Casen 2022: Pobreza Por Ingresos Y Multidimensional Registra Índices Más Bajos En La Historia Universidad De Chile

Tanto es así, que un estudio del Banco Mundial indica que un tercio del ingreso generado por la economía chilena en 2013 fue captado por el 1% más rico. Por ello, es relevante considerar este aspecto como una verdadera traba al desarrollo, cuando se bloquean las oportunidades y se traduce en un acceso poco equitativo al poder político y económico. [3] Los datos tributarios, si bien representan una mejora sustantiva en relación a las encuestas de hogares, tampoco son perfectos.

A pesar de que estas cifras disminuyeron en 2022, la brecha se mantuvo, registrando una incidencia femenina de 6,9% y masculina de 6,1%. Al considerar otro indicador clásico de medición de pobreza, como es el Índice 20/20, la Casen 2022 indica que el 20% de los hogares con mayores ingresos monetarios obtiene ingresos eight,2 veces superiores a los del 20% de hogares con menores ingresos, esto es una baja relevante respecto a 2020, cuando la diferencia entre ambos grupos period de eleven,7 veces. Es, además, la menor diferencia desde 2015, cuando el indicador registró el mismo número. Las simulaciones de los ingresos de los hogares de Uruguay en la economía chilena permitieron explicar siete de los ocho puntos y medio de diferencia entre los Índices de Gini. Estas replicaron bastante bien las diferencias en los ingresos monetarios de los hogares pertenecientes a los centiles 6-98 (Gráfico 14), requiriendo mejorar las especificaciones para explicar los extremos de las colas de la distribución del ingreso.

Estos cálculos balancean los potenciales efectos negativos sobre la eficiencia y positivos sobre la redistribución que tienen este tipo de impuestos. Una primera opción son los impuestos a los bienes de consumo, como por ejemplo el Impuesto al Valor Agregado (IVA). Este es un impuesto donde todos los individuos, igualdad y desigualdad social independiente de sus ingresos, pagan el mismo porcentaje por cada compra que realizan. En Chile la tasa es 19% del monto consumido y aplica a (casi) todos los bienes y algunos servicios. Algunos columnistas han especulado que esto se debe a la ineficiencia del Estado en las transferencias.

Se necesitan reformas específicas para abordar determinados cuellos de botella y poder impulsar el crecimiento de la productividad, que ha disminuido durante décadas. Lo anterior incluye la reducción de las barreras normativas, el fomento de la adopción de tecnologías, la promoción de la competencia, la mejora de las capacidades de gestión, y el aumento de la participación femenina en la fuerza laboral y de la calidad de los empleos. El país debe también impulsar la transición verde a nivel mundial, tanto con la energía renovable como con el plan para expandir la producción de litio a través de alianzas público-privadas, que podrían contribuir a un mayor crecimiento en el futuro. Según los datos de la encuesta Casen 2022 del Ministerio de Desarrollo Social, el índice Gini en 2020 se ubicó en 0,509, lo que implicó en ese momento una fuerte alza en la desigualdad, debido a los efectos causados por la pandemia en la economía de los hogares, en especial en las personas de menores ingresos.

Piketty propone medidas como un impuesto progresivo sobre la riqueza para abordar este desafío y promover una distribución más equitativa de los ingresos. Esta concentración es comparable a la de América Latina (25%) y está muy por sobre la de países desarrollados, que fluctúa en torno al 12%. El Banco Mundial hizo hace unos años este mismo esfuerzo con el objeto de corregir el Gini, obteniendo que, en 2013, en Chile este no period informacion de la pobreza de 0,5, sino que de 0,59. A pesar de las dificultades de medición y de la diversidad de indicadores que se pueden usar, es posible concluir que la desigualdad en Chile es alta y que no ha dejado de serla.

Las diferentes tasas de retorno a la educación formal en Chile y Uruguay dan cuenta de 1,5 de los eight,5 puntos de diferencia del Índice de Gini entre ambos países, es decir, esta variable explica alrededor de un 20% de las diferencias distributivas entre ambos países. Esta diferencia se concentra en los mayores retornos a la educación secundaria en Uruguay que en Chile, lo cual ocurre tanto para aquellos trabajadores con educación secundaria incompleta y completa y para ambos sexos. Estas estimaciones permitirán obtener valores para los residuos de las ecuaciones de hombres y mujeres con ingresos positivos observados y estimaciones de sus desviaciones estándar. Sin embargo, ante cambios en diferentes factores exógenos los individuos podrían modificar su estatus ocupacional, por ejemplo pasando de inactivo a un trabajo asalariado.

