«Hoy el acceso desigual a nutrientes es un issue clave para entender la exclusión social», sostiene Luis Blacha, director del proyecto «El poder de la dieta». Para esta investigación la alimentación resulta un punto de partida central para promover la inclusión social. «El desafío es incluir al comensal, y este vínculo demanda un abordaje interdisciplinar», agrega; en el proyecto participan ingenieros en alimentos, sociólogos, historiadores y nutricionistas. El programa Super Sopa, iniciado el año 2003, ha aportado aprendizajes muy valiosos para proponer soluciones alimentarias con impacto social que incorporen no solo a los consumidores, sino también a los productores de alimentos. Para Luis Blacha es muy relevante poder estudiar en el tiempo los cambios producidos en el vínculo con los alimentos, «al punto que es posible medir la desigualdad social a partir de la composición de la dieta, de aquello que ponemos en la mesa».
«Luego del golpe de Estado, durante la dictadura cívico-militar, es donde podemos ver una proliferación importante de este tipo de acciones, alentadas y apoyadas en un primer momento por la Vicaría de la Solidaridad –entre otros organismos–, aunque asumiendo progresivamente más autonomía», añade. Dentro de todos los problemas que supone una cuarentena, Sebastián Rodríguez, geógrafo e investigador del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (Cedeus), añade que “desde el inicio de la pandemia, venimos diciendo que este tipo de medidas tienen que considerar una dimensión territorial y los diferentes tipos de ciudad que existen en su interior”. El próximo 18 y 19 de mayo, se realizará, de forma on-line, la XV Jornadas Científicas 2021, organizado por el Instituto de Salud Pública de Chile (ISP). El evento, que reúne a los distintos departamentos que conforman al instituto, tiene por objetivo generar un espacio de intercambio y reflexión del conocimiento científico-tecnológico. Analizada la situación, se dispuso elaborar una nueva normativa para subsanar el tema, aclarando el punto de la retroactividad.
En tanto, la olla común, como se la conoce hoy, tiene sus antecedentes más inmediatos en las “Ollas de los Pobres” de la década del 30, nacidas para enfrentar los estragos de la crisis económica. Pocos años después, este tipo de práctica de supervivencia también se transformó en una forma de protesta. El problema es que este tipo de dimensiones no son consideradas a la hora de dictar, por ejemplo, el confinamiento. “En un principio, las cuarentenas partieron por segmentar ciertas zonas incluso al inside de una comuna, donde de una calle hacia el sur sí había cuarentena, y hacia el norte no. Eso es una carencia no sólo en términos de conocer la realidad del trabajo o los ingresos, sino también de prácticas de sociabilidad la caminabilidad, de cómo se movilizan las personas, cómo se relacionan con los vecinos.
Y si, además, los sistemas sanitarios son precarios, aumenta el nivel de vulnerabilidad”, apunta Corvalán. La FAO hace un llamado al país a empoderar a los que siempre quedan atrás, transformando la forma en que se producen nuestros alimentos, cómo se consumen y cómo se distribuyen. Es necesario que los gobiernos, el sector privado, la academia y la sociedad civil empoderen a los más vulnerables, incluyendo a mujeres y jóvenes, a través de la transformación de los sistemas agroalimentarios para que sean más eficientes, inclusivos, sostenibles y resilientes.
La disaster por COVID-19 tuvo un efecto negativo principalmente en los grupos más vulnerables y menos resilientes. Un ejemplo de estos grupos son las mujeres, que al tener menos acceso a recursos y activos, y mayor informalidad y precariedad laboral, las hace especialmente vulnerables para enfrentar este tipo de disaster, que además trajo un aumento de la carga de trabajo y violencia de género [5]. Esta disaster se ha traducido en un menor acceso de las mujeres a alimentos nutritivos y de calidad, un problema ya presente antes del COVID y que se acentuó producto de la pandemia. Antes de abordar el proyecto se explicarán algunos conceptos básicos y la situación en cuanto a equidad de género y cambio climático relacionado a los sistemas alimentarios en Chile y en latinoamérica.
Sin embargo, las cadenas de suministro al inside del sistema alimentario están en la actualidad sujetas a relaciones desequilibradas y de desigualdad, dejando a muchos de sus actores sumidos en la pobreza [2]. Rimisp – Centro Latinomericano para el Desarrollo Rural, es una red de articulación y generación de conocimientos para el desarrollo de los territorios latinoamericanos, que trabaja para comprender las transformaciones del mundo rural y contribuir a la formulación de mejores estrategias y políticas para un desarrollo sostenible e inclusivo. Tiene como misión impulsar estrategias de transformación para la equidad territorial, basadas en una mejor comprensión de los desafíos que enfrentan los territorios rurales de América Latina.
Por ejemplo, en Colombia el 38% de los hogares percibe que su ingreso no alcanza para cubrir los gastos mínimos [“Encuesta nacional de calidad de vida” DANE 2022]. Por otro lado, en Chile los gastos per cápita superan los ingresos en la mayoría de los hogares [“Encuesta de presupuestos familiares”, INE]. Es decir, tenemos porcentajes de gastos en alimentos altísimos, e ingresos que dejan poco margen de maniobra a los hogares frente a fluctuaciones del precio de los alimentos. Adicionalmente, es necesario contar con legislación sectorial que detalle y haga operativas las disposiciones constitucionales y las leyes marco. Son necesarias, entre otras, leyes que promuevan la alimentación saludable, como las leyes de etiquetado frontal de advertencia nutricional.
