El ingreso básico adquiere mayor grandeza y dignidad cuando deja de ser un socorro para pobres y se convierte en un derecho universal?. Tal es el principio motor de este libro en el que Cive Pérez defiende con entusiasmo el ingreso garantizado como un derecho civil semejante al derecho al sufragio. Dejando muy claro que la concept no es nueva, el autor traza un recorrido a través de las diferentes propuestas que se han producido en la historia del pensamiento social para intentar poner fin a la pobreza. Desde la Utopía de Tomás Moro hasta nuestros días, pasando por Luis Vives, Thomas Paine, Charles Fourier, Bertrand Russell o un gran número de economistas contemporáneos. No faltan ejemplos prácticos de aplicación de medidas similares a la renta básica, como es el caso de Alaska, donde la propuesta ha pasado del papel a la economía real. Con una rigurosa argumentación y un lenguaje muy claro y asequible, este libro supone una inmersión clarificadora en las causas de la pobreza, la formación de un creciente precariado y los caminos sin salida a los que conduce la actual disaster del capitalismo.
Derecho de socorro y derecho de resistencia en Hegel El pasado 25 de noviembre del 2022, el académico Klaus Vieweg fue el expositor de una importante charla organizada por el Centro de Derecho, Filosofía y Política de la PUCV, en conjunto con el instituto de Filosofía de la PUCV.
Los distintos concejos, a través de sus ordenanzas municipales, daban las normas a seguir en sus respectivos términos jurisdiccionales. Sin embargo, desde el gobierno central, los reyes Austria no dudaron en dictar también ciertas leyes de carácter common, destinadas en ocasiones a su mero cumplimiento en la ciudad de la Corte, o encaminadas a fijar las líneas comunes de acción. La agenda de la pobreza como patrimonio de las contradicciones de la modernización en la ciudad de Santiago, por tratarse de un tema complejo, incide de forma determinante, modelando la vivencia cotidiana, los discursos y las formas de convivencia entre los ricos y los pobres, entre los médicos y los religiosos, entre los laicos, los civiles y los jerarcas de la Iglesia y las autoridades de los gobiernos del Estado liberal. Dan cuenta de la minuciosa investigación empírica de Ponce de León libros de registros, relación de donaciones, presupuestos, censos, memorias, publicaciones especializadas, artículos periodísticos, normas, leyes, decretos, correspondencia y planos, entre otros documentos que se enmarcan en una rica veta de la historiografía sobre la pobreza urbana y la construcción de las políticas sociales.
Pero, a pesar de la buena acogida que tuvo la propuesta en los ambientes intelectuales y políticos, las dificultades económicas por las que atravesaba la monarquía impidieron que el proyecto pudiera llevarse a la práctica. Consciente de tales dificultades, unos años más tarde el Protomédico de las Galeras de su Majestad, Cristóbal Pérez de Herrera, propuso al rey que, si no podían construirse las citadas manufacturas, al menos se crearan unas Casas de Pobres destinadas a su reeducación o enmienda, de las que sólo pudieran salir los pobres verdaderos para mendigar durante el día, con licencia y una insignia al cuello[10]. En suma, el libro denota un espléndido conocimiento del tema que sin duda cumplirá con las exigencias de un lector erudito.
Sin duda la atención hospitalaria mejoró y, entre 1854 y 1865, pasaron de tres a dos fallecidos por cada diez personas que ingresaban. De estas ventajas se beneficiaron diversos grupos de la población, al encontrar alivio en los recintos de la salud. Gozaron del adelanto, por ejemplo, los hombres solteros sin familia que ingresaron en los hospitales sopesando que quizá sin esos cuidados la oportunidad de subsistir era muy limitada. Entre los aciertos de la política reformista debe apuntarse, no obstante, la campaña emprendida para la eliminación de obras pías, cofradías y pequeños hospitales, y la generalización de hospicios, como la institución típica del siglo XVIII para la educación y corrección de los pobres verdaderos.
En los primeros años de fundación de las Conferencias, los pobres acudían por las limosnas, pero a partir de la década de los sesenta del siglo XIX, las vicentinas -siguiendo el reglamento de la Conferencia Central de París de 1861-en parejas visitaron los hogares de las familias necesitadas para auxiliarlos. En Santiago fueron socorridas principalmente las familias gobernadas por madres solas, de esta manera, el reconocimiento de la vulnerabilidad del grupo fue inminente. Otros criterios definieron su condición como clientela socorrida, por ejemplo, para sostener la ayuda era casi indispensable la referencia de un domicilio permanente o bien la aprobación de cierta conducta ethical y la capacidad para el trabajo.
Mientas que para el pobre fingido o vago comenzaron a arbitrarse algunas sanciones, de las que se contaba con algún parco antecedente, a través del destierro, las galeras y fundamentalmente la cárcel. En esta ocasión, el académico alemán visitó nuestra universidad y presentó su charla “Pobreza y riqueza. Derecho de socorro y derecho de resistencia en Hegel”, una presentación de poco más de una hora en la que Klaus Vieweg donde nos brindó información sobre el estudio publicado hace algunos años. Porque así como el ciudadano y sus representantes pueden operar como altavoces del sujeto político preocupado del problema esencial de hoy – la supervivencia de la especie – es factible que el Estado sirva de multiplicador del esfuerzo autónomo. No es difícil encontrar agentes y subsistemas que, con diversos grados de verdadero interés, acepten dar importancia al problema esencial y puedan entender que el Estado se legitima cuando se asigna prioridades correspondientes a los peligros de hoy. Gabriel Salazar (2012) comprueba que la presencia de la estructura básica antes mencionada logra que sucesos tan diversos como el bandidaje well-liked y las sociedades mutuales operen como antecedente de identidades de creciente autonomía cultural y fuerte consistencia histórica.