Sin embargo, las investigaciones de desigualdad en Chile indican que no sólo tenemos que prestar atención a la variable de ingreso, sino también en el caso económico a otros tipos de activos y capitales, que perpetúan la desigualdad ente los más ricos y los más pobres del país», explica. La simulación de la mayor participación laboral de las mujeres uruguayas sobre la distribución de ingresos de Chile implica una reducción en 0,5 puntos en el Índice de Gini, indicando que este componente tiene una reducida capacidad de explicación en la elevada brecha que separa la distribución del ingreso entre ambos países. La simulación de los cambios en ingresos provenientes de pensiones (ys) utiliza una metodología mixta, related a la aplicada por Larrañaga y Valenzuela (2006). Para determinar el monto a ser imputado en la simulación se realiza una transformación no paramétrica de la distribución observada de ys dentro de cada subgrupo, ordenados de acuerdo al valor de ys, asignándoles el valor observado en el mismo percentil de la distribución de Uruguay a la distribución de Chile. La importancia de la concentración del ingreso en los últimos centiles de la distribución de los hogares es graficada al excluir de la distribución al 2% de las personas de mayores ingresos en ambos países12. El Cuadro 8 indica que los diferentes índices de desigualdad se reducen considerablemente en Chile y tienden a homogeneizarse entre ambos países.

Además de las teorías y análisis de estos teóricos, es relevante explorar la formación académica de cada uno de ellos para comprender su base de conocimientos. Simon Kuznets obtuvo su licenciatura y doctorado en economía en la Universidad de Columbia, mientras que Robert Solow completó su licenciatura en economía en la Universidad de Harvard y su doctorado en economía en la Universidad de Columbia. Thomas Piketty realizó sus estudios en la Escuela Normal Superior y la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales en París, Francia. Por último, Joseph Stiglitz obtuvo su licenciatura en matemáticas en la Universidad de Amherst y completó su maestría y doctorado en economía en el MIT.

Por su parte, el 10% más rico concentraba el 54% de los ingresos tanto en 2004 (primera fecha para la que se tiene registro) como en 2015. Es physician en Economía por la Universidad de Oxford, y en Ciencias Políticas por la Universidad de Sussex. Fue profesor por 36 años de la Facultad de Economía de la Universidad de Cambridge, donde ensañó econometría y macroeconomía. A su vez, el sistema de pensiones uruguayo, de mayor cobertura y mayores pensiones relativas, no explica las diferencias distributivas entre ambos países. Ello puesto que los efectos de la mayor cobertura en Uruguay, mayor entre los centiles de mayores ingresos, tenderían a neutralizar los efectos positivos en la distribución por cambios en los montos de éstas. La tercera corresponde a la estimación de la distribución de los ingresos no-laborales de los hogares.

gini mundial

Fue algo muy gratificante”, destacó sobre esta experiencia Javiera Laferte, estudiante de la carrera de Kinesiología y co-capitana de la selección femenina de Balonmano de la U. Los ranking son similares si la mediana de los ingresos a través de los deciles son utilizados más que la media. Por lo tanto, según uno de los pilares de las Escuela de Chicago, a mayor desigualdad, mayor será la criminalidad. El trabajo está en transformación y necesita un periodismo que ponga a las personas primero. Ciertamente hay muchos otros aspectos a considerar, si se tiene en cuenta la devaluación de la institucionalidad política, el empoderamiento de las comunidades y los cambios que trae

Los autores muestran que el coeficiente de Gini de mercado calculado con los datos de la encuesta CASEN y registros tributarios es 0,59. Consistente con lo reportado por la OCDE, encuentran que en su conjunto la acción del gobierno es levemente progresiva.[8] El estudio muestra, además, que el sistema tributario es levemente regresivo y el sistema de transferencias es progresivo, especialmente debido a las transferencias en salud y educación. Así, el diseño mismo del sistema tributario explicaría por qué la desigualdad antes y después de impuestos y transferencias es particularmente acotada en el caso chileno. El motivo es que el Gini reportado periódicamente por los organismos internacionales no captura correctamente los ingresos de los individuos de más altos ingresos. Estos indicadores se basan exclusivamente en datos provenientes de encuestas de hogares (en el caso chileno, la encuesta CASEN), que no son representativas para los percentiles de más altos ingresos (es decir, muy rara vez una persona de altos ingresos aparece encuestada en la CASEN).

