Capitalismo 1679-2065 Santiago Niño-becerra

Personalmente, me inclino por el trabajo de Auten y Splinter, considero que metodológicamente es superior e incorporan una serie de elementos que me parecen correctos. Así, no creo que caiga el capitalismo, al menos no lo hará por no ser capaz de mejorar la calidad de vida de la mayoría de la población concentrando su capacidad generadora de riqueza en solo unos pocos. El nivel de vida en Vietnam es mucho más bajo que en Fran­cia, pero el 91% de los vietnamitas apoya la globaliza­ción, que ha mejorado su vida diaria, en comparación con solo el 37% de los franceses, cuyos recelos sobre la dirección en la que se está moviendo su sociedad han alentado los movimientos de protesta que exigen una mayor voz ciudadana.

Nosotros decimos que las personas están bien, es el liderazgo el que está al debe. La primera corriente se originó al interior del mundo conservador-católico que, a partir de la Encíclica Rerum Novarum, adhirió a la línea social cristiana impulsada por la iglesia católica. A grandes rasgos, vio la cuestión social como resultante de una disaster moral que desvirtuó el rol dirigente y protector de la elite criolla. El énfasis estuvo puesto en la responsabilidad que le correspondió a los ricos en el cuidado y bienestar tanto materials como espiritual de los más pobres, a través de la educación, la beneficencia, el socorro y la justicia. Primero, hay versiones del feminismo que lo reducen a un mero asunto de empoderamiento private.

Unas pocas corporaciones dominan sectores enteros; la industria financiera regula la economía a su antojo; los gobiernos negocian acuerdos comerciales que en absoluto benefician a los intereses de los ciudadanos; y las tecnológicas custodian celosamente una ingente cantidad de datos personales sin supervisión y trafican con ellos. Las nuevas tecnologías, lejos de ayudar, tienden a empeorar las cosas, contribuyendo a disparar la desigualdad, ralentizar el crecimiento y fomentar el desempleo. Pese a todo, Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, insiste en que, aunque no nos lo parezca, tenemos el poder de reconstruir los cimientos del capitalismo. En este oportuno libro, identifica las verdaderas fuentes de la prosperidad económica compartida, basadas en la investigación, la educación y el imperio de la ley. Consciente de los peligros del fundamentalismo de mercado, y de la amenaza al poder judicial, las universidades y los medios de comunicación, instituciones que durante mucho tiempo han sido la base de la prosperidad y la democracia, nos descubre cómo hemos llegado a esta situación y marca el camino para combatir algunos de los mayores desafíos de nuestro tiempo. Como se señaló al comienzo cabe destacar la pérdida que han experimentado los estados nacionales en su capacidad de definir los términos de la “austeridad” la que viene determinada por la Troika e influida directamente por grandes potencias como Alemania y Estados Unidos y, en cierto grado, el Reino Unido que han re-estrenado el antiguo modelo del “Protectorado” en la Europa periférica.

Reducir la desigualdad de 0,forty nine a 0,43 para Chile o de 0,50 a 0,43 para la Región Metropolitana, implica una reducción de cerca de 18% en los conflictos a nivel nacional y de 21% en la RM. En estos párrafos, se busca hacer una descomposición un poco más profunda de evidencia nacional sobre desigualdad para entregar perspectivas acerca de la concentración de ingresos, su dimensión territorial y su eventual rol en el conflicto social. En este punto destacó las normas impuestas bajo la dictadura de Pinochet, donde se “institucionalizaron la dominación económica y política del gobierno de facto y consagraron un marco neoliberal que borró el papel del Estado en las áreas sociales y económicas. Restringió la participación política, dio a la derecha (política) un poder desproporcionado e instaló un papel tutelar para las fuerzas armadas”. En el contexto de su gira por varios países europeos, el presidente Gabriel Boric declaró, como si estuviese en un diván ante un psicoanalista, que una parte de él quiere derrocar al capitalismo en Chile.

