Hay países chicos, países grandes, más o menos democráticos que se ubican en los dos lados de la distribución”, indicó el Dr. Palma. A juicio de Palma, hay dos formas de mirar la desigualdad, la que nace del mercado y la desigualdad de ingreso disponible, que es la que viene después de que a esa desigualdad de mercado se le introdujeron impuestos y transferencias. “Entonces, una es la que nace de la actividad económica, y otra en la ultimate, que es aquella que toma en cuenta los impuestos y las transferencias que se realizan, que en common tienden a- en la mayor parte de los países- mejorar esa dificultad”, sostuvo. La pandemia tuvo un fuerte impacto en el aumento de la desigualdad de ingresos y también se pudo observar el rol de la política social para contener esos aumentos. Esto se observa en la diferencia de los indicadores al medirlos entre los ingresos autónomos y entre los ingresos monetarios (después de transferencias del Estado).
En 2021, en 8 de 12 países de la región más del 60% de la población pobre menor de 18 años no tenía conectividad en el hogar. El nivel nacional con el native, sería posible identificar las modalidades más convenientes para lograr una efectiva masificación de los programas de superación de la pobreza y precariedad en las ciudades. Los nuevos modelos de gestión muestran también una apertura mayor a la participación del sector privado, ONG, bancos, cooperativas, and so forth. Este tipo de participación todavía necesita de una adecuada regularización y control por parte del sector público, que sigue teniendo un rol fundamental y clave en la gestión de las políticas habitacionales y urbanas (Simioni y Szalachman, 2006). El sector casual en la actualidad contiene en su interior un conjunto heterogéneo de actividades con distintos grados de funcionalidad y con resultados diversos sobre los ingresos y la productividad.
Para poner fin a la pobreza extrema, el economista Jeffrey Sachs, calculó que el costo total por año sería de one hundred seventy five millones de dólares. En conclusión, la desigualdad tiene un efecto negativo en variables que afectan al crecimiento económico. Dada la naturaleza no lineal de esta relación, debe existir un nivel óptimo de desigualdad, distinto de cero, que maximice el bienestar social y, aunque desconozcamos la cifra, dista de ser el elevado nivel que se observa en nuestro país. Por lo tanto, sólo desde el punto de vista de la economía, es perentorio hallar la forma de reducir la desigualdad si queremos seguir creciendo y optar al desarrollo económico que tanto anhelamos. Datos de Banco Mundial (2016) muestran que los países que presentan una mayor diferencia en los ingresos tienden a presentar un menor grado de movilidad intergeneracional. Esto significa que hay una correlación clara entre la disparidad de los resultados y la de oportunidades –que determina la movilidad social–.
modificaciones. Pero el tema de fondo es la falta de especialistas en basic no solo en oftalmología, particularmente
Para lograr una transformación radical de la ciudad, la mayoría de la población que no compartió las nuevas formas y elementos culturales -simbólicos y materiales- o no se vio integrada con el discurso de la elite respecto a la modernización materials del país, fue empujada a abandonar el centro de la capital y a vivir en los barrios marginales. En ese mismo período, una gran masa de la población se desplazó desde las zonas rurales para instalarse en la capital, atraídos por la oferta de trabajo de la incipiente industria nacional y habitaron espacios donde las viviendas eran escasas y estaban desprovistos de servicios públicos como agua, alcantarillado, alumbrado y servicios de salud. El aumento de esos barrios contrastó con la imagen de una ciudad próspera y pujante, donde la ologarquía nacional, enriquecida con la especulación financiera y la implementación del modelo industria, el libre mercado y la la inserción de Chile en la economía capitalista, construyó elegantes mansiones y palacios y construyó importantes obras públicas. América Latina y el Caribe sufrió el apagón educativo más prolongado a nivel internacional (en promedio 70 semanas de cierre de establecimientos frente a forty one semanas en el resto del mundo), lo que exacerbó las desigualdades preexistentes en materia de acceso, inclusión y calidad. En este período, una de las principales limitaciones para la continuidad educativa fueron las desigualdades en el acceso a conectividad, equipamiento y habilidades digitales.