Como han encontrado muchos autores, los retornos a la educación en Chile son altos, especialmente para los individuos que completan la educación superior. El Cuadro 5 muestra los retornos anuales por completar un año adicional de escolaridad en cada nivel educativo8. A pesar de que el efecto de un alto retorno a la escolaridad sobre la desigualdad ha sido bien examinado (Contreras, 2003), se reafirma aquí por su relevancia para un futuro contrafactual. Dada la dispersión observada en la parte superior de la distribución para Chile, un ejercicio interesante es explorar las propiedades de la distribución si los percentiles superiores son excluidos de los cálculos (IPES, 1998). Cuando el 1% superior de la distribución es eliminado, el Gini para ingreso monetario entre los dos países se equipara y para el momento que se eliminó el 5% superior, Uruguay alcanza a ser más desigual que Chile. Sin embargo, cuando hacemos la misma comparación para el ingreso no laboral monetario, el Gini para ambos países disminuye, ya que la parte superior de la distribución es descartada, pero persiste una gran disparidad entre los dos países, inclusive cuando el 5% superior de la distribución es eliminado.

Otro conjunto de resultados que por cierto no va a ser del agrado de los derechistas fanáticos, es que las políticas fiscales redistributivas pueden tener y, de hecho, están teniendo, un impacto significativo en la reducción de la desigualdad. En una comparación de países de ingresos medios de Asia, África y América Latina, Lustig muestra que los coeficientes de Gini después de los impuestos y las transferencias (incluido el valor monetario de la educación y de los servicios de salud) son contundentemente más bajos que los correspondientes a los de los ingresos iniciales generados en el mercado. Esta menor relación entre participación laboral y recepción de ingresos monetarios del trabajo entre las mujeres se ve potenciada entre los hombres, puesto que el porcentaje de hombres de años y que son perceptores de ingresos laborales es sólo fifty seven,2% en Uruguay, mientras que en Chile es cercana al 70%. Este issue implica que al simular la participación laboral de hombres y mujeres de Uruguay en Chile, el Gini chileno alcanzaría un Índice de 58,3 (simulación eight en Cuadro 11), 3 puntos más alto que la situación inicial.

Así, Daron Acemoglu y James Robinson argumentan que las brechas socioeconómicas afectan negativamente el desarrollo de los países cuando se traduce en un acceso, también desigual, al poder político; este mecanismo se relaciona con la potencial captura de rentas por parte de la élite y el bloqueo de oportunidades de desarrollo para el resto de la población. Al igual que otras naciones de América Latina, su origen se remite a la Colonia, cuando se constituyeron las instituciones que la inician, como la concentración en la propiedad de la tierra y la relación jerárquica entre la clase alta y el bajo pueblo. En simple, estos son impuestos que se cobran sobre activos, como por ejemplo activos financieros o propiedades.

Pero, en América Latina cayó estrepitosamente, de un escandaloso fifty five,1 en 2000 – que hacía de este continente la región más desigual del mundo – a un 50,2, todavía muy alto, diez años después. En el África Sub-sahariana, donde los datos son menos ciertos, parece haber permanecido relativamente constante. A diferencia de lo esperado, la mayor participación laboral de las mujeres en Uruguay estuvo asociada marginalmente a una mejor distribución del ingreso, puesto que sólo medio punto del total de la diferencia fue explicada por esta variable.

Por ejemplo, 100 mil pesos adicionales para un hogar que se sostiene con el salario mínimo son significativos, mientras que para un hogar de altos ingresos son poco relevantes. El impuesto óptimo balancea estos dos efectos y, para sorpresa de muchos, aun considerando sus potenciales efectos distorsionadores, la literatura ha concluido que debe ser bastante altos. En easy, éste consiste en que las personas paguen todos los años una proporción determinada de sus ingresos. Considerando que los ingresos totales provienen de distintas fuentes con distintas particularidades (trabajo, empresas, mercado financiero, etc.), su diseño es complejo y varía mucho entre países. ABU DHABI – Los discursos de los políticos sobre la desigualdad tienden a ser parcos en cuanto a hechos, pero expansivos en cuanto a propuestas ideológicas. Una explicación caritativa para la baja calidad del discurso público sobre la desigualdad del ingreso en las economías en desarrollo y emergentes, es que en ellas los datos acerca de la distribución del ingreso suelen ser escasos o dudosos.