La Riqueza Y La Pobreza De Las Naciones Landes, David 9788417067618

Las mujeres registraron en esta última Casen un 6,9% de pobreza y un 2,1% de pobreza extrema, mientras los hombres presentaron un 6,1% y 1,9%, respectivamente. Como ejemplo, el estudio resalta que en 2009, de acuerdo a las cifras tributarias, las seventy seven personas más ricas declararon un ingreso mensual de $100 millones, mientras que de acuerdo a la Casen de ese año los seventy seven más ricos registraron ingresos sólo por $10 millones. En palabras de los autores, la Casen puede decir con mucha precisión qué es lo que pasa en la mitad de la distribución de ingresos, pero cube poco sobre lo que ocurre entre los más ricos. Esa no es la única contradicción que detectan entre el cuadro que muestra la Casen y los datos tributarios de Impuestos Internos. De hecho, al examinar en una perspectiva histórica esta encuesta que vienen haciéndose desde 1987 los autores detectaron que la Casen permanentemente  “ha subestimado a niveles irreales los ingresos más altos”, por lo que consideran que no es un buen instrumento para analizar la desigualdad. Desde la tradición liberal, John Rawls afirma que “la justicia es la primera virtud de las instituciones sociales, como la verdad lo es de los sistemas de pensamiento”.

Chile fue el país de América Latina que experimentó la mayor caída de la pobreza entre 2016 y 2017, según un estudio que entregó hoy la Cepal. La investigación también muestra que desde 2010 hasta 2014 la desigualdad ha vuelto a crecer en Chile, lo que contradice lo afirmado a partir de la encuesta Casen 2015, donde los datos sugirieron que la desigualdad estaba bajando levemente. A modo de ejemplo, el Gini de la Región Metropolitana para el año 2017 es de 0,50, levemente por sobre el de Chile (0,49), pero muy por sobre el de otras regiones, tales como la de O’Higgins (0,40), Arica y Parinacota (0,41), Tarapacá (0,42) y Antofagasta (0,43).

pobreza riqueza

Las malas condiciones higiénicas potenciadas por el hacinamiento, la falta de agua potable y alcantarillado, así como la precariedad de la construcción, fue un issue que propagó enfermedades infecciosas y una forma de vida que fue considerada como «inmoral» por la elite nacional. Las condiciones de seguridad eran mínimas, lo que llevó a la oligarquía a crear cuerpos de policía urbanos y a construir cárceles cerca de los barrios populares, con el fin de normar y disciplinar a un sector importante de la población. Durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX, Santiago vivió una profunda transformación, pasando de una ciudad colonial a una de carácter moderno e industrial. El proyecto de desarrollo de la elite colisionó con las necesidades de los sectores populares que fueron empujados a vivir en las periferias en condiciones de pobreza, hacinamiento e insalubridad.

Al comparar a Chile con países latinoamericanos donde hay información disponible, el único que se nos acerca es Colombia cuya elite alcanzó a la chilena en 2010, apropiándose de cerca del 23% de los ingresos de su país. Un cuadro más completo se obtendrá cuando estén disponibles las cifras de países de alta desigualdad, como México y Brasil. Esta situación, a su vez, limita las posibilidades de progreso de las sociedades, ya que se pierden capacidades de generación de nuevos negocios y otras instancias de mejora del bienestar de la sociedad. Por último, la desigualdad tiende a causar situaciones de conflicto social que, a su vez, pueden derivar en consecuencias que afectan las posibilidades de desarrollo, ya sea a través de situaciones de inestabilidad política o por el tipo de políticas económicas implementadas. Según un estudio del COES (2018), la mayor cantidad de conflictos sociales por habitante se producen en las regiones donde el índice de desigualdad es igual o superior al promedio nacional.

