En general, las regiones con menores años de escolaridad al comienzo del período, son aquellas que han tendido a mejorar más este indicador. Argumentó que “si corregimos el Gini y otros indicadores por lo que pasa en el prime 1, el nivel de desigualdad sería mayor y la caída no sería como la observamos si nada más usamos encuestas. Pero persiste una parte de la historia que es sumamente importante y es lo que pasó con la distribución del ingreso laboral, con las transferencias y con las remesas. Las transferencias monetarias según régimen político no muestran una diferencia importante, al igual que los datos de empleo público. Sin embargo, el salario mínimo es la variable que muestra que hubo una diferencia en términos de política activa en el ámbito laboral que reforzó probablemente lo que se observa como tendencia estructural en términos de demanda y oferta de los trabajadores por nivel de calificación. Las mayores transferencias públicas fueron también un issue desigualdad en la distribución de ingresos relevante en la disminución de la desigualdad.
El país procura lograr un crecimiento más rápido, más ecológico y más inclusivo, y las reformas en los ámbitos de la productividad, la tecnología, la competencia y el desarrollo del capital humano son cruciales para lograr este objetivo. A juicio de Palma, hay dos formas de mirar la desigualdad, la que nace del mercado y la desigualdad de ingreso disponible, que es la que viene después de que a esa desigualdad de mercado se le introdujeron impuestos y transferencias. “Entonces, una es la que nace de la actividad económica, y otra en la final, que es aquella que toma en cuenta los impuestos y las transferencias que se realizan, que en general tienden a- en la mayor parte de los países- mejorar esa dificultad”, sostuvo. En este sentido, una política que hace la educación gratuita o más accesible económicamente para sectores de menos ingresos es beneficiosa. También requiere políticas de información, apoyo y acompañamiento a jóvenes más vulnerables, y políticas de regulación del sistema de educación superior para asegurarse de que todas las instituciones entreguen una educación de calidad. No obstante, aunque con varios resultados positivos, esos quince años dejaron bastantes lecciones respecto del desarrollo y cómo debía enfrentarse.
También podría pensarse que la importancia y eficacia de las transferencias requiere un Estado grande. Con una recaudación tributaria de 22% del PIB (Chile, 20,5%), es uno de los países Ocde que más baja su desigualdad. En Latinoamérica las políticas públicas están asociadas a las políticas de protección social a través de la entrega de bonos y subsidios a las clases más bajas, lo que hace que se transformen en medidas cortoplacistas y no fomenten el empleo y el salir de la pobreza extrema. Por una parte, el aumento de las diferencias de ingreso entre ricos y pobres aumenta lo que los economistas han llamado “oferta de delincuencia”, la cual está relacionada con los incentivos que tienen los agentes por cometer delitos. Pero, al mismo tiempo, también aumenta la demanda de protección contra la delincuencia o, en términos económicos, disminuye “la demanda por delincuencia”. En cualquier caso, lo cierto es que desde lo más profundo de la disaster en 2010 la esperanza de vida se ha incrementado en 14 meses hasta eighty,5 años de media (con un techo de eighty four,2 en Japón y un suelo de 74,6 en Colombia), y ha subido en los 35 países del estudio.
Aquí, las coyunturas individuales definen, en parte, el alcance de lograr ciertos objetivos propuestos, como, por ejemplo, el género, contexto familiar, acceso a la salud, a la educación, entre otros. Es decir, que si existiera igualdad de oportunidades para todos los individuos o países, el resultado de sus metas dependería únicamente del esfuerzo ejercido para lograrlas ( Roemer, 1998 b; Kanbur & Wagstaff, 2014; Atkinson, 2015). Esto último fue detallado por el foro multilateral en su estudio «¿Importa la desigualdad? Cómo perciben las personas las disparidades económicas y la movilidad social», publicado hoy jueves.
