenían ningún grado de instrucción. Estas eran muchas veces mujeres, de nuevo de avanzada edad, pero que se concentraban en las regiones más rezagadas del país.