Experiencias Y Desafíos Para Superación De La Pobreza Rural Tratará Seminario Indap Fao

En posteriores estudios resultaría relevante realizar estas estimaciones para otras regiones del país, a in de evaluar la correspondencia con los resultados encontrados acá. De forma preliminar, la hipótesis es que mientras mayores sean las diferencias de tamaño entre la urbe y los sectores rurales aledaños, así como mayor sea el tiempo de viaje entre ambos lugares, mayor será la correlación entre distancia y pobreza. En tal sentido, el aporte que implica aumentar la tasa de motorización en los lugares rurales apartados, de forma de que estos puedan acceder a los mercados (y a servicios asociados con las grandes aglomeraciones), es casi directo. Este es uno de los resultados más importantes del estudio, ya que puede considerarse que elimina, al menos en parte, el efecto de la distancia pura, al reducir el tiempo de viaje de las personas en áreas rurales.

Como se señaló de forma previa, se consideró pobre a las personas de los grupos socioeconómicos d y e, por lo que los resultados están referidos a esa población. Sin embargo, se realizaron las mismas estimaciones considerando pobre solo al grupo socioeconómico e, de forma tal de darle robustez al estudio. A continuación se detallan los resultados referidos a la primera estimación (grupos d y e), encontrándose en el Cuadro 3 tanto los detalles de esta estimación como los de aquella que solo considera al grupo e. La pobreza extrema, en tanto, aumentó de un 2,3% en el 2017 al four,3% el 2020 y disminuyó a 2,0% el 2022 (entre 2017 y 2022 no hay diferencias estadísticamente significativas para pobreza extrema). “La brecha expresa de forma evidente el sesgo urbano que han tenido las políticas públicas de Chile, donde subyace aún la asociación de lo rural como retraso, sin desarrollar sus grandes potencialidades”, cube. “En el caso de los hogares rurales, tienen una mayor proporción de adultos mayores -24% rural v/s 17% urbano-, quienes son los que más reciben los subsidios focalizados para ese segmento, como la PGU”, explica.

Por esta razón se construyó una variable instrumental a partir de otras variables independientes que permiten su estimación, para luego ser incluida en el modelo de forma indirecta, como una probabilidad de tener auto y no la tenencia en sí del mismo. Para instrumentalizarla se consideraron las variables de tercera edad, etnia, tipo de trabajador, nivel de escolaridad, tiempo de viaje, número de personas, la densidad, estado civil, lugar de trabajo o estudio, sexo y algunas interacciones entre las mismas variables. De igual forma, Kõbrich, Villanueva y Dirven (2004) señalan la importancia del acceso a los mercados como un factor relevante para explicar altos niveles de pobreza. De acuerdo con los autores, solo algunos de los hogares pobres están en condiciones de acceder a los mercados —lo que involucra el acceso a la compra y venta de bienes, mano de obra y capital, así como a la información—.

Como se observa en el Cuadro 4, las diferencias entre ambos modelos son signiicativas, rechazándose la hipótesis nula y corroborándose la necesidad de la instrumentalización de la variable «auto» y la estimación mediante el método de mínimos cuadrados en dos etapas (2SLS). En efecto, la tasa de pobreza multidimensional en hombres disminuyó de 20,6% a 17,1%, mientras que en las mujeres este indicador disminuyó de 19,9% a sixteen,8%. Autoridades dieron a conocer los resultados de esta importante encuesta que entre otros datos arrojó que la pobreza por ingreso llegó a 6,5%, su menor nivel histórico. Las desigualdades territoriales no solo afectan la vida de los habitantes de un territorio rezagado, pues también limitan el desarrollo de todo un país. Al contrario, se refuerzan, dados los incentivos y efectos de la economía política que favorece a las grandes ciudades y a los territorios urbanos por sobre los rurales. En esta edición de Psicoperspectivas constatamos la importancia e impacto que puede tener la psicología rural, entendiéndola como un campo analítico donde emergen propuestas y miradas a los procesos psicosociales de diferentes territorios latinoamericanos que, guardando muchas similitudes, también visibiliza su heterogeneidad.

El objetivo del actual Gobierno de Chile -afirmó- es llegar al 2010 con una agricultura rentable, eficiente y competitiva, con todos sus rubros plenamente desarrollados y con una sociedad rural fuerte e integrada desde un punto de vista social, capaz de utilizar el espacio rural de manera sustentable. Ello supone, dijo, la consolidación de aquellas industrias que ya compiten con éxito en los mercados mundiales, tales como las frutas, los vinos, los productos agroindustriales, las carnes blancas, las semillas y los productos forestales. Lo anterior, sin embargo, requiere de una planificación a nivel regional, y de una coordinación con el nivel central, de manera de generar los incentivos adecuados para frenar el despoblamiento rural, abordando aquellas áreas en las que se observan las mayores brechas. Desde Perú, en ese foro inicial participará también Rodrigo Salcedo, Especialista en Desarrollo Rural Sostenible, que relatará los alcances del programa Haku Wiñay, iniciativa peruana de inserción de los campesinos más pobres a mercados.