Lo siguen Turquía, Estados Unidos y Lituania, siendo los países con menor desigualdad Islandia, Eslovaquia y Eslovenia (OCDE, 2018). La desigualdad de Chile es intra e interregional, los ingresos del 10% de la población más rica del país son 27 veces mayores que el decil más pobre (OCDE, 2015)6, por sobre el promedio de los países de la OCDE, donde el 10% más rico gana 9,6 veces más que el 10% más pobre (siendo esta la mayor diferencia de los últimos 30 años) (Keeley, 2015). Actualmente en Chile, el 20% de mayores ingresos lo es 10 veces más que el 20% más pobre (OCDE, 2018). Otros gastos calificados también como de especialmente redistributivos son los de educación y sanidad. Por ejemplo, una vez que el problema de endogeneidad de las variables es controlado, según Ospina (2010), el gasto en educación y sanidad tiene un efecto beneficioso sobre la desigualdad del ingreso, mientras que el gasto en seguridad social no tiene efecto alguno.
El impuesto óptimo balancea estos dos efectos y, para sorpresa de muchos, aun considerando sus potenciales efectos distorsionadores, la literatura ha concluido que debe ser bastante altos. Sin embargo, éste indicador se basa exclusivamente en datos de la CASEN, que, como discutimos más arriba, no capturan los ingresos de los tramos de altos ingresos. La única serie de tiempo basada en datos tributarios (y que es una estimación conservadora porque no corrige por elusión ni evasión) muestra que la concentración del ingreso del 1% y del 10% más rico no ha caído.[5] Tanto en 1990 como en 2015, el 1% recibía cerca de un cuarto de los ingresos del país. Por su parte, el 10% más rico concentraba el 54% de los ingresos tanto en 2004 (primera fecha para la que se tiene registro) como en 2015.
La desigualdad perjudica al desarrollo, dificulta el progreso económico, debilita la vida democrática, afecta la convivencia y amenaza la cohesión social. Reducirla no es solo un imperativo ético, es también una exigencia para la sostenibilidad del desarrollo de los países. A nivel Latinoamericano, Chile lidera en el territorio, con un PIB per cápita que es 12 veces mayor al país con el peor resultado, Haití.
El (Gráfico 7) demuestra nuevamente que La Araucanía y Los Ríos son los territorios más desiguales, seguida del Biobío y la Región Metropolitana, la cual sube al puesto número cuatro. Por su lado, con menor desigualdad destacan las regiones de Arica y Parinacota, Atacama y Antofagasta (las misma regiones destacadas en el ratio 10/10, pero en un orden diferente). A través de los años, al igual que lo ilustrado por la evolución del Gini, la razón 10/10 muestra un aumento de las disparidades en el año 2009, donde el 10% más rico llega a distanciarse 38,eight veces del ingreso medio del 10% más pobre, para luego descender paulatinamente. El ratio fue de 27,6; 29,eight; 29,1 y 27,2 para 2009, 2011, 2013 y 2015 respectivamente (calculado por Ministerio de Desarrollo Social [2016b], bajo la nueva metodología). Las desigualdades también están aumentando para las poblaciones vulnerables en países con sistemas sanitarios más deficientes y en países que se enfrentan a crisis humanitarias existentes. Los refugiados y los migrantes, así como los pueblos indígenas, los ancianos, las personas con discapacidad y los niños se encuentran especialmente en riesgo de ser excluidos.
Por consiguiente, el costo no está asociado necesariamente a una mejor calidad educativa, sino más bien a elementos de distinción y cierre social. El quiebre de la élite con la educación pública en Chile se comienza a producir con los procesos de masificación del sistema escolar, particularmente durante el gobierno de Frei Montalva a mediados de la década de 1960. La extensión y popularización de la educación escolar gatilló, por una parte, la migración de la élite liberal desde los liceos emblemáticos hacia colegios privados con proyectos liberales (laico o católicos progresistas). Sumado a ello, los estudios que abordan estas instituciones en Francia, los Estados Unidos y el Reino Unido muestran que otro carácter de distinción de estos colegios son los cierres físicos, pues usualmente están ubicados en lugares alejados, con escaso acceso a transporte público. Uno de los principales mecanismos de cierre social se encuentra en el ensamblaje entre las barreras de entrada que fijan los colegios de élite en su ingreso y las preferencias de las familias de élite por dónde educar a sus hijos. El cobro de altos aranceles a las familias es uno de los primeros mecanismos de selección y cierre social (Stevens, 2009).
