Desigualdad Social: Qué Es, Tipos, Causas Y Consecuencias

Por consiguiente, la intercultura podrá entenderse como una posible articulación de las diversidades. En este sentido, cada uno de nosotros debería ser alentado a asumir la diversidad y a concebir la propia identidad como la suma de sus diferentes pertenencias «en lugar de confundirla con una sola, erigida como membresia suprema, un instrumento de exclusión, a veces un instrumento de guerra. El origen perdido, el enraizamiento imposible, la memoria perpendicular, el presente pendiente. El espacio del extranjero es un tren en marcha, un avión en vuelo, la transición misma que excluye la parada. Una posible estrategia podría ser la de no renunciar a la memoria y, al mismo tiempo, no dejarse paralizar por una forma de «nostalgia imaginada» (Appadurai, 2001, p. 106), pasando de una memoria fisiológica a una memoria como hecho de conciencia. Para comprender mejor estos fenómenos y avanzar más en nuestro razonamiento, es ciertamente útil volver a la definición de representación social formulada por Jodelet -siguiendo a Émile Durkheim- según quien aparece como un sistema de valores, nociones y prácticas con doble vocación.

«Sentirse pobre es un concepto relativo que tiene mucho que ver con tener acceso a los recursos necesarios para satisfacer los niveles de vida que se acostumbran o que se aprueben en la sociedad de pertenencia». Grupos de personas excluidas del desarrollo de una sociedad pueden experimentar falta de autoestima. Esto lleva a consecuentes dificultades para su inserción en actividades que promuevan el bienestar en sus comunidades.

Desde una perspectiva metodológica se cuestionan los supuestos convencionales en que se apoyan las medidas e indicadores de la pobreza. En particular, se critica el supuesto de la naturaleza interna no diferenciada de los hogares, el cual emerge en los trabajos que analizan la pobreza hogareña. Aunque la pobreza afecta a hombres, mujeres, niños y niñas, ésta es vivida en lo cotidiano de forma distinta, en función de la posición de parentesco, la edad y el ciclo de vida, la etnia, y el sexo de las personas. Dadas las circunstancias de las mujeres, asociadas con su biología (embarazos, lactancia, etc desigualdad social y derechos humanos.), sus roles de género (cónyuge, madre, and so forth.) y su subordinación culturalmente construida, ellas enfrentan condiciones desventajosas que se acumulan con otros efectos de la pobreza misma.

«La cultura, en efecto, no es transmisible biológicamente, sino que debe ser elaborada y/o reelaborada por cada generación y transmitida a la siguiente (transmisión de cultura), lo que constituye una parte importante de la socialización misma. Esta última, en efecto, es un proceso continuo y persistente (dura toda la vida) a través del cual los individuos interiorizan, gracias al aprendizaje mediado por las agencias parlamentarias, los logros valiosos y normativos difundidos en el contexto social en el que se sitúan (grupo, comunidad, sociedad)» (Gianturco, 2007, p. 16). Visto de esta manera, la desigualdad social implica una distribución inequitativa de oportunidades, del respeto y del acceso a los bienes y servicios, que se fundamenta en diversas razones de tipo cultural o social. No es, como muchos quisieran hacer creer, un rasgo pure u obvio de la existencia humana, ni es una forma de “justicia” o castigo divino. Se ha llegado a cierto consenso que considera a la pobreza como la privación de activos y oportunidades esenciales a los que tienen derecho todos los seres humanos.

Las limitaciones reseñadas por el enfoque de género a la conceptualización y medición de la pobreza evidencian que sin este enfoque la pobreza se comprende y se mide de manera no satisfactoria, lo que refuerza aún más la concept de la fuerte relación existente entre definición y medición de la pobreza. En esta conceptualización más amplia de la pobreza, otras dimensiones relevantes son la autonomía económica y la violencia de género, dimensiones raramente tenidas en cuenta en la mayoría de los análisis. Los planificadores educativos pueden igualmente garantizar un apoyo específicamente diseñado para los grupos de población que se enfrentan a tipos concretos de discriminación. Investigaciones geográficas y sociológicas han indicado que los desiertos alimentarios aparecen cuando supermercados y bodegas abandonan un lugar por no obtener en este suficientes ganancias. Esto muestra la desigualdad entre quienes habitan en sitios con mayor disponibilidad de servicios y los que no.

Este estudio también muestra que son lo hogares de recursos económicos más bajos los que más tiempo dedican a las tareas domésticas y de cuidado. Como se ha planteado anteriormente, una dimensión de la pobreza es la autonomía económica, es decir, que las personas cuenten con ingresos propios para satisfacer sus necesidades. Para ello se indica la conveniencia de analizar al inside de los hogares la medición de la pobreza por medio de la medición particular person. No se trata de reemplazar una medición por otra, sino que se plantea el trabajo con ambas mediciones, pues sirven a propósitos distintos.

La desigualdad social se expresa en las condiciones injustas y dispares en el acceso a recursos económicos, oportunidades y derechos en una sociedad. Por ello, representa un obstáculo que impide el goce de una vida plena a diversos grupos de personas. El problema de la desigualdad social está en gran medida ligado al de la desigualdad económica, producto de una mala distribución de la renta.

