Pero la atenuación de dichos objetivos en las últimas décadas, o derechamente el incumplimiento de ellos, quitó brillo al modelo y no sería raro que en un futuro pierda influencia. Tanto la creación de una clase alta empeñada en perpetuarse como la polarización entre la élite y el resto de la sociedad constituyen las principales amenazas a la paz social y a la viabilidad del sistema a largo plazo. Cuando la riqueza se concentra de manera extrema en pocas manos, la mayoría queda imposibilitada de acceder a nuevas oportunidades para mejorar su calidad de vida.
Específicamente, el número complete de personas en situación de pobreza podría haber aumentado entre 200 y 500 millones durante 2020. En los últimos 20 años el 1% más rico se quedó con más del 30% del ingreso, mientras el 10% superior capturó poco más del 60%, explica el economista Ignacio Flores. Los que menos ganaron, es decir el 50% de abajo, se apropiaron de un 6-8% del ingreso complete.
El más exhaustivo de estos impuestos es el impuesto a la riqueza, el cual se paga sobre el whole del valor del patrimonio de un individuo. El foco del impuesto a la riqueza son solo los mayores patrimonios, por lo que en general su diseño exime a la mayor parte de la población de este impuesto. En simple, estos son impuestos que se cobran sobre activos, como por ejemplo activos financieros o propiedades.
Por su parte, la filósofa Nancy Fraser habla de la paridad participativa y postula que la justicia exige unos acuerdos que permitan que todos los miembros de la sociedad interactúen en pie de igualdad, tanto a nivel de redistribución como de reconocimiento. Y afirma la necesidad de desigualdad en el mundo ejemplos una distribución que garantice la independencia y la voz de todos. Pero esta condición no se remite solo a diferencias en calidades de vida, ya que tiene asociado un conjunto de problemas que implican, especialmente, trabas a la justicia, a la convivencia y al desarrollo económico.
Durante el siglo XIX, la parte alta de la sociedad (financieros, rentistas y propietarios de grandes explotaciones industriales) debía su riqueza fundamentalmente a la propiedad del capital. Aunque en el pasado la desigualdad alcanzó cifras superiores a las actuales, las brechas no se veían agravadas por este hecho inédito, y esa separación perfecta que existía entre capitalistas y trabajadores hoy se ha desdibujado. “La desigualdad es mayor allí donde es mayor la cuota de capitalistas ricos por la renta del trabajo”, anota Milanovic, “pero ¿acaso no es bueno que las personas puedan hacerse ricas trabajando?
En el período 1990 y 2013, la desigualdad del ingreso en Chile12, medida a través del índice de Gini, evolucionó de una forma similar a una U invertida (ver Gráfico 6), crece a partir de 1992 para luego descender desde 2003 y de manera constante desde 2009. Bajo la metodología tradicional Chile pasó de un índice de Gini de 0,fifty desigualdad en américa latina seven en 1990 a 0,fifty three en 2013. La nueva metodología13 da como resultado un índice menor, posiblemente porque las familias más vulnerables suelen ser más numerosas, luego al evaluar la distribución del ingreso total de los hogares, es esperable que sea más igualitario que al medirlo a nivel per cápita.
Estas políticas generales deben ser complementadas con estrategias más focalizadas y específicas que atiendan las necesidades de sectores pobres, marginados o discriminados. Con todo, los factores que generan un incremento en la desigualdad son múltiples e incluso hay algunos consecuencia de evoluciones deseables en la sociedad. El acceso extendido de la mujer al mundo del trabajo y la educación universitaria se encuentra entre estos.
Chile ha presentado gran progreso en las últimas décadas en lo referente a indicadores de salud, con cifras comparables con países desarrollados en cuanto a mortalidad infantil y general. Sin embargo, igual como pasa con el crecimiento, estos logros no benefician a toda la población de la misma manera, existiendo diferencias a nivel regional. Este tipo de desigualdad suele crear malestar por parte de la ciudadanía y descontento hacia las autoridades públicas, a quienes se exige salud de calidad y para todos.
Actualmente, la complejidad del mercado, que hace depender la prosperidad de los países de su integración en redes globales de intercambio, puede restar eficacia a los intentos políticos por dar dirección a la economía. Pero el malestar generalizado y la insostenibilidad de un conflicto social de largo plazo quizás conduzcan a una nueva vuelta de timón en su desarrollo. O incluso, aunque es la opción menos possible de materializarse en un futuro próximo, a su superación.
Por ejemplo, la última encuesta CASEN revela que la pobreza aumentó desde un eight,6% en 2017 a un 10,8% en 2020, recogiendo en parte los efectos de la pandemia. Esto significa que aproximadamente 2,1 millones de personas se encuentran bajo esta línea. Los escándalos de colusión mostraron la desigualdad que existe entre consumidores y productores, llevando a mejoras de la ley antimonopolios que nos dejan al nivel de países desarrollados y una ley de consumidores que debiera aprobarse en los próximos meses. Si esta ley se aprueba, tendremos instituciones potentes para promover la competencia y revertir el sentimiento de abuso bastante generalizado existente en la actualidad. Se trata de un aporte importante, con abundante y novedosa evidencia que invita a reflexionar y debatir sobre cuáles son las dimensiones más relevantes de la desigualdad en la actualidad.
Es reconocer que son seres humanos y titulares de sus propios derechos, al igual que los adultos. También, apoyamos a niñas y niños para que crezcan no sólo como sujetos de derechos, sino como ciudadanos/as globales capaces de compartir y empatizar con sus vecinos/as. Para lograr estos objetivos, adoptamos cuatro enfoques en la ejecución de nuestros programas educativos. Y continúan su explicación enumerando los factores intraescolares como el pobre rendimiento académico, la repitencia, el ausentismo y los problemas disciplinarios o conductuales que se asocian con mayores probabilidades de abandono escolar según la amplia evidencia empírica existente.
Y el tercero es que la desigualdad es eficiente para la economía, dado que induce a los agentes a arriesgarse y/o esforzarse más con el fin de mejorar sus niveles de bienestar relativo, lo que repercute de forma positiva en el desempeño económico de los países. En este sentido, Barro (1999) evidenció que la curva posee una regularidad empírica, hallazgos que demuestran que la desigualdad retarda el crecimiento para países pobres y lo promueve en países ricos. Sin embargo, la curva explica relativamente poco las variaciones de desigualdad entre países y a través del tiempo. Igualmente, se probó incorporar como variable de control la tasa de crecimiento promedio del PIB per cápita (aunque no se presenta en la tabla), el coeficiente de esta variable es positivo y únicamente significativo cuando se controla por la concentración de población indígena y el aporte del sector secundario. Se infiere que períodos de alto crecimiento económico tienden a aumentar la participación de la población de mayores ingresos, a expensas del resto de la población.