El artículo se cierra analizando si se aplica a Chile la explicación que ha dado Thomas Picketty para el aumento exponencial de la concentración de la riqueza en los últimos 50 años en el mundo. Esto es, que las tasas de retorno del capital (que constituyen gran parte de los ingresos de la elite) son superiores a las tasas de retorno del trabajo (que constituyen gran parte de los ingresos del 99% de los ciudadanos del mundo). En Chile, sin embargo, faltan datos para corroborar si este fenómeno ocurre y explica la extrema desigualdad.

Todos los participantes firmaron un consentimiento informado, el que contó con la aprobación del comité de ética de la Pontificia Universidad Católica de Chile. El estudio fue presentado este mediodía por el ministro de Desarrollo Social, Giorgio Jackson; junto a la directora del Centro de Microdatos de la Universidad de Chile, Lorena Flores; la subsecretaria de Evaluación Social, Paula Poblete; y el jefe del Observatorio Social de la misma cartera, Matías Cociña. En el caso del empleo, el estudio arrojó que el 41% de los encuestados que trabajaban, se encontraban sin contrato o trabajaban como cuentapropistas antes del comienzo de la pandemia del coronavirus. Así como sólo el 6% de los consultados aseguran haber recibido el seguro de cesantía en los últimos 30 días.

Finalmente, otro grupo de investigaciones se caracterizan por avanzar en la dirección confirmatoria de la estructura factorial de las atribuciones de riqueza y pobreza. Kluegel et al. (1995) encuentran buenos ajustes para un modelo confirmatorio de cinco dimensiones, correspondiente a atribuciones individuales y sociales de pobreza, atribuciones individuales y sociales de riqueza y una quinta dimensión compuesta por un ítem referido a deshonestidad. En el estudio de las atribuciones de riqueza y pobreza es posible encontrar dos principales desafíos. El primero de ellos dice relación con la conceptualización de las posibles formas de atribución y la relación entre ellas. Si bien tradicionalmente se identifican atribuciones de tipo interno (i.e., responsabilizando al individuo) y externo (i.e., responsabilizando a la sociedad), no existe claridad respecto de la relación entre atribuciones internas y externas de fenómenos contrapuestos, como son la riqueza y la pobreza. De esta manera, cabría hacer la pregunta respecto de si las atribuciones internas de riqueza y pobreza se encuentran relacionadas, así como también las externas.

A inicios del siglo XIX las diferentes clases sociales que conformaron la sociedad del Chile republicano convivieron en una urbe pequeña, que en entre las decadas de 1860 y 1900 fue creciendo y aumentando su población, debido a las constantes migraciones y a la expansión de la oferta laboral propiciada por la industrialziación de la periferia de la ciudad. Este crecimiento fue conflictivo, ya que no todos sus habitantes se beneficiaron de su desarrollo, y, por ende, las problemáticas sociales aumentaron. A pesar de que la riqueza se producía a través de los trabajadores de la industria artesanal, la minería y la agricultura, los sectores populares mantuvieron e incluso empeoraron sus condiciones de vida. Las repercusiones de esta desaceleración económica tanto en 2023 como en 2024 tendrán un impacto negativo en el crecimiento del empleo, “que se estima en un 1,9% en 2023 y en el 1,1% en 2024”.

Llama la atención que en ningún período de nuestra historia el coeficiente haya estado en un nivel comparable a los que muestran los países actualmente más desarrollados (figura 1). Esta persistencia en el tiempo contrasta con el avance de otros indicadores sociales y económicos, los que han permitido reducir significativamente la pobreza en el país. La Araucanía, la segunda región más desigual del país, sigue en la lista como la séptima región con mayores niveles de conflicto, según al informe de COES (Figura 1).

Hasta ahora, esta evidencia se ha centrado en consignar los bajos montos de pensión que entrega el sistema previsional. Sin embargo, han sido escasos los estudios que han investigado quiénes se benefician del empobrecimiento de las personas de 60 años y más. No hay que olvidar que en la historia de la humanidad grandes hombres como filósofos, artistas, políticos y sobre todo santos, se han revelado contra sistemas que, buscando el bienestar puramente materials y económico del ser humano, terminan por asfixiarlo y destruirlo.