Por tanto, promover prácticas sostenibles no solo contribuiría a proteger el medio ambiente, sino que también ayudaría a que personas y familias no perdieran sus medios de vida y pudiesen permanecer en sus hogares, en vez de verse obligadas a abandonar su residencia para buscar nuevas formas de subsistencia. La Agencia de la ONU para las personas refugiadas señalaba, hace unos años, que existe una relación directa entre causas ambientales, originadas por cuestiones como el cambio climático y el desplazamiento forzoso de población. Para mitigar los efectos de esta situación, los países desarrollados pueden acoger y atender a las personas refugiadas o desplazadas. Por ejemplo, el reasentamiento es una de las herramientas para garantizar una vía segura y legal a la población que se ve obligada a huir de su país y refugiarse en un país vecino, y evita que estas personas se encuentren en una situación aún más susceptible. De hecho, los privilegios y las jerarquías sociales han existido incluso desde las primeras formas de organización social que surgieron en la antigüedad.

Para asegurar el aprendizaje de los ciudadanos, las sociedades deben brindar oportunidades educativas de calidad a todos sus miembros. La segregación racial puede resultar en la marginación de minorías sociales e individuos debido a su procedencia, por el color desigualdad social y cultural de la piel o por la pertenencia a una cultura vista como inferior. Diversos estudios muestran que el 1% de los individuos más acaudalados del planeta poseen casi la mitad de toda la riqueza mundial.

La desigualdad social es una situación en la que, dentro de un mismo territorio, existen diferencias entre unas personas y otras, propiciadas por factores como la renta, el trato jurídico, la educación, el género, las preferencias sexuales, la cultura o la religión. Por lo que se refiere a las migraciones – que aquí representan una referencia ejemplificadora – el primer plano es, pues, tanto la dimensión identitaria como la cultural (es decir, los valores, las expectativas, los comportamientos, etc.). Muchos estudiosos se han planteado el problema de cuáles son o pueden ser los recursos culturales con los que poder contar en ese proceso de reestructuración de sí mismo, de la propia identidad de los sujetos que emigran/inmigran. En este sentido, parece claro que una reflexión sobre la identidad no puede prescindir de la relación individuo/sociedad, incluso en la medida en que este concepto asume un papel de mediación entre el nivel individual y el social. El problema de la identidad no plantea, pues, estos dos niveles como distintos y/o separados, sino que los sitúa en el ámbito de la reflexión sobre la relación yo-mundo social.

desigualdad sociocultural

Por el contrario, se trata de explorar diferentes propuestas de medición que apuntan a mejorar las mediciones más convencionales, advirtiendo sus ventajas y limitaciones, así como a la elaboración de nuevas mediciones. En este sentido, por ejemplo, Naila Kabeer (1994) advierte que para subsanar las limitaciones en la forma de medir la pobreza se requiere que la información esté desagregada, tomando en cuenta las diferencias de los «seres y haceres» al inside del hogar. Esto implicaría, según la autora, la necesidad de indicadores que reconozcan que las vidas de las mujeres están gobernadas por diferentes y en ocasiones más complejas restricciones sociales, titularidades y responsabilidades que los varones, y que éstas se llevan a cabo en gran medida fuera del dominio monetarizado. Acabar con la desigualdad ha sido un objetivo prioritario para numerosos organismos y entidades sociales, así como para algunos gobiernos, a lo largo de la historia reciente. Por ejemplo, y de acuerdo con el World Inequality Report 2022, las desigualdades de género siguen siendo considerables a nivel mundial. “La desigualdad social es transversal y se mueve y expresa a lo largo de diversos ejes de discriminación”, explica Carlos Susías, presidente de la European Anti Poverty Network España (EAPN-ES).

Marta Roig explicó que aunque cada país tiene unas condiciones particulares, el informe expone una serie de medidas generales y de áreas concretas en las que hay que actuar para tratar de revertir la desigualdad. Entre esas medidas destacó “la promoción de la igualdad de oportunidades”, a través de la inversión en educación, en sistemas de salud, y en el paso del sistema educativo al mercado de trabajo. Un ejemplo de cómo la inequidad inclina la balanza política en beneficio de los más ricos se refleja en cómo han decaído los impuestos a las clases más altas tanto en los países desarrollados como en los en desarrollo. En estos últimos, las tasas de ingresos por impuestos a los estratos sociales más altos cayeron del 66% en 1981 al 43% en 2018. Otro de los hallazgos del informe se refiere al hecho de que las desigualdades concentran la influencia política entre quienes tienen mejores condiciones de vida, lo que tiende a preservar e, incluso, agrandar las diferencias.

Muchas de estas prácticas se manifiestan mediante la expectativa de que realicen trabajos no remunerados en el hogar, o en otros espacios. En otros casos, se da la discrepancia de ingresos diferenciada por el género, donde las mujeres son afectadas. Un escenario de desigualdad social en España lo encontramos sobre todo en la posición desventajosa que enfrentan las mujeres frente a los hombres en el mundo laboral. Según el Informe FOESSA, solamente el 67% de las mujeres en edad laboral tienen empleo frente al 80% de los hombres, lo que da cuenta de la accesibilidad reducida de ellas frente a sus contrapartes varones. Otro rasgo común a casi toda definición de desigualdad social la señala como un fenómeno complejo en que interactúan muchas variables y que tiene de varias capas. En otros términos, la desigualdad social no suele presentarse en un único ámbito de la vida social, sino que está presente en muchas de sus dimensiones, lo que dificulta comprenderla y identificar una causa única.