“Esta relativa homogeneidad significa que es más possible que exista convergencia absoluta entre regiones de un mismo país que entre países” (Barro y Sala-i-Martin, 2009, pp. 468). Chile ha presentado gran progreso en las últimas décadas en lo referente a indicadores de salud, con cifras comparables con países desarrollados en cuanto a mortalidad infantil y general. Sin embargo, igual como pasa con el crecimiento, estos logros no benefician a toda la población de la misma manera, existiendo diferencias a nivel regional. Este tipo de desigualdad suele crear malestar por parte de la ciudadanía y descontento hacia las autoridades públicas, a quienes se exige salud de calidad y para todos. Actualmente, en Chile el gasto whole en salud representa el 7,2% de su PIB, por debajo del promedio de los países miembros de la OCDE, 9,3% (Instituto Nacional de Derechos Humanos, 2016), por lo que en materia de salud aún quedan muchos desafíos para el país y para la equidad en el territorio.
En specific, estos comportamientos tienen que ver con el trabajo duro, la mantención del capital físico, la disposición a asumir riesgos, la adquisición y uso de conocimiento y otros similares. De esta manera, la elevada concentración de la propiedad de los bienes de capital es ineficiente. Existen diversas razones por las que podríamos argumentar a favor de reducciones en los niveles de desigualdad que exhibe el país, desde juicios morales y éticos, hasta elementos puramente prácticos como son los efectos que produce sobre el crecimiento, el tejido social, y la concentración del poder político (además del económico). Parece existir una relación bastante desigualdad en américa latina directa entre los niveles de desigualdad sobre la ocurrencia de conflictos, que tiene que ser estudiada con mayor profundidad. Siguiendo al texto Desiguales y a la OECD (2012), se necesita reducir las brechas que existen en la estructura productiva de la economía chilena, que se expresan en circuitos diferenciados de productividad, competencias laborales, salarios y estabilidad en los empleos. Entre las políticas a considerar destacan las que mejoran la productividad vía capacitación, aumentan la participación laboral femenina y reducen las prácticas discriminatorias en el mercado del trabajo; así como un fortalecimiento de todos los niveles del sistema educativo.
Nos hemos instalado en un círculo vicioso cuya dinámica se fundamenta en el management que los más ricos ejercen sobre el poder político”. A pesar del tremendo avance de las tecnologías de la información, de la inteligencia artificial, del desarrollo de las telecomunicaciones, del transporte
Actualmente, la complejidad del mercado, que hace depender la prosperidad de los países de su integración en redes globales de intercambio, puede restar eficacia a los intentos políticos por dar dirección a la economía. Pero el malestar generalizado y la insostenibilidad de un conflicto social de largo plazo quizás conduzcan a una nueva vuelta de timón en su desarrollo. O incluso, aunque es la opción menos probable de materializarse en un futuro próximo, a su superación. La desaceleración del crecimiento y el aumento de la inequidad en varios países, a lo largo y ancho del globo, ponen otra vez al capitalismo ante un cuestionamiento profundo.
Lo anterior no es de extrañar, ya que como se señaló en la Sección 2, Chile es el segundo país más desigual de entre los países miembros de la OCDE. Lo anterior se ejemplifica para hogares pobres, quienes con un bajo nivel de ingreso tienden a renunciar a oportunidades de inversión en capital humano que ofrecen relativamente grandes tasas de retorno de la inversión. En este caso, una redistribución de bienes e ingresos de ricos a pobres tiende a aumentar la productividad promedio de las inversiones, por lo cual una reducción de la desigualdad tenderá a aumentar la tasa de crecimiento económico. El objetivo de la presente investigación es identificar la relación que existe entre la desigualdad en la distribución de los ingresos y el crecimiento económico de Chile entre los años 1996 y 2017. Para ello se utilizó el Ratio de Palma y una modificación a las tradicionales mediciones del fenómeno, basándonos en las remuneraciones que perciben los trabajadores.
Más allá de las diferencias de ingresos, la desigualdad socioeconómica se manifiesta en otras dimensiones de la vida de las personas. La que más rechazo provoca en la población es la disparidad en el trato y dignidad que, por ejemplo, se materializa en la atención de salud. La sociedad se fragmenta en grupos sociales que viven como si habitaran en naciones de nivel de desarrollo opuesto. Así, hay personas que son denigradas y discriminadas, en tanto otras desarrollan una actitud de superioridad fundada en la posesión de cargos o tenencia de dinero. En el caso de nuestro país, esta investigación plantea que los niveles de desigualdad se encuentran entre los más altos de la región. «El 50% más pobre en Chile gana solo el 10% de los ingresos totales, mientras que el 10% más rico equivale a casi el 60%», destaca el informe.
