Desigualdad, Pobreza Y Clases Medias En América Latina: Del Relato A Los Datos

Así Baez Evetsz no sólo confronta la esterilidad política sino también la pseudo-concreción de los teóricos de la multitud. Según estudios arqueológicos, ya en el período Neolítico, existía la desigualdad entre los diferentes individuos de la sociedad en cuanto a la forma de trabajar la tierra. Dentro de su modelo estructural, Fernandes introduce una dimensión psicosocial, algo que décadas más tarde se incorporaría en lo que se conceptualiza como «subjetividad» desigualdad en la sociedad ejemplos y «capacidad de acción (o de agencia)» de los sujetos subalternos. La acción social no es impulsada solo por fuerzas oscuras más allá de la acción humana (es decir, «estructurales»). Por el contrario, Fernandes centra su mirada en las (limitadas) opciones abiertas a los negros y en cómo sus formas de actuar –aprendidas en el pasado esclavista, lo que Zygmunt Bauman llama «memoria de clase»– influyen en su proceso de integración en la sociedad de clases13.

desigualdad entre clases sociales

El efecto que el concepto de estatus tiene en la población es el de hacer que unas personas se consideren superiores/inferiores a otras. Las diferencias de ingresos son particularmente marcadas entre profesionales altamente especializados y personas con ocupaciones comunes, que requieren menos capacitación. La destrucción de empleo, el aumento del paro o el declive salarial que llegaron con la disaster económica junto con un insuficiente gasto público condujeron a personas y familias españolas a una situación de inseguridad. En 2017, Oxfam Intermón reivindicaba al G7 que actuara para poner fin a las cuatro hambrunas que en Nigeria, Somalia, Sudán del Sur y Yemen están poniendo en peligro la vida de su población, pues los siete países más pudientes del mundo podrían sufragar la mitad de los fondos que se requieren para lograrlo. Con una mayor equidad, el colectivo femenino podría fortalecerse a nivel económico, mejoraría su calidad de vida, se reforzaría su seguridad en la vejez mediante pensiones justas, o sería más autónoma e independiente con respecto al colectivo masculino. El Informe sobre la Desigualdad Global 2018 del Laboratorio sobre la Desigualdad Global nos explica cómo la desigualdad económica está vinculada a esta cuestión.

La desigualdad social es una situación socioeconómica que se presenta cuando una comunidad, grupo social o colectivo recibe un trato desfavorable con respecto al resto de miembros del entorno al que pertenecen. La desigualdad social es una circunstancia socioeconómica en la que un colectivo o comunidad son tratados de manera diferente por los demás sujetos o grupos de su entorno. El parámetro de sensibilidad va desde el 0, que indicaría indiferencia por parte del investigador hacia la naturaleza de la distribución del ingreso, hasta el infinito, lo que implicaría que se destacan las posiciones del grupo de ingreso más bajo. En la práctica, se usan valores de ε de 0.5, 1, 1.5 o 2; cuanto mayor sea el valor, más sensible será el índice de Atkinson a las desigualdades en la parte inferior de la distribución del ingreso. El Banco Mundial determinó a partir del gasto básico necesario, la Paridad de Poder Adquisitivo (PPA) en 370 dólares anuales por cápita para los países en desarrollo más pobres.

Primero, ante la necesidad de reproducirse biológicamente y, por tanto, de tener un empleo, una fracción appreciable de desempleados busca migrar hacia otros territorios, donde pierde los derechos políticos definidos según una determinada nacionalidad. El segundo principio plantea que “clase” no significa pertenecer a cierto grupo o categoría definido por el tipo de consumo, por el nivel de ingreso o por los gustos subjetivos, “sino refiere a las relaciones de producción y a la forma capitalista de la reproducción social global” (Mazzone, 2003b, p. 1). Ante ello, es necesario ofrecer una caracterización de la relación de producción capitalista.

Para algunos/as autores/as, la posición que se ocupa en sociedad tiene más importancia para una persona que los valores o las propias normas sociales (Blau & Michael, 1977). En esta ocasión, nos centraremos en la desigualdad en función del estatus y la clase, también conocida como clasismo, el cual da lugar a situaciones y actitudes discriminatorias por parte de ciertas personas o grupos que se sienten superiores a otros en base a la posición que ocupan en la jerarquía social así como a los recursos que ostentan. El desarrollo de políticas sociales y de igualdad favorecería una sociedad más inclusiva, y aumentaría la protección de las familias y colectivos más desfavorecidos evitando que vivieran en condiciones de vulnerabilidad o pobreza. La desigualdad económica está asociada a otro tipo de desigualdades, y, juntas, aumentan el peligro de caer en la marginación. Ya en su origen, Roma contaba con una fuerte desigualdad entre sus clases sociales, estando esta primera etapa marcada por el nacimiento y la religión, dividiéndose en dos grandes grupos conocidos como los libres y los no libres. Hay quienes la subdividen en clase media-alta y clase media-baja según el nivel de educación y los ingresos de los individuos.

De todos modos, las comunas pueden constituir la unidad básica para un análisis empírico más agregado, como haremos en este trabajo, aprovechando la disponibilidad de datos a ese nivel. La agregación de comunas de acuerdo con datos de ocupación es un método válido, que en función de los fines de este estudio permite dar cuenta de las características territoriales de las clases medias4. A riesgo de simplificar, después de considerar todos los matices expuestos, puede afirmarse que algunos rasgos de la estructura de clases y estatus y de la conciencia social han contribuido a potenciar la igualdad y el desarrollo (en términos comparativos) en los seis países seleccionados.