Los análisis de la CEPAL demuestran que los factores vinculados al bienestar económico tienen efecto tanto sobre la inequidad como sobre la pobreza. En las ciudades de América Latina y el Caribe, los pobres urbanos viven una heterogeneidad de condiciones y carencias que expresan directamente e indirectamente su vulnerabilidad económica. En nuestra región, la pobreza urbana adopta la forma de bajos ingresos vinculados a empleos precarios, falta de capital educativo y activos patrimoniales, y refleja inequidades por razones de género1. La precariedad urbana -entendida como la proporción de los hogares que no tienen cubiertas sus necesidades habitacionales, tales como la materialidad de la vivienda, acceso a servicios (agua y saneamiento) y la tenencia- afecta tanto a los hogares pobres, como también, aunque en menor grado, a los hogares que se encuentran sobre la línea de pobreza por ingresos. A los países desarrollados, o a los países más cercanos a estos niveles, año a año, millones de personas provenientes de países con menos recursos llegan de manera legal o ilegal para vivir en mejores condiciones, significando un tercio del crecimiento urbano dentro de estas zonas. Este es el caso de Francia con Argelia, o de Londres con países de Asia por lo que los niveles de pobreza crecen de forma sostenida.
La perspectiva de necesidades habitacionales insatisfechas materialidad de la vivienda, acceso a agua potable y saneamiento, tenencia, actualmente orienta la política habitacional en América Latina y el Caribe, donde proporciona objetivos agregados sobre los déficits cuantitativos y cualitativos, al marco de desarrollo de la política. Sin embargo, dentro de esta última hay muchos países con economías crecientes, que esperan alcanzar los niveles de desarrollo pronto. Se cube que en las economías en desarrollo la desigualdad crece en un primer momento, mientras la economía florece rápidamente, y que luego, al estabilizarse este crecimiento, la brecha se acorta.
Es significativo que en esta visión agregada de la informalidad residencial, ningún país presente una proporción importante de pobres urbanos que residen de manera casual y cuentan con empleos formales. Este «casillero vacío» parece indicar que de alguna forma, los pobres urbanos están formalizando su habitat, pero siguen teniendo serias barreras para lograr una inserción laboral adecuada en esta región. Cabe comentar en este caso la acelerada adopción por parte de las políticas de vivienda de los países latinoamericanos, cuyos esquemas de acceso a la vivienda y a otros bienes urbanos presuponen que los postulantes tengan ingresos regulares para hacer frente a compromisos de ahorro y crédito. Considerando que los pobres urbanos informales, que deberían ser los sujetos preferentes de estas políticas, subsisten en la mayoría de los países gracias a la economía informal.
La desigualdad socioeconómica puede entenderse en relación con las diferencias en la vida social de las personas, las que implican ventajas para unos y desventajas para otros. Son percibidas como injustas en sus orígenes, moralmente ofensivas en sus consecuencias, o ambas. Esto no se expresa solo en términos de ingreso y riqueza, sino también en educación y salud; trato social y dignidad; seguridad económica y física, además de poder y capacidad de influencia sobre las decisiones públicas. En relación a la desigualdad last, si se comienza mirando el coeficiente Gini, los países que están en el extremo de la desigualdad son los países del Sur del África, tienen ingreso medio y son ricos en recursos naturales. Existen países ricos en recursos naturales entre los más equitativos y entre los más desiguales.
Sin embargo, la comprensión de esta realidad de economía de mercado, desde el punto de vista del hogar (e individuo), ha sido ajena a la política habitacional y a la intervención urbano-territorial. Esta falla en el marco de las políticas del habitat en la región no ha permitido potenciar a los sectores de pobreza en aspectos críticos de su desarrollo. Asimismo, ha inhibido a que la política pública comprenda su potencialidad «destructiva» sobre los activos y posibilidades de desarrollo de los pobres urbanos (por ejemplo, construcción de vivienda social en lugares apartados de fuentes de trabajo y sin redes de transporte adecuadas y accesibles). Estudios respecto a las estrategias de desarrollo urbano que logran combinar metas de aumento en productividad con mejoras en condiciones de equidad demuestran la importancia de maximizar las fortalezas específicas en cada ciudad. En dos casos brasileños (Toledo y Cambe), los alcaldes lograron impulsar un crecimiento económico native a través de la identificación y capitalización de ventajas existentes, para movilizar y maximizar todos los recursos locales posibles (Fergusen, 1992). En Toledo, el alcalde (previamente Presidente de la Asociación de Comercio e Industria de Toledo) capitalizó el «espíritu colectivo» desarrollado en una iniciativa de industrias comunitarias fomentado por la Alcaldía.