Académico Usm Edita Libro Sobre Infraestructura Alimentaria Urbana Universidad Técnica Federico Santa María

En las comunidades humanas se debe asegurar la disponibilidad, acceso y consumo de los alimentos y nutrientes para obtener una buena nutrición, el bienestar colectivo y contender contra la vulnerabilidad hacia las enfermedades, obtener un buen desarrollo físico e intelectual y asegurar la producción económica [4]. La relación entre ambos niveles del proceso alimentación y nutrición, debe analizarse con distintas herramientas teóricas. Los últimos datos disponibles en relación al hambre y la malnutrición no son positivos. El número de personas subalimentadas aumentó por tercer año consecutivo, llegando a 39,three millones. Hoy más que nunca es preciso que aunemos nuestros esfuerzos para revertir el retroceso, retornar al camino del progreso y asegurar la plena realización del derecho a la alimentación. Los precios bajo los cuales hoy accedemos a los alimentos no reflejan sus verdaderos costos socioambientales.

En cuanto a los efectos económicos, el país gasta hasta un 9% de su presupuesto sanitario en el tratamiento de enfermedades asociadas a la alimentación. Desde la década de 1970, las ciencias sociales han mostrado que el proceso de salud/enfermedad ocurre en espacios sociales complejos, que inciden en la materialización que ocurre en la vida de los sujetos. En el caso de la alimentación, el tema no es diferente, puesto que la práctica alimentaria, según diversos autores, se encuentra influenciada por variables socioculturales (género, hábitos, creencias), económicas, y dimensiones subjetivas construidas en torno a los alimentos. La Nutrición como disciplina del área de la salud debería integrar el estudio de las prácticas sociales de la alimentación, más aún si consideramos su corpus investigativo. Si bien, pareciera ser ésta una afirmación obvia o, al menos, la base de cualquier programa de intervención que busca mejoras en los hábitos alimentarios de la población, la realidad es que ha sido excluida.

desigualdad en la alimentación

Hace diez años, Las Algas venía en un sostenido descenso de habitantes, pero prácticamente se repobló tras el terremoto de 2010. De hecho, la familia de Cristina Durán fue una de las tantas que llegó escapando del miedo al maremoto y como única posibilidad de obtener una casa tras la pérdida de empleos. Desde Techo clarifican que el proyecto Cocinas Comunitarias no es un concurso como tal, sino más bien una formalidad que busca fortalecer la organización de los campamentos previo a la cesión de dinero.

Es oportuno señalar que en los hogares conducidos por mujeres la inseguridad alimentaria viene a sumarse a otro cúmulo de inequidades como las dobles y triples jornadas laborales, disparidad en el acceso a la tierra y empleo, entre otras. Las decisiones de política que se tomen hoy serán determinantes para avanzar hacia un desarrollo en que todas y todos tengan las mismas posibilidades de concretar sus proyectos de vida”. Este problema de desigualdad social entremezcla factores sociales que evidencian las falencias estructurales y las medidas «parches» en las que se ha sostenido hace muchos años en el país. No existe una inversión en un desarrollo social que haya visualizado de antemano esta correlación; la pobreza estructural, es un hecho más profundo, basado también en el acceso a oportunidades y el mantenimiento de estas mismas en el tiempo. La pandemia por el virus SARS-CoV-2 provocó un gran impacto, tanto social como económico, en todo el mundo. El sistema alimentario no fue la excepción acentuándose las desigualdades, presentando grandes retrocesos en seguridad alimentaria y subalimentación.

Las pautas y lineamientos para disminuir la crisis climática desde los sistemas alimentarios son diversas y consideran los impactos socioambientales a lo largo de toda la cadena productiva y de consumo. La inseguridad alimentaria y la malnutrición en todas sus formas se ven agravadas por niveles de desigualdad altos y persistentes en cuanto a ingresos, activos productivos y servicios básicos (por ejemplo, salud y educación), así como en cuanto al acceso a la información y la tecnología (por ejemplo, la brecha digital) y, en un sentido más general, a la riqueza. Por ello, aparte del reconocimiento constitucional, varios países de la región de América Latina han adoptado leyes marco sobre seguridad alimentaria y nutricional y derecho a la alimentación.

A nivel mundial, para poder comer una dieta saludable son necesarios en promedio three.sixty six dólares por persona al día. Por ende, la región presenta el costo más alto de una dieta saludable, seguida de Asia con 3.90 dólares, África con 3.57, América del Norte y Europa con 3.22, y finalmente Oceanía con three.20 dólares. La principal consecuencia de la imposibilidad de acceder a una dieta saludable por falta de recursos económicos adecuados a sus precios tiene como consecuencia el aumento del consumo de comida altamente procesada y de menor valor nutricional, explicó Lubetkin, un hecho que empeora aún más el combate a la malnutrición. La desigualdad en el consumo dietario, así como los factores que propician estas desigualdades han sido ampliamente estudiadas en el mundo9,10,eleven desigualdad en pandemia,12,thirteen,14. En Colombia desde 2015 se viene estableciendo de manera parcial la magnitud de esta relación15. En el nivel estructural, México, bajo la implantación de políticas neoliberales con la inserción dependiente al mercado mundial de alimentos, ha desmantelado por completo la producción del campo por falta de subsidios.