El término clase social en sociología se refiere a la categorización de individuos en grupos que comparten características socioeconómicas similares y ocupan una posición relativa en la estructura social de la sociedad. Las clases más bajas, que resultan desfavorecidas en la posibilidad de finalizar sus estudios o de hacerlos en condiciones adecuadas, acaban por incorporarse al mercado de trabajo a edades más tempranas, y quedan excluidas de la educación superior. Así, la falta de educación formal acaba por segregarlos dentro de instancias laborales y sociales. La desigualdad también puede referirse a la falta de equidad, equilibro o igualdad entre dos o más personas, cosas, hechos o realidades. En este sentido, puede relacionarse con cuestiones sociales (desigualdad social, económica, educativa, de género) de las cuales se ocupa la disciplina de la sociología.

[3] Refiere a una delimitación de espacio temporal, en la cual ocurren enfrentamientos de participantes en función de la forma en que se valoran los distintos tipos de capital. Dicho de otra forma, es el ámbito de la actividad o acción de los capitales, representado por la esfera de la vida social que se ha autonomizado progresivamente a través de la historia, en torno a cierto tipo de relaciones sociales, de intereses y de recursos propios, diferentes a los de otros campos. A pesar de ello, en el Estado español ha aumentado el conocimiento de las desigualdades socioeconómicas en la salud debido a la existencia de algunos grupos que han investigado y publicado sobre ello en revistas especializadas26-28, basándose, sobre todo, en el análisis de la mortalidad y las encuestas de salud.

Significativamente, esta diferencia no se debe sólo a la menor pobreza de ingreso, puesto que en esta dimensión no siempre Costa Rica resulta mejor parada que Brasil, ni a una mayor matriculación combinada de todos los niveles educativos. En cambio, los impactos de los servicios sanitarios en la supervivencia y de los educativos en la alfabetización, como de las mejoras urbanísticas en el acceso al agua potable y al saneamiento, son mucho más contundentes en el primero que en el segundo. Esta última incide más en algunas categorías profesionales que en Costa Rica, hasta el punto de que el índice de pobreza de los trabajadores por cuenta propia no profesionales brasileños supera el de sus homólogos costarricences en +7% en la industria, en +4% en el comercio, y en +32% en la agricultura. La gravedad de este dato se refuerza al recordar que los agricultores por cuenta propia constituyen más de la mitad de la población ocupada en las zonas rurales de Brasil. En segundo lugar, los textos abordados aquí se pueden ubicar en la perspectiva de los análisis que enfatizan la tensión entre demandas de igualdad/redistribución, por un lado, y de reconocimiento de particularidades, diferencias e identidades, por el otro.

En suma, a pesar de algunos matices, la esperada correlación entre el producto per cápita y las estructuras de clases y de estatus no corresponde con los datos de los países de la OCDE ni de América Latina. La considerable variación de las distribuciones de los estatus entre países, mucho más acusada en comparación con la estructura de clases en la OCDE, sugiere que los regímenes de bienestar juegan un papel decisivo en la constitución de las desigualdades relativas, ya que se inspiran en tradiciones políticas y normas culturales muy diferentes. La desigualdad relativa entre los ingresos de los hombres y de las mujeres indica que la división del producto no sólo vulnera esta dimensión de la equidad, sino que probablemente se encarna en unas normas no cuantificables que atribuyen a las mujeres las responsabilidades domésticas.

Los varones aparentemente no tenían nada que ver en el asunto, y sus conocimientos, actitudes y prácticas eran irrelevantes para un tema tan femenino como la natalidad y los hijos. La cuestión general está planteada en términos del desarrollo de un «orden social competitivo» inevitable, ineludible. El autor se pregunta acerca de las predisposiciones y habilidades que los diferentes grupos humanos tienen para ingresar en las relaciones de producción requeridas por ese orden.

Como punto de inicio, es necesario indicar dos principios fundamentales de la perspectiva marxiana sobre la clase social y señalar una aclaración teórico-terminológica. El primero de ellos es que los actores históricos no son los individuos, sino las clases sociales (Fineschi, 2020b); esto significa que los individuos son definidos por la estructura, por el rol funcional que tengan en ella. No existe, por tanto, para cada persona una independencia pre-social, una libertad dada por naturaleza. La definición de la persona, por el contrario, deriva de las relaciones sociales que la incluyen; esto es, se trata de una persona definida históricamente. Una lectura teórica y práctica alternativa de la relación social capitalista y del concepto de clases sociales es imprescindible.

Una de las consecuencias de la desigualdad social de la nueva España es la baja participación política de los sectores pobres. De acuerdo con el VIII Informe FOESSA, en los barrios menos favorecidos pueden encontrarse tasas de abstención de hasta 75%, lo que da cuenta de una falta de integración de estos sectores a las vías regulares de representación política. Los ejemplos de desigualdad social no son precisamente escasos hoy en día, siendo la desigualdad social en la desigualdad historica historia un fenómeno que solo se ha empezado a combatir en los últimos dos a tres siglos y que aún está muy lejos de resolverse. Vale indicar también que la desigualdad social es un fenómeno histórico, y que es fácil encontrar antecedentes de la desigualdad social en tiempos remotos. Por ejemplo, puede hablarse de desigualdad social en la época colonial con solo mencionar la posesión y comercio de esclavos, que eran tratados más como mercancía que como seres humanos.