Agrega que “hay familias que se saltan una comida, no desayunan o no almuerzan o cenan porque no tienen disponibilidad de alimento, eso también es un grado (inseguridad alimentaria moderada-severa)”. La inseguridad alimentaria fue medida por el Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (Rimisp) en las regiones de La Araucanía y Los Lagos entre diciembre de 2022 y enero de 2023. Según su Encuesta Seguridad Alimentaria y Alimentación (ESAA), la inseguridad alimentaria severa (personas que no tuvieron acceso a alimentos durante todo un día) aumentó de 1,6% a three,6% en La Araucanía, y de 1,7% a 2,6% en Los Lagos.
En cuanto a inseguridad alimentaria, el informe revela que esta llegó a un 20,4% en hogares con presencia de niños, niñas y adolescentes durante uno de los períodos más complejos de la pandemia (julio 2020) y a diciembre 2020 se mantenía en 13%. Respecto a salud psychological, se observa que en los hogares con niños, niñas y adolescentes un 20,9% de los adultos declara presentar niveles moderados o severos de síntomas de ansiedad o depresión. Estos síntomas se presentan en un 24,5% en el caso de hogares con jefa de hogar desigualdad entre paises mujer y en un 18,5% en hogares con jefe de hogar hombre, lo que evidencia nuevamente desigualdades de género y el impacto diferenciado de la pandemia. Este mismo estudio considera que una de las falencias que aumentan las tasas de obesidad son, justamente, la brecha que existe en el gasto que hacen las familias en alimentos saludables y el precio de éstos, los que se encuentran fuera del alcance de quienes menos ganan. Sofía vive en Viña del Mar, Chile, es nutricionista con conocimientos y experiencia en salud pública.
Cuatro mujeres de La Araucanía (tres de Perquenco y una de Ercilla), exponen esta realidad desde su experiencia cotidiana. Si queremos atenuar o disminuir nuestro impacto en las emisiones de gases de efecto invernadero, tenemos que considerar la importancia de cómo y dónde se producen los alimentos. La huella de carbono, la huella hídrica y ecológica varían por tipo de alimento, forma y lugar de producción. Hoy sabemos que las recomendaciones de “dietas sustentables” o medioambientalmente amigables varían según país, macroregión y continente.
El documento acumula indicadores internacionales e igualmente ofrece un glosario que da cuenta de la complejización de los términos asociados a esta coyuntura. Las alarmas se encendieron cuando la FAO advirtió que un millón de chilenos podría pasar hambre a causa del Covid-19. El llamado de atención, sin embargo, no sorprendió a los miles de hombres y mujeres que conviven a diario y desde hace décadas con la inseguridad alimentaria en nuestro país.
Estas directrices contienen recomendaciones prácticas y concretas sobre cómo adoptar políticas públicas de seguridad alimentaria y nutricional con un enfoque de derechos humanos. En explicit, la Directriz 7 sobre “Marco Jurídico” invita a los Estados a “incorporar disposiciones en su ordenamiento jurídico interno, en su caso con revisión constitucional o legislativa, para facilitar la realización progresiva del derecho a una alimentación adecuada en el contexto de la seguridad alimentaria nacional” (párrafo 1). El informe Panorama 2023, elaborado por la FAO y otros organismos, evidencia además los altos niveles de sobrepeso y obesidad, la brecha entre hombres y mujeres en cuestión de inseguridad alimentaria y el coste de una dieta saludable de los más altos del mundo. A pesar de que se ha ido avanzado en la construcción de un mundo mejor, demasiadas personas se han quedado atrás. Personas que no pueden beneficiarse del desarrollo humano, la innovación o el crecimiento económico.
En primer lugar, el Real Decreto para common la alimentación que se brinda en los comedores escolares para «asegurar que todos los niños en España tienen acceso a una alimentación saludable, equilibrada y nutritiva» ya que «el comedor escolar puede y debe ser la gran oportunidad para ofrecer a niños de entornos vulnerables una alimentación saludable». Las cifras desigualdad entre las personas de prevalencia alimentaria por sí mismas son alarmantes, pero al realizar la desagregación por sexo en cada entidad se vuelven más preocupantes al ser mayor en las mujeres como lo señala el análisis de coyuntura. El 51% de las mujeres en Puebla presentan inseguridad alimentaria, de ellas, el 12% se encuentra en una situación de inseguridad alimentaria severa.
Mejor producción, mejor nutrición, mejor medio ambiente y una vida mejor para NO dejar a nadie atrás, es la preocupación mundial para este nuevo Dia de la Alimentación en este año 2022. Pero no solo celebran, sino que además discuten y analizan los desafíos actuales y futuros en esta importante materia. Este año, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), ha invitado a recapacitar y repensar en torno al lema «No dejar a nadie atrás», poniendo de manifiesto que aún existen muchas personas que sufren de hambre y mal nutrición. Rimisp, para entender de qué manera la pandemia afectó sobre la alimentación de los hogares y la seguridad alimentaria y cuál fue el impacto en aquellos con jefaturas femeninas, aplicó la “Encuesta de Seguridad Alimentaria y Alimentación”, focalizada en las regiones de La Araucanía y Los Lagos.