Ésta puede ser explicada desde la lógica materialista, como el fenómeno social que afecta directamente la cohesión, el bien común y la calidad de vida en una población, estableciendo brechas inconmensurables entre vidas más confortables y vidas más desfavorables. Se atribuye principalmente este fenómeno a la distribución de los ingresos, en un contexto donde el motor de la riqueza de una nación proviene principalmente de sus trabajadores. Entendido esto, se puede generar lineamientos para medir qué tan desigual podemos estar comportándonos como sociedad. En éste caso, es atribuible un país con Coeficiente Gini 0 quien tiene perfecta igualdad y a los países más acercados a 1 representan elevados índices de desigualdad, lo que arrastra en definitiva múltiples malestares sociales a raíz de profundos sucesos negativos a la hora de mejorar las condiciones de vida. En caminos paralelos al de Kuznets hubo autores que apoyaron y reforzaron la existencia de una relación positiva entre ambas variables, para ello efectuaron una interpretación retrospectiva de la curva.
El ausentismo y deserción escolar implican pérdidas de oportunidades duraderas y prolongadas, que afectan el desarrollo y el aprovechamiento de las oportunidades educativas, otro factor contribuyente a la desigualdad. Distancia, falta de transporte, enfermedades frecuentes, vestimenta inadecuada, falta de útiles escolares, inadecuadas en las poblaciones vulnerables. La desigualdad educativa empuja a muchas niñas y niños fuera de las aulas escolares, haciéndolos vulnerables a la explotación al entorno criminal e incluso en casos extremos, al tráfico de personas. Para hacer seen este problema, desde Good Neighbors Chile hemos preparado una recopilación de datos alarmantes sobre la desigualdad educativa y la pobreza en Chile. Se trata de un aporte importante, con abundante y novedosa evidencia que invita a reflexionar y debatir sobre cuáles son las dimensiones más relevantes de la desigualdad en la actualidad. Si bien el número de millonarios se duplicó desde el inicio de la crisis financiera de 2008, las élites económicas y grandes empresas pagan los impuestos más bajos de las últimas décadas.
En un informe de inicios de año, desde Oxfam se indicó que “desde 2020, la riqueza conjunta de los cinco hombres más ricos del mundo se ha duplicado. Durante el mismo período, la riqueza acumulada de cerca de 5000 millones de personas a nivel global se ha reducido. Las penurias y el hambre son una realidad cotidiana para muchas personas alrededor del mundo. A este ritmo, se necesitarán 230 años para erradicar la pobreza; sin embargo, en tan solo 10 años, podríamos tener nuestro primer billonario”. Con los datos regionales obtenidos, se realiza un análisis de convergencia para comparar si los territorios más pobres, crecen más rápido que los más ricos.
Para Pablo Egenau, director social del Hogar de Cristo, las brechas que hay entre las remuneraciones de los más adinerados y los más vulnerables demuestran que «tenemos una sociedad inequitativa y profundamente desigual». Esas diferencias no son nuevas y desde 2013 que la brecha entre el primer y décimo decil de ingreso supera el millón de pesos. Asimismo, el reporte destaca que la pandemia también aceleró la pérdida de riqueza en el sector público, mientras que en el sector privado ocurre lo opuesto. En dicha nota, De la Rica recalca la urgente necesidad de crear políticas que permitan contrarrestar las consecuencias de ambos fenómenos; de lo contrario, «no harán sino agravarse, haciendo de nuestro planeta un lugar invivible». En general, se observa que la desigualdad ha estado disminuyendo en Chile, excepto por el año 2020, pero que en 2022 se retomó la tendencia anterior.
Antes, esa subvención era del mismo monto, independiente de si el alumno era pobre o si tenía más recursos, lo que era problemático, porque educar alumnos con desventajas requiere más recursos. Eso ha ido cambiando por una política en que a los alumnos más pobres se les asocia un subsidio mayor, así como a las escuelas que los atienden, lo que se acerca más a compensar los fondos que requiere atender a una población más weak. Esa es una excelente política de promoción de la movilidad, porque promueve oportunidades educacionales más igualitarias. Otras políticas relevantes son aquellas que promueven el desarrollo infantil, como Chile Crece Contigo. Como lo ilustran los tres ejemplos anteriores, casi todo se puede expresar apelando a la desigualdad.
Una de estas líneas de desarrollo es la que busca determinar la relación entre la desigualdad en el ingreso y el crecimiento económico. A pesar de que existe un amplio número de investigaciones referidas al tema, no se ha llegado a un consenso general acerca de la relación existente entre ambas variables; sin embargo, es posible identificar dos corrientes teóricas y empíricas que han tratado de desigualdad en las ciudades establecer su relación a través del tiempo. Esto plantea la reflexión sobre cómo puede la desigualdad en la distribución de la renta llegar a afectar al desempeño de las economías de los países. Finalmente, para verificar la robustez de los resultados, se realiza una regresión utilizando como variable dependiente una medida de desigualdad diferente, el ratio 20/20 (en función logarítmica).