Pero esto no significa que debamos dejar de pensar en la propiedad y en su superación. Como aporte a este llamado a imaginar alternativas, propone un “socialismo participativo”, no centralizado, donde los trabajadores tomen parte en la gestión de sus empresas y compartan el poder con los accionistas privados. Con algunas excepciones, el resto del mundo ha visto muy poco progreso en la reducción de la pobreza. Si excluimos a China, entonces no solo ha aumentado el número de personas en la pobreza, sino que la proporción de personas en la pobreza no ha ido mucho mejor, con un mísero 5,4% en 40 años. «No estoy diciendo que necesariamente debamos regresar a los niveles de los años 70, pero sí pienso que un buen índice sería que el ingreso de las familias con ingresos medios crezca a un ritmo cercano a la tasa de crecimiento de la productividad, y eso es algo que no hemos visto por un rato».

Debe, sin embargo, mantener­se bajo control, para que no socave la legitimidad del sistema. Esto explica las espectaculares y periódicas represiones contra los funcionarios corruptos. Estas medidas restrictivas han puesto una gran presión sobre el contrato social Europeo de post-guerra basado en la seguridad económica, la cohesión y protección social, la solidaridad y el empleo. El intento de reemplazar este contrato social por uno neoliberal se ha hecho sin consultas ciudadanas, aprovechando las urgencias de la disaster y el poder de la Troika y de los acreedores financieros. Por otra parte, se observa en Europa, a raíz de la crisis, un fortalecimiento de los partidos políticos nacionalistas de ultra-derecha como el “Frente Nacional” en Francia, los “Verdaderos Finlandeses” en Finlandia, la “Cruz Dorada” en Grecia y otros que han logrado atraer electorados en base a un discurso anti-migrantes y anti-Unión Europea en sociedades agotadas por la falta de empleo y el estancamiento. En términos de propuestas para el futuro, los libros de Piketty, Stiglitz y Collier son generosos, aunque de todos los autores referidos en este artículo, solo Piketty es quien habla de una “superación del capitalismo”.

desigualdad en el capitalismo

«La franja de desigualdad entre el crecimiento y el ingreso de las familias trabajadoras conspira contra el incentivo básico de que trabajar duro será recompensado». «Pienso que crear una regulación que estipule que un ejecutivo pueda cobrar, no sé, 50 veces lo que cobra un empleado, no va a reducir la desigualdad de forma substancial», piensa la profesora. «Muchas familias pobres no tienen dinero para invertir en la educación de sus hijos y entonces las nuevas generaciones pierden la oportunidad de alcanzar mejores trabajos y ascender en la escala social, la esencia del sueño americano». Pero para otros, la desigualdad puede ser la gallina muerta del capitalismo. «Yo estoy de acuerdo con que me cobren impuestos para ayudar a los muy pobres, pero no quiero matar a la gallina de los huevos de oro, y esa gallina es el capitalismo».

Entre otras cosas, porque a las familias y a los individuos sí les importa. Con todo, los factores que generan un incremento en la desigualdad son múltiples e incluso hay algunos consecuencia de evoluciones deseables en la sociedad. El acceso extendido de la mujer al mundo del trabajo y la educación universitaria se encuentra entre estos. Como expone Branko Milanovic, hombres y mujeres acostumbran a emparejarse con personas de un estatus comparable al suyo. Hasta hace algunas décadas, en la medida en que los hombres contaban con mayores recursos, era menos possible que sus esposas trabajaran y tuvieran sus propios ingresos.

“Es preferible una torta más chica, mejor repartida que hacer crecer la torta con los niveles de mala distribución que tenemos hoy”. “Sí importa que algunas personas puedan comprar tickets para un viaje al espacio mientras que muchos otros hacen fila en los bancos de comida. Una sociedad en la que nadie puede comprar tickets para la Luna, pero todos pueden ir a comprar su alimento a tiendas normales, tiene una grado mayor de cohesión y desigualdad en el mundo ejemplos de intereses compartidos”, escribió. Así lo sostuvo el Dr. Luis Reygadas, antropólogo y profesor de La Universidad Autónoma Metropolitana de la Ciudad de México, quien también impartió una charla sobre el mercado laboral de la Antropología. [4] Ver López, Figueroa y Gutiérrez, (2013), también basado en información del servicio de impuestos internos. Cómo afrontar las nuevas ansiedades, Paul Collier, Debate, 2019, 336 páginas, $16.000.