El (Gráfico 4) deja ver cómo incorporar una nueva dimensión acrecienta el porcentaje de población en situación de pobreza en 1,8 puntos porcentuales. Si bien no es comparable con años anteriores, entrega un resultado más cercano a la realidad, ya que esta es una variable de gran impacto en la calidad de vida de la población chilena. La pobreza multidimensional en 2015 se vio afectada principalmente de las dimensiones trabajo y seguridad social y educación (31,1 y 25,8% respectivamente). La desigualdad en la distribución del ingreso metodología de investigación consiste en un análisis descriptivo y comparativo de las regiones del país, así como de un análisis de convergencia regional. La información recopilada para el desarrollo de este trabajo, se ha obtenido de fuentes secundarias, desde distintas bases de datos mundiales y nacionales. A nivel país se utiliza principalmente, la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) del Ministerio de Desarrollo Social y datos de productividad del Banco Central de Chile.
También, es un país que ha logrado reducir su pobreza, de acuerdo a lo trabajado en el contexto de la Agenda del Milenio, pasando de un 3,2% de personas que vivían con menos de US 1,25 al día en el año 2000, a 0,6% en el año 2011, superando con creces la meta que era de 5% para el año 2015 (Gobierno de Chile, 2014a; Ministerio de Desarrollo Social, 2019). Sin embargo, a pesar de estos buenos indicadores, Chile es un país que presenta una gran desigualdad, con un Índice de Gini de forty four,four el año 2017 ( Banco Mundial, 2020a) y un Coeficiente de Palma del 2,6 ( UNDP, 2020b). Ahora, para entender de mejor forma estos valores, cuando se compara a Chile dentro de un grupo de one hundred sixty five países, este se encuentra en la posición número 35 de los países más desiguales, compartiendo puesto con Filipinas y a tan solo 0,1 de Zimbabue, según los últimos datos obtenido para cada país ( Banco Mundial, 2020c). Asimismo, en términos del Coeficiente de Palma, Chile comparte el puesto 23 de los países más desiguales junto con Nicaragua y las Islas Seychelles, dentro de un grupo de 152 países ( Human Development Reports, 2019). De todos modos, el Banco Mundial ( 2016 ) indica que las cifras chilenas pue-den estar subvaloradas, por cuanto hay poca representatividad de los hogares con mayores ingresos en las encuestas que proporcionan la información necesaria para calcular estos índices. Por lo tanto, como se ha expuesto, la desigualdad económica tiene causas ex-ante y ex-post que coartan la libertad de los individuos para alcanzar los resultados que se consideran ideales, mostrando así la multidimensionalidad de esta misma.
En la ocasión, que tuvo como objetivo brindar un espacio de reflexión en torno al análisis sobre las desigualdades en países como México y Chile, Reygadas analizó qué tanto el enfoque de la interseccionalidad resulta útil para entender o no, la desigualdad de Latinoamérica. “En América Latina es un enfoque que está ahora muy en boga, muy de moda porque plantea la imbricación entre el género, la raza y la clase. Es un enfoque potente para explicar muchas cosas, lo que voy a discutir hoy ayuda mucho a entender, pero no es suficiente, entonces voy a tratar de provocar un poquito la reflexión”, indicó. El conocimiento que hemos obtenido trabajando en conjunto con Chile, ha sido compartido con diversos países del mundo que enfrentan desafíos de desarrollo similares. El proyecto para el Fortalecimiento de las Universidades Estatales culminó en junio de 2023, consiguiendo importantes logros en términos de mejoras en la calidad y equidad, pese al difícil contexto como resultado de la pandemia.