Datos de Banco Mundial (2016) muestran que los países que presentan una mayor diferencia en los ingresos tienden a presentar un menor grado de movilidad intergeneracional. Esto significa que hay una correlación clara entre la disparidad de los resultados y la de oportunidades –que determina la movilidad social–. Es muy probable que la causalidad opere en ambas direcciones, puesto que una alta desigualdad de ingresos dificulta la igualación de oportunidades en ámbitos como el desarrollo infantil temprano y el sistema educacional, por las grandes divergencias que existen en el capital económico, social y cultural de los hogares de origen. Más allá de las diferencias de ingresos, la desigualdad socioeconómica se manifiesta en otras dimensiones de la vida de las personas. La que más rechazo provoca en la población es la disparidad en el trato y dignidad que, por ejemplo, se materializa en la atención de salud. La sociedad se fragmenta en grupos sociales que viven como si habitaran en naciones de nivel de desarrollo opuesto.
A él se agregaron la fundación de los reales de minas, los centros administrativos y militares y los centros de comercialización y abasto de las grandes haciendas. Mediante ese aparato administrativo se logró el control del inside del país y la afluencia de los excedentes económicos hacia la capital y de ahí hacia la metrópoli. Con la colonización de Texas termina la expansión de la Nueva España. La última etapa de expansión territorial de la Nueva España se llevo a cabo en el noreste. En 1823, el territorio del nuevo país independiente fue transformado en 25 provincias que fueron denominadas al año siguiente.
Ciertamente hay muchos otros aspectos a considerar, si se tiene en cuenta la devaluación de la institucionalidad política, el empoderamiento de las comunidades y los cambios que trae consigo la automatización del empleo y la revolución digital. Es tarea de todos contribuir a superar los obstáculos y aspirar a un país más justo, próspero y solidario. Scott, John (2004), «La descentralización, el gasto social y la pobreza en México». Levy, Santiago (1999), «La pobreza en México», en Vélez Féliz, La pobreza en México.
Cortés, F.; Hdez, E.; Hdez Laos; Székely, M. (2003), «Evolución y características de la pobreza en la última década del siglo XX». Economía Mexicana, vol XII, núm.2, CIDE, D. F., México. Si bien este último rasgo es el más descuidado, y debiese ser acentuado, no podríamos enfrentar una situación de crisis descomunal como la que estamos viviendo sino se hubiese contado con los recursos de los que hoy disponemos. Índice de marginación a nivel localidad. Los derechos de los trabajos publicados en esta revista son propiedad del autor y este es libre de distribuir y difundir las mismas fuentes siempre que cite correctamente la fuente de publicación y estos actos no tengan fines comerciales.La publicación se distribuye bajo la licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial four.0 International (CC BY-NC-ND 4.0).
Fomentar las políticas de creación de empleo y desarrollo económico, pero al mismo tiempo cuidar que las brechas de bienestar no atenten contra nuestra convivencia en común. Esa tarea exige diálogo y acuerdos políticos para que esta pink de apoyos pueda ser sostenible, por lo que nuestro Gobierno ha planteado la necesidad de llegar a un pacto fiscal que haga de este anhelo, una realidad posible. Esa es la tarea que nos ha encomendado el presidente Gabriel Boric, y estamos seguros que es la que nos permitirá seguir el rumbo hacia un país más próspero, justo y sostenible.
El trabajo revela, además, que el uso de vivienda en condiciones de informalidad, es decir, sin contrato que proteja los derechos y vele por los deberes de ambas partes, también es mayor en los segmentos de menores ingresos. Las cifras muestran que en el grupo D y E el 8,4% vive en una vivienda arrendada sin contrato (4,9% en C2 y C3 y 2,2% en ABC1), mientras que el 16,6% vive en una casa cedida por familiar u otro. “No son treinta pesos, son treinta años”.
Esta frase caló hondo en la población, siendo calificada de inapropiada, más aun considerando el incipiente movimiento social que se mantenía activo en las calles de las principales ciudades del país, donde la población más empobrecida y perjudicada por el sistema económico se hacía notar. Somos muchos los que notamos en estas manifestaciones sociales los antecedentes previos al estallido social del 18 de octubre del año 2019, considerando que son los mismos actores quienes se ven involucrados, muchos manteniendo hasta el presente vidas precarizadas y en situaciones de marginalidad. Durante los años noventa la pobreza permaneció en los mismos niveles, pero sufrió un nuevo deterioro grave a principios del nuevo milenio, llegando a su nivel máximo, al afectar al 35% de los hogares y al 45% de la población, en el 2002.
El aumento de esos barrios contrastó con la imagen de una ciudad próspera y pujante, donde la ologarquía nacional, enriquecida con la especulación financiera y la implementación del modelo industria, el libre mercado y la la inserción de Chile en la economía capitalista, construyó elegantes mansiones y palacios y construyó importantes obras públicas. En la Gráfica 10, se presentan estimaciones sobre la evolución de la pobreza extrema (línea 1), de capacidades (línea 2) y patrimonial (línea 3) en la década de los noventa. El grado de pobreza existente en el país, en 1992, era muy elevado, ya que más de una quinta parte de los individuos y la sexta parte de los hogares se veían afectados por la pobreza extrema, 28% de los individuos y más de la quinta parte de los hogares padecían pobreza moderada y más de la mitad de los individuos y casi la mitad de los hogares padecían de pobreza patrimonial. Como puede observarse en la Gráfica four, los EUA, Japón y Alemania han mantenido trayectorias similares de incremento del PIB per cápita, de 1970 al 2010.
La condición de marginalidad es tan grave que quienes se encuentran en pobreza extrema, no están en posibilidades de acceder a ninguna oportunidad de crecimiento y desarrollo. La evidencia histórico empírica demuestra que la pobreza extrema se reproduce, generacionalmente, se trata de una situación que el mercado no puede corregir, por lo que el Estado debe asumir la responsabilidad de erradicarla. Así como la brecha del crecimiento económico entre América Latina y Estados Unidos ha sido grande a través del tiempo, también lo ha sido la desigualdad de ingresos de América Latina en comparación con Estados Unidos.
Por eso como Gobierno hemos planteado avanzar en un Estado de Bienestar. No es algo abstracto, sino algo muy concreto a lo que se enfrentan las familias que hoy viven en la incertidumbre. Necesitamos que las pensiones de quienes nos enseñaron a leer y escribir o nos atendieron en los servicios de salud aumenten ahora; que quienes requieren de atención sanitaria puedan tener acceso oportuno y de calidad, que los barrios sean espacios seguros para las familias, y que el fortalezcamos el sistema de protección social.