La autora de esta columna de opinión ajusta la mirada sobre estas cifras y explica por qué es importante impulsar un debate en torno a este problema en la Convención Constitucional, cuyo objetivo sea reducir las “desigualdades territoriales” que se producen entre las grandes ciudades y otras zonas. Para ello, indica, es necesario replantear el sistema de “economía política que favorece” el desarrollo de los territorios urbanos en desmedro de los rurales. Al mirar las diferencias entre lo urbano y rural, en los resultados de la Encuesta Casen 2020, se constata que la pobreza sigue siendo mayor en zonas rurales (13,82%) que en zonas urbanas (10,42%). Sin embargo, en comparación a años anteriores, la pobreza rural se redujo levemente (de 16,5% en 2017) y la urbana aumentó (de 7,4% en 2017). Estas cifras más que hacernos creer que las zonas rurales no han resentido el impacto del Covid-19 nos obligan a volver a poner la mirada en las brechas territoriales que sufren estas zonas como una deuda pendiente e invisibilizada desde hace muchos años. Con la finalidad de dar seguimiento a la implementación y cumplimiento de los objetivos propuestos por la PNDR, se crea el Sistema de Indicadores de Calidad de Vida Rural (SICVIR).

En acceso a servicios, quienes viven en áreas rurales muestran mayor insatisfacción con el transporte público, hospitales, atención primaria de salud y seguridad. En Latinoamérica, los análisis del periodo reciente (prepandémico) muestran que las desigualdades territoriales, a partir de las polarizaciones entre el mundo rural y urbano, continúa siendo explicada a partir de los procesos de emigración de los jóvenes a las ciudades, idealizándose como la mejor alternativa de desarrollo. Como consecuencia, la disminución de la densidad poblacional rural, así como su menor relevancia en el marco de su visibilidad para las políticas públicas y sociales, particulariza los efectos de desigualdad social y pobreza para quienes se van quedando en la ruralidad. No obstante, sabemos que los problemas de la ruralidad tienen una raigambre de tipo estructural que se ancla en las dinámicas locales y experiencias vitales de toda la comunidad (CEPAL, 2018). En este estudio se utilizaron sectores censales que corresponden a pequeñas agrupaciones de hogares localizados en áreas rurales y que conforman, a criterio del INE, una unidad censal. Estas agrupaciones no tienen una extensión ni composición uniforme, pudiendo existir sectores con grupos de menor o mayor población, e igualmente sectores de mayor o menor extensión física.

pobreza rural

En el medio rural, los resultados son bastante similares a los obtenidos de forma basic, e incluso la reducción de las tasas de pobreza (total y per cápita) es mayor que la que presenta el medio urbano. Entre 1990 y 2006, la pobreza disminuyó 24,6 puntos porcentuales hasta representar al 13,9% de la población en áreas urbanas (una tasa anual de reducción de 6%2) y 26,5 puntos porcentuales, hasta 12,3%, en áreas rurales (con una tasa anual de 6,8%). En este sentido, el Buen Vivir también implica la consideración de otros derechos como los del medio ambiente y la relevancia de la vida en armonía de los sujetos con su medio. Su atención en el campo de los estudios rurales señala un desafío importante para la psicología en tanto disciplina, como también en el campo de las intervenciones, al situar los procesos psicosociales desde sus particularidades, necesidades y sentidos particulares. La última encuesta Casen, además de demostrar que la pandemia provocó un retroceso en la batalla contra la desigualdad, exhibió que los niveles de pobreza siguen siendo superiores en zonas rurales en comparación con las urbanas.

Sumado a ello, aspectos como la baja tecnificación y baja capacitación son parte de las dificultades de desarrollo dinámico de los territorios rurales a escala global (CEPAL, 2018). La encuesta Casen 2015 ha develado que es precisamente en estas áreas donde la pobreza golpea más fuerte a la población. Si en las ciudades los indicadores de pobreza por ingreso alcanzan al 10,2% en el sector rural más que se duplica, llegando a un 22,1%. Eve Crowley, representante en Chile de FAO, en tanto, en su mensaje destacó que en América Latina “la pobreza multidimensional y las brechas urbano rurales siguen siendo inaceptablemente altas”, comentó que en Chile esta pobreza “en zonas rurales duplica a las zonas urbanas” y felicitó la decisión de avanzar en ese sentido a partir de la Política Nacional de Desarrollo Rural. Los resultados del Cuadro 3 indican que la población perteneciente a culturas indígenas (etnias) está correlacionada de forma positiva con mayores tasas de pobreza.