Chile Agenda 2030, Ministerio De Desarrollo Social Y Familia

Sumado a lo anterior, atendiendo a la digitalización y el contexto actual, realizamos publicaciones que constantemente apoyan la educación en derechos humanos y/o la contención emocional en tiempos de crisis a través de recursos descargables. Para hacer visible este problema, desde Good Neighbors Chile hemos preparado una recopilación de datos alarmantes sobre la desigualdad educativa y la pobreza en Chile. 15El Servicio Nacional de Aduanas informa que existen datos de exportaciones por regiones solo a partir del año 2002. 14Por ejemplo, en el año 2007 se crea el Consejo Asesor Presidencial para la Calidad de la Educación, comisión convocada por la expresidenta Michelle Bachelet para el estudio de reformas a la Educación en Chile. Fue creada como consecuencia de las movilizaciones estudiantiles que se realizaron en el país entre mayo y junio de 2006. Los modelos siguientes incorporan las variables explicativas escogidas de acuerdo a la literatura.

En los últimos 15 años ha habido una reducción de la desigualdad de los ingresos, aunque el coeficiente de Gini de 0.forty eight en la última medición disponible para Chile (2017) está lejos aún del promedio de las economías desarrolladas (figura 2). Entre 1930 y 1970, hubo una moderación del fenómeno en el contexto de una creciente democratización del país, revertida durante la dictadura militar, cuando grandes transformaciones domésticas y de la economía mundial generaron innovaciones tecnológicas y de otro tipo que impactaron sobre la desigualdad de ingresos. Los datos de la encuesta Casen 2020, son coincidentes con los del Informe “Impactos de la pandemia en el bienestar de los hogares de niños, niñas y adolescentes en Chile”, elaborado por UNICEF, PNUD y OIT, que advierte un retroceso en el bienestar infantil producto de la pandemia. Las mujeres registraron en esta última Casen un 6,9% de pobreza y un 2,1% de pobreza extrema, mientras los hombres presentaron un 6,1% y 1,9%, respectivamente. Esta desconfianza no cae del cielo, nace de la relación cotidiana que las personas de menores recursos tienen con su entorno.

Al igual que otras naciones de América Latina, su origen se remite a la Colonia, cuando se constituyeron las instituciones que la inician, como la concentración en la propiedad de la tierra y la relación jerárquica entre la clase alta y el bajo pueblo. Es preciso advertir que incluso los países más igualitarios exhiben algún grado basal de desigualdad vinculado a la división del trabajo, la que requiere pagos diferenciados acorde a la complejidad de las ocupaciones o para el fomento de actividades que están sujetas a un considerable nivel de riesgo, como la innovación y la labor empresarial. Asimismo, la búsqueda de la igualdad no supone eliminar la diversidad de valores, preferencias y capacidades que nos distinguen como personas. Esta obra es el resultado muchos años de trabajo y que apuesta a una nueva postura y reflexión sobre la desigualdad y la pobreza. El libro profundiza sobre la construcción del discurso de la pobreza, quién tiene el poder de definirlo y cómo se sigue generando desigualdad a partir de este.

Porque en la medida en que todos y todas podamos aportar, en igualdad de condiciones, al progreso de nuestros pueblos, podremos ir más rápido y llegar más lejos por la senda del desarrollo armónico, inclusivo y sustentable”, añadió. Ante el tema desigualdad entre clases sociales de la equidad, la Mandataria reflexionó que “el desarrollo equitativo e inclusivo es posible solo con igualdad de género. Esta debe ser, por tanto, una prioridad de los Estados alrededor del mundo y particularmente de los latinoamericanos”.

A continuación esta sección analiza la pobreza en Chile, un fenómeno complejo de definir y medir, entendido como una condición privativa, en la cual las personas carecen de recursos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas como vivienda, alimentación, vestuario o salud. Además, es un término asociado a otros fenómenos negativos, como la desigualdad y la falta de oportunidades, afectando el bienestar de la población (Ministerio de Desarrollo Social, 2011). En la literatura económica, desde hace décadas, existe consenso en que un país o territorio no debe ser evaluado únicamente por sus indicadores económicos de productividad, sino que también por su capacidad para reducir la pobreza y la desigualdad, ambos conceptos entendidos como males para una sociedad (Gasparini et al., 2014). Al ser la pobreza reconocida como mal social, no es de extrañar que sea un concepto ampliamente estudiado y que sea propósito de cada Gobierno reducirla al máximo. Asimismo, el hecho de obtener un ingreso insuficiente es consecuencia de las desigualdades estructurales de un sistema económico (Macías, 2014).