Se impone la necesidad de repensar el papel de los Estados en la economía y la sociedad, de orientar los presupuestos al largo plazo y de recuperar el sentido del interés público. La compensación llegará con la introducción de sistemas de renta básica universal, ocio barato y otras fórmulas que permitan a los ciudadanos evadirse de la realidad. Y, en medio siglo más, el Capitalismo dejará de ser útil y acabará siendo reemplazado por otro sistema. Invitar a Walmart y a CVS a la Casa Blanca a encontrar soluciones no revela únicamente una comprensión errónea de cómo se desarrollan los nuevos tratamientos médicos, sino que confunde los negocios con la salud pública de manera bien significativa. Hace solo unos días, Trump dejó en claro que la salud financiera de la nación es su verdadera salud, y que la única medición  importante es Wall Street.

Desde un punto de vista de política pública, el desafío no necesariamente tiene que ver con el aspecto técnico de las reformas, sino que con mejorar la comunicación política de lo que se haga, siendo claro y destacando por qué importa lo que se hace. El problema en un contexto de faux information es doble, porque primero se debe desmentir lo que se ha dicho y recién ahí se puede comunicar lo que quiere hacer. Muy probablemente la solución pase por más democracia, mayor participación e inclusión en el desarrollo de propuestas, y creo que la Convención Constitucional ha sido un gran ejemplo desigualdad internacional de esto. A pesar de sus diferencias, cada una de estas tres corrientes coincidió en la urgente necesidad de otorgar pronta solución a los problemas derivados de la cuestión social, que hacia el año 1920 se convirtió en una preocupante cuestión política, traspasando las fronteras de la opinión pública e insertándose de lleno en los planes del Gobierno y del Congreso Nacional. Lo que presento es una irrealidad que contrasta con lo que sucede en Chile. Las distintas ideologías o sistemas valóricos factuales de los chilenos están basados en la creencia de que las desigualdades son intrínsecas al ser humano.

La transformación de la actual sociedad pone en riesgo la supervivencia y podría acelerar la destrucción de la actual civilización. Las construcciones teóricas, la narrativa o el relato de lo que representa el socialismo en la actualidad ha dado lugar a respuestas de corto plazo en relación con el desempeño de los sistemas sociopolíticos existentes en el mundo, siendo, asimismo, poco lo que se aclara hacia el futuro de lo que sería o se espera de una sociedad con urdimbre socialista. Con mayor dramatismo aún el capitalismo no tiene respuesta para lo que será la civilización futura como sistema económico social. «El virus no discrimina», sentencia, detallando que afecta a todas las personas por igual, y que la comunidad humana es igualmente precaria. Podríamos decir que nos trata igualitariamente, nos pone en igual riesgo de enfermar, perder a alguien cercano y vivir en un mundo de amenaza inminente.

Por el contrario, argumentaba que “muchos cambios tecnológicos reflejan decisiones que fueron tomadas por científicos, jefes de investigación, hombres de negocio, inversionistas, gobierno y consumidores, entre otros”. Estas decisiones están influidas por consideraciones económicas que “hacen que los cambios tecnológicos sean endógenos, esto es, determinados desde adentro del sistema económico y social”. Estos éxitos, sin embargo, no han evitado que a partir de 2011 se hayan intensificado los reclamos sociales. En su estudio, Larrañaga y Rodríguez interpretan que este malestar social se relaciona con “una mayor intolerancia a la desigualdad, producto de una ciudadanía más empoderada por efecto del mismo desarrollo que ha tenido el país”. Muchas familias habrían escapado de la pobreza, pero no de la vulnerabilidad.