La desigualdad, dada la pobreza monetaria, alcanzó el mayor coeficiente de Gini en el patrón de consumo snack; 0,26, le sigue el alcanzado en el patrón tradicional/ almidón; 0,17 y el fruta-verdura/lácteos; 0,12. Según el índice de concentración, el patrón tradicional/fibra se distribuye de manera perfecta, en los patrones fruta- verdura/lácteos y snack casi de manera perfecta, -0,08 y -0,11 respectivamente (Tabla 2). Al graficar los índices de concentración y los basados en modelos de regresión se evidenciaron relaciones decrecientes entre la pobreza y la adherencia al patrón de consumo fruta-verdura/lácteos y el tradicional/almidón, e inexistente en el patrón snack. La menor adherencia de consumo al patrón snack se alcanza en los niveles de pobreza de 50%. Bogotá, DC., y Chocó las unidades geodemográficas con menor y mayor pobreza monetaria se han utilizado como referentes en dichas figuras (Figuras 1 a 3). Cabe mencionar que la obesidad es resultado de un estado nutricional de años y décadas, donde el país no puede sustraerse del análisis económico, político, cultural y social.

—Viene gente de tercera edad de la población que está junto al campamento a buscar su plato de comida. Sabemos que las pensiones de los adultos mayores son una miseria y en Las Gaviotas les abrimos las puertas —señala el líder de la toma. La misma inestabilidad laboral lo obligó hace cuatro años a instalarse en Las Gaviotas junto a su pareja y su hijo mayor. Ahora, con dos pequeños más, arrienda una mediagua por $50.000 y vive, o sobrevive, gracias al dinero que obtiene su compañera por medio del programa Proempleo. Chile también ha tomado medidas relacionadas a la protección social, para amortiguar los efectos de la inflación, enfocadas en transferencias en efectivo, ampliación del Programa de Alimentación Escolar y un aumento en el monto de las becas de alimentación para la educación superior. El documento aborda cómo la pandemia dejó secuelas significativas en la agricultura familiar desigualdad en estados unidos de Alta Verapaz y Sacatepéquez, con daños…

La inseguridad moderada-severa (saltarse una comida, comer menos de la indicado o alimentos de bajo valor nutritivo) aumentó de 14,8% a 18,7% en la La Araucanía, y disminuyó de 15,1% a 14,1% en Los Lagos. El término fue acuñado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en 1996 y hace referencia a las distintas dificultades para alimentarse que pueden tener las personas. Por ejemplo, saltarse alguna de las tres principales comidas del día, comer una cantidad menor a la necesaria, conseguir alimentos poco variados o de bajo valor nutricional. Sabemos que [las empresas] empujan a que las consuman, pero la gente no sabe cuántas calorías tienen. En muchos países, supongo que Chile es uno de ellos, el consumo de comida chatarra se cruza con la desigualdad, al igual que sobrepeso y obesidad”, precisó.

La académica, que fue parte del Congreso del Futuro 2020, explicó que antiguamente solo la gente con altos recursos podía transformarse en obesa, pero con la irrupción de la comida ultraprocesada todo cambió. Sabemos que [las empresas] empujan a que las consuman, pero la gente no sabe cuántas calorías tienen”, precisó. Si se actualizaran los datos y se calculara también la producción de agrocombustibles, las pérdidas serían claramente mayores. Entonces, si la FAO afirma que se necesitaría 60 por ciento más de alimentos para satisfacer la demanda en el año de 2050, mejor debería reflexionar sobre cómo distribuir la oferta de manera más equitativa.

Como respuesta a la pandemia del Covid-19 la universidad debió modificar sus procesos y actuaciones, implementando la iniciativa «Mediación digital en promoción de la salud», que permitió a mediadores y mediadoras informar y sensibilizar a sus iguales en las temáticas que el programa abordó en sus versiones anteriores. Para Magdalena Santelices, el principal beneficio del desarrollo de este programa para Uandes ha sido el trabajo en conjunto con la población y los usuarios directos. «El programa RADAR nos ha permitido conocer de primera fuente la problemática social y crear una solución junto a la comunidad». «Eso nos permitió implementar un plan para escalar en cobertura a toda la comuna de Aysén y al resto de la región». Además, Uandes está iniciando la implementación del programa en la comuna de Puente Alto, que posee el mayor número de suicidios a nivel nacional. Este programa nació en octubre del año 2009, producto de la colaboración entre la universidad, la comunidad de Puerto Aysén y el Servicio de Salud de Aysén, como respuesta a la alta tasa de mortalidad por suicidio en esa región.

Esta se outline como una “situación que se da cuando todas las personas tienen, en todo momento, acceso físico, social y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana”6. Además, se han adoptado a nivel internacional algunas directrices voluntarias (soft law) que, aunque no son jurídicamente vinculantes per se, pueden contener elementos propios de instrumentos que sí lo son y gozan de legitimidad debido al proceso de consultas inclusivo que llevó a su adopción. Primero, las “Directrices voluntarias en apoyo de la realización progresiva del derecho a una alimentación adecuada en el contexto de la seguridad alimentaria nacional” adoptadas el año 2004 por los Estados Miembros de la FAO3.