Los autores interpretan sus resultados como una indicación de que no hay una ley universal inamovible, sino que más bien, los cambios en los ingresos y la desigualdad, son afectados por las condiciones iniciales de los países y posiblemente por las políticas (Deininger y Squire, 1998, pp. 261). En Chile, a medida que se ha ido reduciendo la pobreza, ha ido surgiendo con creciente fuerza el debate por la desigualdad existente en el país. Este debate se ha concentrado en la desigualdad de ingresos que las personas obtienen de las actividades económicas en las que participan y el indicador mayoritariamente usado ha sido el coeficiente de Gini.

desigualdad en la pobreza

Como ejemplo, el estudio resalta que en 2009, de acuerdo a las cifras tributarias, las 77 personas más ricas declararon un ingreso mensual de $100 millones, mientras que de acuerdo a la Casen de ese año los 77 más ricos registraron ingresos sólo por $10 millones. En palabras de los autores, la Casen puede decir con mucha precisión qué es lo que pasa en la mitad de la distribución de ingresos, pero dice poco sobre lo que ocurre entre los más ricos. La nueva metodología, a diferencia de la anterior utiliza el hogar como unidad de análisis (no las personas) y se dejan de considerar los individuos que no reportan ingreso alguno.

El modelo VI incorpora, al igual que el estudio de Solimano y Torche (2008), el ingreso autónomo del hogar. Se utilizan los quintiles del ingreso autónomo en lugar del Gini como controles de la desigualdad inicial y se desigualdad en la sociedad ejemplos mantiene el PIB per cápita. Tanto la concentración de población indígena como el aporte del sector secundario y la oferta de educación superior siguen siendo relevantes y el PIB per cápita vuelve a ser significativo.

Dicho de otro modo, los ingresos del 10% más rico del país son 26 veces más altos que los ingresos del 10% más pobre. Un balde de agua fría fueron los resultados de la última Casen, realizada en medio de la pandemia el año pasado. Incluso para quienes se sienten orgullosos del Chile moderno, oasis en medio del desierto de desigualdad de la vecindad. La constatación de que retrocedimos años de un paraguazo en materia de pobreza por ingresos fue una bofetada que terminó por aclarar, sin lugar a dudas, el efecto de la pandemia sobre la gran mayoría de las familias chilenas.

Si se rechaza la prueba, significa que al menos algunas variables dicotómicas pertenecen al modelo, y por lo tanto es necesario utilizar los Efectos Fijos. Los resultados de la prueba F indican que para todas las ecuaciones de la (Tabla 1) existen Efectos Fijos en el tiempo. La última columna, considera el aporte de la minería en lugar del sector secundario y excluye el PIB per cápita. Esta variable esta muy correlacionada con el PIB per cápita, ya que, en Chile la actividad minera es una parte primordial de la productividad del país.

Este indicador también ha servido de base a las exclamaciones que señalan a Chile como uno de los países más desiguales de América Latina, la región más desigual del mundo. Aunque este indicador es comúnmente usado para dar cuenta de la desigualdad de ingresos existente en diversas sociedades, la comparación requiere precauciones metodológicas. Los estudios sobre desigualdad raramente indican cual sería un grado de desigualdad socialmente aceptable.

El sistema escolar inequitativo alcanza su culminación con los instrumentos de selección universitaria que han existido hasta la fecha, que amplificaron las desigualdades. Los criterios de elección responden a la identificación con ciertas fracciones de la élite (por ejemplo, conservadores/ liberales, laicos/religiosos, asociados a un idioma y país, and so on.), a las cuales las familias se sienten pertenecientes o a las que aspiran a pertenecer (Bellei, 2019). Estas son las micro distinciones dentro de la propia élite, es decir, el cierre social lateral, intraclase y no interclase. Gran parte de la literatura tiende a converger en que estos colegios poseen currículums amplios, que abarcan diferentes conocimientos y, a su vez, diversas áreas del desarrollo humano (deportivas, artísticas, idiomas, etc.), orientados al desarrollo de capacidades analíticas, de conceptualización y de trabajo destinado a la dirigencia.